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Garbage: Just another Yonki death por neko miri chan

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí está este bello capitulo. Me apresuraré a terminar el siguiente. 

Espero lo disfruten 

 

Colgando de palidos hilos de plata

podría haberme quedado así para siempre

 

 

Recuerdo ese día, recibí una llamada en la madrugada, eran las cinco de la mañana. Era Takanori. Sentí arder mi corazón de furia pero también de culpa, el corazón me latía fuerte, quería escuchar su voz, preguntar dónde estaba, no pude evitar contestar, del otro lado sólo había silencio, lo llamé varias veces por su nombre pero no respondía aunque lo llamase; Miré confundido el teléfono y decidí colgar para volver a dormir, pero no pude hacerlo, me quedé en cama sintiéndome incomodo, girando de un lado al otro, buscando calor, al final no pude conciliar el sueño  pero me levanté hasta medio día.

Como a la una de la tarde Shima vino a casa a dejarme uno de mis pedidos, hablamos y me dijo que Yuu había llevado a Kai a vivir a casa, a él no le parecía por supuesto, pero la casa era de Yuu después de todo y Kai era su amigo aunque por la forma en que se miraban el uno al otro cualquiera diría que sentían algo más que una entrañable amistad. Había algo más que quería decirme, se veía a simple vista incómodo.

—     Takanori murió...ésta mañana.— Soltó de repente, yo me le quedé viendo como si no comprendiera lo que acababa de decir, y de verdad no lo hacía, sentí como si en mi cerebro hubiese un apagón y lo hubiese dejado completamente incomunicado. Me dolió el pecho y la cabeza.

—     Será mejor que te vayas Uru, quiero estar sólo. —Le dije mortificado. Uru sonrió y tomó mi mano.

—     Estoy contigo Aki, pero si quieres estar solo lo entiendo. — Se levantó y tomó su mochila. — De por si tu pequeña secretaria se hacía extrañar pero, pensé que moriría después.

—     Uru, sólo dime cómo te enteraste.

—     Había...estado quedándose con Kai, Yuu va a ver a Kai muy seguido y hoy en la mañana temprano Kai le llamó, Taka no estaba por ningún lado y lo fueron a buscar, cuando lo encontraron...ya estaba muerto.

—     ¿Con Kai?

—     No tenía a donde ir, yo también pienso que fueron patadas de ahogado, pero no tenía amigos, y tu ni siquiera conociste a su familia, tal vez no tiene o algo por el estilo.

—     ¿Y él y Kai...?

—     No estoy seguro, pero lo más probable es que sí. Aunque a estas alturas Aki, creo que no tienes por qué preocuparte por eso. Por favor cuídate.

Dijo antes de cerrar la puerta al salir.

 

La niebla se iba disipando con los días pero el vacío no disminuía ni un poco. Un día mientras "lo hacía" me di cuenta de que el sexo no generaba en mi la misma satisfacción, era como si me hubiese convertido en un simple muñeco, besaba apasionadamente, incluso lo hacía con más fuerza que nunca, pero no sentía nada, sólo una bola mordiéndome el interior del pecho.

A la mañana siguiente oí fuertes golpes en la puerta  y gritos pidiéndome salir. El chico con quién estaba en ese momento, estaba completamente intoxicado por marihuana y abrió la puerta lentamente pero alguien por fuera le empujó tumbándolo al suela para después apuntarle con un rifle a la cabeza. Yo en la cama (y también intoxicado)me sorprendí perno no me podía coordinar lo suficiente para levantarme. Un sujeto vino hacia mi y me dio un culatazo con su arma haciéndome sangrar y de inmediato me dio la vuelta para esposarme.

Me sentí en una película, me obligaron a ponerme de pie aun medio desnudo y un oficial me metió los pantalones a punta de jalones. Acabábamos de fumar un porro y estaba tan ido que incluso el que los oficiales comenzaran a revisar mi apartamento no me afectó, aunque supiera que ese era mi fin.

