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Quiero Hacerte el Amor por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

Primera vez que hago un lemon D18 ouo. Siempre había querido escribirlo y ¡al fin!

Notas del capitulo:

Los Personajes de KHR no me pertenecen

Las pupilas chocolate de Dino se cernieron sobre la figura de Hibari, el cual se encontraba sentado en uno de los sofás de la sala, con el control remoto del televisor en su mano, cambiando los canales con monotonía pero de manera insistente, como si tratara de encontrar algo que fuera de su agrado, al parecer sin lograrlo aún. Una suave y ligera sonrisa se dibujó en sus labios. Le gustaba cuando Kyoya venía a su apartamento. Le gustaba intentar pasar tiempo junto a éste a solas, conversar, besarle, acariciarle, que Kyoya le acariciara... Aunque, siendo sincero, a Dino lo que más le gustaría era poder llegar más allá de meros besos y caricias. Y es que todo en Kyoya le tentaba, despertaba en él un fuerte anhelo por éste chico de ojos y cabellos oscuros, y tez blanca.

Cuán difícil le había resultado el intentar contener ese profundo deseo en las dos semanas y media que llevaban saliendo oficialmente como novios. Y es que su ser gritaba por llegar a ese punto, pero, debido a que muchas veces Kyoya parecía comenzar a dejarse llevar en sus brazos, mas en algún punto, éste por alguna razón terminaba volviéndose un tanto arisco, y aquel comportamiento hacía que implícitamente sus inmensas ansias por poseer a Kyoya se frenaran.

Dino atravesó con parsimonia la estancia dirigiéndose hacia donde se encontraba Kyoya, quedando de pie tras el sofá donde estaba éste, inclinándose para depositar un suave beso debajo de la oreja de Kyoya. Éste dejó escapar un ligero gruñido, girando su rostro para mirarle de reojo, volviendo luego su rostro nuevamente hacia el televisor, pero ladeando el cuello un poco, incitando con aquel simple movimiento a Dino hacer lo que sabía que a Kyoya le gustaba. Dino comenzó a besar el cuello de Kyoya, su lengua atreviéndose a deslizarse un poco por la clavícula, el aroma y sabor único de la piel de Kyoya inundando sus sentidos. Y en el momento en el cual Kyoya dejó escapar un bajo gemido cuando él mordisqueó ascendentemente desde su cuello hasta el lóbulo de su oreja, halándolo suavemente con sus dientes, aquel simple pero hermoso sonido caló con fuerza dentro de Dino, haciéndole saber que ya no podía soportar mucho más. Necesitaba a Kyoya. Quería a Kyoya.

— Kyoya, quiero hacerte el amor — musitó a su oído, acariciando sus hombros.

Ante sus palabras Kyoya abandonó el control del televisor, volviendo a mirarle de reojo con aquellas oscuras pupilas que tanto le cautivaban.

— Estúpido, bronco — dijo Kyoya y Dino creyó por un momento que quizá Kyoya no estaría muy de acuerdo con la idea. Pero, cuando Kyoya giró esta vez un poco su cuerpo y por iniciativa propia unió sus labios con los de él, Dino supo que en esta ocasión Kyoya también quería lo mismo que él.

La emoción y el deseo se agitaron en su interior, colocando su mano en la parte posterior del cuello de Kyoya, atrayendo su boca más hacia sí, profundizando el beso, deslizando su lengua dentro de la cavidad bucal de Kyoya, explorando cada rincón, buscando la lengua contraria, incitándola a danzar.

Kyoya gimió en medio del ósculo, respondiendo éste con creciente deseo.

— Vamos a la habitación — musitó Dino rompiendo el beso, delineando con su lengua los labios de Kyoya que ahora estaban húmedos e hinchados.

Kyoya asintió, un fuerte anhelo revoloteando hacia el fondo de sus oscuras pupilas, separándose de Kyoya y levantándose del sofá, rodeando éste hasta llegar junto a Dino.

Sin perder tiempo, Dino le atrajo hacia sí, volviendo a capturar sus labios, colocando sus manos en las caderas de Kyoya, haciendo que sus miembros cubiertos por la tela de sus pantalones, se rozaran en un decadente vaivén, sintiendo con complacencia la dureza de la incipiente excitación de Kyoya.

