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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Dark Horse


“Dentro del corazón”


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


Sasuke y Darío levantaban un solar para la nueva sección del restaurante. Mientras Naruto iba sacando unas cuantas mesas y las iba acomodando según Ishtar. Ese día el restaurante no abrió por remodelaciones.


 


El esposo de Ishtar ya había regresado a su casa por su trabajo, pero ella había decidido quedarse en lo que mejoraban las cosas. Mientra Darío se había visto obligado a vender casi la mitad de sus mercancías. La mejor manera para mantenerse a flote y recuperar el oro gastado había sido aceptar ampliar el negocio y aceptar mujeres.


 


—Estas mesas están muy gastadas—dijo Ishtar pelando con las uñas la pintura que se desquebrajaba. Eso era inaceptable.


—Nada de comprar nuevas mesas—advirtió apresuradamente Darío.


—Esta bien…—dijo la chica con falsa desilusión. —…entonces compraremos manteles. —dijo rápidamente.


—No…—se lamento Darío. Le dolió como si le hubieran dado un puntapié en el hígado, pero lo que en realidad le había dolido era su codo, en su núcleo de tacaño. A Sasuke y Naruto siempre les daba risa ver así a Darío, pero se contenían para que continuara haciéndolo.  


—Y algo de pintura para las mesas de adentro. —decreto Ishtar.


—Quedamos que ibas a dejar por dentro intacto de tu toque femenino. —Se puso fiero cuando toco el tema del restaurante.


—Papá, tus clientes lo merecen, ya iba siendo hora de que mejoraras el lugar. —trataba de tranquilizar a su padre en tono alegre.


—Solo que no sea muy caro, que todavía tenemos muchas cuentas que pagar. —trato de recordarle a su hija su situación de casi crisis. Pero todos sintieron el pesado ambiente.


—Tú con calma. Ya verás lo bien que saldrás todo. —Ishtar no quería que nadie se desanimara. —Mmm… ¿Qué más hará falta? —veía el lugar imaginando como mejorarlo. Se le ocurrieron tantas cosas que no sabía que escoger. Y volteo a ver a Sasuke y Naruto. —¿Alguna sugerencia?—tenía que pedir su opinión, pues ellos iban a trabajar ahí.


—¡Flores! ¿A las chicas les gustan las flores frescas, no?—dijo Naruto entusiasmado. 


—Hmm… lo que sea está bien. —Sasuke estaba algo fastidiado con todo el mal rollo que había pasado esos últimos días y más con la desvelada que le había pasado la noche anterior.


—Entren. Comenzare a repartirles los trabajos. —ordeno la chica.


 


El lugar tenía las mesas arrumbadas en una esquina para ser reacomodadas. Conforme les daba órdenes, les entregaba dinero. Por la indisponibilidad de Essei, el cargo de tesorera paso a Ishtar. Essei tenía miedo de que su marido gastara en cosas inútiles o que fuera un tacaño.


 


— Tú, papá, iras por pintura café y por savia para sanar la madera; Naruto, tú iras por 10 manteles amarillo crema y tú, Sasuke, iras por flores frescas.


—¿Y tú que harás?—reclamó Darío a su hija. Nunca le permitió estar de haragana.


—Yo iré a checar a mi mamá y mientras pondré a hervir el sirope del Baklava y pondré en el horno las galletas ¿Contento?—ese día iba ser pesado para todos.


—Ya oíste Naruto, andando. —dijo Sasuke dándole una palmada en el hombro al aludido.


—¡Sí!—Naruto solo se entusiasmaba porque ayudaría así a Essei. Darío fue a la entrada seguido del par, pero antes de que cruzaran la puerta, Ishtar les detuvo.


—Nada de ir juntos. —Negó la chica con un dedo para después señalar al pelinegro. — Porque tú debes ir a la florería que está por el puente rojo.


—Pero esta casi pegado al muro norte, del otro lado da la ciudad. Tardaré casi 3 horas en regresar. —se quejo Sasuke porque, además, ese día hacía muchísimo calor.


—Y ahí tienen las mejores flores ¡Anda, anda!—y con insistencia lo empujo hacia la salida. —Que si te apuras no caminaras mucho bajo el sol de medio día.


 


Hasta que finalmente Ishtar lo saco del local. La razón por la que fuera sólo era porque así todas las chicas lo verían caminar con un ramo de flores y se preguntarían que para quien sería. Por lo que lo seguirían y al llegar a la casa notarían la remodelación. Una promoción perfecta.


 


Y para la segunda razón volteó rápidamente a ver a Naruto. Que estaba tal y como lo había previsto: enojado y apretando sus labios. Ya para esa vez lo había visto tantas veces que ya ni se sorprendía.


 


—¿Y esa cara Naruto?—dijo con la sonrisilla que hace una niña cuando acaba de hacer una travesura.


—¿Qué? No tengo nada. —al instante relajo su cara, pero aun se podía notar levemente su seño fruncido, además de que en su tono de voz aun se notaba su enfado.


—No lo puedes negar Narutin—dijo mientras se acercaba unos pasos a él. —¿A caso te fastidia que las niñas se fijen solo en Sasuke? —y jugando con él le dio un golpecito en su nariz.


—No. —dijo serio para que dejara el tema.


 


Nunca pensó que Naruto pudiera llegar a tener ese semblante. Pero lo que le dijo después definitivamente la aturdió.


 


—No me gustan las niñas. —dijo Naruto en tono algo fuerte para dejar todo claro. La expresión juguetona desapareció del rostro de Ishtar mientras esas palabras hacían eco en su mente.


