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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

Esta es la flor de Hibisco(yo le digo flor hawaiana) 

http://images.wisegeek.com/hibiscus-flower-bloom.jpg

Este es un cheonsam(que es el traje tradicional chino para los hombres)

http://i01.i.aliimg.com/wsphoto/v0/2012760475_1/Hot-Sale-Male-Tang-Suit-Chinese-Traditional-Blouse-Autumn-Winter-Traditional-Chinese-Shirt-Men-Cheongsam-Top.jpg

Este es un qipao(que es el traje tradicional chino para las mujeres)

http://spanish.peopledaily.com.cn/mediafile/201204/19/F201204191007462309314201.jpg

Este es un cuello de medici

https://magaliteatro.files.wordpress.com/2013/09/08-barroco-2013-036.jpg

Dark Horse


“¿Estas realmente hecho de amor?”


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


 


Las coloridas aves cantaban en su pequeño oasis artificial. La pelirosa se regocijaba por el concierto privado, pensando en lo fácil que le sería acostumbrarse a esas mañanas, sin importarle el calor.


Disfrutando la vista del mar, mientras desayunaba y era abanicada por un sirviente.


Entonces alguien la sorprendió a sus espaldas cubriéndole sus ojos. Ella hizo la típica pregunta con una sonrisa. Suponiendo que era la princesa, comparó sus manos, que no eran pequeñas.


 


—¡Naruto! —declaró con una disimulada angustia en su tono. Y es que no se había pintado sus labios de cereza, ni se había rizado su larga cabellera, que entonces estaba recogida en una tranza.


—Buenos días. —mencionó él con alegría, un poco forzada, mientras ella se levantaba con facilidad. No vestida la pesada red por la moda del sitio. Y él le entregó una flor de hibisco roja, que colocó entre las hebras de ella. —¿Cómo te ha ido?


—Bien, me la he pasado acompañando a la princesa, pero con este calor... —se quejó para que el sirviente soplara más a prisa. —¿No viene ella contigo?


—No la vi en la junta. —la cual había terminado antes de lo previsto. —Sólo a su hermano, su padre y Pierre. —y para suerte de Sasuke y Naruto, de Japón sólo habían asistido Miroku y Shion.


—Ha de seguir dormida.


—Sakura, ve preparando tus cosas. Hoy mismo nos marchamos a Europa. —a lo ella mostró sorpresa en sus ojos.


—¿Y mi presentación con Ónix?


—Es mucha ceremonia, y él ahora tiene su agenda llena. —mencionó con fastidio.


—Vine hasta acá sólo para que me cancelara. —declaró indignada.


—Está muy ocupado viendo los requisitos necesarios que le impusieron.


 


Los cuales no fueron muchos, pues sólo unos cuantos habían presentado su negativa. Habían declarado a África en “Observación” durante un año. En el cual no debía realizar algún acto negativo (declarar alguna guerra, entrar golpe de estado y/o crisis por cualquiera de los miembros).


Cuando se cumpliera el periodo, se reunirían de nuevo para una revisión, pues era imposible que se cumplieran todos los puntos en menos de un año.


Entre los puntos se habían tomado en cuenta los del jefe de emirato de Inglaterra, y esposo de la reina, sobre su argumento en contra de la magia negra, que era bien sabida que se realizaba en los miembros del sur.


Pero cuando cierto mago de China notó que sus puntos no se habían tomado en cuenta, se enervó.


 


—Y den las gracias que ahora no están en guerra por nosotros. —declaró este, en su impecable cheongsam azul, a la salida de la junta. Entre Ónix y él había un conflicto personal. Y Sasuke, sabiendo chino, le entendió perfectamente.


—Yo sólo me defendí, los primeros en atacarme fueron tus aprendices. —respondió con perfecto acento, y aunque su vocabulario estuviera limitado, sabía que palabras usar con precisión.


—Estabas en MÍ territorio.


—¿Un camino fronterizo sigue siendo de tu propiedad? —pero al quedarse el mago del agua en silencio, respondió. —Además, tus hombres ni si quiera se dignaron a preguntar, sólo me atacaron. Y yo tengo pruebas.


 


El mago chino se enfureció todavía más. Y del mar, pequeños y delgados torrentes comenzaron a pasar por el suelo hacía él, cosa que fue notado por su emperador y la maga de la tierra, una fina mujer de cabello negro recogido de manera intrincada entre delicadas flores y piedras de jade.


 


—No es ni el tiempo, ni el lugar. —dijo a su oído la maga inclinada remarcando los coloridos tonos verdes de su qipao.


 


Y más de uno pudo sentir la tensión en el ambiente, pero al final todos se alejaron.


 


—Él es así. —declaró el rubio a Sakura por el motivo de su cancelación. —Te puede cancelar cinco minutos antes del evento, y en nuestro caso, sin importar que ya hayamos llegado desde lejos.


 


De repente el rubio tomó a la francesa de su muñeca y la jaló hacia él para besarle con vehemencia. Dejándola sin aliento y sonrojada.


 


—¿Por qué hiciste eso? —y tomó su abanico para cubrir su sonrojo. Ni tiempo le había dado de tomarlo para cubrirse del sirviente.


—Te extrañe todo el día de ayer. —dijo con falso deseo en sus ojos.


 


Tomó su abanico para volver a besarle, y cuando ella no pudo más, se separó para abrazarse.


Ella, con una sonrisa tonta, se acomodó en el hombro de Naruto.


Mientras que él, disimuladamente, buscó al azabache con la vista para ver su reacción.


Su espontaneidad había sido causada por haber visto al azabache a punto de entrar al jardín en el que ellos estaban.


Pero Sasuke no había querido ver como terminaba ni el primer beso. En definitiva no era lo mismo ver a Naruto salir con alguna chica, que verlo besándola.


Y Sasuke, recargado contra la pared, lejos de la pareja, estaba con un dolor en su estómago y luchando con un nudo en su garganta.


Pero si eso era lo que quería, ¿no? Que Naruto encontrara a alguien más para que no hiciera mal.