Kyoya jadeó ligeramente, y Dino sin dejar de besarle, le condujo a la habitación.

Dino se dejó caer sobre la cama, con Kyoya sobre sí, las manos de éste comenzaban a adentrarse debajo de su camisa, explorando con su toque la piel de Dino, sus caderas embistiéndose por cuenta propia contra las de Dino con mayor intensidad. Las manos de Kyoya buscaron deshacerse con ansias de la camisa de Dino, rasgándola cuando los botones no parecían querer colaborar con Kyoya mucho que digamos.

Ante la acción de Kyoya, una pequeña risa de diversión escapó de los labios de Dino.

— ¿Ansioso? — inquirió con una pequeña sonrisa ladina dibujándose en sus labios.

— Cállate — espetó Kyoya en un gruñido, frunciendo el ceño pero con un suave tono carmín reflejándose en sus mejillas, una expresión que Dino disfrutó en demasía.

Dino simplemente le sonrió, devorando los labios de Kyoya con pasión mientras le despojaba de su camisa. Los labios de Dino descendieron por el cuello de Kyoya, sus hombros, su pecho, llegando hasta sus pezones, en donde su lengua se arremolinó alrededor de cada uno de aquellos botoncitos de carne, dándole toda su atención a esos puntos erógenos, disfrutando de los gemidos que brotaban de la garganta de Kyoya, y cómo éste se arqueaba cual felino en celo en busca de placer contra su boca, cuando él succionaba con deleite sus tetillas.

Las manos de Dino se atrevieron a acariciar y estrujar el trasero de Kyoya sobre la tela, sintiendo como la excitación vibraba y crecía como una entidad propia en cada célula de su cuerpo, el cómo su pene pulsaba dentro de sus pantalones con más intensidad cada vez que las caderas de Kyoya embestían contra las suyas.

Dino acarició los costados de Kyoya, cambiando posiciones y en un movimiento esta vez tuvo a Kyoya bajo su cuerpo. Dino besó y acarició cada centímetro de piel que encontró a su paso, despojándole del resto de sus vestimentas a Kyoya, hasta tenerle por completo desnudo sobre el lecho.

Las pupilas chocolates de Dino se cernieron con lasciva intensidad sobre la desnuda figura de Kyoya. Su cabello ligeramente revuelto, el ínfimo tono de rubor tiñendo sus mejillas, sus oscuros ojos cargados de sumo deseo, la deliciosa forma de los músculos de su cuerpo, el miembro que se erguía con majestuosidad, del cual líquido preseminal emanaba de la rojiza punta.

Era hermoso. Era sublime. Era excitante.

Una de las manos de Dino acarició el vientre de Kyoya y éste se arqueó hacia aquel contacto, prácticamente ronroneando de placer.

Dino observó fijamente al pene de Kyoya, el cual parecía incitarle a probarle. Y esto fue lo que hizo. Su lengua se arremolinó alrededor de la punta del miembro de Kyoya, lamiendo los rastros de líquido preseminal que brotaban, para luego engullir aquella palpitante erección, disfrutando el largo gemido que brotó de Kyoya. Su boca subió y bajó repetidamente por aquel miembro, para luego deslizar su lengua sobre la longitud de ese pene, llegando hasta los testículos de Kyoya, succionando uno de éstos. Kyoya gemía a la vez que abría mucho más sus piernas, dándole más espacio al rubio para explorar, las piernas de Kyoya abiertas de una forma que dejaron sumamente expuesta la entrada de éste. Y el deseo creció de manera avasallante en Dino al ver aquel lugar.

