Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

LOVE ON SCHOOL DAYS por Caroshii

[Reviews - 44]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Buenas noches!

Hago una super aparición y dejo mi capítulo 7 para que lean la continuación.
Ya saben que después de la calma viene la tormenta -creo que era al revés-, así que para no quedarme atrás hice que aparezca *redoble de tambores* ¡Chan, chan, chan, chan! Ya, no molesto, aparecerá el gran y malulo... Nah, lean y después verán lo que pasa.

¡Disfruten!

Desperté sintiendo algo muy blando debajo de mí, además de que podía sentir mi cuerpo subir y bajar, mientras al lado de mi oído escuchaba latidos. Me desperecé frotándome los ojos y los abrí. Me topé de lleno con el rostro dormido de Max y no pude evitar recordar todo lo sucedido la noche anterior, haciendo que un notable sonrojo se aparezca en mi rostro. No sabía cómo miraría a Max de ahora en adelante después de todas las cosas que habíamos hecho.

“Te quiero, Allan”

 

Abrí los ojos a más no poder cuando recordé las palabras que él me había dedicado después de haberlo hecho y, aunque moría de vergüenza, también sentí que mi pecho vibró. Me moví un poco para acomodarme y sentí un fuerte dolor en mis caderas y trasero haciendo que me queje despacito. Levanté la vista y vi a Max abriendo los ojos y sonriéndome al darse cuenta de que yo estaba sobre él.

 

—Buenos días—me saludó sin quitar su sonrisa del rostro.

—B-buenos d-días—murmuré sin mirarlo, enserio me estaba muriendo de la vergüenza de verlo después de “eso”.

— ¿Cómo amaneciste?—sentí una suave caricia en mi cintura dado que sus brazos estaban enrollados ahí.

—B-bien…—susurré escondiendo mi cara en su pecho. Me soltó la cintura y colocó sus manos en mis mejillas haciéndome mirarlo a la cara.

—Buenos días—se inclinó y me dio un pequeño toque en los labios con los suyos. Se separó y me corrió un mechón de pelo que tenía en la cara—me gusta tu pelo largo—comentó mientras tomaba unos cuantos mechones para después colocarlos detrás de mi oreja.

 

Estuvimos un rato más acostados mientras él me hacía mimos hasta que después se levantó de la cama, debo decir que completamente desnudo por lo que desvié la mirada y me dejó acostado en el colchón, mucho más frío que su pecho.

 

—Tienes que ducharte—me senté en la cama y no puse evitar quejarme, el trasero me dolía horrores— ¿Estás bien?—se acercó preocupado.

—Sí… me duele un poco—contesté frotándome las caderas.

—Es lo normal— resumió sonriendo— ¿Quieres que te cargue hasta el baño?

—No, puedo solo—me puse de pie como pude y me cubrí con una sábana de la cama. De pie definitivamente dolía más, pero no quería preocupar a Max así que me aguanté el quejarme. Comencé a caminar y volteé a mirarlo cuando escuché su risa— ¿Qué?—pregunté confundido.

—No, es solo que… es que…—alcé una ceja, debía ser muy gracioso ya que él no podía parar de reír—caminas raro—finalizó mientras se sentaba en la cama dejando lentamente de carcajear.

 

Me volteé con las mejillas encendidas y me busqué ropa en mi armario. Caminé hasta el baño y me metí a la ducha. Salí al poco rato, me vestí y volví a salir, encontrándome con Max que estaba afuera del baño esperándome para meterse a bañar.

 

Fui a la cocina y puse a hervir agua mientras alistaba la mesa para desayunar y para cuando él apareció en la cocina yo ya estaba preparando unos panqueques al sartén.

 

—Huele rico—susurró antes de darme un pequeño beso en la mejilla.

—Ya va a estar listo—avisé mientras daba vuelta un panqueque. Cuando estuvo todo listo, los puse todos en un plato y los puse al centro de la mesa mientras me sentaba al frente de Max—comienza a comer si quieres, está listo—sonreí al verlo comer.

—También sabe rico—musitó como si le estuviera hablando a los panqueques, reí por eso y él me quedó mirando— ¿Qué?—me miró con una cara amenazante de lo más graciosa que me hizo reír más.

—No… no es nada—respondí cuando al fin pude parar de reír.