Porque era lo correcto, ¿no?


 


xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx


 


La niebla rodeaba toda la ciudad. En las calles casi no había almas por el intenso frío y las densas nubes no ayudaban de mucho.


Entonces unas gotas comenzaron a golpear los ventanales del gigantesco palacio.


Un palacio que competía, en altura, con uno japonés en los emiratos cubierto por espejos.


El palacio en la isla era como una gran flecha inclinada cubierta de cristal oscuro del que no se podía ver desde afuera, por más iluminado que estuviera el interior, ventaja que no tenía el japonés.


Estos cristales reflejaba el cielo, haciendo que en días como ese el palacio, en ilusión, desapareciera.


La flecha señalaba el oeste con extrema precisión, para que así la bruma proveniente del océano se cortara como la organza, dejando libre el jardín, el más grande y esplendido de toda la isla.


En el palacio, todo lo contrario al exterior. Había una gran chimenea que mantenía cálida la sala de la reina.


Todo con un estilo muy similar al francés, pero en tonos fríos. No había enredaderas cubiertas de papel de oro, sino de madera negra. Quería que se apreciara la oscuridad de los árboles especialmente criados en la isla. Las alfombras y tapizados eran de acabados exquisitos, pero en tonos oscuros.


La reina vestía su atuendo favorito: un vestido verde oscuro con esmeraldas en sus mangas, aunque para el resto fue decorado con perlas. Hasta su cabello rubio y la orilla de su cuello de medici en forma de corazón estaba decorado por ellas. Y es que el país era rico en ellas.


Desde muy temprano se había levantado, bañado, maquillado, perfumado y vestido para su esposo. Ese era el día en que él regresaría de su viaje a los emiratos, y también el día de su aniversario.


Alguien tocó a su puerta. Su corazón se aceleró poniendo más rosadas sus mejillas. Fue con premura al espejo para darse un vistazo rápido con sus ojos miel. Volvió a acomodar su vestido por el busto jalándolo hacia arriba. Su gran corazón siempre era un problema.


Ya lista otorgó su permiso.


 


—Su Graciosa Majestad. —saludo una sirvienta reverenciándose al entrar, desilusionando a la joven reina, que apenas había cumplido sus 24. —Ha recibido un paquete de su esposo. —Que aunque estuvieran unidos, no le daba a él el título de Rey.


—Tráiganlo.


 


La sirvienta, con un vestido sencillo azul marino y con un gorro blanco decorado con un listón azul, entró, dejando la puerta abierta para que pasaran los mayordomos vestidos de negro.


Ellos traían un gran paquete cubierto por una cortina de terciopelo rojo, tan alto que apenas pudo pasar por la puerta. Y la sirvienta entregó en una bandeja una carta.


En ella, su esposo Dan le anunciaba su regalo de aniversario. Relatando como él lo había encontrado en medio del desierto, dentro de un cristal formado por un rayo.


Y que en su interior había guardado todo el gran amor que tenía por ella, sin parar, incluso en las noches que estuvieron separados. Todo para que le llegara a ella, la realizadora de su sueño.


Ella siendo legítima del trono, al igual que la suma miko, no necesitaba un rey para gobernar. Sin embargo, su matrimonio causó gran controversia en todo el mundo. Y más para su parlamento. Pues su esposo era un mago, que aun así no lo hacía digno de la familia real. Motivo por el cual muchas mujeres le dieran el apodo de “La bruja”.


Pero a ella no le importaba.


Él no era el más poderoso de entre los magos de Inglaterra, y su principal habilidad ni siquiera podía controlarla a voluntad, la cual consistía en ser vidente del futuro. Pero estas visiones sólo aparecían en sus sueños. Razón por el cual había mandado adelantado su regalo. Desde una semana antes de partir, él vio que estaría más ocupado de lo usual, por lo que supo que no podría llegar a tiempo para su aniversario.


Disculpándose al inicio y al final por su futura ausencia, no olvidando decirle cuanto la amaba a ella, su sueño hecho realidad.


La reina indicó que lo descubrieran. Y sobre una mesa, decorada con rosas espinadas de cobre, había una gran pecera redonda, que era sostenida por hipogrifos en su base, y que estaba coronado en su abertura. Tan grande que no se podrían cerrar los brazos en un abrazo.


Ella se pegó al cristal buscando en su interior. Buscando cualquier otra cosa que no fuera un pez.


No creía que Dan hubiera encontrado un pez en medio del desierto. Pero él nunca le mentía.


Y lo vio. Era de un azul muy intenso y oscuro a la vez. Sus aletas tenían una textura de líneas que asemejaban como las plumas sin abrir. Pero lo más llamativo era lo largo de su cola que se abría mostrando su tono tornasol. Todo esto del tamaño de un pulgar.


Demasiada pecera para un minúsculo pez.


En ese mismo momento, corriendo por los pasillos,  iba el asistente de la reina. Tanta era la prisa, que casi se le olvidó tocar.


Tenía que entregar una carta a la reina de suma importancia.


 


—¿De qué es? —preguntó ella, pero él volvió a extender la carta.


 


La mujer rompió el sello de una serpiente, dando referencia de que el remitente era un médico. Leyó la carta con rapidez, hasta que se quedó pasmada. Volvió a leer con detenimiento y entonces sus ojos se volvieron cristalinos.


Dejó caer la carta. Sintiendo como sus fuerzas se le iban. Sus rodillas comenzaron a flaquear, siendo sostenida a tiempo por una sirvienta y un mayordomo.


El amor de su vida había muerto.


Y así como una vida se había ido, una nueva llegó.


En una pequeña casa fueron recibidos Naruto e Iruka por una vecina que hacía el favor de cuidar a la delicada Neith en su cuarentena.


La madre, que traía sus risos sujetos a una diadema de colores, estaba recostada terminando la historia que le contaba a los niños del vecindario, que habían ido a ver al bebé, quien estaba envuelto perfectamente y durmiendo entre sus brazos.


