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I can't let you save me... por kaflypsgey

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Notas del fanfic:

Buenas tardes. Vengo con otro Fic más, espero les guste

Notas del capitulo:

Bueno el fic es SebbyxCiel y creo que será un poco largo.

Espero que les guste este capi

La nieve caía lenta, hermosa. Aunque estaba nevando el clima era cálido. Parecía ser un día normal como cualquier otro, pero para la familia Phantomhive no lo era. Justo hoy el primogénito de Vincent P. cumplía 5 años. Con felicidad Rachel se veía reflejada en los pequeños e inocentes ojos de su hijo, los cuales eran azules como los suyos.

-¿Y qué quieres de regalo de cumpleaños hijo mío?-Preguntaba desarreglando un poco el cabello de su pequeño quien iba feliz a su lado

-Quiero el nuevo Bitter Rabbit-exclamó totalmente emocionado el niño

-¿Estás seguro hijo?- el joven estaba un poco sorprendido, no esperaba que su hijo le pidiera tal cosa-¿No quieres otra cosa?

-Hmm… ¡dulces!

Los padres no hicieron más que soltar unas cuantas risitas. Su hijo a veces era tan inocente aún. Entre conversaciones amenas siguieron caminando hasta llegar a una tienda propiedad de la compañía Funtom, la cual era la más conocida en Londres ya que tenía unas cuantas décadas existiendo.

Hace ya varios años que Vincent heredó la creciente empresa, y aunque le gustaba trabajar en ella, aún le gusta más su trabajo como sargento. Con frecuencia él era el quedaba a cargo de las misiones más riesgosas, o como él decía “las que nadie se atreve a tomar”. Siempre a cargo de cualquier misión que tenía que ver con el bajo mundo. Era el mejor en lo que hacía, pero eso no tranquilizaba a su esposa. 

Varias veces le había pedido que dejara ese trabajo y se encargara solo a la compañía, la cual resultaba más beneficiadora en cuestiones económicas. Lo cierto es que su trabajo como sargento era una de sus mayores pasiones y sentía que una parte de él se perdería al renunciar. Rachel tuvo que acostumbrarse a la idea. No había más que apoyar a su tan amado marido en cualquier decisión que tomara.

-Te amo Rachel- murmuro a su esposa, disfrutando al pronunciar cada una de las silabas de su nombre y acariciando la cintura de esta

-Y yo a ti Vincent- rozó sus labios de manera gentil con los de su esposo, el amor de la pareja no podía cuestionarse

-Madre, padre… No hagan eso enfrente de mí- el pequeño los observaba haciendo una pequeña mueca de asco

-Cuando seas más grande no pensarás lo mismo hijo mío- la mujer se agachó y llevó sus manos al pequeño haciéndole cosquillas

Entre unas cuantas risas, el joven alcanzó a mirar una estantería donde estaba el conejo de peluche que tanto le gustaba. Pidiendo a su madre que lo soltara salió corriendo hacia él y lo tomo entre sus brazos. Sus padres quienes acortaban la distancia con cada paso que daban lo miraron totalmente enternecidos. Sabían bien que su hijo había amado al dichoso conejo desde que lo vio en la televisión.

Ya con Bitter en brazos, los padres del joven pensaron que este ya había olvidado la idea de los dulces, claro que la idea fue desechada de inmediato ya que su hijo corrió a la dulcería y tomó dulces a montón. Después de todo estaban hablando de Ciel. 

Al tratar de pagar por el regalo de su hijo las cajeras reconocieron de inmediato al hombre, comentándole que al ser en sí, el dueño de la tienda se llevara el peluche y las golosinas sin pagar.

-Claro que no haré eso, no sería honesto de mi parte- negó rotundamente el líder de la familia

Las jóvenes a cargo no hicieron más que sonreír, ese hombre iba a pagar por lo que iba a llevar o dejaría de ser un Phantomhive.

Ya en las calles del centro de Londres la joven madre le comentó a su esposo que lo más conveniente era retirarse ya a su hogar ya que se podía ver como el sol se escondía lentamente en el horizonte. Mientras se dirigían a la búsqueda de su carruaje algo logró captar la atención de Ciel.

Un joven de tal vez doce o trece años se encontraba sentado en el piso recargado contra una pared observando con aires de nostalgia a las familias que caminaban por la concurrida avenida. El joven Phantomhive un tanto conmovido tomó la bolsita en la que llevaba sus dulces y se acerco apresuradamente al joven vagabundo.

 Lo cierto era que algo en su mirada lo había dejado hipnotizado, tal vez era el raro color marrón, que por momento se asemejaban más al color rojo, de los ojos del joven.

