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La misión por Shiro0

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Notas del capitulo:

Hola hola... e.e

Les juro que ayer en la noche lo estab subiendo pero se me corto el internet D: PERDÓN! Pero Martes a Miercoles un día no hay diferencia no?

Les dejo el cap, no se enojen si es cortito ;-;

Las quiero!!

 

Cap.12 Infliltración exitosa 

 

— ¡Suficiente de esta cosa! — Le dice cerca del oído,  Alfred asiente. Estaban ahí hace más de una hora, tiempo suficiente para que la mayoría de las personas que estuvieran en la fiesta los hubiesen visto—tener una cuartada fue una de las primeras cosas que aprendieron en uno de los pocos días de llegados a la academia— Como acto natural, ambos se alejan y caminan en diferentes direcciones  de la habitación mirando alrededor como si buscasen a alguien en especial, solo que no buscaban a nadie… o eso se suponía. Sin proponérselos, los ojos de Alfred como los de Romano encuentran a cierta persona.

La mayor parte del tiempo Arthur estuvo al lado del Norte Americano, como si temiera de algo y él lo pudiese proteger. Alfred no protestó ante la cercanía del otro, quizás porque desde hace un tiempo lo había comenzado a ver con otros ojos, no sabría cuales exactamente. Quizás con ojos de cariño, aprecio ¿fraternidad inclusive? Eran emociones que no podría explicar, si bien desde hace mucho que los había dejado de sentir, eso no significaba que nunca los haya sentido por alguien alguna vez.

Pero tras avanzaba la hora, el francés acompañado de Matthew se acercaron a ellos y tanto Francis como Arthur comenzaron a hablar de los viejos tiempos, molestándose el uno al otro por las cosas vergonzosas del pasado, Matthew reía con los comentarios que escuchaba mientras que él en un principio sintiéndose cómodo con la situación se quedó, pero luego dándose cuenta de la sonrisa que amenazaba con aparecer, se separa del grupo sin que ninguno se diera cuenta.

Por otra parte, estaba Romano sujetando un vaso de plástico con líquido que no le había dado ni un sorbo. A su lado Antonio hacia mímicas mientras contaba la historia de cómo una vez había montado un toro en la granja de su abuelo que tan emocionado como él de la repentina aparición del animal, no vio mejor cosa que hacer que ir corriendo tras él. El toro espantado comenzó a correr hacia la casa de su abuelo  y una vez lo suficientemente cerca Antonio corrió hacia la ventana y apoyándose en el marco se impulsó y montó al toro, bueno tras eso digamos que tuvo que quedarse en cama unas semanas para que sus huesos rotos pudiesen soldarse. El anfitrión de la fiesta, de un momento a otro llega a escuchar la historia y cada vez que Antonio se detenía para mirar a sus espectadores Gilbert lo incentivaba a seguir contando, haciendo de vez en cuando unas pequeñas acotaciones de que su gloriosa persona hubiese podido domarlo en un dos por tres.

Con una ceja alzada observaba la escena con una pequeña mueca de gracia, si bien no se concentraba del todo en la historia que contaba el español ya que de cuando en cuando sus ojos se desviaban hacia la masa que se movía de un lado a otro— la costumbre de detectar movimientos sospechosos a su alrededor— alerta a cualquier cosa por muy absurdo que sonase. Sin embargo al desviar la mirada hacia la masa, había visto al otro lado de la habitación a su compañero alejándose seguramente del molesto inglés y quizás de alguien más, ya que este no lo seguía. Sin dudar, se alejó haciendo que el chico de cabellera castaña detuviese su relato y lo siguiera con la mirada y por acto de reflejo el albino hizo lo mismo.

Volviendo a la salida de nuestros protagonistas, cada uno se cerciora de que nadie los viese salir. Asegurándose de que tanto Antonio que tras mirar fijamente a Romano unos diez minutos y ver que este no le haría caso, volviera a su conversación con Gilbert que estirando el brazo atrajo a él a un austriaco algo mareado por tantos movimientos en la habitación. Y Arthur que bien enfrascado en su discusión con Francis y un pobre Matthew tratando de detener aquello, salen.

Ahora caminan por el oscuro y tétrico pasillo que daba hacia la oficina del director.

— ¿Seguro que no volverá repentinamente? — Pregunta Romano, sacando unos cuantos clips de su bolsillo.

— Seguro, lo confirme con Gilbert durante la fiesta— Sigue al ver la interrogación en la cara de su compañero— Le pregunte si es que el director autorizaba actividades como esas, y él me respondió que no pero que aprovechaban cuando él no se encontraba en el instituto y que se enterarían antes de que llegará.

Romano asiente y con eso es suficiente para que siguieran avanzando en silencio hasta llegar a la puerta de dicha persona. Romano se agacha para comenzar a forzar la entrada, mira  nuevamente a Alfred quien asiente para que prosiga y comienza. Con unos rápidos movimientos y unos cuantos clips alrededor de la manija, logran entrar.

La convicción de poder encontrar aquello que estaban buscando lo más rápido posible era la mejor solución ante la situación en la que se encontraban. Pero antes de dar un paso dentro de la oficina, se aseguran de todo.

Con un pequeño spray que saca de su bolsillo trasero. Parecía algo estúpido lo que hacían, puesto que era una institución en la que se encontraban y la oficina del director en lo que trataban de profanar, pero por la misma razón lo hacían todo con precaución. El director no era un santo, ellos sabían que estaba trabajando con alguien de la mafia, además lo pudieron comprobar ellos mismos aquel día cuando los desalojaron a todos de los pasillos y eso quería decir que seguramente la oficina estaría bien preparada para la entrada inapropiada de algún intruso.

Romano rocía el aire dejando al descubierto los rayos laser. Ambos dan una media sonrisa al verlos. Romano es quien pasa primero y con agilidad, llega hasta el aparato. De su camisa saca un instrumento de tecnología bastante avanzada para los demás, pero no para él. Colocándolo encima del aparato, tras una serie de códigos inentendibles, presiona unos cuantos números y letras haciendo que los rayos desapareciesen. Una vez dentro Alfred cierra la puerta tras de sí, entonces silenciosos como los son, registran la oficina de rincón a rincón iluminados por una pequeña linterna. No dejaron nada sin mover y cuando creyendo que habían revisado todo, y de aquel todo no habían encontrado nada.

Algo, un pequeño objeto brillante escondido en medio de la pared les llama la atención, repentinamente. Alfred se acerca a este y Romano vigila la ventana y puerta recordando el día en que la misteriosa persona le había entregado un objeto al director el día de su visita. El norte Americano con guantes en mano, saca el objeto del lugar sorprendiéndose, aparentemente tenía un tamaño pequeño pero pesaba más de lo que se podía pensar para algo de ese porte.

Una pequeña botella con un extraño liquido verdoso dentro y junto a esta una llave. Mostrándosela a Romano decidieron que sería oportuno llevársela con ellos, ya que si descubrían que habían desaparecido uno de los objetos ya no volverían a tener la oportunidad de obtenerla en sus manos nuevamente.

Borrando todo rastro de haber entrado salen de la oficina con los objetos escondidos entre sus ropas. Silenciosos caminan por los pasillos hasta que la repentina presencia de alguien los detiene en seco. Escuchando alarmados como una risa venía detrás de ellos, se giran. Más su sorpresa no se puede esconder al ver la persona frente a ellos.

Notas finales:

Gracias por leer >//<

Comenten, acepto criticas constructivas xD

Gracias de nuevo. Nos leemos :D


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