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La confesión de una noche de pasión por GothicLittleMonster

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Notas del fanfic:

¡Hola! Pues, este es mi primer fanfic el cual hice con mucho esfuerzo y dedicación sobre mi anime y pareja favorita, Ciel y Sebastián de Kuroshitsuji*w* Espero que les guste y, si es así, notifiquenmelo dejandome reviews :3 Así subiré otros próximamente :D.

Obviamente, los personajes no me pertenecen, pertenecen a Yana Toboso y la historia es 100% mia.

Disfrutenlo:3.

Notas del capitulo:

Como este es mi primer fanfic, lo hice de un solo capítulo. Honestamente no estoy muy segura sobre si es bueno o no pero, espero que les guste y que me dejen sus reviews :3.

Era un día cálido, el cielo estaba muy despejado, el resplandeciente sol de la tarde caía sobre la mansión Phantomhive, cuyo propietario es nada mas y nada menos que el Conde Ciel Phantomhive de 13 años de edad, hijo de los ya fallecidos Vincent y Rachel Phantomhive. Dueño de la corporación de dulces y juguetes Funtom, el más grande de todo Londres, y muy temido y llamado “Perro guardián de la Reina”. Éste se encontraba compartiendo y aprovechando la tarde libre de trabajos y papeleos, con su mejor amigo en la sala de juegos de la mansión. Mientras, en la cocina de la mansión, su fiel y dedicado mayordomo, un hombre alto de 1,85 metros de alto, de fino cabello negro brillante y mirada seductora cuyos iris eran tan rojos como la pasión; portador del nombre Sebastián Michaelis, se encontraba preparando el té de la tarde, acompañado con unos bocadillos de duraznos bañados en caramelo de la más alta calidad en el mercado francés.

En una bandeja de plata, colocó los bocadillos de duraznos junto con las dos tazas de té. Una para su joven amo, y la otra para el Conde Alois Trancy, un joven de 14 años de edad, dueño y jefe de la Mansión Trancy, mejor amigo de Ciel Phantomhive. El mayordomo se encaminó por los pasillos y escaleras de la mansión para llegar a la habitación donde se encontraban ambos condes jugando billar y charlando.

A pesar de que Alois es el mejor amigo de Ciel, a Sebastián no le agradaba para nada ese chico, él sentía muchísima desconfianza hacia él, a pesar de que él estuvo para Ciel en los peores momentos de su vida. Era más que desconfianza, era algo más, ¿Serán… Celos? ¿Celos de que Ciel compartiera tiempo a solas con su amigo? No, no podría ser… O si…

Sebastián se detuvo frente a la puerta de la habitación donde se encontraban ambos jóvenes, pero cuando estuvo a punto de tocar la puerta para pedir permiso para entrar, ésta se abrió levemente quedando semi-abierta, dejando así la conversación que mantenían los condes a oídos de Sebastián.

_Ciel, deberías dejar de ser tan orgulloso y hacerme caso, pequeño idiota. Dijo con un tono burlón el joven Alois.

_¿A quién le dices pequeño idiota? Cuida tus palabras, Trancy. Dijo Ciel con algo de molestia y con un tono amenazador mientras se cruzaba de brazos y miraba hacia otro lado con un pequeño sonrojo.

_Vamos, vamos, aunque tu orgullo no te deje oír, te lo digo como un consejo. Nada pierdes como expresarle a tu Se-bas-chan~ que-

_¡NO LO DIGAS!. Dijo a gritos Ciel, con un gran sonrojo y tapándose la cara, interrumpiendo así la oración de Alois.

_Jaja, eres tan lindo Ciel-Kun, no hay manera de que ese mayordomo tuyo se resista a tus encantos, jaja. Dijo Alois, con un tono de burla una gran sonrisa.

_¡Cállate maldito!. Ciel tómo un taco de billar y fuertemente lo apuntó sobre el cuello de Alois.

_Agh, Ciel, cálmate amigo, solo juego contigo, Agh. Dijo el rubio apenas pudiendo respirar.

