Hace unas horas que el día había terminado y fue salvajemente agotador, simplemente quería llegar a su hogar y verlo entre esas paredes que protegían su santuario, que su sonrisa limpiara toda impureza de su ser y aligerara toda carga, en tan solo minutos llegó, las calles estaban desiertas pero ya se había acostumbrado a tal paronama, sabia que no conseguiría una multitud a las 3:30 am, que era su hora habitual de salida, su trabajo le demandaba demasiado, pocas horas de sueño y un eterno estrés pero la buena paga era lo que lo motivaba, gracias a ella podía costear todo lo que él necesitaba, se digno a bajarse del auto mientras sacaba sus llaves del maletín de cuero que cargaba su mano, su intención era abrir la puerta con ellas pero sorpresivamente esta ya se encontraba desbloqueada, alarmado, entró precipitadamente a la vivienda que solo albergaba oscuridad.
¡Kanon!- su reacción fue de total pánico ya que no conseguía contestación -¡Kanon! ¿Estas aquí, estas bien?- volvió a vociferar sin respuesta alguna, el lugar aun seguía a oscuras y tanteando el camino con sus pies se abrió paso, tropezándose con la pesada mueblería -¡Maldición! … Ya se como es ser Kanon- dijo para sus adentros, con pocos minutos de búsqueda la frustración se apoderó de él y su intento de descifrar el enigma fue interrumpido, escuchó golpes secos provenientes del techo de su casa y con el mismo impulso con el que entró a ella se dirigió hacia donde se escuchaba el traqueteo, su mente era bombardeada por distintos pensamientos y todo su cuerpo se tensó al momento que llegó a la puerta de la azotea, solo se imaginaba lo peor, con decisión giro la perilla de esta, revelándose ante él; su cabello azul oscuro se desplomaba como una cascada por su espalda ancha, las puntas tocaban el suelo ya que se encontraba sentado en el y desde su posición podía notar que su mentón estaba levantado de manera que pareciera que… estuviese viendo las estrellas.
Llegaste- dijo con un hilo de voz –no quería que me encontraras aquí pero aun así te llame – con su palma toco el suelo, una sonrisa se formo en sus labios, invisible para quien lo observaba, aun dirigiendo su rostro hacia el cielo estrellado –pronto amanecerá, la salida del sol es her…- poco a pocosus palabras se fundieron en el silencio y por un acto impulsivo del ingles apresuradamente se ubicó a la misma altura que el griego, abrazando su cuerpo desde su espalda, paso por su mente que unas lagrimas abandonarían sus ojos pero con esfuerzo pudo contenerlas a tiempo antes de que Kanon notara la humedad en su espalda –Justamente por esto- pensó en voz alta mientras sujetaba las manos de Radamanthys, que se encontraban recién posicionadas en su abdomen y suavemente frotó su dedo índice en el dorso de una.
Pen.. pensé que algo te había sucedido- ahora era el quien tenia su voz en un hilo –el corazón me llegó a la garganta- su voz era difícil de entender ahora ya que cada vez encajaba mas su rostro en los cabellos y los omoplatos del geminiano –pero no estoy enojado- rápidamente aclaró, siempre parecía que lo que él hiciera le molestaba, ambos sabían que eso era falso, aun así era innecesario pero se sintió obligado de hacerlo
Lo sé- su voz era calma, hace unos cuantos años que no levantaba su voz ni discutía, la misma cantidad que llevaba junto al inglés –yo solo quería tomar aire fresco y disfrutar del paisaje nocturno, no puedo dormir sin ti junto a mi- las palabras salían naturales de su boca y el rostro de Rada seguía en su misma posición, no pensaba cambiarla en unas cuantas horas, el aroma del griego era hipnotizante, adictivo, nuca se cansaría de él, jamás.
Hubo un silencio cómodo entre ellos dos, ambos disfrutando la compañía del otro en santo silencio, momento que aprovechó el inglés para colocarle su sobretodo al otro, esa madrugada era mas fría que de costumbre, luego volvió a su posición inicial sin perder tiempo -¿Cómo llegaste hasta acá y hace cuánto?- suavemente rompió la brecha, cuido su tono, quería saber con que medios el otro había llegado a ese lugar -¿te lastimaste?- esa era su mayor preocupación
Rada, el hecho que sea ciego no quiere decir que soy un inválido- su voz no tenia una connotación de defensiva, era su mas puro y simple pensamiento, sintió como la mano bajo la suya se crispó un poco –no te preocupes- trató de calmarlo mientras frotaba de nuevo su palma contra el dorso –solo subí las escaleras, nada del otro mundo, me ayude con el bastón- alejo su mano y señaló a su derecha el objeto en el suelo –la hora de mi llegada no es importante pero si… llevo unas cuantas horas sentado aquí- no quería dar detalles para no alarmar al rubio, otra brecha se tejió entre ellos, más prolongada pero igual de agradable.
Pasaron las horas y ya las aves comenzaban a trinar anunciando que la oscuridad estaba llegando a su fin, Kanon aun seguía admirando el paisaje mientras que Radamanthys había sucumbido al cansancio y su respiración acompasada inundaba los oídos del griego, sentía su corazón palpitar al son del suyo, solo con eso sabia que, aunque no pudiese ver su rostro, sus sentimientos iban en perfecta sincronía –te amo- el susurro se perdió en el nuevo amanecer.
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Rada ¿Puedes sentir eso? ¿Eres capaz de tocar los colores, saborear los sonidos, escuchar el viento? ¿Eres feliz aquí y … ahora?- veía su rostro hermoso, su uniceja y sus ojos del mismo matiz que su cabello, su piel blanca y su cuerpo atlético, no había cambiado nada, era igual a como lo recordaba, el era el hombre a quien amaba.
Si lo soy, contigo… ahora Kanon- tomó su rostro entre sus dos manos y posó un beso en sus labios rojos, atrapando cada respiro para atesorarlo, para siempre.
Te amo, te amo- se dijeron entre la oscuridad de sus sueños.