Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vicious por Eve Kim

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Creo que estuve inspirada. Keny (espero lo leas). Esta era mi promesa, espero que te guste y a todo el que lo lea, por supuesto. Sinceramente no me esmeré, pero me gustó y bueno, nada más :3

Vicious


 
 
 
 
 
 
Su piel era mi mayor adicción, al igual que sus labios.
 
Verlo podría tomarme horas, jamás podría cansarme de admirarle.
 
Poseerlo como ahora era la más grande bendición, su cuerpo calmaba mi alma y anulaba mi razón, destruyéndome los sentidos.
 
 
Embestí más fuerte cada que dejaba escapar mi nombre entre jadeos y gritos, esa era mi droga de fin de semana. Su cuerpo fino contorsionándose bajo el mío me hacía delirar, su entrada rosácea dilatándose cada que mi pene lo provocaba era el mejor de los espectáculos. Podría enloquecer o estallar en cualquier momento, podría hacerlo sin lugar a dudas, pero prefería aguantar si así obtenía un poco más de él.
 
 
—Más. —gruñí, tomando su cuello entre mis dedos. —Necesito follarte más.
 
—Min-Minho — ¡Dios! Lo odiaba tanto, lo odiaba por hacerme esto.
 
—Dilo.
 
—Yo...
 
—Tu, ¿qué? —embestí más rudo, ahora tomando sus muslos y abriéndolo más para mi. Era un deleite oír el sonido húmedo de nuestras pieles en choque.
 
— ¡Ah! —ante su grito no pude evitar sonreír, pero en lugar de parar intensifiqué el ritmo, amaba verlo gozar tanto. Esto era casi un premio para mi. —No puedo más.
 
—Si que puedes... puedes y lo quieres, ¿no es cierto, Kibummie? —embestí más. — ¿No? ¿Ah?
 
—Dios, q-quiero más, por favor no te detengas... no... no me dejes así.
 
—Como tu mandes. —era el más grande estúpido, estaba claro. Él podía mandar lo que fuera, sus palabras eran ordenes que obedecía a la raja sólo porque así lo quería, porque venía de él, porque él era mi dueño, aunque ya estuviera casado y yo estuviera de novio. Él era mío y de nadie más.
 
 
 
 
En medio de la noche no podía pensar en otra cosa que no fuera encontrarme íntimamente con Key, era una adicción casi como las drogas, pero más letal. Su nombre estaba colocado en lo más alto de una familia, una que respetaba como el resto de ciudadanos comunes en el país. Podía estar loco, sí, pero sabía a que atenerme. Él era el hijo de un funcionario de alto cargo social; yo no era absolutamente nadie en realidad. Tenía una novia que sólo visitaba cada que me venía ganas de coger, me dedicaba a servir tragos los fines de semana en un boliche de segunda clase, nada más. Kibum llegó a mi de la manera más sorpresiva y menos esperada, sus lágrimas mientras me pedía un tequila logró conmoverme un poco, sólo un poco, porque después de reconocerle lo miré con desprecio, como lo hacía con todos esos niños mimados que no tenían problema alguno en tirar billetes. Cuando la hora de cerrar llegó me quedé observándole más de la cuenta, viendo como sus ojos aún seguían húmedos y dándome cuenta por primera vez que su labio estaba roto. No perdí el tiempo, tomé su mano y me dispuse en ayudarlo, lo que no sabía era todo lo que no decía, todo lo que callaba. Una vez terminé de desinfectar su labio inferior en mi departamento me confesó:
 
 
—Gracias... supongo. No deberías sentir lástima por mi, así que no me mires de esa forma.
 
—De nada, y supongo que deberías ser un poco más amable. No siento lástima por ti, créelo. —sonreí de la forma más antipática que pude, él me imitó, sólo que no así.
 
—Debes odiarme, ¿cierto? —dijo y le miré, claro, lo detestaba, pero aún así negué por respeto. —Puedes decírmelo, adelante.
 
—De acuerdo, te detesto. —guardé el desinfectante y el algodón dentro del botiquín. Volví a verle y ahora miraba hacía el suelo, me arrepentí de lo dicho cuando una lágrima cayó desde su mejilla hasta el suelo. —Oye...
 