En menos de un mes me vi frente a un tribunal recibiendo una condena de tres años por venta ilegal de drogas. Me investigaron hasta los hábitos alimenticios, de por si, con la droga en mi departamento no era como si pudiese decir mucho respecto al veredicto  pero el fiscal había juntado testimonios de varios compañeros de la universidad y un par eran clientes (¿Qué clase de traición era esa?). Entonces me trasladaron al penal de Tokio.

Todavía no me lo podía creer del todo, me subieron a un camión blindado que tenía barrotes por la parte externa de las ventanas junto con otros seis reos, ninguno se hablaba el uno al otro, todos parecían metidos en sus mundos, no creo que ninguno estuviera planeando escapar, todos se veían demasiado derrotados. Miré hacia la ventana, y extrañamente pensé en Takanori, eso no me gustaba para nada.

Dentro del autobús iba un oficial armado que me miraba como si tuviera algo en contra mía, como si me supiera algo, me incomodaba pero también me puso a pensar. Tuve la  sensación de que algo andaba mal, pero no sabía que podía ser, es decir, nunca me hice de un enemigo, siempre fui cuidadoso hasta con quién elegía por clientes, nunca le debí nada a nadie, entonces ¿Por qué? y si habían investigado hasta al proveedor de queso de mi pizzería favorita, ¿Cómo es que no habían dado con Shima, Yuu y los otros? No es que les deseara lo mismo que a mi pero se me hacía extraño.

A travesamos un buen tramo que me hizo preguntarme si todavía estábamos en la región de Kanto, ya que el lugar se veía completamente olvidado de Dios. En medio de la nada, un cubo de concreto y acero se alzaba, coronado con espinas de alambre, con cuatro torres con faros en su sima, dos kilómetros antes de llegar pude ver a oficiales parados y armados frente a la única vía de acceso al cubo. El chofer se detuvo frente al penal y los oficiales que estaban afuera pasaban la identificación del chofer por una máquina, me hubiese gustado ver lo que se mostraba en aquella cosa que parecía una terminal de tarjetas de crédito, al parecer dieron el visto bueno y abrieron la puerta de acero color azul metálico, de ahí el camión avanzó solo un poco, lo suficiente para entrar a un espacio, como otro pequeño cubo de malla de alambre, la puerta se cerró y entonces otra, la de la malla se abrió, pasando el cubo de malla nos esperaban varios oficiales y nos hicieron bajar.

Cuando por fin tuve los pies en la tierra eché un vistazo. Había un edificio muy grande de tres pisos y dos más pequeños de dos pisos cada uno a su lado, del segundo salían personas uniformadas o bien vestidas, como secretarias y así y del tercero no salía ni entraba nadie. Me llevaron primero a ese edificio.

Cuando entré, el oficial que me miraba mal me llevó a una habitación donde otro hombre me desvistió, metió sus dedos en mi recto alegando que podía estar escondiendo drogas ahí, se sorprendieron de no verme estrecho, y pues...yo no era como los otros muchos en el penal que se sentían ofendidos y humillados al ser ultrajados de esa manera, bueno, un poco sí, pero tampoco era que me sintiera mal, era más bien como esos que sentían placer al ser estimulado vía rectal aunque no lo había hecho desde hace mucho, pero mucho tiempo, le sonreí al oficial y el que me llevó a ese lugar le dijo que yo era homosexual, el oficial me miró con un poco de asco, pero ese asco me hizo sentir como el ganador; por otro lado me obligaron a bañarme con agua fría y desinfectante de los que se usan para lo piojos y las pulgas para después darme un uniforme de convicto que me calzaba dos tallas más grande.

Después me llevaron a conocer mi celda en el primer  edificio, piso tres a la derecha, alejada de dios, literal, en lo más profundo del penal, fría y húmeda pero algo andaba mal, mi celda era para mi solo, incluso había una cama en vez de una litera, bien, tenía los resortes algo saltados y rechinaba mucho cuando te acostabas, pero era una cama. En el fondo había una pequeña taza del baño y un rollo de papel. No me dieron tiempo, me llevaron al comedor porque era hora del almuerzo y sin querer  me vi envuelto en una pelea, no supe ni porqué pero en cuanto me senté en el comedor un mastodonte vino a mi y me saltó encima.