Dino dejó de succionar el testículo de Kyoya, comenzando a bombear con una de sus manos el pene de éste, llevando uno de sus dedos de su otra mano a su boca, humedeciéndolo con su saliva. Dino llevó aquel dígito al ano de Kyoya, bordeándolo, sintiendo a Kyoya tensarse un poco ante su acción, sin embargo, éste no hizo ningún comentario. Por lo que Dino se atrevió a introducir su dedo en la entrada de Kyoya, sintiendo cierta resistencia, y sobre todo, estrecho, muy estrecho. Tanto como si Kyoya fuera... virgen. ¿Podría ser cierto? ¿Acaso esa era la razón por la que Kyoya se mostraba un tanto arisco cuando él pensaba en llegar más allá? ¿Podría ser que Kyoya en algún momento hubiera tenido algún temor con respecto a esto? Por un fugaz segundo estuvo a punto de hacer algún comentario, pero enseguida suprimió esto. Conociendo a Kyoya como lo hacía estaba seguro de que si osaba mencionar algo sobre esto, obtendría por parte de Kyoya que éste seguramente podría sentir vergüenza y molestia, más molestia que vergüenza (a su parecer), y posiblemente algún golpe por parte de Kyoya. Debido a esto Dino no profirió ningún comentario. Pero sin embargo, el pensamiento de que esto fuera la razón del comportamiento de Kyoya en algunas ocasiones le llenó de suma calidez y excitación. Si esto era cierto Kyoya a la final había decidido confiar y entregarse a él, y quizás él podría ser el primero (y esperaba que el único) en poseer de esta manera a Kyoya.

Por estas razones, Dino decidió que iba a lograr que en esta experiencia Kyoya terminara embriagado de placer, perdido en un profundo éxtasis.

Dino sacó su dedo del interior de Dino, y sin dejar de masturbar con una mano a éste, acercó su rostro hacia la rosada entrada de Kyoya, abriéndose a bordear con su lengua el ano de Kyoya. Éste dio un respingo, dejando escapar un siseó de sorpresa y placer ante la acción de Dino. Dino sonrió internamente, aventurando su lengua dentro de aquel lugar, su húmedo apéndice lubricando la entrada de Kyoya, deshaciendo poco a poco la resistencia a medida que su lengua entraba y salía de Kyoya, en simulaciones de embestidas, a la cual sumó uno de sus dedos.

Kyoya gemía, jadeaba, Dino sentía un calor abrasador recorrerle, el cómo su propio miembro palpitaba desesperado por atención. Y cuando sintió que Kyoya ya estaba suficiente preparado, supo que ya no podía esperar más.

Dino abandonó las atenciones en Kyoya, para erguirse ligeramente y ver el rostro de Kyoya: una expresión de una profunda bruma de placer que caló con fuerza dentro de él.

Con su mirada fija en Kyoya, Dino fue despojándose con ansiedad del resto de prendas que le cubrían. Los ojos de Kyoya vagaron por la forma totalmente desnuda de Dino, quedando especialmente fijos en el grueso pene de Dino sumamente erecto en esos momentos, inmenso deseo reflejándose en aquellas oscuras pupilas, así como también, un dejo de nerviosismo revoloteando en el fondo de éstas. Y esto último, hizo que a pesar del abrasador calor que recorría su ser, Dino le sonriera suavemente a Kyoya, lo único que quería Dino era embriagarle en placer, y que cualquier ínfima duda quedara atrás.

El cuerpo de Dino se cernió sobre Kyoya, besándole mientras sus pieles desnudas hacían contacto. Dino besó la clavícula de Kyoya, dirigiéndose a besar sus hombros, acariciando las formas de su espalda, colocándose con parsimonia tras la espalda de Kyoya, besando sus omóplatos.

— Kyoya — ronroneó seductoramente contra su oído —, colócate sobre tus manos y rodillas.

Kyoya gruñó, girándose a verle con aquella típica expresión en su rostro que a pesar de estos momentos de pasión, se mostraba. Sin embargo, sus mejillas ardían. Y a pesar de esto, Kyoya no protestó, sino que hizo lo que Dino le dijo, sus brazos acomodándose sobre la almohada de forma que pudiera recostar su rostro allí, escondiéndolo ligeramente entre sus brazos y la almohada.

Una ligera sonrisa se formó en los labios de Dino a la vez que el deseo se reflejaba en sus pupilas al ver a Kyoya expuesto de esa forma para él.