Mientras Ciel estrujaba el cuello de su amigo con un taco de billar y el joven Trancy trataba de respirar y apartar a su sonrojado y molesto amigo, fueron interrumpidos por tres pequeños golpecitos en la puerta de la habitación, seguido de la voz del mayordomo, Sebastián Michaelis.

_Bocchan, ¿puedo pasar?

Debido a la conversación que estaban teniendo los jóvenes acerca de “algo” sobre el mayordomo Sebastián momentos antes, Ciel sintió un pequeño escalofrío en la espalda y un pequeño sonrojo en sus mejillas. Trató de disimular lo que le ocurría y rápidamente contestó. _Está bien. Mientras miraba hacia otro lado.

Alois no podía dejar de mirarlo con una sonrisa burlona, él tenía ganas de evidenciar los sentimientos de Ciel sobre Sebastián. Sebastián se acercó con la bandeja de plata que traía con la merienda, hacia una mesa en la que estaban sentados Ciel y Alois.

_La merienda de hoy es té italiano de paragrazzo, junto a unos pequeños bocadillos de duraznos bañados en caramelo derretido de la alta marca francesa Portiuo. Espero lo disfruten. Dijo Sebastián mientras educadamente y con una tierna sonrisa servía la merienda para el  conde y su invitado.

Ciel tomó su taza de té y se llevó un sorbo de té a su boca.

_Está un poco frío, Sebastián. Dijo Ciel.

_A mi parece que está delicioso. Dijo el joven Alois complacido por el sabor del té, aunque él también pensaba que estaba frío.

_Discúlpenme, que incompetente soy, déjenme traer el té de nuevo. Dijo Sebastián apenado por haber traído el té frío junto a una reverencia.

_No, déjalo así, sabe bien igual. Continuó Ciel mientras tomaba otro sorbo de té.

 Gracias a ese ¿cumplido? Alois se le ocurrió una idea para hacer incomodar a Ciel.

_Así es Ciel, debes ser un poco más agradecido con tu amado. Aunque lo dijo tiernamente, se pudo notar toda la malicia en sus palabras.

Ante la oración, Ciel se ahogó con uno de los sorbos de su té, sus mejillas se volvieron completamente sonrojadas y con una mirada de frustración estuvo a punto de responderle a su amigo Alois, el cual estaba satisfecho por haber conseguido la reacción que quería, pero fue interrumpido por Sebastián.

_Bien, si todo está en orden me retiro, si necesitan algo llámenme sin dudarlo. Finalizó él con una tierna sonrisa y se retiró de la habitación.

Sebastián se dirigía nuevamente la cocina para preparar la cena. Mientras caminaba por los pasillos, aquella conversación que él se tomó la libertad de escuchar, causante de que el té se enfriara, no dejaba de dar vueltas en su cabeza. _¿A qué se refería el joven Alois con todo eso? Pensó. Sin saber porqué, su corazón empezó a acelerarse un poco. _¿Será que mi querido Bocchan está… No, no puede ser. Debería dejar de pensar ese tipo de estupideces y centrarme en mi trabajo. Además, ¿Por qué me preocupo por eso? La mirada de Sebastián se cristalizó y continuó caminando cabizbajo. _Es difícil negar los sentimientos de un demonio enamorado.

La noche cayó, la cena junto con el invitado Alois Trancy se efectuó con normalidad, una noche como cualquier otra. Ya algo tarde, el carruaje conducido por Claude Faustus, el mayordomo de Alois, fue a recogerlo y a devolverlo a su mansión.

 _Ya es algo tarde, debería ir a la oficina de Bocchan para prepararlo para dormir, ha de estar exhausto debido a que esa pequeña molestia maliciosa, a quien hace llamar amigo, estuvo todo el día atosigándolo. Dijo Sebastián mirando su reloj y sintiéndose algo enojado al recordar esos sentimientos de… ¿celos? Hacia Alois. Él se dirigió hacia la oficina de su joven amo. Al llegar allí, tocó la puerta repetidas veces para nadie contestaba.

