Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El pianista por ZombieMuffin

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este shot estaba publicado en mi otra cuenta, pero es tan hermoso y me enorgullece tanto que quise volver a publicarlo <3 Espero que les guste <3 

El pianista

 

            Sus dedos, esos dedos, danzaban sobre las blancas teclas arrancándoles melodías fantasiosas que llevaban a mundos nuevos, esa pieza que él mismo había compuesto y ahora mostraba al público que, embelesado, le escuchaba. Su ceño fruncido en un gesto de concentración para no equivocarse, porque él no cometía errores, él era perfecto. Cada nota me llenaba de una cálida sensación, cada segundo mi admiración por él aumentaba; y cuando por fin el concierto llegó a su final no pude ni levantarme de mi asiento de lo atónito que me encontraba.

            Él hacía rato que se había ido tras el telón, pero yo sabía que estaba ahí, en algún lado tras bastidores, esperándome. Esperé pacientemente a que la multitud se dispersara y todos esos pretenciosos aristócratas sacaran sus costosos traseros del teatro. Yo era un aristócrata también, pero no pretencioso. Jamás fui un niño malcriado, mi madre me enseñó a ser humilde y bien agradecido; nunca fui caprichoso, hasta ahora. Llámele amor, llámele capricho, llámele lujuria; fuese lo que fuese, lo quería, lo quería a él. Y lo quería ahora.

            Me levanté del asiento con calma, acomodé mi traje. Por ser el príncipe de China estaba en la sección exclusiva del teatro, por lo que tuve que bajar las escaleras hasta la planta de abajo y luego caminar hacia el escenario. Lo cual, por cierto, no fue fácil, porque el estúpido traje era jodidamente incómodo. Odiaba ese traje azul oscuro ajustado con los detalles de plata, además me obligaban a llevar mi espada de hierro forjado a todos lados, y más si iba a andar solo, como ahora. Pero la parte que más aborrecía de ese traje, eran las botas altas de cuero negro. Pesaban mucho. Yo prefería estar descalzo en casa con una bonita túnica.

            Corrí un poco el telón para poder pasar, y descubrí que unas pocas luces seguían encendidas detrás, dando un aire de misterio a aquel lugar. A mi derecha divisé el piano, negro, brillante, reflejaba las luces. Me cautivó ese hermoso instrumento, por lo que fui hacia él y pasé levemente mis dedos por las teclas, sin llegar a pisar ninguna. En mi niñez había aprendido a tocar el piano, más que todo por cultura general. No era un prodigio como…

            -Lay. – Pronuncié su apodo (el cual le dieron en Inglaterra por su personalidad tranquila) cuando lo vi salir de entre las sombras y acercarse a mí. De inmediato me puse nervioso ante su imperturbable expresión. Siempre tranquilo, siempre sereno.

            -Hola, majestad. – Su hoyuelo, ese que tenía en la mejilla izquierda, se hizo presente cuando curvó sus labios en una pequeña sonrisa. Amaba eso, me sentía orgulloso de ser el único que podía sacar expresiones de ese rostro distraído. – Hoy se ve más hermoso de lo normal. – Caminó los pocos metros que nos separaban y, mirándome a los ojos, besó mi mano derecha, como el caballero que era. Sonreí, como idiota la verdad, y me subí de un salto a la cola del piano, balanceando mis piernas dije:

            -Fue una gran función la de hoy. – Se acercó sonriente y se colocó entre mis piernas acariciándolas. Amaba también esa confianza y comodidad que sentía cuando estaba con él.

            -Eso es porque toqué para usted. – Sus ojos se conectaron con los míos, y sentí el conocido nudo en la garganta, ese que siempre aparecía cuando Yixing decía algo que aceleraba mi corazón. Ante mi silencio, Lay continuó hablando. – Dígame, ¿en qué le puede ser útil este humilde servidor? – Sonreí, porque Yixing, a pesar de no haber tenido una buena educación a causa de sus escasos recursos, siempre se esmeraba en mejorar su léxico para, según él, “tener una conversación correcta y educada conmigo”. Le había mencionado que a mí no me importaba como hablara, pero me ignoró obviamente.

            -Me gustaría, si no es molestia, un concierto privado de cierto pianista. – Muy a mi pesar, se separó de mí y fue a sentarse al banco frente al piano arremangándose la camisa y posicionando sus manos.

            -Lo que su majestad desee. – Me acomodé mejor, aun sobre el piano. Y mi castaño pianista me dedicó una mirada antes de empezar.

            Observé como sus dedos bailaban de aquí para allá en una alegre melodía, siempre que me tocaba en privado procuraba hacerme reír, y yo agradecía eso porque entre mis deberes como príncipe y todas esas cosas no tenía tiempo para divertirme o pasar un buen rato.  Estallé en carcajadas cuando empezó a hacer muecas, que le quedaban muy graciosas en su tierno rostro, Yixing tenía ese poder de hacerme feliz con detalles simples como estos. Nada parecido a los ostentosos y presumidos pretendientes que mi padre me buscaba. Después de varias canciones, sonrisas, risas y demás. Me di cuenta de que debía irme, pues ya era tarde y Lay necesitaba descansar.

            -Muchas gracias, Lay. – Me bajé del piano y él se levantó acercándose a mí.

