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La misión por Shiro0

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Notas del capitulo:

Hola :) ¿Cómo han estado? 

No tengo excusa por estar desaparecida tanto tiempo, lo único que puedo decir es: Lo siento U-U.

Pero hoy les traigo un nuevo capitulo.

Espero que me perdonen y disfruten.

Gracias por seguir leyendo y los comentarios :D

8. Los recuerdos aún presentes

 

La semana transcurre normal y calmada para nuestros personajes, quienes descansan en el patio de la escuela. Mirando al rededor se pueden ver a un alemán apoyado contra un árbol leyendo un libro y en sus piernas a un italiano, con la mirada puesta en el cielo mientras tararea una alegre canción. A unos cuantos metros de ellos, se ve a un Canadiense charlando con un seductor Francés. Y un poco más apartados, de pie están nuestros protagonistas.


— ¿Alcanzaste a ver el rostro del sujeto?— Pregunta Alfred


— No. Estaba muy oscuro para verlo con claridad.
Exhala— ¿Qué fue lo último que hicieron?


—Como quieres que sepa, si me...—Recordando que Antonio y Francis lo habían descubierto—Me tuve que ir de ahí.


Cruzándose de brazos— Supongo que algo es algo. — Pensando— Ahora que recuerdo, el primer día que llegue, en el papel que me pasaste, pusiste que esto era serio. A que te referías con eso.


Romano lo mira con cara confundida, hasta que recuerda— Maldicione! Como me olvide de eso—Se regaña— Es cierto. El segundo día de mi llegada al instituto, deambule tratando de encontrar algo que nos sirviera y no lo encontré hasta ya entrada la noche. — Hace una pausa— Saltándome el toque de queda, salí al patio y comencé a caminar alrededor del edificio. — Lo mira con seriedad— En una esquina, oculta a la vista de los estudiantes encontré una pequeña fisura en un ladrillo, lo removí y encontré varios fajos de billetes en él.


— ¿Fajos de billetes? 


—  Al parecer la escuela no solo tiene una simple conexión con la organización, si no que es parte de ella. — Llevándose la mano al mentón.


— Esto no estaba pronosticado en los planes


— Tendremos que seguir como ahora, hasta que podamos comunicarnos con el superior. Por el momento deberíamos seguir buscando pistas y tratar de llegar a ser los mejores. — Anuncia Romano.


Antes de poder seguir con la conversación, se escucha el grito de alguien llamándolos a todos. Al girar la cabeza, ven a un Albino corriendo hacia el grupo quienes lo miraban con cierto desconcierto.


—Oigan. Chicos. —Respirando entre cortado llegando al lugar. Apoya sus manos en sus rodillas, tratando de recuperar el aliento— ¿Ya vieron?...—Estirando la mano con un papel en ella.


— ¿Qué es esto hermano?—Parándose, luego de mover al Italiano.


— ¿Hermano?—Susurra Alfred quien se acerca junto con Romano a la escena. Este en respuesta se encoje de hombros. —Son los. Horarios de los exámenes. De la semana que viene— Irguiéndose, ahora más recuperado.


— ¡¿Exámenes?!—Exclama Francis.


— Así. Es.— Llega un Austriaco sudando, y diciendo con señas que ya no puede más.


— ¿Eh? Porque me seguiste Señorito 


— Nadie. Me deja. Hablando solo. y sale. corriendo— Irguiéndose como puede para acomodarse los lentes con seriedad.


— ¿No cree que debería sentarse Roderich? — Pregunta algo preocupado Matthew.


— Aprecio. Tu preocu.pación pero. Estoy bien— Dice apoyándose en un árbol, mientras se desliza por este.


— ¿¡COMO VAS A ESTAR BIEN!? — Exclama Francis al rojo y sudado austriaco en el suelo.

— Entonces ya está todo programado, ¿eh? — Contando los días que tiene para estudiar todas las materias. Un rubio.


— Y la locura empieza, kesesese.


Italia mira la hoja asomándose por un costado de Alemania, con cautela la toma y va hacia su hermano.


