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Frozen Peaches por Atsuko B

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Notas del fanfic:

Otro pequeño One Shot de mi pareja favorita♥... Es que son tan amor, los amo juntos. 

 

Y bueno, nada. Espero les guste :)

 

Amen al ByoxMao *q* (?)

-Byo… Byo… Byo… -

 

Le encantaba escuchar su nombre ser llamado con aquella voz. -¡Ahh… Mao…!- Olas de placer empezaron a recorrer su cuerpo, aquello era inigualable… La voz ya no le parecía mucho a gemidos pero trato de seguir concentrándose cuando de repente el tono de aquella voz cambió.

 

-BYO… MALDITA SEA. ¡DESPIERTA!- Decían los gritos de su pareja.

 

-¿Eh?- Se sobresalto y despertó un poco asustado. “Mierda, otro sueño” Pensó. Debido al ‘estado’ de su novio, no habían tenido sexo en varias semanas y vaya que le hacía falta. -¿Qué pasa?- Dijo tratando de abrir los ojos.

 

-Estabas teniendo esos sueños, ¿verdad?- Mao le dio una palmada en el abdomen. –Eres un pervertido, Masahito- Exclamó.

 

-Yo… ehh…- Tomo su celular para ver la hora- Mao nii, ¿Te pasa algo? ¿Te duele algo?- En su tono había preocupación, eran las 2 de la madrugada.

 

-No, no, tranquilo- Sonrió. Amaba a ese hombre y  el hecho de que se preocupara, hacía que lo hiciera aún más. –Es que… Tengo un antojo…- Dijo con tono inocente.

 

-¿Un antojo? ¿Qué es?- Pregunto acomodándose en la cama.

 

-¡Quiero melocotones congelados!- Dijo emocionado.

 

-Amor… No tenemos eso- Decía Byo.

 

-¡Pero yo quiero melocotones congelados!- exigió el mayor haciendo un puchero.

 

-Prometo que mañana al regresar pasaré a comprártelos- Decía el menos con tono cariñoso y buscando la mejilla del mayor para dejar un corto beso ahí.

 

-¡No! Yo los quiero ahora- Mao se cruzo de brazos.

 

-Mira la hora…  No encontraré un puto  lugar abierto- Dijo Byo tratando de hacerlo entrar en razón, a veces perdía la paciencia rápido.

 

-¿Te niegas a alimentarme a mí y a tu hijo?- Decía Mao con un tono de indignación bastante convincente y una mirada desafiante hacía el otro.

-¡Claro que no!- Respondió un poco escandalizado al tiempo que se levantaba y tomaba las llaves del carro de la mesita de noche que estaba al lado de la cama. No sabía cómo demonios iba a encontrar los tales melocotones congelados, pero con tal de hacer feliz a su pareja, saldría. Se puso los zapatos, una camisa y se dispuso a salir de la habitación, no sin antes darle un beso al mayor  y tocar aquel lugar. –Regresaré pronto- Dijo.

 

-Ten cuidado- Dijo sonriéndole cariñosamente al sentir ese contacto en aquella parte de su cuerpo. Tenía que admitir que siempre lograba que el menor hiciera lo que él decía, no importaba si era cumplir ese tipo de caprichos. -¡Te amo!- Alcanzó a decirle antes de que cerrara la puerta de la habitación.

 

-¡Yo más!- Le dijo alzando la voz, para que le escuchase, ya que estaba saliendo del apartamento.

 

Mao se acostó mejor en la cama, metiéndose entre el futon y acomodando las almohadas, dispuesto a que su novio regresaría. “Espero que no se tarde mucho” se decía así mismo. Hacía algunos meses que se había enterado de algo que lograron algo que habían estado deseando, algo que para su relación había llegado como una bendición para ambos. –Yuuhi, esos melocotones son realmente deliciosos, ya lo verás, solo espera que llegue tu otro papá- Con sus dos manos empezó a acariciar el no tan pequeño bultito por encima de su suéter de Batman. Si, Mao estaba embarazado, su vientre de 6 meses y medio ya era muy notorio. Le encantaba aquellas sensaciones que experimentaba y aunque aún no había explicación lógica para que un hombre pasará por aquellas cosas, le gustaba. Amaba el hecho de llevar dentro de él, un pequeño ser, fruto del amor entre Byo y él. Quería que el tiempo pasará rápido, tanto él como Byo estaban emocionados por conocer al bebé.  Siguió acariciando su vientre y sintió un pequeño golpecito que venía de dentro. –Wuo, calma pequeño, ya vendrá nuestra comida- Le decía, escucho el carro de su pareja estacionarse. La verdad no había pasado mucho tiempo, quizá fueron unos 15 minutos, espero a que subiera y lo vio entrar por la puerta de la habitación.

 

-Llegas justo a tiempo, el bebé ya comenzaba a desesperarse- Le dijo al recién llegado, quien traía una bolsa en sus manos.

 

-Los encontré- Decía orgulloso de sí mismo, no puedo creer que tengan de estas cosas decía acercando una silla a la cama y sentarse en ella para sacar el recipiente donde venían los melocotones congelados, lo abrió y se los paso a su novio junto a un tenedor. –Toma- Le dijo sonriendo.

 

-Gracias, amor- Dijo Mao, no espero mucho y empezó a comer aquella fruta que le había provocado un antojo de madrugada. Saboreaba los melocotones a tal grado que el jugo de estos le resbalaba por la comisura de sus labios.

 

-Come despacio, Mao nii- Le dijo Byo viéndolo tiernamente, se acomodo un poco en la silla y tomaba de la mesita de noche su cajetilla de cigarros, saco uno y lo encendió. Aspiro un poco y dejo soltar el humo para otro lado que no fuese a dirección de su pareja. Sacudió con su índice las cenizas que salían del cigarrillo sobre un recipiente que había en el pequeño mueble. Cruzo una pierna y se quedo observando a Mao, quien de repente volvió a verlo con reproche.

-Cuando Yuuhi nazca, no quiero que fumes más esa porquería- Le dijo como una orden.

 

-Lo sé, amor. No lo haré más- Dio una última aspirada y apago el cigarro, dejándolo en el cenicero.

 

-Está bien- Dijo Mao, estaba ya casi terminando sus melocotones. -¿Quieres probar?- Le preguntó a Byo ofreciéndole de la fruta con sus dedos.

 

-¡Claro!- Dijo este, quitándose los zapatos y sentándose en la cama para recostarse. Con su boca tomo el melocotón y no pudo evitar lamer un poco los dedos de su pareja mientras sonreía. –¡Uhm! Está delicioso- Dijo relamiéndose los labios.

Mao comió el último melocotón, se limpio los dedos y dejo el recipiente a un lado. Se acomodo en la cama, y le dio a entender a Byo que hiciera lo mismo, este lo imito, Mao se recostó, poniendo su cabeza en el pecho del otro. –Gracias por cumplirme mi antojo- Le dijo dibujando pequeños círculos invisibles en el pecho del otro.

 

-No fue nada, mi vida- Sonrió y le dio un beso en la frente. Llevo una de sus manos al vientre del mayor y empezó a acariciarlo, Mao sonreía ante sus caricias. – ¡Los amo! A ambos- Dijo.

 

-Nosotros a ti- Mao puso su mano sobre la de Byo, de manera que ambos protegieran a su ‘criaturita’ como le llamaban algunas veces. Poco  a poco el sueño fue cayendo en ellos hasta que quedaron completamente dormidos en aquella adorable posición. Realmente se amaban, esos pequeños momentos eran solamente suyos, en su propio mundo, sin nadie más que ellos 3.


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