—Mmh…—me miró no muy convencido—Tienes mermelada en el rostro—se inclinó un poco hacia mí y me limpió los costados de mi boca con el dedo pulgar. Se volvió a su lugar y se metió el dedo a la boca, limpiándolo con su lengua.

— ¡No hagas eso!—Exclamé con las mejillas completamente encendidas por la escena que el castaño me había hecho presenciar.

— ¿Por qué? La mermelada está muy rica—se encogió de hombros y siguió comiendo tranquilamente.

—P-pero no tenías que hacer eso—desvié la vista hacia un costado mientras sentía mis mejillas a punto de explotar.

—Sabe más rico así—levanté la vista y lo vi sonriéndome burlón y como el machito que era solo pude hacer una cosa: sacarle la lengua— ¿Es enserio?—preguntó riendo.

—Tonto—me refunfuñé cruzándome, sin querer, de brazos infantilmente. No podía evitarlo, eso era lo malo de tener solo una hermana pequeña para convivir, además de una mamá, pero con ella nunca pasaba tanto como hubiera querido.

 

Terminamos de desayunar y, después de ordenar todo, Max me hizo caminar de un lado al otro por todo el living, mientras yo hacía lo posible para juntar las piernas y él hacía hasta lo imposible para no reír, la idea era que mamá no se entere de nada, es decir, nunca es lindo saber que le diste la confianza a tu hijo y que él aprovechó a la primera para hacer “eso”. Lo siento, ni en mis pensamientos era capaz de decirlo sin comenzar a tartamudear.

 

Almorzamos, comida cortesía de Max, y revisamos por última vez el trabajo de investigación, no podían quedar fallas. No arriesgaría por nada que él o yo tengamos que pasar por lo que pasé yo con aquella maestra. Cuando estaba anocheciendo llegó mamá, nosotros en ese momento estábamos viendo una película. Nos saludaron ambas y después se pusieron a deshacer las maletas. Yo fui a denar a Max afuera.

 

—Supongo que nos vemos mañana—le sonreí tímidamente mientras me agarraba un brazo—cuídate.

—Claro, nos vemos mañana—se inclinó in poco y me dio un pequeño beso en la frente, claramente haciéndome sonrojar como cada vez que hacía algún acercamiento parecido—descansa, buenas noches.

 

Se fue y yo me quedé mirándolo hasta que ya no lo pude ver. Me metí a la casa y ayudé a mi hermana y a mamá a desempacar. Cenamos algo rápido que preparó Jennifer y arreglé mis cosas para el día siguiente. Me duché y me metí a mi cama a dormir, estaba algo agotado y por suerte, después de media hora caminando por toda mi casa, había logrado caminar decentemente y con las piernas lo más juntas posible.

 

~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~O~~O~O~O~O~

 

Eran las 10:30 am y yo corría desbocado hacia el colegio. ¡Maldición! No había escuchado la alarma y mamá tampoco me había despertado creyendo firmemente que no me quedaría dormido, además de que ella estaba algo fatigada porque el asunto con la abuela había resultado más tedioso de lo acordado. Para mi suerte ni había nadie en la puerta de entrada así que pude ingresar sin problemas. Le envié un mensaje de texto a Max para que sepa que estaba llegando.

 

<<Lo siento, me dormí. Acabo de llegar al colegio. Allan>>

 

Guardé mi celular y continué corriendo por los pasillos. El problema real estuvo cuando en una de esas vueltas me encontré de frente con Leandro, iba solo, con las manos en los bolsillos del pantalón y con los audífonos. ¡Doble maldición! No había manera de pasar desapercibido.

 

— ¡Ohh! Que sorpresa, Reyes—Sonrió malicioso mientras se interponía en mi camino, haciendo que me detenga. Miré para todos lados en los pasillos y no había absolutamente nadie. Estaba perdido.

—T-tengo que pasar, tengo clases—traté de hacerme a un lado pero él hizo lo mismo, haciendo que no pueda pasar.

— ¿Por qué tanto apuro? ¿Quieres ir a ver a mi hermanito?—bufé por lo bajo y, para mi suerte, él no se percató.

—Tengo que ir a clases—insistí corriéndome para un lado, pero no había caso, él volvía a moverse conmigo.