_¿Bocchan? Soy yo, voy a entrar.

Al entrar a la oficina de Ciel, se encontró con una escena que lo dejó sorprendido frente a su joven amo.

 Estaba Ciel durmiendo, sentado en su cómoda silla de cuero pero, lo que sorprendió a Sebastián, era que Ciel estaba sudando, muy ruborizado, retorcido las piernas y clavando las uñas en su silla.

_Ah, mng, ah~. Gemía y jadeaba con lujuria Ciel mientras su cuerpo demostraba que estaba sintiendo gran placer en lo que sea que estuviera soñando.

_S-Se-Sebas… Sebastián. Dijo entre grandes gemidos mientras unía las piernas y se aferraba más fuerte a su silla. _Ah, Sebastián, Sebastián… M-Más… Continuaba gimiendo mientras se retorcía de placer.

Esto sobresaltó y sorprendió al mayordomo. ¿Qué estará soñando su joven amo con él?

A parte de estar sorprendido, Sebastián sintió una gran satisfacción y pensamientos pervertidos pasaron por su mente. _¿Qué le estaré haciendo a mi Bocchan que está sintiendo tanto placer? Dijo en voz alta con esa forma tan masculina y seductora que tiene él de hacer caer a sus pies a cualquiera, mientras las iris de sus ojos se volvían en un fogoso color rojo que hacía resaltar sus orbes como llamas de fuego, con esa mirada felina llena de malicia y lujuria acompañado de una sonrisa seductora.

Mientras su joven amo aún gemía su nombre y se retorcía de placer mientras dormía sentado en aquella silla, Sebastián se arrodillo frente a él y empezó a besar y lamer su cuello lentamente con gentileza, haciendo que Ciel gimiera y se retorciera cada vez más. Sus besos se intensificaron y pasaron a ser mordidas que dejaban pequeñas marcas moradas en el cuello de Ciel rápidamente. Mientras aquél demonio mordía y besaba el cuello de su conde en un estado de placer, él comenzó a tocar el miembro de su amo con sus manos provocado una erección aún más grande en el joven y con él, y gran gemido que poco a poco, comenzó a despertar del sueño al extasiando conde. Sebastián continuaba con sus actos eróticos sobre su amo y entre jadeos, Ciel fue abriendo poco los ojos. Cuando Sebastián se dio cuenta de esto, soltó al joven amo y se quedo parado frente a él, con esa sonrisa seductora y esa demoníaca mirada tal ardiente fuego.

Mientras Ciel abría lo ojos y veía lo que lo  rodeaba con más claridad, su cuerpo se estremeció, su espalda se arqueo, se sobresaltó de la silla y sus ojos se abrieron como platos mientras su cara completa se pintaba un intenso color rojo por la vergüenza de ver frente a él, el causante de todo ese misterioso placer en sus sueños.

_¡SEBASTIÁN! ¿¡QUE MIERDA HACES AQUÍ?! ¿¡QUIÉN TE DIO EL PERMISO DE ENTRAR A MI OFICINA SIN PREGUNTAR ANTES!?. Gritaba el Conde con enojo, pero más que enojo, con muchísima vergüenza, mientras que con sus manos trataba de esconder su miembro aún erecto.

_¿Sin preguntar antes? Yo toqué la puerta varias veces pero no conseguí respuesta alguna. Ya era hora de llevar a mi joven amo a la cama, pero veo que usted no aguantóesperar por mí. Dijo de forma burlona mientras seductoramente veía a Ciel, cuando él aún trataba de recuperar el aliento ante sus jadeos.

_Y-Yo Yo- ¡Yo no sé de qué me estás hablando y… no lo digas de esa manera! Se escucha raro… Continuaba Ciel mientras su cara ardía de lo sonrojada que estaba. Miraba para otro lado, ya que no podía soportar mirar a los ojos a Sebastián. Si lo hacía, esos demoníacos ojos lo harían caer en la lujuria de nuevo.