— Ve~ Fratello mira— Apuntando el lunes— El primer exámen que tendremos será de Ciencias. ¿A ti te gustan las ciencias, verdad?
Romano mira atónito a su hermano,  tras tanto tiempo de separados él aún seguía recordándolo.


flash back


Con la luz del atardecer, en medio de un desolado parque se podía ver a dos niños casi idénticos, jugando en una caja de arena. A pesar de estar todos sucios y mal vestidos, se sonreían el uno al otro.

Pasaban las tardes inventando historias de grandes guerreros de armadura, dragones de dos cabezas y castillos embrujados. Siempre se podía ver a esos dos niños en el mismo lugar, a casi todas horas del día.

Un día mientras uno de los hermanos agregaba un poco de agua a un viejo y trisado vaso lleno de arena con unas cuantas hojas de diferentes tipos. El otro que armaba una montaña de arena, se detiene a observar el trabajo de su congénere, acercándose a él. Mira como el otro luego de echada el agua, revuelve concentrado en su labor.
— ¿Fratello? — Dice a su lado. Asustando al otro.
Volteándose para verlo— ¿Qué pasa Veneciano?
— ¿Qué haces?— Mira con interés los objetos en las manos de su hermano. Romano dándose cuenta de esto, se los pasa.
— Estoy haciendo lo mismo que los señores de la televisión— Le explica.
— ¿Televisión? Fratello nosotros, no tenemos televisión—Apenado.
—...Lo sé. Lo vi cuando me asome a una casa— Admite de mala gana, desviando la vista.
— ¿Estabas espiando a las personas?— Alarmado.
— ¡NO, NO! — Al ver que lo había malinterpretado— Solo iba pasando cuando escuche sobre un experimento, me dio curiosidad y lo vi. ¿¡Bien!? — Avergonzado.
— Hera~ Ya sabía que no espiarías a nadie— Sonriéndole a un sonrojado Romano— ¿Te gusta esto Fratello? — Sin saber cómo llamar a lo que hacía.
— ¿Esto?— Sin entenderle— ¡Ah! Te refieres al experimento— Veneciano asiente feliz— Claro, creó haber escuchado que también se lo puede llamar ciencia.
—Oh!...Ciencia— Mirando el vaso en su mano.
Desde aquella tarde en adelante jugaron hacer científicos. Viendo las hojas de los árboles, mesclando arena con agua y usando su imaginación creaban cosas nuevas. Junto a sus asistentes los perros callejeros.


Fin Flash back


Sonríe con ternura ante el recuerdo. Asombrando un poco a su compañero de lentes.


— Claro que si Veneciano— Acariciándole la cabeza. A medida que recuerda lo que debería estar haciendo y lo que debe hacer, su sonrisa desaparece. Antes de que se borrara por completo deja ir a su hermano con el macho patatas como le decía él.


— Señor sonrisitas ¿todo bien?— Murmura Alfred a su lado.


— Tsk— Masculla molesto— El sonrisitas aquí eres tú, si mal no recuerdo. — Dice, ganándose un puchero fingido de su amigo.


Desde aquel momento se declaró, el inicio de las horas de los estudios. Y decidido a mejorar sus notas en estos exámenes Italia le pide ayuda a Ludwing quien acepta, pero por algún extraño incidente (Gilbert) al día siguiente despierta con una horrible resaca al igual que su hermano (competencia de bebedores a escondidas) se ve imposibilitado en poder ayudarle. Siendo de este modo, Veneciano va con Japón quien pacientemente le enseña, pero al ser tan despistado y pensar en otras cosas, perdió la mayor parte de la lección. No queriéndole molestar nuevamente va con ¿Por qué no se le ocurrió antes? Romano, que acepta en ayudarlo, pero al conocer a su hermano decide pedir refuerzos, por lo que llama a España, quien a su vez llama a Francis quien lleva consigo a Matthew y quien como buen hermano menor le avisa a Alfred. Al final todos, estaban dentro de una habitación sentados tratando de explicarle datos y nombres al Italiano, que con tanto grito no sabía quien decía que cosa. Pasaron dos días de la misma forma, hasta que llegó el momento de estudiar historia Antigua.

Los presentes se miraron unos a los otros dándose cuenta de que nadie sabía mucho o recordaba mucho al respecto, por lo cual el francés se levanta de la mesa y les dice que vayan a la biblioteca en media hora.