—¿No… te gustan… las niñas?—el otro solo asintió fuertemente con la cabeza. —¿Eso quiere decir…—la chica trago saliva por la situación delicada en que se encontraba. —…que no te gusta que miren a Sasuke? —entonces la chica se sacudió la cabeza. Eso no podía ser. Naruto no podía decir eso tan a la ligera. No es que estuviera prohibido, pero aun así no era algo que dijeras todos los días. —¿Te gustan los chicos? ¿Por qué no te gustan las niñas? ¿Qué chico te gusta?—dijo apresurada de los nervios. —¿Te gusta…


—¡¿Qué?! ¡No! ¡Nada de eso!—interrumpió a Ishtar hasta con sus manos.


—Ya no te entiendo Naruto. —La chica solo saco humo de su cabeza, de nuevo, y se rindió. Estaba atontada con todo eso.


—No me gusta nadie ahora. No me llama eso de enamorarme. —entonces Ishtar lo vio fijamente a los ojos.


 


Eso fue como un balde de agua fría. Por fin, para ella, todo tuvo finalmente un sentido: Naruto solo tenía 10 años. Todavía era un niño. Era entendible que todavía no se fijara en cosas del amor. Pero todavía quedaba un cabo suelto.


 


—¿Entonces por qué te molesta que las chicas lo vean?—dijo ya un poco más tranquila.


—No me molesta. —pero el rubio apretó inconscientemente sus puños.


—Claro que sí, ya lo he visto muchas veces. —el ojiazul se quedo absorto al descubrir eso de sí mismo. Ishtar solo suspiro algo fatigada.


—No sé porque lo hago. Pero sé que no es molestia o enojo. —le confesó a la chica.


 


Naruto en un principio, en algún momento, se pregunto que era esa extraña sensación, pero al no tener a quien confesarle aquello, prefirió tragarse su duda y olvidarlo.


 


—No sé lo que siento. —finalmente confeso el rubio. Ishtar sabía casi con toda la seguridad del mundo que esos eran celos. Para que el ojiazul comprendiera eso tenía que aclarar sus sentimientos por Sasuke. Pero sería en otro momento.


—¡Hija! ¿Podrías traerme algo de agua? —grito Essei desde su habitación, rompiendo la tensión que había en el ambiente.


—¡Sí mamá!—grito la chica para luego mirar al rubio y tocarle el hombro. —Será mejor hablar de esto después ¿Sí?


 


El rubio asintió levemente e Ishtar dio media vuelta para retirarse. Naruto se quiso concentrar más en lo de los manteles y salió para evadir sus conflictos. Pero cual iba a ser su sorpresa al encontrarse al azabache afuera, esperándolo.


 


—¿Qué tanto hacías? ¿Por qué tardaste tanto?—le interrogo el mayor levantándose de una de las sillas.


—¿Y tú qué haces aquí, teme? Deberías estar camino a la florería. —dijo lo más calmado que podía, pero un ligero nerviosismo se notó en su voz. ¿Habría escuchado algo?


—Te espero, que más. No puedes irte solo. —sin más metió sus manos en sus bolsillos y comenzó a caminar. Eso era lo último que quería el rubio, no quería tenerlo cerca pues quería pensar sólo.


—¡¿Qué?! ¡No! ¡Teme! —ya no pudo ocultar sus bríos. Y lo detuvo jalándole de su brazo.


—¿Qué tienes?—Sasuke giro y le vio confundido. Naruto se comportaba muy extraño, no era normal que el ojiazul tuviera nervios por algo.


—Nada, solo que quiero ir solo. —el menor desvió su mirada al suelo. Sasuke no quiso darle muchas vueltas al asunto, pues pensó que era algo sin importancia. Y solo saco un suspiro.


—Está bien, como quieras. Sí tanto insistes. —entonces libero su mano de Naruto y la dirigió a la barbilla de este para que alzara su rostro. — Solo que no te distraigas mucho. Ya sebes que no podemos andar solos con ese tipo rondándonos cerca. —le advirtió serio el azabache.


—Sí, ya se. Directo a casa. —dijo el rubio algo más tranquilo para finalmente darle una de sus infantiles sonrisas de confianza.


 


Los dos chicos se separaron y continuaron sus caminos. Mientras que dentro de casa, Ishtar caminaba con un vaso de agua en su mano. Lo coloco sobre una mesita de noche y ayudo a su madre a sentarse sobre su cama.


 


—¿Cómo sigues mamá?—dijo con cierto grado de preocupación a la vez que le limpiaba el sudor a la mayor con un trapo.


—Ya mejor. En toda la mañana no tuve ganas de regresar el desayuno. —su rostro mostraba unas ojeras pronunciadas y una piel pálida, pero que eran maquillada por una sonrisa que dio esperanza a la joven.


 


Desde hacía un par de semanas Essie había caído en cama por una terrible infección, que le había provocado vomito, temperatura alta, cuerpo cortado y falla en su percepción.


 


El doctor, junto con las medicinas herbolarias, habían costado mucho dinero. A tal grado que la bodega estaba a menos de la mitad de lo acostumbrado. El tratamiento iba tardar en reponer a Essie y por ello Darío había aceptado la idea del café. Tenía que aumentar los ingresos antes de que se quedaran sin nada. Para supervisar esto, Essie había mandado a administrar todo a  Ishtar.


 


La chica no solo se haría cargo de esto, ella pidió ser la cuidadora de su madre, su enfermera. Era su deber de hija.


 


Sasuke y Naruto también habían ayudado. Ellos habían dado todos sus ahorros para comprar las medicinas. Pero por el motivo por la que se habían dormido tarde la noche anterior, fue por la polémica que surgió entre ellos por ver si se marchaban o no, pues ya había pasado más de un mes desde que habían visto a alguien de la India.


 


—Pero nos lo prometimos. —dijo Naruto. Ellos nunca rompían sus promesas y eso le fastidiaba al menor.


