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La misión por Shiro0

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Notas del capitulo:

Hola~ Cómo están?

Lamento la tan larga espera, sé lo que es esperar a que salga un cap. de algún fic que se esté leyendo y por lo mismo pido disculpas cada vez que me demoro en subir caps... que es casi siempre... 

Sin embargo eme aquí con otro cap... y de nuevo mil perdón ya que no fueron solo unas semanas...

-suspiro de arrepentimiento-

Bueno espero que les guste :D

Cap. 22 "El juego parte 2"

 

 

Arthur sentía que había pasado varias horas encerrado entre esas cuatro paredes, atrapado en medio de un descabellado juego protagonizado por las personas que considero sus compañeros y posteriormente sus amigos. No obstante, no habían pasado ni diez minutos desde que todo había comenzado.

La tensión y el constante miedo a lo que pudiese suceder,  distorsionaba el tiempo no solamente para el Inglés que miraba expectante la escena, sino que para todos los que se encontraban presenciando el acto. Las expresiones serias y la fuerte concentración de los jugadores fue algo que en un principio les sorprendió a todos, las veloces formas de crear estrategias y el parecido en las formas de pensar con lógica fue otra de las sorpresas, pero sin duda, la más grande de todas no fue el hecho de que el extraño chico peligris hubiese prácticamente obligado al Italiano a seguirle la corriente en el juego, sino que, fue el hecho de que tanto Alfred como Romano conocieran a tal excéntrico personaje y en sus semblantes hayan dejado ver una especie de resentimiento efímero.

Fue una gran conmoción cuando el de bufanda les amenazo al momento de querer dejar el aula y aún más, apunto del infarto cuando les aviso de las bombas colocadas en esta. Decir que sintieron un poco de miedo, sería mentir descaradamente, porque lo cierto, es que prácticamente podían morir del miedo. Y como si no fuera poco, al momento de explotar la primera de las bombas les tomo tan desprevenidos que se quedaron paralizados y aturdidos por varios minutos, tanto que cuando pudieron relativamente volver a controlar sus sentidos, cayeron en cuenta que los chicos sentados frente al tablero seguían moviendo piezas como si nada hubiese ocurrido. Sin parecerles importar que uno de sus amigos estaba entre los estantes posiblemente herido por tal explosión, preocupando de sobre manera a cierto presidente.

Para Arthur, Alfred desde el principio fue una caja de sorpresas haciendo que de apoco fuese queriendo descubrir que era lo que podía contener tal caja. Sin embargo, al verse envuelto en algo que no podía controlar por mucho que quisiera, ya no estaba seguro de lo escondiera fuesen cosas que debería saber.

Por lo mismo, lo único que podía hacer en esos momentos era apretar sus manos en un puño y mirar sin moverse de su lugar a los jugadores, con la esperanza de que todos pudiesen salir ilesos del lugar.

Cuando estos últimos comenzaron a intercambiar palabras, esperaba con toda su alma que no fuera alguna sorpresa más por parte del peligris.

— Me pregunto cómo le estará yendo a nuestro Alfie— Comenta casualmente Iván  moviendo una de sus piezas.

Sin moverse ni dirigirle la mirada — No lo llames nuestro Alfie. — Contesta con voz queda

Componiendo una expresión  de dolor — Oh, lo siento. — Sonriendo— Entonces tú Alfie.

Romano hace una mueca de molestia, fijando su vista en la contraria. A la distancia, se veía como si se estuvieran hablando con solo mirase el uno al otro.

 

 

En la mesa del grupo

— Qué creen que se estén diciendo…— Pregunta Antonio con una voz que le faltaba energía.

Los chicos lo miran algo extrañados, sin que Antonio despegara la vista del par a lo lejos, sabe con qué tipo de expresión le miraban sus amigos.

— Es decir, la forma en que se miran... Sé que no soy el único que nota que es como si pudiesen leerse la mente, como si estuvieran teniendo una gran discusión con las miradas.

Francis que había vuelto a ver al par, responde. — Claro que lo notamos, no estamos ciegos, pero…

— Pero lo que sea que se estén comunicando el uno al otro, esperamos que no sean malas— Continua el Alemán que aún sostenía a Feleciano, quien removiéndose un poco sale unos centímetros del abrazo y compone una expresión triste.

