La primera vez que te lo vi mi corazón palpitaba fuertemente, pero no por la razón que creo que piensan, sino, porque era mi primera visita a la oficina del director.
Siempre eh tenido notas altas en clase, suelo tener pensamientos extraños cuando alguien me arruina cualquier cosa que hago; soy un poco bajito y delgado, mi cabello siempre esta desordenado. Un detalle más, llevo anteojos, así es, a-n-t-e-o-j-o-s; tengo la absoluta original pinta de alguien aburrido, tanto que mis compañeros de clase siempre me olvidan, creo que la mitad del salón clase –incluido el maestro asesor- no recuerdan ni mi nombre, ni mi excepcional existencia. Así que el día que me llamaron a la oficina del director mi asombro fue absolutamente visible, aunque en ese lugar conocí a alguien que cambio por completo mi vida, les contare.
Era un día cálido de primavera, y como de costumbre me quede observando el muerto árbol sin hojas que a mi parecer poseía una extraña belleza. No me di cuenta de la llegada del profesor, pero ¿A quién engaño? Él nunca se acuerda de mí. Me quede mirando el salón de clase; en realidad era muy singular; desde mi lugar –en la última fila- tenía un perspectiva muy amplia; mis compañeros se podría decir normal, a excepción del chico que sienta a un lado de la puerta, su nombre es Dinael Sinapellido –lo lamento difícilmente recuerdo sus nombres, ahora más difícil sus apellidos- es un poco alto, al parecer 1.70, su cabello es como el de un puercoespín, me pregunto se pinchara; este tipo se la pasa haciendo tonterías y gritando cosas incoherentes – estará drogado?-. Bueno a excepción de nuestro peculiar amigo, todo lo demás es normal, y todos los días son repetitivos. Comienzo a aburrirme.
Solo faltan 5 minutos para salir al receso, estoy algo impaciente, ayer encontré un libro genial en la biblioteca y quiero empezar a leerlo ya.
Como algo inesperado se abre la puerta del salón y Oscar el destripador entra al salón con esa terrorífica y poseída mirada que tiene. Oscar es francés, muy alto y refinado, de ojos azules claros y muy impecablemente disciplinario; el único problema que según yo tiene, es el de su marcado acento francés y claramente su actitud. Es una persona muy ¨malvada¨ podría decirse, con todo y sus ojos de asesino serial, que por una extraña razón a las chicas les resulta bastante atractivo.
Se dirigió hacia el maestro y este no dejaba de temblar por la intimidación que producía la mirada del prefecto. A mi parecer la escena se miraba por donde se miraba era como si Jack el Destripador viniese por otra víctima y justo delante de nosotros se avecinara una masacre con sangre y tripas volando – lo se soy algo dramático-.
En su lugar el prefecto desvió la mirada por todo el salón buscando a alguien, sonreí por lo bajo seguro alguien tendría problemas; para mi sorpresa se detuvo fijamente en mí, sus inhumanos ojos franceses regresaron con el maestro y le dijo en voz potente.
-¡Ese chico! El de anteojos- Todos giraron para observarme y fue como si hasta ahora no se hubieran percatado de mi existencia. Aun así, ¿Qué rayos quería de mí el prefecto de la escuela?
-¿Qué… p-pasa con el Oscar?-Titubeo el profesor ajustándose la corbata.
-El director lo solicita en la oficina- ¿Qué? Para que me quería el director, no creo haber hecho algo que amerite ir a ese lugar, para mí era el mismo infierno de Dante en persona.
-¿Para qué me necesita?- Me atreví a preguntarle, aunque mi voz era demasiado débil.
-¡Yo que se chico!, pero te advierto que está muy enojado- Dicho esto salió del aula como si la hubiera ensayado un millón de veces, encajaba mucho con su personalidad.
Tenía bastantes dudas, me sentía aturdido, la luz se hacía cada vez más intensa y me zumbaban los oídos; todo el salón parecía haber vuelto a la normalidad. Me abrí paso por las filas de alumnos con aspecto aburrido; al llegar a la puerta mire de reojo al salón, tal vez sea la última vez que los vea.
Comencé a caminar por el pasillo, para mí fue como ir hacia mi tumba; sentía que todos me señalaban y me miraban con aire burlón. Después de unos minutos que en mi mente fueron más rápidos, ya estaba en la puerta de la oficina, decidí que entre más rápido mejor.
Toque tres veces la puerta y con un movimiento sigiloso digno de cualquier actor, entre en la habitación; lo primero que note fue el singular olor a plantas y el lugar estaba repleto de ellas; en frente de mi estaba situado el gran escritorio y en el lugar donde debería estar el director una mujer de 40 años y con buen cuerpo estaba sentada y charlaba poco amistosa con un chico que estaba sentado a espaldas de mí. La mujer me vio y su semblante duro cambio por uno más amable.
-Hola Armin, mucho gusto soy la directora Mira- ¡Claro como puede ser tan torpe olvide mencionarles mi nombre, pues es , Armin Lankaster- Tal vez te preguntes porque te eh citado aquí; no te preocupes no has hecho nada malo, estas aquí porque necesito que me hagas un favor. Quiero que hagas de tutor de Mark Newarre, por favor levántate y preséntate.
El chico que estaba sentado se levantó, lo primero que note es que era increíblemente alto, su cabello era muy oscuro y caía como flequillo en su ojo izquierdo; tenía que cuello de su camiseta abierto hasta llegar a su pecho y tenía una actitud de lo más rebelde. Aun así lo que más impactante eran sus ojos azules, tan nostálgicos a pesar de que su expresión no denotaba nada y sus largas pestañas negras. Por extraño que parezca sentí algo extraño en mi pecho.
Aun ahora que han pasado tantos años no eh olvidado sus ojos azules…..