—Sí, lo prometimos. Pero no se me hace bien dejar a Essie enferma, cuando más nos necesita. Si nos vamos yo no me sentiré bien conmigo mismo y sé que te pasara exactamente lo mismo. —el rubio no quiso contestar, pues todavía estaba encaprichado. Pero Sasuke tenía razón. Naruto como odiaba estar entre la espada y la pared con su moral. Y a veces sentía que el pasatiempo del azabache era estar picándolo con esa espada imaginaría cada que podía. ¿Cuándo habían cambiado sus papeles? — ¿Recuerdas cuando nos enfermamos por haber jugado en la lluvia y nos preparo abgusht?


— Sí, lo recuerdo. —De verdad sentía la necesidad de quedarse a ayudar, pero también quería salir de una vez a seguir con su camino. —Sí quiero quedarme, pero no quiero romper nuestra promesa. Nuestras promesas no pueden ser débiles y sin valor para nosotros. —dijo el rubio con suave aflicción  y le tomo de las manos.


—¿Eso es todo?—pregunto algo confundido Sasuke. A veces sentía que Naruto se tomaba las cosas demasiado en serio. Pero sabía cómo arreglarlo fácilmente. —Dobe, tranquilo. —y revolvió su cabello ya algo largo. —No es que estemos rompiendo nuestra promesa. Solo la estamos aplazando por un fin común. No la estamos rompiendo.


—¿No?


—Exacto. Además es por algo bueno: ayudar a Essie y a la familia. —dijo el mayor mostrando una sonrisa en sus labios. Cosa que alegro a Naruto, tanto que lo abrazo del cuello y le dio un beso delicado por encima de sus labios.


 


Mientras que volviendo a donde madre e hija platicaban. Ishtar le pasaba a su madre el vaso con agua. Mas la esperanza que llevaba consigo se volvieron minúsculas por un acto de su madre: Essie no logro alcanzar con su propia mano el vaso, pues su mano se perdía. No le gustaba ver a su madre mal y no veía la hora para que su madre se levantara y le abrazara.


 


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Se escucha el sonido unas cajas de madera cayendo. Naruto despertó viendo que todavía no amanecía. “¡Estúpido gato!” pensó el rubio. Ese gato le recordó que debían despertarse más temprano para arreglar los últimos detalles de la inauguración.


 


Y se cuestiono si levantarse o seguir plácidamente dormido. Entonces volteo a ver a Sasuke, quien dormía estaba de lado hacía él con el brazo izquierdo sobre el rubio. Acerco su rostro para contemplar la paz del mayor. Sintió tal calidez que prefirió dormir como él.


 


Con cuidado levantó la mano de Sasuke y giró al mismo lado de este. Poco a poco acerco su espalda al pecho del pelinegro procurando no despertarlo. Y con el mismo cuidado colocó el brazo para abrazarlo entre los suyos. Cerró los ojos y respiro profundamente, como si así pudiera recibir la misma paz.


 


Pero, así como en un segundo que cerramos los ojos transcurren horas, de la misma forma despertó Naruto. Pero de una manera un tanto brusca. Puesto que fue movido sin querer por el pie de Sasuke cuando este había salido corriendo de la bodega. El de marquitas se medio se sentó en el piso. Ya ni se quejaba de las tantas veces que había hecho eso.


 


Escucho como al subir el azabache tropezó con los escalones y a lo lejos como se disculpaba con Ishtar por haberla empujado sin querer. Lo cual no lo detuvo ya que al siguiente segundo escucho la puerta del baño siendo azotada.


 


Ishtar bajo hasta la bodega sacudiendo un poco la ropa que llevaba en la mano.


 


—¿Qué le pasó a Sasuke?—dijo la chica con un ligero tono de enfado por que casi le ensuciara la ropa.


—No sé. Ya van varías veces que va corriendo al baño nada más se despierta y se encierra hasta después de una hora que se termina de bañar.


—¿Una hora?—eso era mucho hasta para ella. Entonces su sexto sentido femenino se activo. —Sostenme esto un momento. —dicho esto le entrego las prendas al menor con una pluma azul, esponjosa y larga encima. Llegó hasta el baño y tocó la puerta. —Oye Sasuke, el agua sigue fría ¿Quieres que te caliente un poco? —la chica espero con los brazos cruzados la tardada respuesta.


—Este… No, gracias…—en la voz del azabache se percibía la ansiedad.


—¿Seguro? El agua esta fría de toda la noche. —entonces la chica contuvo su risilla sabiendo que estaba pasando con el de piel nívea.


—Sí… no te preocupes… —y de nuevo el mismo tono con recelo.


—Está bien. Te dejó.


 


La chica bajo corriendo las escaleras y hasta cuando estuvo alejada en la bodega fue cuando sacó su sonora carcajada. El rubio solo le vio extrañado. ¿Qué era tan gracioso?


 


—Ay ese Sasuke… ya está en la edad de la punzada. —decía la chica entre respiros tratando de recuperar el aire de tanta risa.


—¿Qué es la edad de la punzada? —pregunto el rubio acercándose.


—Que está hecho un mar de hormonas. —y la chica dio un último suspiro. Pero el ojiazul seguía viéndola con curiosidad. —No sabes a lo que me refiero ¿Verdad?—esto no extrañaba a Ishtar. —Veras, lo que le pasa a Sasuke es que cuando los niños pasan a hombres tienen ciertas… “necesidades”. No sé qué tanto te lo habrán explicado. —decía tranquilamente con una sonrisa.


—De eso no me han dicho nada. —dijo ingenuamente el de marquitas.


—¿Nada? ¿No te han dicho sobre como cambias con la edad? —el otro volvió a negar. La chica estaba atónita. Pensó como explicarle, pero eso iba a ser muy difícil. No era un chico. —Creo que es mejor te lo explique mi papá o Sasuke. —eso hizo que enojar al menor. Le molestaba que no le quisieran contar ciertas cosas porque lo consideraran joven, pues él no se consideraba así. Ishtar al ver el mohín desvió el tema hacía las vestimentas que había traído. —Pruébate tu uniforme—y le entrego entusiasmada la ropa azul.