— Me pregunto si mi hermano se sintió solo durante todo este tiempo…

Ludwing baja la vista hacia él, pero al tenerlo a escasas distancias no puede verle la expresión.

— Por qué crees eso— Le pregunta con cautela.

— Pues… No lo noté al comienzo, cuando llegó a la escuela estaba tan emocionado de tenerle conmigo nuevamente que no lo note… pero ahora lo veo ahí y ver como interactua con aquel chico… Romano… él… tiene una mirada… como—Aprieta la camisa del alemán con impotencia— vacía…

— No es solo Romano. — Interrumpe Matthew aferrado al brazo del Francés a su lado. — Alfred también… también tiene esa mirada…

El grupo queda en silencio, sintiendo un repentino pesar sobre ellos.

 

 

 

En otra parte de la sala

Alfred no para de correr de un lado a otro, desordenando todos los lugares que se le ocurriese que pudiese estar una bomba escondida. Hasta el momento había desactivado dos y otras dos habían explotado, eso daba un total de cuatro bombas inactivas y dos activas aún. Por lo tanto, no podía estar desperdiciando el tiempo dejando las cosas en su lugar o teniendo cuidado de no dejar rastro por donde iba, estaba tan cerca del final de ese  macabro juego de Iván que no podía dejar nada sin revisar.

Deteniéndose a mitad de uno de los pasillos, se apoya en sus rodillas recuperando el aire y aprovecha de pensar con mayor claridad. Había registrado todos los posibles escondites de bomba en la parte trasera de la biblioteca pero no había encontrado ninguna más y si conocía más menos la forma de pensar de Iván no había espacio para ocultar más ahí. Eso significaba solo una cosa.

Alfred mira hacia el frente,  hacia el inicio de la sala. La parte principal de la biblioteca; donde se encontraban las primeras mesas y por lo tanto, sus amigos. De la nada, siente su boca secarse. Apresuradamente deja la parte trasera del aula, esquivando gigantescos estantes y objetos a su paso con la esperanza de poder llegar a tiempo.

 

 

 

 

Solo quedaban dos movimientos más para que se completaran los seis, alarga el brazo de forma lenta y con la misma lentitud agarra su pieza, moviéndola hacia una de las piezas de Iván. Con esa ya iba en la decima pieza ganada no haciéndole gran diferencia a las piezas ganadas por Iván que iba en la onceava. No obstante, antes de depositar la pieza en su posición Romano escucha a lo lejos apresurados pasos que se dirigían hacia ellos. Levantándose de un salto mira hacia los estantes y lo ve. Con una pequeña seña por parte del de lentes, se lanza hacia la el grupo cerca de ellos.

— Abajo— Grita volcando la mesa en el proceso. Los chicos aturdidos se esconden tras la mesa volteada. Por el rabillo del ojo ve que el Inglés quien se encontraba relativamente lejos de ellos ingresa con lentitud hacia el improvisado escudo. Demasiado lento para el poco tiempo que tenían. Y la bomba estalla.

Arthur se protege la cabeza tratando de protegerse lo más posible. El sonido hace eco en la cabeza de todos durante un buen rato. De forma lenta y con miedo se miran unos a otros comprobando que estuviesen bien. Arthur que siente un peso sobre su espalda se voltea encontrándose con la mirada directa de Romano. Abre la boca con la intención de decir algo, pero su cerebro no procesa nada coherente que decir. En cambio, dirige su vista hacia la figura que aparece entre la pequeña nube de humo creada por la explosión.

Al esclarecerse lo suficiente reconoce la figura de Alfred acercándose hacia ellos, y una vez frente a la mesa volteada por el espacio que tenia, pudo ver la cara de Alfred dejándolo sorprendido. Mostraba tantas cosas en una expresión que era increíble todo lo que transmitía; tristeza, impotencia, preocupación y de su frente perlada se deslizaban pequeñas gotas de sangre. Tenía la ropa cubierta de polvo con rasguños en algunas partes de la chaqueta y el pantalón, aparte de algunas heridas menores se encontraba en perfecto estado.

Alfred se acerca lo suficiente como para ver a todos en el suelo tras la mesa, deteniéndose en quienes sobresalían más. Viendo con detenimiento se da cuenta que es Romano protegiendo a… Arthur! Aprieta la mandíbula, solo para darse cuenta de la espalda del Italiano.