Los padres del niño de ojos azules observaban un tanto sorprendidos la escena, su hijo no era el tipo de niño social, era muy tímido. Sin decir nada solo sonrieron, querían ver el final del pequeño momento que se había creado frente a ellos

-Hola…-sonrió el joven vagabundo al pequeño que estaba frente a él

-Feliz Navidad- acertó a decir el más joven con un leve color rosa en sus mejillas, aún no era Navidad pero fue lo único que se le ocurrió mientras le extendía la bolsa de dulces

-Gracias y feliz Navidad a ti también

En los rostros de los pequeños se dibujaron unas hermosas sonrisas. Por un pequeño instante el más triste de los jóvenes olvidó el negativo sentimiento que lo embargaba casi siempre por no tener un hogar, al parecer solo era necesario ese pequeño ser de inocente mirada para hacerle feliz.

Despidiéndose los Phantomhive se dieron vuelta y siguieron su camino, dándole unas cuantas palabras de aliento a su hijo por tan lindo gesto

-Estoy tan orgullosa de ti mi niñito-abrazaba Rachel a su pequeño- cuando lleguemos a cas…

Un carro completamente negro se detuvo frente a la familia, interrumpiendo a la joven. Sin perder tiempo dos tipos con pasamontañas se bajaron del vehículo.

La gente que se encontraba alrededor corrió despavorida ya que uno de los tipos apuntó con su pistola al conde

-¿Qué es lo que quieren?

-Solo su sufrimiento, sargento

El hombre no caería sin pelear, sobre todo porque tenía que proteger a su familia. Mientras Vincent peleaba a golpes con los dos tipos Rachel cargó a Ciel y salió corriendo. Por desgracia uno de los tipos vio a la mujer y sin titubear le disparó en una de las piernas

-¡Rachel!-gritó su esposo

Al verlo descuidado los maleantes aprovecharon golpeando al pobre hombre. Uno de ellos corrió hacia la joven mujer y arrebato de sus brazos al pequeño. La madre soltó unos cuantos gritos de dolor al ver cómo le apuntaban a su hijo, quien, asustado solo se aferraba a su conejo de peluche. El otro tipo sostuvo de los brazos a Vincent y le obligó a mirar como lastimaban a su familia

-No lo tome personal Sargento, solo hacemos nuestro trabajo

Sin remordimiento alguno le disparo dos veces a la mujer que se encontraba en el piso. Desgarrado el joven logró zafarse del agarre al que era sometido y trató de desarmar al tipo que lo sostenía. El pobre no hizo más que ganarse un disparo que acabó con su vida.

El menor estaba sintiendo como le iba faltando de a poco el aire en brazos de uno de los ahora asesinos. Sabía que el seguiría. Antes de que pudiera intentar algo alguien golpeó con fuerza la cabeza del hombre que sostenía a Ciel, dejándolo caer al igual que a su arma. No le haría mucha falta ya que el tipo había caído desmayado, tal vez muerto por el impacto. El atacante tomó la pistola y siendo rápido disparo a la mano del otro tipo. Mientras soltaba unos cuantos gritos de dolor el joven vagabundo tomó entre sus brazos a Ciel y salió corriendo lo más rápido que pudo a un callejón que se encontraba cercano.

-Tranquilo - abrazaba con fuerza al pequeño que estaba llorando lastimosamente- no dejaré que te hagan nada malo, lo prometo

El pequeño no le respondió. Solo lloraba desconsoladamente, no podía creer lo rápido que su felicidad se había desvanecido junto con los copos de nieve que caían del cielo

-Ciel… despierta…Ciel- ecos de una voz conocida sonaban en sus pensamientos

El joven de ojos azules abrió los ojos y se levantó lo más rápido que pudo tomando aire de manera desesperada

-¡No me toques!- le gritó a quien estaba a su lado

Sebastian no respondió, ya sabía que cada vez que el joven tenía pesadillas reaccionaba de manera agresiva con el primero que sus ojos vieran.

Asustado se alejó sintiendo contra su espalda la cabecera.

-Solo fue un mal sueño… trata de calmarte

De alguna manera el suave tono de voz con el que se dirigía a él lo hizo calmarse. Lentamente comenzó a respirar con normalidad y el color volvió a su rostro

-¿Cómo …

-Te escuché desde mi cuarto-después de todo su habitación era el cuarto contiguo

El más joven miraba fijamente al mayor. Se quedaron así unos segundos más hasta que Ciel parecía ya más tranquilo

-Vete Sebastian- fríamente se dirigió a él

-Te espero abajo

El mayor se limito a seguir las órdenes y se fue de la habitación. Ciel solo llevó sus rodillas a su pecho y las sostuvo con sus manos mientras escondía su rostro

 

-Buenos días- saludo Sebastian al ver a Ciel entrar a la habitación dispuesto a tomar asiento en una de las sillas de la mesa

-Cállate y dime qué hay de comer- lo miró desafiante

-Alguien despertó de mal humor… aunque claro, viniendo de ti es normal ser tan amargado- una de sus sonrisas traviesas apareció en su rostro, le encantaba molestar al menor

Sebastian se levantó, fue por un plato, lo llenó de comida, volvió a la mesa y dejó el plato frente a Ciel, quien ahora lo miraba con una expresión arrogante, lo cual era más que normal. En mañanas como estas es mejor ser condescendiente con el joven.