—No. Aceptamos que íbamos a tratar bien a las clientas, sobre todo yo, pero nada de uniforme. —Naruto se negaba rotundamente eso. A duras penas había aceptado como esas chicas acosarían a Sasuke, para que además se pusiera ese brillante uniforme azul.


—Pero lo hice con mucho esfuerzo. Hasta me desvele anoche terminando los últimos detalles. —entonces lo extendía mostrando un amplio pantalón blanco, mientras que la túnica era azul eléctrico con orillas blancas, todo anudado con un cinturón que se entrelazaba en espiral con los mismos colores. —Te veras muy guapo en el. Parecerás un verdadero príncipe. —la sonrisa no desaparecía de su rostro, pero Naruto no quería.


—No. —entonces Ishtar hizo ojitos de cordero y tomo la esponjosa pluma para pasarla por el oído del rubio.


—Por fis. —suplicaba la chica, más el rubio solo alejo la pluma como si se tratara de una mosca, para después cruzar sus brazos.


—Ishtar, ya te dije que no. No voy a ponerme ese traje. He dicho.


 


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—Muy buenos días. Sean bienvenidas. —decía un Naruto sonriente con un turbante en su cabeza que era decorado por la esponjosa pluma azul. — ¿Esperan a alguien más?


—N-No—dijo una niña de a lo mucho 9 años. Se ponía nerviosa por el rubio que se veía radiante.


—Muy bien. Entonces será mesa para dos. Las llevaré hasta ella. —el ojiazul las llevo a una mesa que era protegida del sol por cortinas anaranjadas. Sobre la mesa, decorando, estaban unas hermosas rosas rojas. —Podemos ofrecerles gran variedad de tés; postres que incluyen galletas, pasteles, baklava; y café en diferentes estilos.


—¿Qué tés tienes? —pregunto la otra chica que tendría 14 años. Entonces Naruto tomo aire. Era una lista muy larga.


—Té negro, de limón, de manzanilla, arándanos, jazmín, blanco, blanco con melocotón, de ruiseñor que es una mezcla de fresa con vainilla, el de atardecer que es de canela, miel y naranja, té chai, de canario que es de coco con anís, beso de rosa, ojos azules que es una mezcla de frutos rojos... —Este último llamo la atención de la menor.


—Pero si es de frutos rojos ¿Por qué el azul?—interrumpió la más pequeña.


—Porque el sabor es fresco y dulzón, lo que hace recordar más al color azul. Tendrías que probarlo para entenderlo. —entonces la menor se lo tomo como si le estuviera coqueteando y se sonrojo.


—Creo que ella va a querer ese té. —dijo la mayor con una sonrisa picara. Mientras que la otra asintió con rapidez. —Yo voy a querer café.


—Claro que sí. ¿Algún estilo en especial? Podemos dárselo con leche, crema o sólo.


—Mmm… ¿Cuál me sugieres mis ojos azules?—dijo la mayor sonriendo con coquetería. Lo que dejo un momentáneo sonrojo en Naruto al estar desprevenido. No estaba acostumbrado a ello.


—El de crema. —dijo con ánimo. — Hace que el café se espese y se disfrute mejor.


—Entonces que sea ese.


—En seguida. En un momento regreso.


 


El rubio sin dejar de mostrar una sonrisa afable fue hacía la cocina. Entonces vio como Sasuke atendía una mesa con 6 chicas. Todas embobadas y con corazones en sus ojos escuchando como el azabache les decía el menú.


 


Esto solo molesto a Naruto hasta el punto en que resalto una venita, pero no podía mostrar su molestia. Se lo había marcado mucho Ishtar. Quien estaba cerca repartiendo los pedidos y recogiendo algunos platos sucios. Habían llegado tantas chicas que hasta hacían fila para entrar.


 


Las primeras semanas que abrieron los chicos terminaban muertos, pero cada céntimo ganado valía la pena. Con el paso del tiempo la novedad de la cafetería con los dos meseros guapos se fue perdiendo. Era eso, o los que les daban dinero a las jovencitas se los limitaron para que no se acabara los salarios. Pero eso no evito que todos los días, a ciertas horas, se llenara.


 


Era la primera hora del día que trabajaban y ya había dos mesas ocupadas. Por lo general las mesas se llenaban por medio día hasta casi las cinco de la tarde. Pero las mañanas eran tranquilas y pasaban como sereno. Pero ese día para el rubio, había pasado más como un monzón.


 


Sus turbantes eran igual blancos, pero el del menor al tener la larga pluma azul hacía la ilusión para que pareciera más bajo que Sasuke. Se comportaban de lo más amables con las clientas, no importa hasta que punto de hostigamiento llegaran. Bueno, no habían pasado cosas mayores ni extremas, pero aun así debían conservarlas, pues ellas eran las que pagaban las cuentas.


 


El ojiazul se encontraba recogiendo su última mesa atendida cuando una de sus orejas se levanto como si fuera la de un conejo. Una palabra en especial había captado su atención a la mesa que atendía Sasuke y a la que en ese momento estaba entregando tres tazas de té. “Beso” con esa palabra clave escucho disimuladamente la conversación que empezaron a sostener las clientas con el ojinegro.


 


—Sasuke, cuéntanos ¿Ya diste tu primer beso?—dijo una chica de túnica rosa con un sonrisa pícara en su rostro. Esto desconcertó al azabache que solo se quedo de pie sosteniendo la bandeja por un lado.


—Y no en la mejilla ¿Ya otros labios han probado los tuyos?—pregunto otra de las chicas de forma sagaz.


 


Esto enervo a Naruto. ¡¿Qué diantres tenían que andar preguntando la vida privada de Sasuke?! Y de puros celos el rubio apretó una servilleta fijando su mirada a la mesa que apenas dejo libre.


 


—Ya lo he dado. —respondió Sasuke con confianza y en el fondo un ligero tono de presunción.


—¡¿Qué?!—dijeron las tres al unísono.