Estaba herida, el uniforme que pulcramente había llevado estaba con varios cortes en diferentes zonas de la espalda que había salido más dañada.

— Romano, Arthur! —Se acerca ayudando al primero a sentarse para luego examinarle como puede, dándose cuenta de que tiene un clavo enterrado cerca del hombro, otro en el brazo que estaba descubierto de la mesa y otro había dejado una gran herida en un costado de su cadera. — Demonios—Masculla.

Romano lo mira alzando una ceja.

— No es tan malo como parece. — Contestando a su pregunta indirecta.-Haz tenido cosas peores. — Le susurra haciendo sonreír al Italiano.

Mira ahora al Inglés que seguía con la boca abierta. — ¿Estás bien Arthur? — Este cierra la boca sintiéndose abochornado pese a la situación y asiente. Alfred asiente también, dispuesto a pararse, se detiene cuando siente la mano de Romano sobre su brazo. Entendiéndole le ayuda a levantarse, cuidando de no presionar las parte lastimadas.

— Maldicione, puedo caminar. Solo necesitaba pararme — Masculla quitando la mano que Alfred había puesto en su hombro bueno. Eso era como un insulto, no era una persona débil que podía ser derribada tan fácilmente por unos cuantos clavitos enterrados en su espalda.

Juntos se acercan a la mesa polvorienta donde seguía sentado Iván. Se miran cuando están frente a frente.

— ¿Feliz? — Pregunta Alfred con un deje de molestia al ver que el otro no tenía intenciones de hablar.

— Bastante. — Dice sonriéndoles, dejándolos descolocados.

—Cómo…

— Al fin pudieron sentir un poco de lo que yo sentí… ¡cuando me traicionaron! — Les grita por primera vez enojado.

— ¿Traicionarte? ¿De qué hablas? — Dice Romano shockeado

— No se hagan los desentendidos — Los mira penetrante. — Ustedes mismo lo dijeron, lo planearon todo. Los escuche en la grabación.

— Iván, no sabemos de lo que hablas noso— Es bruscamente interrumpido por el otro.

— ¡Silencio! No quiero escuchar más mentiras. — Bajando gradualmente la voz. — Ya no más, he tenido suficiente. —  Dice lo último como un susurro.

 

Antes de que alguno pudiese responder, sienten un fuerte golpe proveniente de un lado del salón. Miran hacia la dirección, ven que era una de las vigas de madera de decoración que había caído. Vuelven su vista hacia Iván, pero este ya no estaba. Dejándolos con la sensación de inquietud y desolación, por el rabillo del ojo algo les llama la atención. Miran el tablero y su preocupación aumenta al ver solamente las dos reinas de pie, rodeadas por las demás piezas, caídas.

 

 

 

Al día siguiente.

Romano sale de la enfermería moviendo un poco los hombros comprobando la movilidad de estos, para mirar hacia al frente y encontrarse con Alfred apoyado sobre la muralla de la sala de que daba junto a la enfermería.

Sin decirse nada Romano se adelanta y ambos caminan uno junto al otro por el pasillo.

— Gracias— Dice Alfred luego de un rato.

Romano enarca una ceja, mirándolo de lado.

— Por proteger a Arthur— Aclara

Mirando nuevamente hacia el frente. — No lo hice por ti ni por él. Lo hice por mí y la misión, si alguien que es “cercano” a nosotros sale herido, buscarán responsables y de algún modo u otro a quienes apuntaran serán a nosotros. Fue por conveniencia así que no hay nada que tengas que agradecer. —Finaliza haciendo a Alfred ladear una sonrisa fugaz.

Dirigiéndose a la biblioteca, sienten que algo no anda del todo bien, puesto que los alumnos que se encontraban alrededor actuaban como si no hubiese ocurrido nada el día anterior. Al entrar, quedan estáticos unos segundos al encontrarse con esta cumpliendo su función normal. La zona destrozada por las bombas estaban intactas como si lo que hubiese ocurrido el día anterior hubiese sido solo un mal sueño para ambos, las mesas tan pulcras como siempre, los suelos limpios, todo en orden.