Sebastián se inclinó y cargó en sus brazos a Ciel para salir de la habitación y llevarlo a su cuarto. _Estoy seguro de que si sabe de lo que hablo, Bocchan. Dijo él, con esa voz tan profunda y masculina pero a la vez suave que resonaba en los oídos de Ciel y lo hacía sonrojarse y estremecer. Mientras caminaba a un paso algo apresurado por los pasillos.

_¿A-A donde me llevas? ¡Bájame S-Sebastián! Dijo el conde entre tartamudeos y aún sonrojado, pero en busca de disimular, de forma barata frunció el ceño y miró hacia otro lado para que Sebastián no viera lo que él le estaba causando, a pesar de que este había contemplado bastante.

Sebastián no le contestó nada a Ciel. Luego de los pocos segundos caminando por los pasillos, Ciel en brazos de Sebastián, llegaron al cuarto de Ciel.

Sebastián abrió lentamente la puerta, se acercó a la cama de Ciel y lo lanzó con delicadeza a su cama, rápidamente, Sebastián se fue acercando hacia el confundido, sonrojado y nervioso conde cruzado de pierna, mientras él se despojaba poco a poco de su corbata, su saco y su camisa.

_S-Se-¡Sebastián! ¡A-Alejate de mi! ¿Qué haces? Dijo el conde casi sin voz por los nervios y por los pensamientos lujuriosos que le provocaba ese ser demoniaco que se acercaba seductora y sensualmente hacia él, mientras lo miraba con esas orbes rosadas lanzando a rojas muy brillantes, tan fogosas y penetrantes que era como su pudiera ver todo el deseo y pasión que Ciel estaba tratando de esconderle a su correspondido. Sebastián se deslizó sensualmente por la cama de su amo hasta, poco a poco, posicionarse encima de él. En su recorrido, acariciaba con sus manos y rozaba con su cuerpo las piernas de Ciel. Esto hizo que involuntariamente y sin previo aviso Ciel dejara escarpar de su boca un gemido seguido de un sonrojo que le indicó a Sebastián que poco a poco estaba haciendo que Ciel cayera en su poder. Continuó acariciando y rozando el cuerpecito del joven hasta llegar a su abdomen. Entre esas caricias que hacían a su Bocchan estremecerse, con esa mirada demoniaca y seductora, Sebastián dijo:

_Parece que mi querido Bocchan quiere revivir ese sueño húmedo que tuvo conmigo. Dijo de forma burlona pero de igual forma seductora. 

 _No digas esas cosas bastardo, y no sé de qué me hablas.  Respondió Ciel de forma arrogante y aprovechando la leve oscuridad de la habitación para esconder su sonrojo y esa mirada que le pedía a gritos a Sebastián que le diera placer a su cuerpo, pero su orgullo no lo dejaba. Ese orgullo que en cuestión de segundos iba a quebrarse. Aunque la oscuridad no servía de nada ya que esa mirada felina podía ver completamente el rostro de Ciel.

La expresión de Sebastián cambió a ser una muy maliciosa., En eso, él apoyo su pierna sobre el miembro erecto de Ciel y lo empezó a mover muy lentamente. Esto le provocó un gemido que en ese mismo instante ahogó para no darle el gusto a su demonio pero, la mirada de placer, la respiración acelerada, el sudor y la positiva reacción de su cuerpo lo delataba.

_Bien… Si no lo quiere admitir, tendré que torturarlo hasta que admita que tiene deseo de mí.

Rápidamente, Sebastián empezó a besar y lamer el cuello de su joven amo, mientras prácticamente arrancaba sus prendas de su cuerpo, dejándolo completamente desnudo ante él. Ciel intentaba reprimirse pero era imposible calmar los gemidos y jadeos que su lujurioso mayordomo demoniaco le estaba provocando. Sebastián continuó su recorrido de besos y lamidas por el pecho de su amo, mordiendo y succionando sus pezones, causándole un intenso dolor que al par se convertía en un intenso placer. Continuó bajando dejando un camino de besos ensalivados por todo su abdomen hasta llegar a su entre pierna.