Cuando ella reconoció a Iruka, le sonrió. Pero al ver al encapuchado junto él, se ilusiono pensando que era Ónix. Tanto por su altura por como que llevaba un pequeño regalo entre manos.


Hubiera sido descortés llegar con las manos vacías, según Iruka.


Pero al mostrarse el rubio, Neith se decepcionó.


Iruka dijo que venían en una inspección de rutina y que el rubio era su compañero. Después Naruto entregó su regalo: unas frazadas bordadas color amarillo.


En un principio Naruto había dicho naranjas, sorprendiendo a su ayudante, que lo convenció de un tono más tranquilo. Y como no sabían si sería niño o niña, y escogieron un color neutro.


 


—¿Fue niño o niña? —preguntó Iruka, leyendo un papel. Y es que para el rubio, todos los bebés al nacer tenían el mismo rosto.


—Un varón. —y la madre, con una sonrisa, destapó un poco el rostro de la criatura para mostrarlo. Naruto rápidamente se acercó para buscar la marca, pero en cambio vio su piel: no era tan clara como la de Sasuke, pero era bastante más clara que la de su madre.


 


Entonces el bebé se sintió incomodo por la luz y comenzó a gimotear. Neith al instante lo volvió a acomodar entre sus brazos y lo arrulló para que se calmara. Y entre dulces palabras el bebé volvió a dormir.


 


—¿Cuándo nació el pequeño? —dijo en voz baja Iruka.


—El 5 de abril. —dijo ella sin dejar de ver al bebé.


 


Entonces algo no concordó en todo ello. El niño no debió nacer tan pronto.


Incluso Naruto se puso a contar con los dedos los meses que tenía desde la última vez que la habían visitado. No había error. El bebé debió nacer por julio.


 


—¿Es sietemesino? —interrogó consternado Iruka


—Sí, ya tenía ansias por salir. —respondió ella con una risita torpe.


 


O Neith había mentido en la cantidad de meses, o el niño sí había sido sietemesino. Pero por el tamaño que tenía, no lo parecía. Tenía las mejillas gorditas y el cuerpo grande. Parecía muy fuerte y sano.


Naruto entendió que Neith había exagerado las cifras. Por lo que todo había pasado desde antes de que él se encontrara con Sasuke. Y sólo quedaba una pequeña probabilidad de que Sasuke estuviera diciendo la verdad, y él no había visto a Neith después de ver al rubio.


Aunque aun así sentía una pequeña aguja de inseguridad en su pecho.


Y si Sasuke sabía algo del bebé, no lo sabía con tanta exactitud como el rubio.


Pero ese no era el punto. El punto era saber si el niño era hijo o no de Sasuke.


Iruka continuó preguntando, en forma técnica, lo que le había escrito Naruto. Mas este no escuchaba las respuestas, sus ojos estaban bien clavados en el bebé, con una mirada curiosa.


A la madre le llamó la atención esto, pero el rubio le daba un aire de confianza.


 


—¿Quieres cargarlo? —preguntó con gentileza, interrumpiendo al otro. Naruto dudó y vio a Iruka, quien le dio permiso con una sonrisa, asintiendo con la cabeza.


Naruto con mucho cuidado lo tomó entre brazos, sintiendo lo ligero que era. Lo destapó un poco y vio que tenía la cara alargada de su madre, pero también que tenía el pelo liso y suave.


Estaba a punto de revisar su oreja, cuando el pequeño bostezo, haciéndolo ver adorable para el rubio, que abrió los ojos admirado.


Deseo que el bebé despertará para ver sus ojos, pero este sólo se acomodó de nuevo, inclinándose hacia el rubio.


 


—Le has agradado. —comentó Neith con una sonrisa.


—¿Tú crees? —preguntó perplejo Naruto.


—¿Ya le puso nombre? —preguntó Iruka, aunque esa pregunta no estaba escrita.


—No, pero estoy entre Bes y Adom.


—Se escucha bien Adom. —dijo el rubio, viendo de nuevo al bebé.


 


Volvió a revisar su oreja, alzando con cuidado y disimulo su cabeza y por fin lo vio: no había nada.


Y el ojiazul suspiró aliviado.


Poco después se marcharon. Y Naruto no mencionó palabra alguna, ni cuando subieron al carruaje.


Naruto estaba pensando en todo el asunto. Si Sasuke dudaba que fuera su hijo, es que algo tuvo que ver con Neith. Cosa que al final, no importado el resultado, le dolía.


Mientras que Neith, juraba que el niño era de Sasuke, todo había sido por su mala condición mental. Pero viviría feliz dentro de su fantasía.


Y al final, el que terminaba pagando los platos rotos era el pequeño, quien crecería sin conocer a su padre y con una madre a la le faltaba un tornillo.


Sintió en ese momento remordimiento por el niño.


Aunque eso sí, el niño crecería con harto amor y cariño. Su madre no tenía ningún impedimento para cuidarlo.


Pero aun así, sin un padre que les diera seguridad, se veía muy difícil que salieran adelante.


 


—Iruka. —haciendo que el castaño dejara de cabecear.


—Dime, Naruto. —y se limpió un poco el ojo del sueño.


—Quiero que cada mes le manden ropa, comida y juguetes al niño. —ordenó, siendo visto con asombro por el otro, que tardó en sacar un papiro y tinta para escribir.


—¿Sí es su hijo? —preguntó con delicadeza.


—No. —viéndole directamente a los ojos, seguro de su respuesta.


—¿Cómo estas tan seguro?


—Es un presentimiento, y tú sabes que mis presentimientos nunca fallan. —refiriéndose a la vez que cambió la dirección de un ataque en el último minuto, haciéndoles ganar la guerra.


 


Debía hablar con Sasuke, pero todavía no. Debía ver unos asuntos del emperador en Roma. Además, quería contarle Mikoto sobre Sasuke.


Y el rubio se despidió con la vista de Egipto.


Dejando sellado el destino del pequeño, para que creciera él y cuidara a su madre de su delicada situación.