Los reos no parecían ni preparados para gritar el típico "pelea, pelea", nos agarró de sorpresa a todos, y cuando los celadores lograron quitarlo de encima de mí parecían más ocupados reprendiéndolo que prestando atención a mis heridas.

Pasé varios días en la cama de la enfermería con la cara hinchada, lo peor de todo es que ni  los celadores y ni los enfermeros no parecían inmutarse. Lo único bueno fue que dejaron a Shima pasar hasta la enfermería, claro que tuvo que alegar que era mi compañero sentimental y desgraciadamente le hicieron el mismo chequeo rectal que a mi, pero me contó que hizo "ruiditos extraños" que incomodaron al oficial, rematando todo con un guiño de ojo al final. Me reí mucho por sus estupideces y me dijo que iría a visitar a nuestras madres a nuestro pueblo natal para ponerlas al tanto de lo que estaba pasando, iba por eso y porque no soportaba los quejidos de Kai.

Cuando volví a mi celda me acosté, me sentí confundido y me volví a preguntar lo mismo que cuando llegué, en las otras celdas había más de un reo ¿Por qué yo tenía una para mi solo? El celador vio mi duda en la cara pero no dijo nada, él también estaba extrañado.

Por la tarde, después de las actividades y las no actividades programadas sentí lo que de verdad era la prisión, ya no había enfermeras o doctores que te hicieran la plática, los celadores no te dirigían la palabra más que para gritarte u ordenarte  y no tenía a nadie en la misma celda para hablar. Me puse a pensar en Shima y en lo que le diría a mi madre y sin quererlo también pensé en Takanori, me sentí irritado, pero justo como en los días anteriores su rostro parecía perseguirme, recordé su rostro serio cuando recién me conoció, el tranquilo cuando íbamos a columpiarnos al parque, el sonriente cuando estaba borracho, el sexy-caliente-matador cuando lo hacíamos y después vinieron a mi escenas de lo malo que fui, él estirando inocente su brazo para que lo inyectase, él en la cama enfurruñado, él preparándose la heroína, él en el suelo llorando por como lo estaba tratando, él llorando en la bañera, con un golpe en la cara, y cortadas en el cuerpo. Maldita sea, estaba tan enojado conmigo mismo en ese momento, pero no podía parar de lastimarlo, sentía tanto dolor y tanta furia que nunca me imaginé que yo que me ensañé tanto con hacerle daño,  terminaría sin él...

Los días siguientes fueron un martirio, yo era una persona muy sociable, que siempre era amigable con todos y viceversa, pero en prisión la gente no era muy agradable, los viejos parecían no tener alma en el cuerpo, sus ojos estaban vacíos y sin esperanzas, además de que olían mal, los jóvenes parecían tener serios problemas con adicciones, mal humor y algunos, según sus códigos de tatuajes, estaban afiliados a algún clan yakuza, nadie con quien yo quisiera meterme. Permanecer tanto tiempo solo me estaba matando.

En medio del almuerzo sentí una mirada taladrarme la espalda, voltee hacía de dónde provenía la sensación y vi al joven policía que me había traído hasta el penal vigilándome, ni siquiera lo disimulaba, clavaba sus ojos en mi como si le hubiese hecho...algo.

De las oficinas salió otro oficial, pero tenía traje de gala, parecía un militar retirado a simple vista, no sabía realmente quien era, pero le dio una palmadita al oficial ojos de águila y después me dirigió la mirada a mi también. Sonrió ¿Por qué me sonrío? Giré la cabeza para ver si no se dirigía a otra persona pero no, después el viejo y ojos de águila se fueron dejándome intrigado.

Por la noche me encontraba hastiado en la soledad, mirando a la grulla en el techo, pensando en cuándo sería la próxima vez que me visitaría Shima, me duele la cabeza y me pongo a pensar en Takanori.