 


Mas ellas no eran las únicas sorprendidas. Naruto también había entrado en shock con eso. Su cara lo reflejaba perfectamente con sus ojos abiertos de impresión y con la boca semi-abierta de la sorpresa. Pero esto no lo notaron los otros ya que él les daba la espalda.


 


—¿Y con quién fue?—dijo la tercera con asombro.


 


¡Eso había sido el colmo! Con irá tomó la bandeja y se marcho al interior del local. Pero por un segundo se detuvo y se imagino a Sasuke tomando a una chica en un abrazo para después darle un beso, como una vez que había visto a una pareja escondidos en un callejón.


 


Lo había visto cuando recién había cumplido los 8. Era un beso como nunca había visto antes. Uno en que la pareja cerraba sus ojos como si lo único que importara fuese algo que no se pudiera ver. Abriendo sus bocas para tocar sus labios como si jugaran a comérselos. Y hasta ahí había visto él, pues no pudo continuar mirando aquel roce que lo había puesto rojo de vergüenza.


 


Pensó si quedarse a escuchar quien había sido la susodicha. Pero se pregunto ¿Le gustaría ponerle rostro a la imagen funesta que creaba su mente? Apretó la bandeja entre sus manos y se dirigió a la cocina con los platos.


 


—Es algo que no les puedo decir. —dijo Sasuke sonriendo. Sabía que si respondía con una sonrisa, no importaba que fuera, las chicas no se lo tomaban a mal.


 


Naruto colocó los platos en el fregadero y la bandeja a un lado. Ishtar solo lo veía desde el comedor mientras colocaba una capa de almíbar a la pasta de filo para preparar un postre. Noto el enojo del menor por la fuerza con la que fregaba los platos. Lo que hizo que una pequeña gotita resbalara por su sien. 


 


—Cuando termines de desviar por completo tu ira ¿Me ayudarías a cortar el baklava?


—Mmmjum —respondió Naruto con irritación asintiendo con la cabeza.


 


Ishtar ni se sorprendía de que el rubio llegara con ataques de celos. Fácil una vez por día lo recibía para escuchar sus quejas desde que abrieron. Aunque siempre le sorprendía las diferentes formas en que lo demostraba.


 


Ya una vez había servido una tasa de té extra caliente, o no les ponía azúcar, o les quemaba el café. Y cuando entendió que no debía desquitarse con las clientas se desquitaba dentro. Como la vez que barrio tan fuerte que hasta levanto el piso o cuando rasgo una alfombra por andar sacudiéndola muy fuerte. Y ahora parecía que un plato iba a salir roto.


 


Naruto saco una piedra rectangular y la mojo, lo mismo con el cuchillo. Comenzó a frotar el cuchillo a la piedra para afilarlo. Para cortar un postre tan delicado debía usar un cuchillo extra filoso. Ishtar pidió mentalmente porque Naruto no se llevara un dedo por el enojo con el que empezó.


 


—Y ahora ¿Qué fue lo que paso?—dijo tranquila para calmarlo.


 


Naruto no es que la haya ignorado por completo, pero primero quería respirar un poco antes de contestar. Así, poco a poco, bajo el ritmo con que afilaba. Lavo el cuchillo, y ya seco lo clavo con delicadeza en el baklava recién salido del horno.


 


—Es  que algunas clientas son tan entrometidas. —finalmente soltó el rubio con molestia.


—¿Ahora que hicieron?


—¿Ellas que tiene que preguntarle cosas privadas a Sasuke?


—Depende de lo que le haya preguntado y en que tono. —la chica estaba más que calmada y coloco nueces sobre la segunda capa de pasta y almíbar.


—Ellas le preguntaron si él ya había… antes… eso…—Ishtar dejo su postre para verlo con sorpresa.


 


Para ella ya era normal que Naruto se pusiera nervioso de vez en cuando, pero hasta ese punto, en que hasta tartamudeaba mucho, no. Mientras que el rubio no sabía si concentrarse más no ponerse rojo por el tema o en no cortar mal el postre.


 


—…dado antes un beso. —dijo por fin el ojiazul, aunque en tono más bajo que como estaba hablando. Entonces Ishtar se irrito levemente. ¿Tanto embrollo por un beso? Ella pensó que iba ser algo más fuerte.


—¿Y qué dijo?—y continuo echando nueces.


—Que ya.


—¿Dijo con quien?


—No


—¿Y ahora porque te molesto eso? ¿Por qué ya  ha besado a alguien y tú no? ¿O por qué no sabías? ¿O por qué no fuiste tú?


—No sé—y el rubio dejo el cuchillo a un lado. Se estaba empezando alterar un poco y podía cortar mal el baklava. —Creo que por…—entonces se dio cuenta de algo. —Espera ¡¿Quién dice que no he besado?! —no hay ser en la tierra que alguna vez le haya gustado que le dijeran que es inmaduro hasta que aprende la lección.


—Solito te delataste. Además te pone nervioso tocar el tema. Es obvio que no lo has hecho. —y dicho y hecho. Naruto estaba sonrojado al respecto. Y esto saco una risita por parte de la mayor.


 


El rubio quiso recriminarle algo a la chica, pero es que tenía razón. Y tomo de nuevo el cuchillo y continúo cortando. Un silencio invadió la cocina por unos minutos.


 


—¿Sabes que significa un beso?—dijo colocando delicadamente la capa final de pasta de filo en su postre.


—¿Amor?


—Claro que sí. Y que solo se lo debes de dar a la persona con la que compartirás tu vida. Es también como un símbolo de confianza mutua y fidelidad. Es algo que muchos quieren tener, pocos saben el precio que conlleva y muy pocos están dispuestos a pagar.


—¿Y por qué sacas el tema?—pregunto Naruto confundido, pues apenas había entendido lo que la chica le había explicado.