 


xXx Before the time xXx


 


El cálido sol abrazaba las tierras de Jiraiya. Ya el gallo había cantado desde hacía mucho, recibiendo un zapato de propina.


En el interior de la gran casa el suelo estaba decorado por algunos invitados, patitos que caminaban entre los restos de comida, gente dormía sobre camas de espagueti, había pétalos de rosa, trigo y plumas por todas partes.


Naruto fue el único que se despertó después de que alguien tocara con insistencia la puerta. Apenas pudiendo abrir los ojos se levantó y gritó para que el otro dejará de hacer ese sonido infernal.


El rubio fue a la puerta cubierto sólo de la cadera para abajo con una túnica roja, mostrando sus marcadas entradas, y con una corona de hojas de olivo.


Pasó entre las personas regadas por los distintos muebles, y en el gran sillón rojo dormían Jiraiya y otras dos chicas que le abrazaban.


Se talló la cara poder ver mejor. Caminó de puntitas para evitar cortarse con el vidrio roto de alguna botella y evitar hacer el menor ruido posible. Pero seguía muy mareado y sin querer tiro una pequeña torre de copas de metal haciendo un escándalo. Con el puro sonido sintió como su cabeza le zumbaba y se tapó los oídos.


Cuando abrió, vio que era un guardia en su armadura, este le vio extrañado por su aspecto, pero cuando vio de reojo el interior de la casa, lo comprendió.


Este le pregunto por Julio, pero Naruto se negó, que no estaba disponible. El otro insistió, tenía un mensaje urgente del emperador.


Entonces Jiraiya tomó la puerta y la abrió por completo. El guardia notificó que el emperador le solicitaba de nuevo entre sus filas. Que requerían su intelecto al frente de batalla.


Cuando despidieron al mensajero, Naruto afirmo que no iría, pero el otro lo negó, debía ir.


 


—¡Pero ya te retiraste! ¡Y ya estás muy viejo para el campo de batalla! —le decía el rubio con ímpetu, por las incoherencias del otro.


—Seré viejo, pero no estoy cansado.


—Pero arriesgarás tu vida.


—Y el emperador me liberó. Por honor le debo mi vida. No puedo negarle este favor. ¡Fabius! —y en menos de un minuto llegó un sirviente con un collar de uvas.


—Dígame, señor.


—Prepárame de inmediato un caballo y comida para dos días.


 


Jiraiya se levantó y abrazó a Naruto y le deseo un buen viaje. El mayor se iría esa misma tarde y se marchó a darse un baño.


Naruto se quitó la corona de olivos y la vio por unos segundos. “Por honor le debo mi vida” volvió a recordar las palabras.


Y, entre los estantes, vio las placas de cobre que habían cambiado a Jiraiya el gladiador, a Julio ciudadano romano.


Dio un profundo suspiró y vio los sembradíos bañados por el sol. En su pecho tuvo preocupación por Jiraiya, pero también la responsabilidad de protegerlo. Y es que no sólo lo había liberado, también le había salvado la vida de ser un esclavo, pues en ninguno momento lo trató como uno.


Jiraiya arregló unos últimos detalles para las cosechas, vació su cantimplora de agua y la rellenó con vino y se la colgó por el hombro.


Cuando salió se sorprendió al ver a Naruto esperándole. Naruto le protegería toda la batalla por honor.


Al llegar donde estaba el ejército, fueron recibidos por el mismísimo emperador y su asistente, que tenía una cicatriz en su nariz, quien les ofreció abrigos de piel, pues de lo primero que se había quejado el rubio fue del frío húmedo de las montañas.


Naruto no había sentido tanto frío en toda su vida. Y veía como alfombras blancas vestían todo el bosque. Y al ver la nieve, le creyó a Shion lo del hielo que cae del cielo.


El emperador de piel morena le llegaba al pecho a Jiraiya. Cosa que notó el de ojos azules cuando ellos con familiaridad se saludaron con un sonoro apretón de manos. Hacía muchísimos años que no se veían.


Y Jiraiya, al asistente Iruka, le dio unas palmaditas en su cabeza, diciéndole que había crecido bastante desde la última vez que lo había visto


El más alto les presentó al rubio, quien se sorprendió pues no sólo le cambió el nombre, sino que además lo emparentó con él.


 


—No recordaba que tuvieras un hijo. —comentó el emperador viendo de cerca al joven. “Es igual a su madre” pensó al ver que no se parecía en nada al otro. Mientras Naruto se había puesto un poco nervioso por la nueva situación, recibiendo un guiño de Jiraiya. Él sabía que lo mandarían a luchar directo a la infantería, con lo que había dicho lo pondrían en un lugar más seguro. —Pero ya estoy embarneciendo y mi memoria ya no es tan buena como solía serlo. —justificó el emperador.


 


Pero a Iruka era imposible que se le olvidara, y estaba seguro que Naruto no era su hijo. Y guardó su comentario.


El emperador le había llamado para que le ayudara contra el imperio Germánico.


Los germánicos vivían encerrados en murallas y sus pueblos vivían dentro de otras. La principal, que era la fronteriza, medía 50 metros de alto y con una longitud de más de 700 kilómetros, con 873 torres de vigilancia y con la protección de 64 castillos con ejércitos esperando a la primera orden. Pero no podían estar encerrados por siempre.


 


—Los condenados tienen suficiente comida y agua para no tener que salir por un año. Igual con las municiones. Y mientras estamos aquí parados, ellos en ese momento están dentro fabricando más armas. —declaraban uno de los legionarios líderes.


—No tenemos tanto tiempo. —indicó el emperador romano. —Debemos conquistar ahora que Carlomagno —emperador germánico— falleció. Ahora que perdieron su alianza con Merlín y su sequito, y se marcharon. Ahora, antes de que escojan a un nuevo emperador.  —Y si esto no se escuchaba para nada sencillo, hacerlo era peor.


—Pólvora. —pronunció Jiraiya. —¿En algún punto les han atacado con pólvora?


—Por el momento, no. Sólo con flechas encendidas y catapultas. —contestó el legionario. Señalando en el mapa los sitios.