—     ohhh mierda, ¿por qué no te puedo sacar de mi cabeza? —Digo en voz alta, no es como si le importara a alguien pero en verdad tengo que sacar lo que tengo dentro.

A la mañana siguiente hay tortilla de desayunar.

—     Me cago en la leche...—me siento, mirando la tortilla y preguntándome porqué Dios me odia, veo los complementos de la tortilla, espinacas, pimiento, queso, jamón, completamente delicioso, excepto porque es así como me la hacía Takanori. Me le quedo mirando un rato y como un bocado. —Este tiene que ser castigo divino. —Digo nuevamente en voz alta.

—     ¿Me puedo sentar a tu lado? Escucho una voz a mis espaldas, volteo y es el viejo que le dio palmaditas en la espalda a ojos de águila.

—     Claro. — digo tomando otro bocado buscando atragantarme con él.

—     Me alegra que comas con tanto gusto la tortilla he pedido a los cocineros que hagan esta tortilla cada dos semanas, es mi favorita.

De pronto ojos de águila aparece con un plato de cerámica y lo pone frente al viejo.

—     Gracias Kayak-kun, puedes retirarte. — Ojos de águila dirige una mirada calcinante hacia mi pero le sonrío.  Ojos de águila se retira.

—     ¿En serio se llama Kayak? ¿Kayak como el bote de  remos?

—     Sí, su padre es un gran fan de ese deporte. — Me rio.

—     Si de eso se tratara poner nombres, mi padre me hubiese puesto "Mujeres" y eso no va para nada con lo que en verdad me gusta.

—     He oído que te gustan los hombres, supongo que esa es la razón por la que nadie se te acerca, pero si se tratara de llevar un nombre que dijera lo que nos gusta, el nombre de Kayak-kun sería "criminal destazado en zanja “o "AK-48", ambas funcionan para él.

—     Esa es una respuesta muy extraña. — Admito. — ¿Es usted un oficial importante aquí? para que ojos de águila le traiga el desayuno es algo muy...

—     ¿Ojos de águila? ohh si, Kayak-kun no suele ocultar mucho sus emociones a menos de que esté de encubierto, por cierto, he sido muy descortés, mi nombre es Eiichiro. Jefe de penal Eiichiro.

¿Eiichiro sin más?

—     ¿Jefe? Bueno, eso explica que todos en el lugar le hagan reverencia. Me presentaría pero si sabe que soy gay entonces sabe mucho de mí.

—     Me gusta saber el nombre y las cualidades de los prisioneros, a fin de cuentas van a pasar mucho tiempo aquí en la cárcel.

—     Vaya, usted si le llama cárcel, hasta ahora los celadores le han llamado centro de rehabilitación social.

—     Es una estupidez, los inocentes dejan el lugar con una huella de dolor imborrable, los maleantes se van siendo peores y los que logran entender sus errores llevarán por siempre el estigma de haber estado en la prisión en sus papeles, la gente no se rehabilita en estos lugares, simplemente dejan de ser un estorbo a la sociedad por un tiempo.— Dice comiendo su tortilla tranquilamente.

—     Es usted muy claro.

—     Lo más claro es lo más decente Akira. — Sonrío al ver que efectivamente sabe mi nombre.

—     Si de esas vamos ¿Qué quiere de mí?

—     Ya veo por qué tus notas eran tan altas, es una lástima que tuvieses que dejar la escuela por algo como esto, pero con el tiempo entenderás Akira. Entenderás lo malo que hiciste. — Dice terminándose la tortilla. Hace un gesto con la mano, ojos de águila, mejor conocido como Kayak se acerca a retirar el plato. Vuelve por el anciano que me ve comer y éste se despide de manera muy cortes, levantándose, sin prisas, si nada, era como si existiera pero no había rumbo en ese hombre.

 

Por la noche tuve un sueño raro, soñé que estaba ahí mismo, en la celda fría, en el rincón olvidado del tercer piso, pero al voltear a mi lado, me pasó lo que ya antes en mi propia casa, lo soñé a él durmiendo a mi lado, con su pijama azul de rayas, aferrado a mi camiseta de Olivia Lufkin. Me desperté llorando, tallándome los ojos para que esa visión terminase.