—Cuando hablamos de tus sentimientos hacia Sasuke tú te excusaste, como casi siempre, que no sabías realmente que sentías. Te dije que reflexionaras de ello cada vez que estuvieras con él. ¿Lo hiciste?—el rubio se pauso un poco y continuo con el segundo baklava.


—Sí—dijo como si quisiera disuadir rápidamente el tema. No quería recordar esa platica, pues en ella él sintió que Ishtar le había casi regañado por no querer admitir lo que sentía. Tanto fue la discusión que por un día entero no se hablaron. Pero la chica pensó que no le diría tampoco en esa ocasión, pero había otra forma de sacar una respuesta.


—Y que cuando dijimos que si llegasen a ser verdaderos tus sentimientos hacia él, que vimos tus pros y contras y que te plantearías qué harías ¿Lo hiciste? —Ishtar no hubiera notado nunca que al rubio le gustaba Sasuke, si no fuera porque el menor le había contado todos los nerviosismos y vuelcos en el corazón que le causaba el azabache.  


—Sí—dijo un poco más vivaz. Pues tenía mucha certeza de lo que había planeado.


—Entonces ¿Qué decidiste?—la chica comenzó a limpiar las orillas del molde para meterlo en el horno.


—Nada. Haría nada. —la chica se quedo estática un momento con el molde en manos. ¿Tanta reflexión sobre su corazón para que al final se lo guardara? ¿Era en serio? Y a Ishtar se le resbalo el baklaba, que por fortuna no había pasado de la mesa, pero sí que había resonado en la cocina.


—¿Cómo qué harías “nada”?—habían muchos tipos de “nada” y no quería creer que se refería a ese “nada”


—Me explicaste que siempre que se daba el gran paso de declararse podían cambiar las cosas a bien o mal, no importaba como fuesen, pero cambiaban. Y yo no quiero que cambien.  Quiero que se queden tal y como están.


—Me estás diciendo después de tanto rompedero de cabeza y de tú corazón para que al final no vayas a decirle nada y no vayas a hacer nada ¿Es eso?—Ishtar estaba incrédula.


—Sí—dijo con tal tranquilidad que ni levantaba la mirada del postre.


—Pero es que Naruto, no puedes hacer eso.


—¿Cómo que no? ¿No lo estoy haciendo ahora?


—Sí, pero ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo vas a resistir así? Porque aunque tú no quieras que las cosas cambien, tarde o temprano él que va a cambiar vas a ser tú. —pero el rubio se puso de necio y entonces realmente la ignoro. Sin nada que lo detuviera continúo cortando. —Pero está bien. Tal vez todavía no es tu tiempo.


 


Entonces el rubio movió mal el cuchillo en una esquina y se corto en la mano izquierda desde el medio del pulgar y el anular hasta casi llegar al dedo de en medio. Al momento se quejo y la chica preocupada le dio un trapo para que no regara más sangre. El primer baklava había sido cortado en diamantes perfectos, y el segundo iba por las mismas, pero el salpicón de sangre había arruinado la mitad de la bandeja. Porque, tarde o temprano, todos tropezamos y caemos.


 


Cuando paró la hemorragia se coloco un vendaje en la mano y el rubio regreso con intención de seguir trabajando. En el camino se cruzo con Sasuke quien iba con un pedido. Pero no pudo evitar comentarle quedarse con la duda de hacía unos momentos y le tomo con su mano buena.


 


—¿Y al final quien fue?—dijo el rubio con un leve tono enojón tan visible que el otro lo noto al instante.


—¿Quién fue de qué?—pregunto confundido el azabache.


—¿Quién te dio tu primer beso?—dijo ahora viendo fijamente a los ojos con un mohín en su rostro.


—Ah… lo del beso…—entonces una leve sonrisa socarrona ilumino el rostro de Sasuke— ¿Qué no lo sabes?


—No. A mí no me has contado nada. —recrimino el ojiazul.


—Pero sí estabas ahí. —entonces el menor se puso a recordar en un segundo su vida junto al mayor. Pero si él hubiera visto eso, obviamente lo recordaría. Pero nada. Después de unos momentos el azabache se lo revelo. —Pues a ti, dobe. No ha habido otra persona que haya besado. Como se te olvidan las cosas.


—Pero eso no es un beso.


—¿No? ¿Entonces para ti que es un beso?—le interrogo el mayor. Al momento Naruto volvió a imaginarse a Sasuke abrazando a alguien, pero a la persona que iba a besar iba a ser a él. Instantáneamente se puso como un tomate y sacudió su cabeza para borrar esa idea. Pero fue detenido por la gentil mano de Sasuke por sus mejillas.


—Creo que ya sé que te imaginaste. —dijo también un poco nerviosos el pelinegro y con una gotita en su sien. —Pero no me refería a esos besos. ¿Sabías que hay más de un tipo de beso? —El menor negó con su cabeza y el mayor le soltó su rostro. —Solo procura ser bueno y solo dar los de amor verdadero a quien en serio le tangas confianza. —le enseño al pequeño. —Como nuestras promesas. —Sasuke toma la mano de Naruto y al sentir la venda su semblante cambio al de preocupación. —¿Qué te paso?


—Solo me corte al cortar baklava, no es algo grave.


—Mmm…—pronuncio con disgusto el mayor. —Ten más cuidado a la próxima. —entonces recordó a lo que iba a la cocina. —Iré a dejar el pedido.


 


Naruto camino hasta la salida del local para atender las mesas. Se quedo justo antes de que lo alcanzara la luz del sol. Recordó cada promesa que se habían hecho en la que se daban un beso para sellarla. Sintió como en su estomago albergaba una calidez. Ese tamborileo ya se le estaban haciendo costumbre.


 


Pero cada qué vez esa sensación se iba, más quería volver a sentirla. ¿De esa forma cómo iba a dejar de gustarle Sasuke? De ninguna manera. Y Naruto se replanteo si quería quedarse sin decirle nada a él sobre sus sentimientos. Pero ¿Y si después de eso le rechazaba? Ya no podría seguir viéndole a la cara.