—Quiero que busquen un punto donde los ataquen con pólvora.


 


Pero el legionario le advirtió que eso era casi un suicidio ¿Cómo se iban a enfrentar contra lo que era una de las armas más peligrosas?


 


—Si encontramos su pólvora y nos apoderamos de ella, será más fácil hacérsela explotar a ellos.


 


Durante la misión exploratoria, en la que fue Naruto, pues debía aprender del terreno, descubrieron un castillo con cañones.


Y por órdenes de Jiraiya, Naruto los dirigió de regreso al campamento. Pero el rubio perdió la brújula. Sin decirle a nadie, los guío, aparentando de a momentos que revisaba el mapa, aunque él estaba seguro de a dónde iba, al menos al final.


En una tardía vuelta, fueron divisados por una torre que de inmediato les lanzó una bomba, salvándose por un pelo. Pero ayudando en descubrir otro escondite de pólvora.


Por ello llamaron a una legión extra del sur. Todas las de esa zona tenían experiencia por los cañones de los piratas que se enfrentaban a cada rato.


En el tiempo en que ellos tardaron en llegar, Jiraiya le dio un entrenamiento intensivo día y noche. Naruto sabía usar la espada, pero era muy torpe aún.


 


—El secreto está en tus muñecas, tienes que soltarlas un poco más. —le decía mientras luchaban con espadas de madera. —Así te volverás más ágil, y la fuerza utilízala para el escudo. —y el peliblanco empujó su escudo contra él, haciendo que Naruto dejara sus huellas marcadas en la tierra, pero resistiéndolo y no dejándolo caer el propio.


 


Como romano debía luchar para el imperio. Y mientras practicaba repetía el juramento romano. Sabría hablar su lengua, pero no era un auténtico romano.


 


—Civis romanus sum. —“Soy ciudadano romano” gritaba el rubio mientras practicaba.


 


Todo esto para que Naruto pudiera regresar sano y salvo del campo de batalla. Había conseguido que lo pusieron casi hasta atrás, junto con las legiones auxiliares.


Mientras iban avanzando, Naruto veía impresionado la cantidad de legionarios con las que contaba el imperio ¡Eran más de siete mil hombres!


Unos miles iban detrás de él, pero otros tantos estaban al frente, donde estaba el emperador y Jiraiya, como parte de su guardia, quienes tenían mejor equipamiento. Mas había logrado conseguirle un muy buen escudo y pectoral al rubio.


Tardaron más en un día en lograr derribar la puerta, donde al instante se pusieron a buscar las bodegas de pólvora. Fueron dos días de batalla, cientos murieron, todo para que finalmente Roma obtuviera la victoria sobre la sitiada germánica.


Después se empezaron a atender a los heridos y a contar las bajas. El peliblanco fue a caballo a buscar a Naruto, quien estaba ayudando a otro a llegar al médico, aun a pesar de su herida: una profunda cortada un poco más abajo de su hombro, justo arriba de su tatuaje de esclavo.


Se fueron dentro de una tienda de campaña para curarle. Si un doctor o cualquiera veía el tatuaje, sabrían que no era su hijo, lo cual era mentirle al emperador, una falta muy grave.


El mayor le ayudó a quitarse la armadura, que por fortuna había logrado cubrir la marca. Con un trapo quitó la sangre y con cuidado limpió la herida.


Justo en ese momento entró Iruka. Naruto intentó cubrirse, pensando en una mentira.


 


—Yo le termino de curar. Jiraiya, el emperador le llama. —esto impresiono únicamente a Naruto.


 


Iruka sabía del pasado de Jiraiya, porque le había hecho un juramento de lealtad en la última guerra en la que se había visto. Por lo que ocultaría su secreto, aunque fuera del mismo emperador.


 


—Cuídalo, es casi mi hijo. —le dijo el peliblanco al momento de entregarle los vendajes, más como un favor, que como orden. A lo que el otro asintió.


 


Al entrar a la capital a Naruto no le alcanzaban los ojos con lo inmensa que era. Cuando estaba a las afueras del coliseo, sus ojos admiraron lo altísima que era el coliseo, la arena de juegos. Unos siete pisos para ser exactos.


Naruto entró con Jiraiya en un carruaje jalado por corceles blancos. Dentro fueron recibidos con una lluvia de pétalos de rosas rojas y por una ovación que les aplaudía victoriosa.


Entonces el mayor le codeó para decirle que también saludara, y el rubio le obedeció un poco dudoso, sentía que no había hecho mucho para eso.


 


—Una victoria nuestra, es una victoria para Roma. —le dijo Jiraiya mientras sonreía al público. “Todos somos Roma” recordó el ojiazul un fragmento del juramento.


 


Mas su camino no terminó hasta que llegaron al palacio, que no tenía forma simétrica y que estaba repleto de columnas y escalones. Ahí, y en toda Roma, fueron tres días de fiesta continua. Entre lucha de gladiadores, mascaradas, operas, festines de mesas larguísimas y vino, mucho vino.


Durante una de las fiestas, ya a altas horas de la noche, después de un espectáculo en la arena y media presentación en el teatro, unos cuantos se reunieron mientras un arpista tocaba, entre ellos varios guerreros y algunos senadores. Conversando mientras brindaban cada dos por tres, uno de ellos irrumpió.


 


—Kyubi. —dijo un senador después de habérsele quedado viendo mucho tiempo al ojiazul, llamando la atención de todos y volteándole a ver.


—¿Kyubi? —preguntó el rubio sabiendo que se dirigía a él.


—Tienesh las miiismas marcas que el dios Kyubi. —le dijo el senador señalando su propia mejilla.


—¡Es verdad! ¡Eres Kyubi! —exclamó la única chica entre ellos con una carcajada. —Eres un muy astuto y fuerte zorro. —diciendo con coquetería divertida.


—Fuerte, sí. De astuto, le falta mucho. —dijo uno de los guerreros que había luchado con Naruto en son de burla.


—Entonces reconoces que soy más fuerte que tú. —le respondió Naruto a lo que todos rieron dándole razón.