Yendo a la parte trasera de esta, vuelven a toparse con la sorpresa de que todo estaba como antes del juego del Ruso. Paseando la mirada por la habitación, se detiene en una chica en particular; la chica que Alfred había vendado, lucía en esos momentos feliz y riendo en su grupo. Entonces estos se levantan y comienzan a tomar sus cosas, pasando por al lado de ellos como simples desconocidos.

— Disculpa— La detiene Alfred. — Pero ¿me reconoces? — Dejando a la chica levemente descolocada. — ¿Cómo? — Dice ella haciéndole una señal a su grupo para que se adelantara.

— Es decir, soy el chico de ayer. — Entonces la cara de la chica se ilumina. — ¡Eres tú! ¿¡Enserio!? ¿El chico que me salvo? —Mirando más detenidamente, y lentamente la sonrisa va borrándose, quedando una expresión de duda. — ¿De verdad eres tú? — Alfred asiente. — Mmm, es verdad que tenías lentes pero entonces ¿Dónde está el oso que llevabas ayer?

— ¿Cómo? — Dice Alfred.

— Ya sabes ese peluche de oso. — Hace un gesto con la mano abrazando el aire. Alfred niega lentamente.

—  ¿Entonces no? Mmmm ya decía que eras algo diferente, aunque se paren mucho— Entrecerrando los ojos. — Bueno, no importa pero si lo conoces me dirías? Me gustaría agradecerle por ello.

— ¿Por ello?

La chica asiente con una sonrisa— Por salvarme de una dolorosa caída de las gradas en el patio— Se ríe tímidamente— Aunque de igual manera resulte un poco herida… Pero no le estoy culpando, claro que no!!... Mejor me voy adiós— Con una sacudida de mano se despide.

Romano  que solo había escuchado la conversación, se vuelve hacia Alfred con la misma expresión tenía el otro.

Saliendo del aula, caminan por el pasillo hasta que ven a lo lejos a cierto Japonés junto a un Chino a su lado conversando con una gran sonrisa. Sin pensarlo mucho se acercan hasta ellos.

— Hola chicos— Saluda Romano. Los asiáticos con un leve gesto de cabeza le devuelven el saludo. — Por casualidad ¿han visto a los demás?

— ¿Los demás? — Pregunta Kiku

— Antonio, Feleciano, francis, los demás— Responde Alfred.

— Ahhh. — Responden al unísono. — Lo sentimos pero no los hemos visto, al único que hemos visto fue a Arthur caminando por el pasillo hacia los dormitorios. — Responde amablemente el japonés.

— Ok, gracias

Ambos chicos se alejan del lugar. Una vez lo suficientemente lejos como que no puedan ser oídos el Chino le susurra al japonés.

— ¿Y esos quiénes son?

Kiku responde negando con la cabeza. Sintiendo que los conocía.

 

 

Arthur camina con varios libros entre los brazos en dirección a la biblioteca. Había leído dos de ellos más de unas tres veces, así que luego de ir a buscarlos a su habitación se dirige a devolverlos apenado. Distraído como estaba choca con alguien y como buen caballero se disculpa.

— Lo siento, iba distraído. — Levanta la vista para encontrarse con unos ojos azules tras los lentes.

— ¡Arthur! — Exclama Alfred que en esos momentos se encontraba solo puesto que se había separado del Italiano. — Hasta que te encuentro.

— Ahhh mmmm ¿Me buscabas?

El de lentes asiente,  se relame los labios, sube una mano hacia su nuca y busca las palabras para pedir perdón por lo sucedido.

— Sabes, lo de ayer…

— ¿Ayer?

— Lo que sucedió en la biblioteca— Con expresión dolida. — Lo lamento tanto…

— Ah… Disculpa— Dice con expresión incomoda. — Pero ¿te conozco?

Notas finales:

Bueno ya estamos llegando al climax de la historia y tengo que desarrollar más a profundidad las relaciones de nuestros personajes, lo sé...

De ante mano aviso que quizás también me demoré en subir el proximo cap, ya que estoy estudiando como loca para un examén que decide mi futuro D: por decirlo de alguna forma. Además estos meses no han sido de los más amable conmigo en cuanto a amistad, que también he tenido unos problemas con unas amigas U-U 

 

...Dejando de lado el drama.

Espero que les allá gustado y también espero verlas en el proximo cap. Gracias por todos los comentarios y su paciencia. Mil gracias!!! <3

See ya~

 


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