Acarició la espalda de Kyoya, al mismo tiempo que se atrevía a mordisquear uno de los glúteos de éste, escuchándole gemir ante su acción. El fuego recorría su ser con creciente intensidad mientras se acomodaba tras Kyoya, empujando finalmente con parsimonia, su pene contra la entrada de Kyoya. Dino sintió a Kyoya tensarse un poco a la vez que profería un bajo quejido casi imperceptible. La cabeza de su miembro se presionaba apenas entrando un poco en el interior de Kyoya, sintiéndolo aún tan estrecho a pesar de la preparación que usó en Kyoya, tan estrecho como si efectivamente Kyoya no hubiera hecho esto antes. Sin embargo, Kyoya no se quejó ni dijo nada, dispuesto simplemente a aceptar a Dino de esa forma, a pesar de lo que era claro que sentía. Y Dino amaba esto; Kyoya siempre siendo tan fuerte ante cualquier circunstancia. Por eso le admiraba. Por eso le adoraba.

— Relájate — musitó con sensualidad besando un camino por la espalda de Kyoya, la cual empezó a perlarse de gotitas de sudor.

Dino deslizó su mano hacia el pene de Kyoya, masturbándole con maestría mientras que él iba empujándose por completo hasta el fondo, sin prisas pero sin pausas, intentando controlarse de tomarle en estos instantes con toda su pasión, sólo por no causarle más molestias a Kyoya. El miembro de Kyoya estaba duro y palpitante en su mano mientras le bombeaba, y cuando finalmente se adentró hasta el fondo de Kyoya, comenzando con lentas pero profundas estocadas, las cuales buscaban dar con el ángulo de la próstata de Kyoya, que hicieron que éste empezara a dejar escapar gemidos de creciente intensidad y al mismo tiempo, meciera su trasero contra Dino, logrando que el pene de Dino fuera llegando más profundo. Y ante esto, Dino finalmente se dejó llevar por completo, embistiéndole con el frenesí y la fuerza de un semental.

— Dino... — gimió Kyoya, y el escuchar su nombre pronunciado por los labios de Kyoya una y otra vez en medio de la pasión fue la sinfonía más erótica que pudieron escuchar sus oídos.

Corrientes eléctricas recorrían su ser mientras empalaba una y otra vez a Kyoya, sintiendo aquellas carnosas paredes internas de Kyoya que estrechaban su miembro y empezaban a contraerse en torno a su pene, aumentando aquel delicioso placer.

Sus dientes mordieron ligeramente el cuello de Kyoya, saboreando aquella piel. Kyoya se arqueó, corriéndose en un ronco grito orgásmico, su cálido semen derramándose en la mano de Dino.

Dino sintió como el interior de Kyoya se contraía aún más, llevándole al sublime momento culmen, viniéndose dentro de Kyoya, derramando toda su semilla en el interior de aquel cuerpo en últimas y cortas embestidas.

Dino dejó caer parte de su peso sobre la espalda de Kyoya, jadeando mientras acariciaba la espalda y costados de éste, podía sentir a Kyoya con la respiración aún un tanto errática debajo de él.

Dino salió de Kyoya, y éste dio un ligero respingo ante la sensación de aquel pene abandonándole. Dino giró a Kyoya, atrayéndole hacia sus brazos, viendo el brillo en aquellos ojos oscuros, el cabello revuelto en esos instantes y el cómo una de las esquinas de la boca de Kyoya se curvaban hacia arriba en una incipiente media sonrisa.

Dino sonrió, acurrucándose junto a Kyoya en la cama, mirando al rostro de éste.

— Te amo, Kyoya — declaró rozando con sus dedos su mejilla.

Sus palabras obtuvieron que un dejo de satisfacción revolotear en las pupilas de Kyoya  y que éste reclamara su boca en un corto pero posesivo beso, en el cual disfrutó mordisqueando un poco los labios de Dino mientras que sus manos se deslizaban por los costados de éste, demostrando sin necesidad de palabras sus sentimientos. Y aquella acción por parte de Kyoya hizo que un creciente calor volviera a comenzar a extenderse por él, sintiéndose anhelante de Kyoya, despertando cierta parte de su anatomía a la vez que se pegaba más a éste.

Kyoya le miró con la pregunta implícita revoloteando en sus ojos al sentir la dureza de Dino despertando contra sí. Dino sonrió con sensualidad, y por única respuesta, besó a Kyoya hambrientamente. Dino empezaba a tener la sensación de que después de haber probado todo de Kyoya él se había hecho aún más adicto a Kyoya de lo que antes era, y para Dino esa no podía ser una de las mejores y también  una de las más deliciosas adicciones.

Notas finales:

Sayonara


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