 


Fue así que se enteró de la historia del dios-zorro que luchó con Júpiter, máximo dios de las tres eras antiguas. Ayudándole con su astucia y fuerza para ganar una guerra.


Y por sus marcas, ganó su apodo.


 


xXx Before the time xXx


 


Sasuke ya había llegado al distrito donde se suponía pertenecía su madre.


El clima era frío, y no se podía ver muy bien por la densa niebla. Caminó buscando alguna casa o muestra de habitantes, pues estaban bastante lejos del pueblo más cercano. Pero en lugar de eso, se encontró con una enorme muralla.


Era un distrito completamente aislado del resto del país e incluso del mundo. Caminó bastantes kilómetros más buscando una entrada, descubriendo que incluso en el pueblo pasaba un río.


La entrada era una pequeña caseta donde vigilaba un anciano, aunque esto sólo era una fachada.


 


—Muy buenos días, señor. Si es un vendedor, no queremos nada. —dijo un niño saliendo sorpresivamente con tono altanero, levantándose en un banquillo para alcanzar bien a recargarse en la orilla de la ventanilla. —No necesitamos nada del mundo. —y Sasuke se le quedó viendo con extrañeza.


—No vengo a vender nada. —dijo sin más.


—Entonces, dígame ¿Cuál es tu motivo de visita? —y es que algo había en la mirada del niño que causaba incomodidad. Como si en el interior de él hubiera maldad, pero no maldad de la de un niño travieso, sino autentica maldad.


—Debería hablar con él. —señalando al anciano, quien estaba sentado en una silla, aparentemente dormido.


—No creo que despierte. —dijo el niño. Entonces Sasuke se hizo un paso hacia atrás con desconfianza. ¡Con que desfachatez hablaba el niño del anciano muerto! Y el pequeño, dándose cuenta de su error al hablar, pateó al otro que sólo soltó un ronquido. —¿Ves?—declarándose inocente, y prosiguió. —¿Motivo?


—Vengó a ver a una tía, me mandaron a avisarle que su hermana murió.


—A poco…—dijo el niño con falso interés, apuntando en un libro muy viejo. —¿Y cómo se apellidaba? ¿De qué familia era?. —y es que eran muy precavidos con los intrusos.


—No me sabía el apellido de soltera de mi abuela.


—¡Se ha ido hace mucho tiempo esa vieja! —¡EXACTO! Y es que así el niño no podría saber quién era.


—¿Es usted mago, señor?


—No


—¿Lleva consigo algún instrumento mágico, señor? —y siempre que pronunciaba el señor, lo hacía en referencia a grande, faltándole poco para decir anciano.


—No.


—¿Está seguro?—y era mentira, tenía Érebo, que era casi lo mismo.


—Sí. —todo en tono seco.


—Qué bueno, porque si no tendría que pedirle que se marchara. No aceptamos magos aquí. ¿No cree que son una ofensa a la naturaleza? Nosotros tenemos que ser menos que los dioses, no enfrentarlos. —Qué extraña manera de pensar. Era la primera persona que decía que los magos eran malos. —Deje sus humanidades por favor. —ordenó, para dejar el cuadernillo a la vista del otro, mostrando que no escribía, sino que dibujaba a un muñeco siendo pateado por un asno, un muñeco que extrañamente se parecía a él.


—¿Cómo?


—Sí, todo lo que despierte gula, vanidad o avaricia está prohibido en este pueblo.


—No tengo nada parecido.


—¿Me permite revisar su equipaje? Es solo por seguridad. —Y  Sasuke abrió su maleta en la ventanilla. El niño empezó a sacar las cosas sin cuidado. Una cobija, una muda de ropa, una soga y un cuchillo. Pero revisó hasta en los bolsillos vacíos, hasta que lo halló. —¿Qué es esto? —mientras trataba de alcanzar el paquete al fondo de la maleta. —¡Aquí esta!—y sacó un pequeño paquete de la maleta. —Me temo que esto no podrá pasar. —el niño tenía olfato, era un paquete de galletas de vainilla.


 


¿Qué clase de pueblo te prohibía tener oro, ropas coloridas y arte por considerarlo de vanidad? ¿O que unas simples galletas eran pecado? Un pueblo muy extremista.


Después de eso, el azabache pasó al interior de la muralla. Siendo despedido por el niño con una siniestra sonrisa mientras se comía las galletas.


No muy lejos entro el pequeño poblado humilde. Por sus calles había unas cuantas personas caminando que sólo habían salido de sus casas por comida. El lugar era demasiado calmado.


Fue camino a lo que parecía una pescadería pensando pedir indicaciones. Y con la helada que había hecho la noche anterior, el camino se había tornado resbaloso y haciéndolo andar con precaución.


En el trayecto se cruzó con una hermosa chica de larga cabellera azulina, que sólo se alcanza a ver oscura por la falta de luz, y de ojos blancos, que volteó a verlo dos veces.


Por costumbre la chica le deseo buenos días, pero al hacerlo resbaló por el hielo. Con agilidad el azabache salvó a la chica de un certero golpe.


 


—¿Estás bien?—le preguntó Sasuke. Pero la chica tardó unos segundos en contestarle por lo avergonzada y tímida que era.


—Sí, estoy bien. —ella estaba agarrada con fuerza de su ropa, pero sin querer su mano tuvo contacto directo con la piel de Sasuke.


Ella tenía visiones cuando tocaba a alguien por primera vez. Y en su visión pudo verlo a él y a su hermano mayor, ambos con una sonrisa, mientras recogían agua del pozo que estaba atrás de su casa ¡Su casa!


La chica voltea a verlo a detalle. Esos ojos eran de su familia, no había duda. Pero ¿Por qué no lo había visto nunca?


 


—Disculpa que pregunte esto, siendo que no nos conocemos… pero ¿De dónde eres? —le preguntó con la mayor delicadeza posible hasta en su tono de voz.