Pero las visiones seguían y seguían, día con día.

Sentí que estaba a mi lado en todo momento, mirándome desde el otro lado del patio, susurrándome al oído en la biblioteca o abrazándome por las noches, hubo veces en que incluso hice el amor con ese pedazo de sueño, hubo veces en las que incluso hable con ese sueño de frente.

 

Aquel hombre llamado Eiichiro me miraba fijamente algunas veces y un día me invitó a dar un paseo con él a las instalaciones de la cárcel, descubrí que los edificios tenían instalaciones subterráneas. Pero Dios que era horrible lo que tenían ahí abajo, había ventanas en todas las habitaciones y se escuchaban gritos por todas partes. Me dejó ver lo que había en una de ellas. Era un hombre de aproximadamente cuarenta años y se retorcía como un gusano, sudaba a horrores, todo a su alrededor estaba húmedo y su piel brillaba de tanto líquido. Noté como Kayak se sorprendía, y Eiichiro giraba levemente la cabeza para encontrar un buen ángulo de apreciación.

—                ¿Por qué está toda esta gente así?

—                Son criminales como todos, pero están en desintoxicación.

—                Lo cual no servirá de nada ya que apenas suban con los demás van a conseguir más droga. — Dijo Kayak con cierta amargura.

—                ¿Adictos a qué?— Pregunto mirando al hombre gritando.

—                Heroína seguramente. — Respondió Kayak. Mis ojos se abrieron enormemente y tuve ganas de llorar en ese mismo momento.

—                Supongo que estarían mejor muertos. — Dijo Eiichiro calándome hasta el centro de la medula.

—                Lo estarían. Es el peor de los infiernos. — Respondió Kayak con piel de gallina, como si le hubiese dado un escalofrió. — ¿Podemos marcharnos Eiichiro-san?

Kayak nos dejó en cuanto salimos de ese lugar y entonces nos dirigimos a los comedores, era día de tortilla de huevo y miré con culpa mi comida.

—                Kayak fue adicto a la heroína. — Dijo de la nada. — Su hermano lo metió en ese vicio y lo dejó cuando su éste murió de sobredosis. — Él logró lo que muy pocos adictos a la heroína, lo triste es que el nunca estará completamente recuperado, es como un cáncer, un cáncer que cambia completamente el funcionamiento de tu cerebro.

—                Él no parece el tipo de persona que consumiría drogas.

—                Todos son susceptibles a probarlas, sobre todo cuando te rodeas de las personas incorrectas. Lo que me entristece más es que haya sido su hermano, quién sabiendo el infierno de la adicción lo metió ahí. Su hermano debió odiarlo...Y dime Akira ¿Has odiado a alguien lo suficiente como para envenenarle de esa forma?— Preguntó mirándome fijamente.

—                ¿Por qué siempre me hace preguntas tan raras?...como si usted supiera algo de mí. — Dije completamente enojado. Él me sonrió de una manera sumamente cruel.

—                 Como si alguna vez hubieses sido alguien…

 

Esa noche Takanori me esperaba a los pies de la cama sonriéndome como siempre. Me senté a su lado y él me tomó de la mano.

—                Ese señor fue muy cruel contigo. — Dijo apoyando su frente en mi hombro.

—                Yo no te odiaba… ¿Tu llegaste a odiarme?— Dije llorando intensamente apretando su pierna imaginaria que cada vez más se sentía como una real.

—                Cada segundo…cada vez que me dolía hasta respirar o moverme, pero al final no podía odiarte, por eso te llamé aquella vez…sólo quería escuchar tu voz. — Me acosté en aquella cama maloliente y desnudé a aquél sueño que seguro decía sólo lo que yo quería oír ¿Acaso mi mente sentía pena por mí?



Aquí viene el frio otra vez 
siento como se cierra
se está cayendo 
y todo a mi alrededor cae... 

Notas finales:

Agradezco su atención.

Thanks for read.


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