            -Es un placer tocar para un hombre tan hermoso como usted. – Y ahí estaba de nuevo yo, con un sonrojo, una sonrisa boba y un nudo en la garganta. Me acerqué más, hasta que pude envolver mis brazos en su cuello. Como toda respuesta, Yixing me tomó por la cintura en un íntimo abrazo.

            -Yixing, por Dios. – Mi voz salió entrecortada, prueba de mis nervios y mi necesidad de ese hombre. Se separó un poco de mi cuerpo y me miró algo preocupado.

            -Lo siento alteza, ¿Me sobrepasé? ¿Esto es mucho? – Preguntó viéndome detalladamente, pues este era el primer abrazo que compartíamos después de un año de habernos conocido. Yixing era reservado y además me respetaba mucho, no hacía nada a menos de que yo se lo pidiera.

            -No, querido pianista, al contrario. Es muy poco. – Solté de una vez viéndolo a los ojos, desesperado por que entendiera mis palabras. Soltó un jadeó de sorpresa viéndome fijamente.

            -Luhan… - Se me cortó el aire solo con escucharlo, nunca había dicho mi nombre, o al menos, yo no lo había escuchado. Fue como un golpe directo a mi corazón que comenzó a latir desbocado. – Perdóneme por lo que voy a hacer. – Continuó – Pero lo deseo tanto, majestad. – Mi cuerpo entero tembló cuando sus labios  se posaron sobre los míos.

            Dios sabía que no tenía nada que perdonarle a Yixing, más bien tendría que agradecerle por la forma tan fogosa pero dulce con la que me besaba. Sus manos fueron a parar a mi espalda pegándome más a su cuerpo, las mías lo jalaban de la camisa y desabotonaban la prenda con timidez.

            -Luhan, alteza, no más. – Me separó con delicadeza e iba a voltearse, al parecer quería irse. Pero yo no se lo iba a permitir.

            -Yo quiero más. – Lo garré firmemente de la camisa que ya revelaba parte de su níveo pecho e hice que me mirara. – Quiero más de ti, mi pianista. – Me acerqué, con miedo a que me rechazara, a sus rosados labios. – Quiero todo de ti. – Me subí al piano y lo jalé entre mis piernas. Él, inseguro, me quito la espada de la cintura, la tiró por algún lugar y me acarició los brazos.

            -No puedo negarme a nada que su alteza quiera…

***

            Sus manos recorrían mi cuerpo entero encima de la cola de aquel piano, y yo, perdido en el placer que sus labios y su lengua me brindaban, no hacía más que gemir en recompensa de mi amante. Su cuerpo, fuerte, terso, suave, desnudo, se frotaba contra el mío con lascivia. Rasguñaba su espalda, sus dedos en mis partes íntimas hacían maravillas, estirándome y preparándome para recibirlo.

            Yixing me besaba con euforia diciendo mi nombre en cada pausa, una y otra vez. Todo respecto a él era cálido, dulce y suave, pero erótico y sensual al mismo tiempo. Como me tocaba, como susurraba palabras de amor en mi oído, como me lamía desde el lóbulo hasta las clavículas. Y yo solo me deshacía bajo su cuerpo, rogándole por más, que no se detuviera, que me llevara al cielo.

            -Yixing, por favor, mi amor. – Le dije, ya demasiado necesitado de su cuerpo.

            -Lo que quiera, su alteza. – Besó mi cuello mientras sacaba sus dedos de mi cuerpo. Tuve que reprimir un grito al sentir el vacío que sus tres dedos dejaron.

            Y sin más preámbulos, me penetró, tan suave, tan profundo que sentí que me moría entre sus brazos. Nos fundimos en un beso más aquella noche, entre lamidas, mordiscos y succiones de nuestros labios empezó a moverse dentro y fuera. Enredé mis manos en su liso cabello, apretujándolo. De mi boca solo salían gemidos y quizás, algunos improperios que a Yixing le daban risa.

            Él me embestía duro, con delicadeza también, pero fuerte. Gruñía en mi oído con sus brazos alrededor de mi pequeño cuerpo. Besaba cada parte de mi cuerpo que tuviese al alcance, me tocaba, me arañaba, me lamía.

            -Aahh… No puedo más… - Le avisé. Lay ni siquiera había tocado mis partes nobles y ya yo sentía el orgasmo cercano.

            -Córrete… - Me dijo besando mi cuello. – Córrete para mí, alteza. – Sus penetraciones fueron más rudas, y luego de un par más me vine entre nuestros cuerpos. Mi piel sensible, yo temblando y aferrado al castaño cabello de mi acompañante, mientras gritaba su nombre y él el mío al momento de venirse en mi interior. – Te amo, Luhan. –Escuché su confesión luego de haberme relajado, Lay seguía en mi interior. Seguía unido a mí. Y me abrazaba con posesividad.  

            -Yo también te amo, mi querido pianista.

 

“Esa melodía que salía de tu corazón, esa melodía que interpretaban tus manos, esa melodía… Me dejó prendado a ti. Pero no hay sonido más hermoso, que tu voz….”

   
Notas finales:

Bueno, que tal estuvo? Se que el lemon fue una caca, pero es tan cuchi que no queria ponerle obsenidades :3 Nos vemos chingus~ Y diganme que les parecio <3 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).