—No lo sé, por eso estoy aquí. Estoy buscando a la familia de Mikoto ¿No la habrás conocido? —y ella abrió asombrada sus ojos.


—Sí. Ella es mi madre.


 


Fue así como conoció a su media hermana y que de dónde provenía su magia, de un pequeño pueblo escondido en el que estaba prohibido.


Ella le llevó a su vecindario que estaba igual que el pueblo, separado, distanciado y calmado. Fueron a su casa y lo dejó entrar por la puerta de atrás, siendo casi descubierta por una vecina metiche. Cerró todas las puertas y ventanas y corrió las cortinas.


Él inspecciono el lugar con la mirada: todo era muy simple y con los muebles algo gastados. Apenas tenían algunos cuadros decorativos con dibujos de flores. El comedor sólo era una pequeña mesa, con cuatro sillas y un delgado florero con una flor falsa.


Cuando la chica se aseguró que no les espiarían, fue al comedor con una lámpara. Se sentaron frente a frente y se vieron durante unos momentos. Tenían tanto que contarse, pero no sabían ni por dónde empezar. Por lo que Sasuke optó por empezar a preguntar.


Hinata, como se llamaba la ojiperla, le explicó de los Uchiha. Que eran un linaje de magos, de los que su principal poder provenía de sus ojos. Sharingan.


Cuando un Uchiha nacían sus ojos eran simplemente negros, y no podía hacer magia hasta que la persona llegara un punto de crisis, haciendo que su aparición varié de unos a otros. Pero que antes de que esto comenzara, se tornan opacos, sin brillo. Cuando se logra la transformación involuntaria por primera se volvían rojos, aunque después se podía controlar.


Si el sharingan llegaba a cruzarse con los ojos de cualquier otro mago, podían introducirse en su mente, ver sus recuerdos, escuchar sus pensamientos, pero no controlarlo. Esto último dejando un poco confundido a Sasuke con respecto a Naruto.


Aunque no había necesidad de controlar, ellos podían, también con ayuda del sharingan, a copiar cualquier tipo de magia.


 


—Si todos los Uchiha tenemos ojos negros al nacer ¿Por qué tienes los ojos blancos? ¿Puedes usar el Sharingan aun así? —comentó el menor.


—Mutación. Es como una forma distinta de llevar el linaje y magia Uchiha. No puedo usar el sharingan, pero puedo tener una visión futura de una persona si la toco. Aunque sí puedo introducirme en la mente de la persona de con tan sólo tocarla. —algo en definitiva más práctico y ventajoso.


 


Después de aprender a usar el sharingan, los ojos se tornaban brillosos, como los de un ónix, representando estabilidad. Pero ella vio los de Sasuke, se veían algo opacos. Debía estar enfermo o algo parecido.


Cuando llegó el turno de preguntar a Hinata por su madre, el tema se volvió tan interesante que no terminaron de contarse cosas de ella hasta que el sol se ocultó.


Sasuke le contó de cómo vivían en la India, de sus historias y juegos, de cómo vivieron en el palacio hasta la invasión.


 


—¿Ya la India no existe? —preguntó preocupada, mientras le servía una taza de té. Definitivamente estaban incomunicados del mundo.


—No, sigue existiendo. Por un tiempo fueron asesinados por los que se autonombraron sus dueños. Ahora tienen un nuevo marajash, pero creo que todo sigue igual.


—¿Y qué fue de mamá? —dándole un soplido suave a su taza.


—No sé. No volví a encontrarla.


—¿Y estuviste solo desde entonces? —Sasuke despegó la vista del vapor de su taza para verla a ella, un poco dudoso ante su respuesta.


—Sí.


 


Prendieron la chimenea porque con la lluvia de afuera había bajado bastante la temperatura. Hinata le mostró unos viejos dibujos que le había hecho de la familia.


Mostrándole a su padre, Fugaku, con Mikoto. En otra con las dos en sencillos kimonos. Pero en todas, Mikoto estaba feliz.


Presentando Hinata a su madre como una mujer influyente en la pequeña comunidad donde vivían. Que siempre estaba activamente trabajando para que se estableciera el orden en el pueblo, no por nada su padre fue el encargado de justicia hasta su último día. Y ella siempre a su lado.


Y si tan bien le iba estando ahí, entonces ¿Por qué la habían echado?


 


—¿Echado? Nosotros nunca la echamos. —y él bajó el té para centrarse más en su media hermana. —Ella huyó de aquí.


 


De repente se escuchó como alguien abría la puerta con mucha prisa. Entró un hombre alto oculto tras una capucha de piel negra que chorreaba por la lluvia. Y se le quedó viendo a Sasuke


Pero cuando Sasuke notó que le inspeccionaba su magia, el instintivamente activó su escudo.


 


—Aléjate del él. —ordena el encapuchado a Hinata.


—Hermano, él… —trató de explicarle Hinata al mayor, dejando sorprendido de nuevo a Sasuke.


—Que te alejes. —le repitió con furia.


 


Cuando el encapuchado había sentido, desde unos metros antes de llegar a su casa, la presencia de una magia extraña, corrió por temor a que le hubiera pasado algo a Hinata.


Y tan sólo esperó que el intruso realizara un movimiento para golpearle levitando una de las sillas, destruyéndola de paso.


Pelearon por toda la sala y la cocina mientras Hinata le gritaba al encapuchado que se detuviera, pero el otro la ignoraba, debía sacar de inmediatamente al forastero.


Y en un movimiento veloz, Sasuke le lanzó un cuchillo que pasó muy cerca del rostro del otro, pero que dejo la capucha clavada a la pared. Y el otro al avanzar, tomando unos cuchillos de la mesa, se notó atorado, pero rápidamente forcejeó, rasgando su capucha, mostrando su rostro.


De cabellera larga y negra, sostenida en una coleta, de piel blanca y con unas marcadas ojeras. Fue cuando Sasuke notó lo rojizo de sus ojos, y volteó su vista al suelo.


El otro formó una bola de fuego, pero antes de que tocara a Sasuke, este saltó por la ventana, viendo como el fuego había atravesado la ventana, incendiando las cortinas, pero desapareciendo las llamas en unos pocos segundos.