_Bocchan, admítalo, diga que quiere que lo haga mío. Insistió con esa voz tan masculina y seductora que llenaba más aún de lujuria a Ciel.

Sin conseguir respuesta, de forma tortuosa, Sebastián empezó a rozar sus labios lentamente por toda la virilidad dura y erecta de su amado, esto hizo que Ciel clavara las uñas a las sábanas y jadeara incontrolablemente.

_S-Sebastián, deja de t-torturarme, p-por favor. Dijo con dificultad debido al éxtasis que Sebastián le hacía sentir

Entre besos y de forma sínica pero seductora, Sebastián contestó _Eso es decisión suya, mi pervertido amo.

_Ah, Sebastián, Házmelo… ¡Hazme tuyo! Dijo con sonoro gemido.

_Yes, my lord. Seguido de esa intensa afirmación, Sebastián de un solo golpe, introdujo completo el miembro del conde en su boca hasta el fondo, entrelazando su lengua alrededor de él una y otra vez, rápidamente.

_SEBASTIÁN. Gritó de placer el extasiado peliazul.

Sebastián lamía y chupaba su virilidad una y otra vez, de arriba abajo con mucho fervor y  gran velocidad. Ciel se retorcía en aquella cama y gritaba el nombre “Sebastián, Sebastián” una y otra vez mientras tomaba y apretaba  fuertemente el cabello de Sebastián. Con sus colmillos de demonio, Sebastián empezó a rozan suavemente todo el miembro de Ciel, desde el fondo hasta la punta, lo cual provocó que, sin previo aviso, se corriera en la boca de Sebastián, quien gustoso tragó todo el fluido de su amado, seguido de gemir su nombre _SEBASTIÁN. Una última vez.

_El sabor de mi bocchan es tan delicioso como cada esquina de su cuerpo. Mirando sensualmente, dijo Sebastián de forma burlona con una sonrisa.

_Ah, cállate… Contestó Ciel con un tono bajo y aún jadeando, mientras tapaba su cara con su brazo.

_Eres mío, Ciel, eres mío, estás bajo mi poder. Seguido de esas palabras, Sebastián acercó sus labios a los de Ciel y le dio un dulce beso. Ciel rodeo el cuello de su amado con sus brazos y rodeo su cadera con sus piernas. En pleno beso, las palabras “estás bajo mi poder” de su demonio resonaban en su cabeza. Sebastián nunca tomaba el control de su Bocchan, así que el haberlo hecho esta vez, lo excitaba demasiado, pero por otra lado, el quería dominar a Sebastián. Ciel abrió su boca y decidida pero tímidamente, comenzó a mover su lengua por la boca de su demonio. Este se sorprendió pero gustoso y lujurioso correspondió el beso, enroscando su lengua con la de su amo, el beso se fue intensificando cada vez más, provocando jadeos ahogados en Ciel. Éste comenzó a deslizar sus manos lentamente por el abdomen de Sebastián, sintiendo cada abdominal bien formado y trabajado que poseía, hasta llegar a los botones de su pantalón y desabotonarlos rápidamente. Bajó sus pantalones seguido de su ropa interior hasta que ambas quedaron bajadas hasta la mitad de su rodilla. Mientras sus lenguas se seguían enroscando en un fogoso y pasional beso, Ciel estrujaba y masturbaba la erecta y gran virilidad de Sebastián de arriba a abajo. Esto sorprendió gratamente a Sebastián, quien deseaba que Ciel siguiera. Ciel empujó a un lado de la cama a Sebastián y ahora él estaba encima de Sebastián. Separó sus labios de los labios de Sebastián y se dirigió a su cuello, besando, lamiendo y mordiendo su cuello. Bajó poco a poco por su muy marcado y sensual abdomen besando, lamiendo y mordiendo con mucha excitación cada parte de él. Ciel podía escuchar los jadeos de Sebastián. Estaba funcionando, Ciel estaba dominando a Sebastián. Hasta que luego de dejar un camino de mordidas, pequeñas marcas moradas y besos ensalivados por su abdomen, llegó hasta su entrepierna.