—Quédate un ratito conmigo a charlar—insistió colocando una mano en mi pecho.

—N-no puedo, tengo c-clases—volteé para volver por donde había llegado pero su mano esta vez se enroscó en mi brazo, deteniéndome en el acto— ¿Q-qué haces?—giré temeroso a mirarlo.

—Ya te lo dije, bonito. Solo quiero  charlar—mi cara no pudo ser más de pánico que en ese momento. Su agarre en mi brazo estaba muy firme y yo no era precisamente muy fuerte por lo que no había manera alguna de soltarme— ¿Estás saliendo con mi hermanito?—se inclinó, ya que era muy alto y yo era bajito, hasta que su rostro quedó a uno centímetros del mío—Típico, él siempre se los elige con cara de mosquita muerta—entrecerré los ojos al sentir su aliento contra mi rostro, necesitaba ayuda rápido—de seguro no te lo ha dicho ¿cierto? Antes de que llegues aquí con esa carita de perra inocentona, hubo una linda niñita que lo tuvo babeando por mucho tiempo—abrí los ojos con sorpresa, no me lo esperaba. Eso quería decir que él ya había estado con otra persona antes. No pude evitar bajar la vista ante aquel pensamiento—Oh, vamos. No te pongas triste, tú estás mucho más bonito. Ven, déjame consolarte.

 

Me tironeó por todos los pasillos mientras yo trataba inútilmente de zafarme. Continuamos avanzando hasta que llegamos al depósito de deportes, donde usualmente se guardan las cosas que se usan en educación física; pelotas, aros, conos y demás. Me empujó hasta que caí al suelo de espaldas haciéndome quejar.

 

—Auch—me sobé el brazo izquierdo, que había salido peor al haberme afirmado de él para aminorar el golpe.

— ¿Te dolió, princesa?— Y el muy idiota se rió de mí, aunque no le podía debatir, no estaba en la mejor posición para eso. Se agachó frente a mí y yo retrocedí por inercia—Tranquilo, no te haré nada que no quieras. Sé cómo se las gastan las perritas como tú—continué retrocediendo y él continuó avanzando hasta que terminé pegado a la pared del final del depósito.

—D-dejame, por favor—puse mis manos frente a mi cuerpo y él pegó su pecho a ellas. Traté de empujarlo, pero como dije anteriormente, me era imposible alejar a esa gran masa de músculos.

—Vamos, déjate llevar. Te voy a hacer sentir mejor de lo que puede llegar a hacer Maximiliano—se venció sobre mí y comenzó a besarme el cuello. Yo lo tomaba de los hombros para apartarlo e intentaba patearlo, pero no podía ya que me había aprisionado las piernas con las suyas, dejando las mías entre medio.

—N-no… por favor, déjame—escuché mi propia voz quebrada, acompañando al escozor que sentía en los ojos. Me pondría a llorar, pero quería hacer lo posible para no mostrarme débil ante él.

—Pero si te está gustando—repuso riendo maliciosamente mientras volvía a atacar mi cuello sin delicadeza alguna y dejando la marca de sus dientes por ahí donde pillaba, en tanto, sus manos se deslizaban sin ningún pudor por los costados de mi cuerpo levantando mi camiseta escolar a la fuerza y recorriendo posteriormente mi torso sin nada de por medio—tienes la piel como un bebito, quiero marcarla toda—gruñó alzándose un poco para meter su lengua en mi oído, soltando su aliento haciendo que los vellos de mi nuca se ericen.

—N-no… ¡Déjame!—grité comenzando a llorar por fin cuando sentí sus manos pellizcando groseramente y sin ninguna delicadeza mis tetillas. Ya me pensaba resignar, nadie entraba a la zona de deportes en las mañanas de los lunes porque generalmente el maestro a cargo de impartir las clases tenía que ir a su propio recinto deportivo a administrar todo y por lo tanto no había estudiantes ni maestros que se molesten en ir.

— ¡DÉJALO!—volteamos a mirar la entrada del depósito y nos encontramos con un Maximiliano que se acercaba rápidamente hasta donde estábamos nosotros.