El mayor tomó asiento tranquilamente y tomando su café le dio un gran sorbo. No paso ni un segundo cuando este se encontraba ya escupiendo

-¿Por qué mi café sabe salado?- preguntó mirando fijamente al culpable, porque claro estaba que había sido él

-No lo sé, porque me preguntas a mí- restándole importancia pero con una imperceptible sonrisa tomó un bocado de lo que estaba en su plato

-Ciel, ya tienes 16 años…

-Y tú 23, pero honestamente no entiendo para que recordarnos nuestras edades- interrumpió con tranquilidad y de nuevo esa pequeña sonrisa

Sebastian lo fulminó con la mirada

-oh, espera, no me digas que me olvidé de nuevo tu cumpleaños-llevó una mano a su mejilla como si estuviera pensando-No, no me importa

Había veces que quería amarrar al joven a un cohete y mandarlo a la Luna. Lástima, no tenía un cohete y estaba seguro que Angelina no lo dejaría

 -Como sabes tu tía Angelina salió de viaje por lo que me dejó encargado de ti y tu visita- rompió el silencio después de algunos minutos

-¿Cuál visita?

-Elizabeth llamó ayer por la tarde, dijo que quiere darte una sorpresa o algo así

-Perfecto- sin terminar de comer se levantó de su asiento y salió de la habitación

Se recriminó mentalmente al ver la “emoción” del joven por la noticia que le acaba de dar.

Hace un año casi exactos que ese niño había cambiado su actitud para con Elizabeth. Ahora se portaba galante, le daba cosas, siempre trataba de impresionarla, y de alguna manera, eso hacia molestar a Sebastian, quien no sabía exactamente lo que estaba sintiendo ya que no lo había sentido nunca antes.

 Con marcada molestia tomó su plato y el de Ciel y los llevó al fregadero. No sabía qué hacer para eliminar tales sentimientos.

Se marchó a su habitación, lo más seguro es que el joven no lo necesitaba, al menos hasta que llegara Elizabeth. Ya en su habitación buscando algo con que distraerse lo único que se le vino a la mente fue darse un baño. Tomó unas dos toallas blancas que estaban en su ropero y se metió al baño. Enseguida se quitó la ropa y ya estaba listo para bañarse. Suaves caricias disfrazadas de gotas de agua corrían por su cuerpo. Sebastian era delgado a la vista, pero sin ropa se podía admirar sus bien formados músculos, después de todo, los entrenamientos  en la academia de policías no eran cosa sencilla.

Aunque claro a la vista de todos los demás cadetes, no se notaba que se le dificultara ni un poco. Mientras el agua delineaba cada parte de él, comenzó a recordar cosas del pasado. Llevaba años ya en la academia de policías gracias a su heroico comportamiento al salvar a Ciel hace años. Se ganó un pase dorado a cualquier cosa que él quisiera por parte de Angelina, quien se ocupo en hacer todo el papeleo posible para adoptar al pequeño huérfano que había salvado a su pequeño sobrino. Tomó la decisión de adoptar a Sebastian como pago por lo que hizo, aunque mucho tenía que ver que Ciel no haya querido separarse de él.

De solo recordar como su pequeño niño se aferraba a él cuando tenía miedo lo hizo sonreír.

-¿Qué haces tanto tiempo en el baño pervertido?-escuchó su voz desde el otro lado de la puerta

-Estoy tomando un baño, ¿Por qué?, ¿Quieres entrar conmigo?-dijo con ese tono de voz tan sensual que sabía que hacía sonrojar al menor

-Sé que eso te gustaría bastardo pervertido

Sebastian rió. Hace tiempo que habían comenzado ese juego de insinuaciones gracias a un amigo de Ciel. <<el único>> pensó el joven policía mientras soltaba unas cuantas carcajadas

-Sebastian no tengo tiempo para jueguitos, necesito que me ayudes con algo urgente antes de que llegue Lizzy

El mayor soltó un bufido. Sabía que para Ciel mencionar la palabra urgente es como decir que le pateara el trasero si no hace lo que el menor le pide. Después de cerrar las llaves del agua, tomó una toalla y la enredó en su cintura mientras con la otra se secaba el cabello.