—No te preocupes. —me miró sonriente, arqueé una ceja. —Todos lo hacen.
 
—... —me sentí culpable, no iba a negarlo. — ¿Quieres que te alcance...? —estuve por ofrecerle llevarle a donde quisiera a pesar de mi enorme necesidad por dormir y terminar esa extraña conversación, pero cuando se irguió sólo me quedé callado, observándole.
 
—No es necesario. Puedo ir solo.
 
— ¿En serio?
 
—Si, gracias por todo.
 
—Ven, te acompaño. —ofrecí, tomé su brazo y lo acompañé hasta la salida. En el momento que lo tuve de frente tragué saliva, nervioso. Era la primera vez que tenía a ese personaje importante tan cerca, pero no era eso lo que me mantenía tan helado, no. Le observé unos segundos con exagerado escrutinio, dándome cuenta de cuan hermoso era, cosa que ya sabía, de cuan triste era su mirar... cosas que realmente confirmaba al tenerle así, a nada de distancia. —Espero puedas volver bien y te mejores.
 
—Si, gracias... Sabes —corrió el rostro y sonrió, esperé paciente a lo que pudiera decirme, era extraño sentirme ansioso, pero lo estaba. —No es por nada, pero quisiera saber tu nombre.
 
— ¿Mi nombre? —debe ser por costumbre que mi voz aumentó por la sorpresa, él solo se rió de mi actitud y asintió. —Bueno... soy Minho, Choi Minho.
 
—Ya sabes mi nombre así que me ahorro la presentación formal y digna de una persona de alta clase. —asentí, ¿quién en este estado no lo conocía? Nadie. —Pero dime Key, no Kibum ni Kim, sólo Key.
 
—De acuerdo, Key. —reí.
 
—Sí, Key. —él también lo hizo, pero su risa era más alegre, mucho más burbujeante que la mía, más cantarina.
 
 
Realmente no puedo explicar como fue que llegamos a la cama, sólo sé que fue él quien se lanzó sobre mi y me rodeó el cuello con sus largos brazos. Me había sorprendido, pero no tardé en aferrarlo a mi pecho. Mientras lo tomaba no dejaba de escucharlo: 'estoy comprometido', 'no soy feliz', 'mi prometido no me ama, yo tampoco lo hago, odio esta vida, odio tener que hacer lo que no quiero', 'quisiera saber lo que es ser libre sólo por una vez'. No paraba de decir aquello. No entendía demasiado la situación, así que en cada palabra a colación que sacaba le besaba, callaba sus frustraciones con mis labios y él parecía feliz con eso. Cuando terminé dentro de su ser fui consciente por vez primera de lo que acababa de hacer, con quien había tenido sexo, con quien me fui a meter. Y de ahí, los encuentros no pararon.
 
 
 
 
Amaba tomarlo, hacerle el amor, besarle entero, arrancarle todo para quedármelo. Amaba a ese Kibum que se convertía en Key, amaba a ese niño diplomático que se convertía en un rebelde sin escrúpulos. Amaba a Key, lo amaba como un idiota.
 
 
—Min bebé. —jadeaba como la perra que era, tomé su pene entre mis dedos y lo masajeé, este se engrosó en el instante, casi podía sentirlo vibrar contra mi palma húmeda por sus fluidos. —Oh Minho~. —su voz grave en esos momentos, fina en sus gritos. Iba a colapsar.
 
—Te amo, te amo. —gritaba sin voz, sintiendo como todo en mi gritaba de placer. Mi pene salía y entraba sin piedad. Tomó mi nuca y así me besó, como un completo loco.
 
—Oh... Dios.
 
—Te amo, Key. —grité cuando me vine y no salí hasta llenarlo, vacié mi pene dentro de su tierno trasero. Su liberación no se hizo esperar, se vino entre nuestros abdómenes.
 
 
Respiraba sobre su boca entre abierta en busca de un poco de oxígeno. Estaba exhausto, no sabía con precisión cuantas veces lo habíamos hecho. En realidad, no me interesaba. Cada vez que pudiera, lo tomaría. Porque lo sabía. Sabía que estaba mal, porque no era mío. Pero igual lo haría, él me pertenecía.

Notas finales:

El MinKey me puede mucho, tanto tantísimo. Espero les haya gustado. Chu~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).