 


Entonces se negó nuevamente en la mente. El se quedaría con los pequeños detalles que lo alegraban para sí. No necesitaba nada más. Puso una sonrisa radiante en su rostro y fue a ver a las clientas. Esa sonrisa en todo el día no desapareció. Pues él había sido el primer beso de Sasuke. Tal vez no como él se lo imaginaba. Pero con que el azabache lo considerara así, no había nada que le pudiera arruinar sus ánimos.


 


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Estaba Darío disfrutando una copa de vino con uno de sus socios más antiguos. Estaban en un bar dentro del centro de la ciudad. Les había encargado el negocio a los chicos cuando se entero que el otro había llegado. Su socio Gaspar era uno que entraba a su círculo selecto. Pues con él hacía los comercios más jugosos. Era de esos socios con los que debía convivir a fuerza para mejorar los tratos.


 


En esta ocasión Darío le comentó sobre lo costosas que eran los medicamentos de su esposa y como sentía la soga al cuello cada que llegaba el doctor a aplicar un tratamiento especial con esferas de cristal calientes una vez cada dos semanas. Pero con la sonrisa de su esposa tenía de sobra.


 


Entonces le pregunto a su colega si no conocía algo que fuera más barato que la flor de lítis, que era el té que le suministraban diariamente.


 


—No, lo lamento. No soy bueno en el comercio de herbolaria.


—Bueno, no perdí nada preguntando. —Darío dio una risilla ya rojo por el alcohol.


—Pero aun así te ayudaré. Pero para eso tendrás que hacerme un favor.


—¡Oh! Entonces eso no es favor —Darío rió y le dio otro trago a su copa. Ya estaba en ese momento en que todo le daba gracia.


—No, no. Deja te explico mejor. —decía el otro con acento de borrachín. Para después calmarse y hacerle un ademán a Darío de que se acercara. —No te puedo decir que es. Hay mucha gente alrededor, pero es algo, tal vez no valioso, pero sí muy costoso. Yo no tengo idea de cómo vender eso en esta Persia y no creo poder llevarlo más lejos de este lugar, si ya bastante trabajo me costó llevarlo por todo Pakistán. Tú deberás venderlo por mí y tendrás un cuarto del costo de comisión.


—Pero dime que es.


—Shh… Baja la voz.


—Tengo que saber tan siquiera algo para empezar a buscar interesados.


—Todos. Todos son clientes con esta mercancía. De lo único que debes preocuparte es a quien le puedes sacar más oro.


—¿Oro?—¿Qué podía ser tan grande como para empezar a hablar directamente en oro? —¿De cuánto oro estamos hablando?


—Pues a ti te tocarían unos 15, 20 e inclusive 25. —entonces Darío se tranquilizo. No era un precio  muy exorbitante, pero al fin y al cabo estaban hablando de oro.


—¡Ah! Eso no es problema. Mañana mismo te consigo un cliente, solo debes…—entonces le volvió a hacer una seña para que le bajara la voz.


—Estoy hablando de miles. —aclaro Gaspar. Darío se quedo petrificado al escuchar tal cifra. Lo más caro que había vendido fueron unos antiguos libros que costaron casi mil monedas y eso para él había sido mucho. Y el otro le lleno de nuevo su copa para que tranquilamente aceptara.


—No creo tener un cliente tan rico.


—No tengo prisa. —dio un trago y trato de parecer desinteresado. —Tienes un mes y diez días para vender… eso, pero te lo entregare en unos 3 días. Es que debo viajar por un cliente a los Emiratos.


—¿Ahora cuantos Emiratos Unidos son? —dijo Darío desviando el tema y así tranquilizarse.


—Ya son cinco, pero esperan ser seis.


—¿Quién se les unirá?


—Ras al-Jaima representado a América principalmente por emperadores aztecas, incas y otro, pero no recuerdo. Solo que como están muy lejos no es muy fácil comunicarse con ellos y por eso el tratado está tardando mucho. —dio fondo a su copa después de su pequeño desvió y volvió al tema central. —¿Cuento contigo?


—¿De qué?—Darío ya estaba un poco confundido y adormilado.


—Sobre lo de la mercancía—y lleno sus copas ya con lo último de la botella de vino.


—Mmm…—se hizo el pensativo, pero ya sabía que responder desde el principio. —Acepto.


—¡Eso! ¡Hay que celebrar! ¡Salud!


 


Ambos hombres alzaron sus copas brindando y tomaron de ellas hasta la última gota de una sentada.


 


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Essie se había levantado muy temprano esa mañana. La noche anterior había dejado la masa fermentar para ya solo cortarla, darle forma y meterla en el horno. Era la mezcla de semillas que tanto le gustaba a Ishtar. Ese día ella se marcharía y quería que se llevara una buena dotación para el viaje.


 


Con los cuidados de todos se había recuperado un poco. Ya podía sostenerse sin tropezar, ya su estomago estaba mejor y ya solo necesitaba de un bastón para ayudarse a caminar, pues aun se cansaba fácilmente. Pero aun así no debía suspender su tratamiento todavía.


 


Ya había hablado con su hija sobre su partida. Su deber era cuidarla, pero ya que estaba mejor, ahora su deber era estar junto a su esposo.


 


Se encontraba envolviendo los panes listos cuando llego Sasuke a anunciar que ya habían llegado por Ishtar. Él la ayudo a bajar por las angostas escaleras hasta la entrada del local. La luz del sol apenas pasaba las murallas que protegían la ciudad. Unas palomas picoteaban el piso y todavía se sentía el fresco que se había acumulado por la noche.


 


Todos estaban reunidos para despedir a Ishtar y desearle un buen viaje. La chica vestía con un turbante que le cubriría su rostro y con una túnica que se ajustaba a sus muñecas y tobillos que la protegerían de los fuertes rayos de sol que le tocarían durante su viaje.