Los vecinos, alarmados por el escándalo, salieron de sus casas para ver qué pasaba.


Intentó alejarse de la casa, pero cuando vio que el otro ya estaba en la ventana, levitó todos los cristales del suelo y se los lanzó al otro. Alcanzándose sólo a escuchar silbidos de la velocidad tan rápida en la que iban.


El más alto aspiró con fuerza para después lanzarle aliento de fuego.


Sasuke de su palma formó un rayo para detener el otro, logrando superarle en potencia y velocidad, dándole al otro. Pero cuando lo vio, notó no sólo que no le había hecho daño, sino que este tenía un escudo muy poderoso de apariencia esquelética.


Ambos sabían utilizar magia, pero el mayor es más poderoso, y con el sharingan, logró por fin cruzar miradas con Sasuke.


Entró en su mente, dejándolo inmovilizado. Desactivó el escudo para concentrarse mejor en Sasuke.


Dentro del hechizo Sasuke estaba amarrado a una silla, donde el otro lo arrojó deliberadamente al fondo de un pozo. Y mientras Sasuke estaba luchando eternamente con liberarse con la sensación de ahogamiento, el otro fue a investigar sobre él.


Pudo ver, como si él hubiera sido un testigo más de los recuerdos y de forma acelerada, algunas memorias de vida de Sasuke: sus robos, su transformación por la maldición, a Orochimaru peleando con él, el palacio en la India.


Mas una figura logró captar su atención. La silueta de una persona de cabellos dorados.


Intentó averiguar de él, tan siquiera verle el rostro, pero le resultó imposible, como si el fragmento estuviera bloqueado. Y en vez de estancarse en un simple fragmento, siguió investigando sobre el intruso, logrando ver un perfil familiar.


 


—¡Itachi! ¡No lo vuelvas loco, ni lo mates! —le dijo Hinata en el interior de la mente, tocándole por el rostro desde el exterior. —Él es hijo de Mikoto. Es nuestro hermano.


 


Y frente a él, estaba la figura de su madre vestida con joyas y finas telas de la India. Mikoto ayudaba al menor a caminar.


Un fragmento que ni el mismo Sasuke recordaba, pero que estaría en sus recuerdos para siempre.


Itachi deshizo el sharingan, dejando libre a Sasuke, quien se despertó tosiendo y buscando aire, sintiendo aun la sensación de agua en su garganta.


Sasuke volteó a ver a los hermanos, pero luego sintió que no eran los únicos que le observaban.


Muchos pueblerinos le mirón amenazándole con la mirada. Todos con el sharingan activado. Esos mismos ojos que le intrigaban y que por mucho tiempo le habían dado temor hacía sí mismo.


Itachi se le acercó. Con los fragmentos, logró averiguar porque no percibió de buenas a primeras la magia original de Sasuke.


Vio la marca de maldición y colocó su mano sobre esta. Con un hechizo lo deshizo del sello maldito.


Sintiendo Sasuke en el proceso como si le arrancaran la piel. Ya cansado y agotado, cayó rendido e inconsciente.


Itachi había sacado una larga serpiente blanca, dejándolo limpio de esa magia falsa. La serpiente se retorcía de forma errática, mientras comenzaba a transformarse, queriendo tomar la forma de Orochimaru.


 


—Un espía. —comenta para sí Itachi sin inmutarse. Tomó una navaja, la rasgó por la mitad y con su mirada lo incineró con llamas negras.


 


Itachi, de forma seria y firme, ordenó a los demás que se marcharan a sus casas, pues él se encargaría de todo.


Le obedecieron, unos cuantos con desconfianza, pero sin querer mostrarse en contra. Pues él, además el jefe de seguridad, era uno de los principales líderes del distrito.


Ya con Sasuke en cama, Itachi jaló a Hinata fuera de la casa para que le explicara cómo lo encontró.


Ella le  dijo que desde que era pequeño se había separado de Mikoto, quien no pudo explicarle del legado Uchiha más allá de donde estaban. Y que cuando empezó tener indicios de magia, vino a buscarnos con la idea de que lo guiáramos.


 


—Pero mamá le contó las cosas muy diferentes. Ella en vez de decirle que había huido, le dijo que la habíamos echado.


—¿Te dijo porque según ella la echamos?  —inquirió Itachi, analizando toda la situación. Estaba muy interesado en Sasuke, y no porque fuera su hermano.


—No.


—¿Y le dijiste sobre que ella se había ido?


—Sí.


—¿Le dijiste porque?


—No tuve oportunidad, justo después llegaste tú.


—No le digas el porqué, ni trates de decirle nada respecto a madre, hasta que yo te lo indique. —ordenó.


—Pero él debe saber. —dijo la ojiperla con preocupación en su tono.


—Es lo mejor para todos.


 


Pero ella siguió negándolo.


Entonces Itachi la tomó del rostro y la acercó a él. Ella vio la mirada severa de su hermano y tuvo miedo. Él puso sus dedos sobre los labios de ella, de lado a lado. Sellando sus palabras con un hechizo de silencio con el que no podría hablar del asunto con Sasuke.

Notas finales:

Disculpen, vengo de volón pin pon a dejarles la actualización última de la temporada vacacional... tardan tanto en llegar y duran tan poco T^T

He caído a la tentación de escribir otras historias D: es algo que me había prohibido durante este año para no dejar inacabada esta historia. Ahora que el final está escrito, aunque mucho pero muy en bruto, me pondré a escribir otras cosas, pero por lo mismo ya no se quedará sin final, no os preocupéis, ya está.

Lo que me hizo preguntarme: ¿Cómo se imaginan que acabara o como les gustaría que acabara "Dark Horse"?

Espero que les haya gustado el capi :3

Cualquier queja, duda o sugerencia, dejenlo en un review

Nos vemos... luego :)

 

Que tengan muy buenos días, tardes, noches o lo que se les antoje

 

Atte.

La Muertesitha  ^^*


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