-¿Qué necesita Bochan?- sabía lo mucho que le molestaba esa palabra al menor

-Necesito que me ayudes a decidir algo, pero primero vístete, te espero en mi habitación- sin mirarlo en ningún momento a la cara el menor salió casi despavorido de ahí

Sebastian no entendió la reacción del menor por lo que trato de ignorarlo. Busco entre su ropa que ponerse.  El mayor se decidió por un pantalón negro de mezclilla y una camisa roja de botones. Haciendo juego con su atuendo se puso una corbata negra y sombrero del mismo color. Recordó que a Ciel le encantaba decirle que se parecía a un gánster cada vez que se ponía ese sombrero, eso siempre hacia divertir al joven. En cinco minutos ya estaba listo.

-Entonces…- preguntó Sebastian al estar con Ciel

-Le compré algo a Lizzy, pero no sé si de verdad dárselo

Con que era eso. Sebastian se molesto un poco, de nuevo ese maldito sentimiento. Sin decir palabra alguna le indico al menor que le enseñara el “regalo”. El joven sacó una caja blanca de su ropero y la puso sobre su cama. Sebastian se quedó boquiabierto cuando Ciel abrió la caja y le enseño lo que le había comprado a la rubia. Era un vestido verde esmeralda hermosísimo, junto con un relicario. El relicario daba la impresión de ser de oro blanco, se notaba que todo aquello debió de haber costado una fortuna.

-¿Qué te parece?

-¿Por qué te empeñas tanto en impresionar a la idiota de Elizabeth?-no pudo contenerse más, de verdad había llegado a su límite

-No te permito que le hables así a…- Sebastian sabía que decía eso para evitar responderle

-Responde mi pregunta

Ciel se dio la vuelta dándole la espalda. No sabía que decirle, era obvio que no le podía decir la verdad. Cuando menos lo esperaba sintió que el mayor le puso una mano en el hombro y lo obligo a verlo de frente. La mirada de Sebastian estaba llena de cólera, eso asustó un poco al joven pero lo disimulo. Tenía que inventarle algo, lo que fuera, pero tenía que hacerlo rápido

-Así que quieres saber la verdad-lo miró desafiante el menor pensando en lo que estaba a punto de decirle- La verdad es que estoy harto de vivir aquí, tu y mi tía no hacen más que recordarme el maldito día en que perdí todo. Tu sola presencia me enferma. Estoy buscando que Elizabeth quiera casarse conmigo para que su familia me saque de esta maldita casa

Las palabras de Ciel le cayeron como agua fría al mayor. El último hilo de cordura en Sebastian se había roto y el culpable era el joven frente a él.

-Ya te dije la verdad, ahora suéltame y ve a buscar algo con que entretenerte- le sonrió arrogante

Ignorándolo por completo Sebastian levantó su mano y la estampo con fuerza contra la mejilla del menor. Por largos segundos Ciel se quedó con la cara ladeada por el golpe. Cuando por fin miró a Sebastian, este último se dio cuenta del rostro sorprendido del menor. Nunca al estar con el menor este le dio un golpe, de hecho siempre lo trataba con la mayor consideración posible. Era normal la reacción del menor

-Lárgate- murmuro con los ojos un tanto acuosos

-Ciel, lo siento

-¡Que te largues!- ahora era Ciel quien estaba lleno de cólera

El menor trataba de sacarlo de su habitación con todas sus fuerzas mientras Sebastian trataba de calmarlo, pero no encontraba la manera. Se sobrepaso y ahora el peso de la culpa le fastidiaba en el pecho

-Ciel escúchame, se que…

-No me importa lo que digas- grito como alguien a quien le acabasen de romper el orgullo o tal vez algo más profundo

El mayor estaba en un dilema. Que podía hacer para que el menor aceptara sus disculpas y se calmara antes de que le diera un ataque de asma. Sabía que le quedaba poco tiempo ya que el joven comenzaba a faltarle el aire. Una idea cruzo su mente.

-Después te pediré disculpas por esto

Con las dos manos tomó la cara de Ciel y lo acercó a la suya atrapando sus labios en un suave roce. Sebastian comenzó a sentir como el menor trataba de apartarlo, pero este reforzó su agarre pasando un brazo por su cintura y el otro por su espalda.

No quería que el joven se alejara todavía de él, quería sentirlo un poco más. Ciel rodeó el cuello del  mayor con sus brazos a lo que este otro pensó que era una manera de intentar zafarse, pero no era así. Lentamente el menor comenzó a mover sus labios contra los de Sebastian, a lo que este respondió.

Mañana se preocuparían por lo que estaban haciendo, hoy, querían romper un poco las reglas.

Notas finales:

Comienzo a pensar que soy mala persona, siempre empiezo mis fics lastimando a los personajes. Bueno prometo que mi fic numero cuatro no empezara así (porque el tercero ya no tiene salvacion)

Bueno espero que les haya gustado, por favor corriganme si en algo me equivoque. sientanse libres de expresar su punto de vista


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