_¿Sabes algo? Te torturaré yo a ti ahora. Dijo con una mirada seductora y un tono desafiante. Ciel tomó aire y comenzó a introducir en su boca el miembro de ese lujurioso demonio poco a poco, mientras lo lamía y succionaba con fervor y pasión. De un solo golpe, Ciel introdujo aquel palpitante miembro por completo en su garganta, y con rapidez, empezó a lamerlo y chuparlo de arriba a abajo, lo que dejó salir en el extasiado demonio un gemido de intenso placer.

_Ah, Ciel. Gimió, mientras clavaba sus uñas a la cama, seguido de interminables jadeos y gemidos.

Ciel continuaba muy concentrado chupando con mucha velocidad y fervor su miembro, eso estaba provocando una gran erección en él que no podía soportar, mientras jugaba con el miembro de su demonio, se apoyaba de la cama con una mano y con la otra, se masturbaba para calmar la erección de su miembro que le pedía atención a gritos.

Ciel sacó el miembro se Sebastián de su boca y comenzó a rozar la punta de su lengua con suavidad alrededor de él, mientras miraba la cara de Sebastián al ser torturado de esa forma.

_Ciel, por favor, más… Dijo con un tono de súplica mientras miraba hacia arriba  con la mirada perdida por el éxtasis.

_No quiero. Dijo con un tono desafiante e infantil mientras lamía con más suavidad y lentitud su virilidad.

_Mi ciel, por favor, ¡Mas! ¡Hazme más! Repetía suplicante ese demonio que deliraba de placer ante tal tortura.

El joven conde se sintió victorioso y orgulloso al ver a sus pies a ese sensual demonio. Decidido, bruscamente se trago de nuevo su gran miembro y continuó con chupándolo cada vez más y más rápido.

_Ah, Ciel, Ciel, ah. _Gemía una y otra vez mientras el placer se intensificaba cada vez más, hasta que Ciel abruptamente mordió por la mitad la virilidad de Sebastián y eso hizo que se corriera de gran forma en su boca. Era demasiado, pero con dificultad Ciel se tragó todo el fluido seminal gustosamente.

_Ciel, eres una bestia. Dijo Sebastián, mirando a Ciel seductoramente con aquellos ojos rojos carmesí cual ardiente fuego llenos de intensa lujuria junto a una sonrisa seductora y llena de malicia.

Sebastián tomó a Ciel por la parte de atrás de su cuello y le plantó un tierno beso en los labios, que enseguida se volvió intenso al comenzar a enroscarse sus lenguas uno con él otro.

Sebastián separó lentamente sus labios con los de Ciel, dejando un delgado hilo de saliva de por medio. Sebastián le mostró cuatro dedos a Ciel.

_Lámelos.  Dijo Sebastián, poniendo los cuatro dedos sobre sus labios.

Éste miró con extrañes al demonio pero sin reclamos, comenzó a lamer con fervor y sensualidad sus dedos, mientras miraba a los ojos a Sebastián, quien ante eso, sentía una fuerte y algo dolorosa erección que pronto iba a calmar.

Lentamente, Sebastián separó sus dedos de los labios de Ciel, volteó a su amo quedando así encima de él y sin aviso, introdujo suavemente pero con rapidez, uno de los dedos en su ano.

_¡Ah! ¡Sebastián! ¡Duele!. Gritó Ciel aferrándose a la cama y cerrando fuertemente los ojos para detener las espesas lágrimas que salían de sus ojos.

_Aguante bocchan, le prometo que sentirá mucho placer que hará valer la pena el dolor. Dijo Sebastián en el oído de Ciel mientras lamía las lágrimas que se escapaban de sus ojos.

Así Sebastián introdujo otro y otro dedo, hasta tener tres dedos haciendo formas de círculos y  tijeras dentro de la cavidad de su amo, que deliraba de dolor.

_AH, SEBASTIÁN, SEBASTIÁN. Continuaba gritando Ciel, mientras compasivamente, Sebastián lamía las espesas lágrimas que corrían por sus mejillas y decía a su oído que pronto se iba a ir el dolor.