 


Comienza dándole un abrazo por el cuello a su madre con cuidado y le pide que sus baklavas los haga con exactamente 7 capas de pasta filo. Aunque conociéndola terminaría poniéndole 8 ó 9. Luego abrazó a su padre que con facilidad la cargo y le dio una vuelta. Ella solo río sintiéndose de siete años. Porque siempre seremos los pequeños de nuestros padres no importara nuestra edad. A él le pidió que dejara de disolver la salsa con agua, que un día se quejaría un cliente seriamente por eso.


 


Entonces llego el turno de los más jóvenes. A Naruto le abrazo para después reprenderle sutilmente que dejara de estar sin hacer nada. Esto solo le hizo enfadar levemente al ojiazul que solo le sonreía. Hasta la despedida le seguía regañando. A Sasuke igual le dio un abrazo, pero para darle un mensaje secreto.


 


—Cuida más al pequeñín. —dijo en tono bajo antes de separarse de él.


 


El ojinegro solo sonrió. Ella le había dicho que un día de esos Naruto le llegaría con una sorpresa. ¿Pero cuándo no llegaba con alguna sorpresa el rubio revoltoso?


 


—Pero será otro tipo de sorpresa.


—¿Ah sí? ¿De cuál?—la chica estuvo a punto de decirle, pero prefirió no arruinarle la emoción.


—…Ya lo verás.


 


Entonces, antes de que se separaran más de unos centímetros, Sasuke la volvió a jalar.


 


—De eso ni te preocupes. —le respondió también al oído. La dejo ir y la chica le dio una sonrisa.


—Y espero que cuando vuelva ya me hayas pasado Sasuke. Así que crece.


 


El mencionado sonrió con sorna. Eso tenía que ser un hecho. Y la chica se fue a lado del hombre que la guiaría a una caravana de camellos que los acompañaría en el viaje a su casa. El que la acompañaría, y sería su guardia, era un amigo de Darío.


 


—No le quites el ojo de encima. —entonces el hombre comenzó a reír. Coincidentemente era tuerto del ojo izquierdo. Pero de lo que se reía era que siempre le daba las mismas indicaciones como si fuera la primera vez que se llevaba a su hija.


—Sí, sí. Porque es uno de tus más grandes tesoros.


 


La chica se despidió con el brazo mientras se alejaba. Todos hicieron lo mismo y el rubio era el más efusivo deseándole con más fuerza su bienestar.


 


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Estaban Darío, Sasuke y Naruto dentro de la bodega esperando a que tocaran la puerta. Iban a recibir la mercancía que emocionado había contado el de barba días antes. Darío estaba más que emocionado, tanto que no había dormido casi. Mientras que Naruto ya se había dormido en uno de los hombros de Sasuke, al otro no le faltaba mucho para igual terminar dormido. Habían quedado en que recibirían el paquete después de las cuatro de la mañana, pero antes del amanecer. Para que así nadie los viera.


 


Entonces escucharon la puerta haciendo que el azabache se levantara rápidamente dejando caer a Naruto sin querer.


 


—¡Auch!—se quejo el ojiazul. —¿Qué paso?


—Ya llegaron—le dijo Sasuke dándole unas barrillas que les ayudaría a empujar.


—Qué raro. No hay nadie afuera. —dijo el de barba desde afuera.


 


Salieron y vieron una caja larga de casi dos metros de altura cubierta con una manta. Rápidamente Naruto puso las varillas en el suelo, pero Darío le detuvo.


 


—No es muy pesado. —entonces lo levanto de un lado de una extraña barra que lo atravesaba de lado a lado. —Solo ayúdame a meterlo alzándolo.


 


Movió las barras con el pie para librar el camino y sostuvo firmemente su lado de la caja. Con cortos pasos avanzo a la bodega. Naruto recupero el aire, pues para él si había sido pesado. Sasuke veía de arriba abajo la caja tratando de adivinar que era, pues por el movimiento que hizo Naruto pudo notar que era una jaula. Darío desesperado por ver que era tomo un extremo de la manta y de un tirón la quito.


 


Cual iba a ser su terrible sorpresa. No era oro, plata o bronce; ni un ave extraordinaria, mono o fiera. Era una chica. Por eso tanta precaución con lo de no decir que era, también por eso la inusual hora de entrega. Pues la esclavitud estaba prohibida en Persia. Si Darío hubiera sabido que le iban a entregar, nunca hubiera aceptado.

Notas finales:

El baklava, es un pastel elaborado con una pasta de nueces trituradas, distribuida en la pasta filo y bañado en almíbar o jarabe de miel, existiendo variedades que incorporan pistachos, anacardos, almendras, piñones o cualquier fruto seco que se te ocurra. En bastante denso, así que con un pequeño trozo es suficiente para quedar satisfecho.

Abgusht (también denominado dizí por el recipiente en que se prepara y sirve) se trata de un plato con marcado carácter nacional que consiste en un cocido con carne de cordero y garbanzos y que se puede considerar un rito a la hora de servir, por terminar la elaboración el propio comensal con un mortero tras servirse. Las distintas regiones de Irán tienen su particulares maneras de prepararlo y de esta forma se puede encontrar con alubias, berenjenas, con riñones de cordero fritos en aceite, etc.

 

¿Quien será esta chica amordazada?

Ahora con sus sentimientos relevados ¿Cuando se confesará Narutin? Pero sin Ishtar incitandolo parece que nunca lo hará :( ¿Será acaso que lo hará primero el azabache? O.O

Y no olvidemos ¿Donde se estarán escondiendo las serpientes? >.>

 

Espero que les haya gustado

Bueno bueno, gracias por sus reviews!!!! 

Me animan a seguir :3

 

Lo prometido es deuda, aquí esta tan largo como pude xD

Nos vemos la proxima semana :)

 

Que tengan un buen día/noche/lo que se les antoje ;3

 

Besos,

LaMueRtHeSitHa ^^*

 


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