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Escondido. por FireBummie

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Notas del capitulo:

Puede que no tenga mucho sentido pero me apetecía hacer algo así, distinto y misterioso.

Salió corriendo. Silencio. Pasos. Una respiración agitada. Oscuridad. Su corazón latiendo a mil por hora en el callejón, clamando piedad. Tenía miedo y se temía lo peor. Escuchó más pasos, esa voz ronca que le llamaba, el sonido del metal cortando la pared y aquel odioso tintineo.


-No te escondas. Sabes que nunca podrás escapar.


Sollozos ahogados. Miró sus manos alumbradas por poca luz de la farola lejos de él, sangre, cortes, callos, uñas desastrosas y sucias. Llevó las rodillas al pecho y se abrazó a ellas, acurrucado en la esquina de aquel sombrío lugar.


-Sin nosotros no eres nada. ¿Quien te dará de comer? ¿Quien te dará la ropa? Ah, no. El señorito prefiere ir con esa asquerosa sudadera y esos pantalones destrozados. ¡Tus padres no te quieren! ¡Olvidalos ya!


Las lágrimas cayeron escuchando las palabras de su buscador. Escondió la cara en las rodillas, oliendo el ya desaparecido aroma de su padre. Cuatro años. Apretó los jeans entre sus manos para no chillar. Su ropa estaba sucia, al igual que todo su cuerpo. Lo habían utilizado. Odiaba ser un maldito esclavo y por eso se había escapado.


-¿No quieres salir? Bien. Muerete de hambre si quieres.


Los pasos alejándose. Una hora de llanto y extremo cansancio. Maldiciendo a sus padres por venderlo de esa forma.


Sintió un agradable aroma a fresas y cuando levantó la vista vio una hermosa cabellera rubia alumbrada por el sol del nuevo día y la cara demasiado brillante para verla. El chico se puso de cuclillas a su altura mirándolo con preocupación. Volvió a mirar sus rodillas. Su cuerpo temblaba y sus ojos ardían de tanto llorar.


"¿Estás bien?"


Un sollozo salió de sus labios aún con la cara entre las piernas.


"¿Te puedo ayudar en algo?...Mmm....Bueno, yo te dejo esto aquí."


La misma postura todo el día, deseando morirse.


"Aún sigues aquí."


Afirmó la voz del día anterior.


"¿No te has comido lo que te dejé?...Bueno, no pasa nada. Espero que te guste la fresa."


Otro día más, se sentía desfallecer.


"Venga, tienes que comer algo."


Otra vez él.


"Es zumo de uva y sandwich de jamón. Come por favor."


Levantó la cabeza, la oscuridad invadiendo el callejón. Sus músculos tensos. Se preguntaba quien sería ese chico. Le daba igual, él solo quería comer. Giró la cara a su derecha viendo dificultosamente la comida anunciada por el rubio. Quitó el papel de plata y comió, delicioso de verdad. Abrió la pajita del zumo y bebió, adoraba la uva.


"Has comido."


Escuchó la voz sorprendida.


"Gracias a Dios. Bueno, pues este es de queso y el zumo de manzana. Mañana nos vemos."


La noche llegó y el ritual se repitió, excepto el zumo que dejó entero.


"No te gusta el zumo de manzana. Este es de piña."


Un mes pasó y se hizo costumbre. A alguna hora del día que él desconocía el chico del que solo sabía su color de pelo y su voz le llevaba la comida, y él, cuando estaba inmerso en la penumbra llenaba su estómago.


"Hola. Bueno, hoy comeré contigo."


Se sorprendió pero no dio señales de ello.


"Zumo de uva y bocadillo de ternera. Se que solo te gusta el zumo de uva, es el único que siempre te bebes."


Sonrió internamente.


"No me vas a dejar verte ¿Verdad?"


Escuchó un suspiro.


"Lo entiendo. Soy un desconocido."


No era por eso, simplemente no quería saber nada de ningún ser vivo existente. ¿Había algún problema con él para que todo lo consideraran inferior? Todos lo odiaban.


"Me llamo Lee HyukJae, tengo 18 años y estudio bellas artes en la universidad, voy a ser coreógrafo y a abrir mi propia escuela de baile."


Se le oía feliz. Por primera vez en mucho tiempo deseó ver la sonrisa de alguien, pero no podía.


"Dejame que te ayude, por favor."


A partir de ese momento, cuando levantó la vista y vio esos ojos negros mirándole, esa sonrisa de encías y esa piel blanca, supo que podría confiar en él.


Al principio lo escuchaba hablar y de vez en cuando levantaba la vista para verlo sonreír. Con los meses acabaron comiendo juntos, regalándose sonrisas y incluso sintió algo removerse en su interior. Pero esos momentos solo duraban 15 minutos. Solo tenía un cuarto de hora de felicidad. Aunque estaba seguro de que por fin tenía a alguien que le tomaba importancia de verdad, aunque nunca lo hubiera tocado, aunque siempre estuviera en la misma posición y solo moviera su cabeza para ver al rubio.


-Este es Lee DongHae. Sus padres lo vendieron como esclavo y consiguió escapar con 16 años. Lo encontramos desmayado en un callejón. Todos los días le inyecto una dosis de morfina para que se relaje y algo de suero para que se nutra. -Dijo el hombre de bata blanca y cabello rubio, mostrando su bella sonrisa de encías al aprendiz de psicología que paseaba por el manicomio.- Pobre chico, creo que la morfina le causa alucinaciones. Por lo menos es feliz en su mundo de fantasía. 


Fin.


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