— ¿Y bien, para que me llamaron aquí?— Dice cruzándose de brazos un Inglés.


— Vamos Angleterre, ya te dije porqué estamos aquí— Acomodandose el cabello.


Gruñe— ¿Y qué? Yo no acepte. Tú me trajiste aquí a la fuerza. Y además sabes que soy el presidente y como tal debería estar planeando las actividades luego de los exámenes y estudiar también.


— Pero que mejor momento para estudiar que este, ¿no lo crees? — Sonriendo.


Molesto se pone un dedo en el entrecejo— Already, but ¿Por qué hay tantas personas?— Mirando al grupo que lo saluda.


— Yo vine porque él venía— Apuntando a su hermano, dice Romano.


— Vee~ Yo vine a aprender ~Hera


— Yo vine porque Romano venia— Feliz Antonio


— Francis me trajo— Dice despacio tras su oso


— Yo vine porque Matthew vino.


Teniendo un tic en el ojo— LA MAYORIA DE USTEDES NI SIQUIERA VINO A APRENDER!


— Vamos, vamos. Relájate— Dice ganándose la mirada furiosa de un Inglés que posiblemente pensaba que luego le haría un hechizo.


De esa forma el estudio de Historia antigua comenzó, Italia aprendió lo que antes no había aprendido, de forma fácil y didáctica. Sorprendiendo a todos porque al igual que Veneciano entendieron todo lo que les habían explicado.


— Wah! Arthur, realmente es sorprendente— Dice Canadá.


— Ahora veo que no solo sabe intimidar— Agrega Alfred


— ¿Intimidar? — Lo mira curioso Romano


Cerrando su libro. Arthur se levanta con la clara intención de irse— Esa fue una buena clase. Ahora a los dormitorios— Dándose la vuelta.


— Buh, que amargado— Reclama Francis viendo alejarse a su amigo.


— Fusoso, siempre ha sido igual.

Alfred mira serio la espalda cada vez más lejos de su compañero de clases, a la vez que este se alejaba, algo dentro de él despertaba. Era como un viejo y nostálgico recuerdo de su pasado.


Flash Back


— ¡No Alfred, no quiero separarme de ti!— Dice llorando un pequeño Canadiense, agarrado a su hermano.


— Ni yo, pero esto es mejor para los dos— Contesta con lágrimas en los ojos.


— ¡NO! ¡No me dejes. No dejes que ellos me lleven!— Aferrándose desesperado a la polera malgastada de Alfred.


Apretando los puños, rezaba porqué el señor no le hubiese mentido con respecto a mandar a Matthew con una familia real, donde el pudiese ser feliz. Con verdaderos padres. Y tener comodidades. — Hey, Matthew— Con voz dulce. Ganándose la atención del mencionado.


— Cuando veas a tu nueva familia ¿Me contarás de ellos? ¿Cómo son y cómo es tu nueva casa? — Sonriéndole a pesar de que las lágrimas caían por sus mejillas.


Matthew abre los ojos ante tal propuesta. Sabía que ellos se iban a separar por siempre, que probablemente nunca más se verían, pero ahí estaba Alfred tratando de ser fuerte, por él, por ambos. Sabía que era egoísta por su parte llorar cuando el otro trataba con todas sus fuerzas de contener inútilmente las lágrimas que derramaba, pero no podía pararlas. No podía exigirles que no salieran cuando esa sería la última vez que vería a su preciado hermano mayor.


— Te quiero Alfred— Entierra su cara en la ropa del otro.
Alfred apretando los labios para no sollozar, levanta su brazo y coloca su mano sobre la cabeza de su hermano.


— Yo también te quiero— Acariciándole el cabello.


Luego de aquello dos hombres de negro fueron por Matthew, quien no se resistió. Ya le habían avisado que esos hombres eran de confianza y parte en ese instante de su nueva familia. Alfred miraba desde la puerta, la espalda de su hermano, del como poco a poco se alejaba a un nuevo destino, a una familia que seguramente lo harían feliz.


— Adiós, Matthew— Susurra al aire.

Notas finales:

Dejen sus comentarios y gracias de nuevo por leer, espero que les haya gustado :)

Aclarción de palabra:

Angleterre: Inglaterra


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