Cuando Sebastián pudo mover cómodamente cuatro dedos dentro de la cavidad del joven, Sebastián separó las piernas de Ciel y bruscamente introdujo su miembro en la cavidad de su joven amo.

_AH, SEBASTIÁN. Ciel, dejó salir un grito ahogado de su boca aferrándose a la espalda de Sebastián.

 Un par de segundos después, Sebastián sintió como Ciel  se aferró a él con sus piernas y esto le dio a entender, que ya podía comenzar con sus movimientos de caderas.

Sebastián empezó a mover su cadera adelante y hacia atrás lentamente. Poco a poco empezó a subir el nivel de rapidez cada vez más hasta que, con una estocada, Sebastián hizo erizar de pies a cabeza a Ciel, dejando salir un intenso gemido de placer. Las estocadas y embestidas de Sebastián se hicieron más y más fuertes y rápidas haciendo que la habitación se llenara, no de gemidos, sino de gritos de placer por parte de los dos. Sebastián, estrujó el miembro de Ciel y lo empezó a masturbar al par de las estocadas que le causaban un inigualable placer. Solo él sabía en cual punto dar para causarle a ambos un desborde de placer y lujuria.

_SEBASTIÁN, SEBASTIÁN/CIEL, CIEL. Gritaban fuertemente uno el nombre del otro.

Sebastián masturbaba y embestía a Ciel cada vez más y más rápido mientras Ciel gritaba y gemía por el delirante placer aferrándose y rasguñando la espalda de ese ser demoniaco que lo hacía gritar de lujuria. Ciel gritaba al oído de Sebastián, lo cual lo excitaba cada vez más.

Cuando el placer llegó a su punto máximo, sin previo aviso, ambos se vinieron al mismo tiempo. Ciel en sus abdómenes y su mano, y Sebastián dentro del Ciel, seguido de un unisonoro grito de ambos nombres. _CIEL/SEBASTIÁN.

Ambos estaban exhaustos. Luego de haberse venido, Sebastián abrazó tierna y cariñosamente a Ciel quien con mucho cariño correspondió el abrazo rodeando el cuello de Sebastián con sus brazos. Ciel buscó los labios de Sebastián y le dio un dulce y tierno beso al que Sebastián correspondió gustoso y gratamente conmovido por aquel gesto tan dulce.

Sebastián se acostó al lado de Ciel abrazándolo quedando frente a frente uno del otro. De un momento a otro, a Ciel se cristalizaron los ojos y su cara se torno bastante triste. Esto impresionó y preocupó bastante a Sebastián, no pudo evitar preguntar.

_Bocchan, ¿Qué le ocurre?

_¿Ah? Dijo Ciel confundido, ya que ni siquiera se había dado cuenta de cómo se había tornado su propia expresión. _Oh, no te preocupes, Sebastián. Dijo sonriendo muy tiernamente, seguido de un cálido beso. A pesar de que él había hecho el amor de maravilla con Sebastián, había algo que no lo dejaba estar bien…

 

Sebastián correspondió a ese tierno beso y ambos, abrazados uno frente al otro, se quedaron dormidos.

Ya era de día, la luz de la mañana apenas traspasaba las cortinas del cuarto, algo oscuro, en el que se encontraba durmiendo Ciel, luego de una placentera y apasionante noche con su mayordomo demoniaco, quien tenía un contrato con él.

Sebastián entró a la habitación y abrió las cortinas, dando inicio así el nuevo día de su joven amo.

_Bocchan, despierte, ya es de día. Dijo Sebastián con entusiasmo a su joven amo.

_Hmm, cinco minutos más, cinco minutos más y despierto. Contestó Ciel soñoliento enredado entre las sábanas.

_Oh, veo que no se puede levantar… No debí ser tan brusco anoche. Dijo maliciosamente Sebastián al oído de Ciel. Este se ruborizó, se dio la media vuelta, tomo la corbata de Sebastián y acercándolo de un solo jalón, le dio un cálido beso de buenos días.