— ¡Oh, pero que injusto!—refunfuñó Leandro sin seriedad, como si no hubiera tratado de violarme segundos antes— Siempre tan aguafiestas—se puso de pie elegantemente y se atusó la ropa—Supongo que la diversión terminó. Nos vemos pronto, princesita—me guiñó un ojo y se fue tranquilamente ante la atenta y furiosa mirada de Max, ya que yo solo mantenía la mirada baja en esos momentos.

— ¿Estás bien?—se inclinó frente a mí en cuanto escuché la puerta del depósito cerrarse—Estás tiritando—susurró sin tocarme, de seguro con miedo a que le rechace el contacto. Pero no le dejé tiempo para pensar en eso y me lancé a sus brazos sin dejar de llorar. Se sorprendió un poco pero reaccionó lo suficiente como para acunarme entre sus brazos, terminando sentado en el suelo y conmigo deshaciéndome en sus brazos mientras sollozaba—Sshh… tranquilo Allan, ya pasó todo—me acariciaba la espalda con suavidad mientras yo me apretaba a su cuello fuertemente mientras no dejaba de tiritar e hipar— ¿Estás bien?— insistió.

—S-sí… e-estoy… bien—le contesté como pude, pero no me sentía bien, había pasado un susto enorme y todavía podía sentir partes donde él me había tocado, de seguro donde me habría dejado marcas de mordidas y apretones.

—Leí tu mensaje pero finalmente nunca llegaste. Me pareció raro que Leandro tampoco haya llegado a la segunda hora. Tuve un mal presentimiento y en cuanto tocaron el timbre de salida me puse a buscarte—explicó suave sentándose sobre sus talones para estar más cómodo mientras me apegaba más hacia él haciendo que mi cabeza quede en su pecho para dejarle mejor alcance y acariciar mi cabeza mientras seguía tratando de calmarme.

 

Estuvimos unos quince minutos en aquella posición mientras yo liberaba toda mi pena llorando y con él calmándome. Tocaron el timbre de entrada a clases pero no nos importó, seguíamos ahí abrazados como si no existiera nada más que él y yo. Cuando al fin pude tranquilizarme lo suficiente, me alejé de él un poco y me limpié el rastro de lágrimas que de seguro tenía marcado en el rostro.

 

—Gracias…—musité con un pequeño puchero en el rostro.

—Tranquilo, prometí protegerte, no es nada—me miraba directamente a los ojos acariciando con suavidad mis mejillas con su palma—No permitiré que vuelva a hacerte algo malo en su vida—alzó su mano derecha y después levantó el dedo meñique. Me lo quedé mirando sin saber exactamente qué hacer o decir—se supone que en este momento tienes que entrelazar tu meñique con el mío—me susurró instruyéndome, de seguro después de haber visto mi cara de desconcierto. Asentí con la cabeza torpemente y alcé mi mano derecha, imitándole el acto y entrelacé nuestros meñiques, haciendo ambos presión para que se aprieten los dedos mutuamente. Él con una pequeña sonrisa y yo mirando nuestros dedos embelesado mientras volvía a sonrojarme ante su alusión al hecho de que él estaría ahí para mí sin importar lo que pase y que a su lado Leandro no me molestaría—Te quiero.

—N-no lo d-digas…—musité avergonzado por el remolino de sensaciones que tenía en el pecho en esos momentos.

—No es tan malo, es lo que siento, lo que tú me provocas—me tomó una mano entre las suyas y la apretó levemente—me gusta que la persona que quiero lo sepa—asentí desviando la mirada y diciendo algo parecido a un “yo también” mientras un sentimiento extraño arremolinaba en mi interior, pero no era cariño hacia Max, sino que era más uno de confusión; tenía que averiguar si lo que me había dicho Leandro era verdad, saber si anterior a mí hubo otra persona.

 

 Y si la hubo ¿Quién era y qué significaba para Max?

Notas finales:

¡Fin del capítulo!
Por los pelos ¿no?

¿Qué opinan? ¿Soy una perra desgraciada que merece morir en un callejón oscuro a mano de 15 violadores? Ojalá no, sería traumante._. Bueno ya. ¿Qué les pareció? ¿Aburrido? ¿Interesante? ¿Merece la horca? ¿Leandro es tan puto como yo creo que es? ¿Aman al pobre y lindo Allan como yo?

¡Dejen sus comentarios por favor!
Besos y abrazos abrazadotes~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).