Sebastián se sonrojo y, tras haber correspondido al beso, con mucho cariño dijo: _Buenos días, bocchan. Con una gran sonrisa en su rostro.

Como cada día, Sebastián empezó a vestir a Ciel mientras le hablaba sobre las actividades del día. Lo único inusual era el comportamiento de Ciel, es decir, a pesar del beso, Ciel aún se notaba triste y eso ponía muy mal a Sebastián, pero este no quiso decir nada al respecto.

_Bien, si ya no me necesita, me retiraré, llámeme si necesita algo. Sebastián termino de  pronunciar esa oración y se dirigió hacia la puerta, pero repentinamente, Ciel halo a Sebastián de su saco, dándole a entender que no quería que se fuera.

_Espera. Dijo Ciel, en seco y cabizbajo.

_¿Su sucede algo, bocchan?  Continuó Sebastián algo extrañado.

Ciel apretó sus puños, miró a los ojos a Sebastián y le dijo…

_Sebastián, yo… Yo…

_... ¿Si? Sebastián, algo confundido, sintió como su corazón repentinamente se aceleraba.

_Sebastián, te amo… Dijo cabizbajo y algo sonrojado

El corazón de Sebastián se llenó de ese sentimiento que todos buscamos pero pocos conseguimos, felicidad. En ese momento, Sebastián se agachó, tomo de la barbilla a Ciel quien estaba cabizbajo y con una gran sonrisa de felicidad, le contestó.

_Ciel, yo también te amo. Dijo Sebastián algo sonrojado con gran felicidad y ternura, mientras trataba de acercar sus labios hacia los de Ciel pero, este fue interrumpido ya que Ciel lo apartó.

_¡No mientas! … Por favor… No mientas… Entiende que eres la única persona que amo y podría amar en este mundo. Sé que eres un demonio y es imposible que me ames, solo estamos unidos por el contrato pero, yo te amo, Sebastián. Dijo Ciel con mucha desconfianza y tristeza. Esos sentimientos tan cálidos no los sentía desde hace muchos años y eso lo hacía sentir inseguro.

_Bocchan, me ofende un poco que lo diga, usted me conoce y sabe que yo no miento, no como los humanos. Sería incapaz de mentirle mucho menos si es algo tan serio. Desde que esta alma atormentada me invocó, supe que usted tenía algo especial y eso me cautivo hasta ahora y fue hace poco que acepté que este demonio, se había enamorado de un humano. Joven amo, yo también lo amo. Dijo Sebastián con una mirada compasiva y tierna, con una sonrisa mientras limpiaba unas pequeñas lágrimas que se escaparon de los ojos de Ciel.

_¿Estarás conmigo siempre? Dijo Ciel con un sonrisa mientras miraba a los ojos a Sebastián.

_Así tenga que ir hasta el cielo o el infierno, estaré con usted siempre. Contestó Sebastián con una gran sonrisa, mientras sellaba ambas confesiones con un cálido beso.

_Eres mío y solamente mío, ¿lo entiendes? Mío y de nadie más. Expresó Ciel con un tono de autoridad tomando de la mano a Sebastián.

Esto enterneció a Sebastián. _Si Joven amo, soy suyo y únicamente suyo, lo entiendo perfectamente. Dijo él con una pequeña risa de ternura seguida de un pequeño sonrojo. _Ahora, vaya a su oficina, tiene mucho papeleo por hoy, yo haré los preparativos de la cena.

_Está bien, mi… mi… Mi amor. Dijo Ciel con un gran sonrojo y rápidamente yéndose a su oficina.

 _”Mi amor” Hmmm. Dijo Sebastián en voz alta y seductora, con una sonrisa y un pequeño sonrojo. _Tu eres mi amor, Ciel Phantomhive.

Notas finales:

Y pues... Eso ha sido todo c: Espero les haya gustado, me esfrocé mucho en hacerlo a pesar de que no considero que sea muy bueno hehe :3 Si quieren decir algo que les gustó o que no les gustó, pueden hacerlo :D Nos leemos en la próxima :3.


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