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- A por el videojuego - por Estrella31

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Notas del capitulo:

¡Hola! Bueno, nuevamente vengo con una historia de Saint Seiya de colegiales *facepalm* espero les guste, aunque debo advertir que no contiene casi nada de yaoi, así que, si esperan cosas románticonas este no es su fic :).

Los personajes no me pertenecen, sino ¡uf! ni quiero imaginar que haría con ellos *-*; pertenecen al Señor Kurumada.

Sin más preámbulos, les dejo la historia.

Era un día soleado el lunes por la mañana de alguna ciudad de Grecia. El sol brillaba e iluminaba cuanto paisaje llegaran sus rayos haciendo mucho calor para los habitantes. Sobre todo tal vez, para aquellos alumnos que estaban en la escuela.

Un chico de 13 años, de cabellos castaños y algo desordenados estaba sentado con su cabeza en el puño mirando distraídamente la pizarra mientras pensaba en salir ya de clase; a su lado izquierdo y en casi iguales situación, un chico de cabellera rubia y ondas miraba la ventana a la vez que golpeteaba con el borrador de su lápiz su carpeta esperando ansioso la salida.

“¡RINNNG!” Se escuchó por toda la escuela deteniendo al profesor presente en clase, diciendo algunas frases ya típicas como: “Hagan su tarea” o “No se diviertan mucho” pero al parecer a los dos chicos les había importado poco o nada sus fracesitas porque, cual cohete, salieron disparados dejando a todos atónitos incluido el maestro.

-  ¡Vamos, date prisa Aioria! – se quejó el chico de cabellera rubia mientras le miraba por el hombro al chico que se había quedado al parecer revisando algo dentro de su maleta atrás. - ¡Ya es muy tarde!

-   Bicho, vas a matarme – dijo al llegar a su lado mientras seguía revisando, pero ahora trataba de meter más la mano en su mochila– Creo que olvide el dinero.

-   ¡Gato! ¡Pero si acordamos eso ayer! – alzó la voz el chico - ¡¿Y ahora qué?!

-   Mira bicho, podemos ir a mi casa y luego ir. Tal vez todavía podamos conseguir sitio. – cesando de buscar en su mochila, Aioria la había puesto de nuevo sobre sus hombros.

-   ¡Pero es tarde! ¡Se suponía que debíamos ir ahora! – Milo empezaba a exasperarse.

-    ¡No me grites! – Aioria empezaba a enojarse.

-    ¿Y quién fue el imbécil que se olvidó el dinero, eh? – respondió el otro mirando con odio a su amigo y casi empezarían una pelea de no ser porque alguien coloco su mano en el hombro del castaño.

-  ¿Qué estás haciendo?

Tras de Aioria estaba su hermano Aioros, mirando severamente a su hermano menor.

-   A-Aioros – respondió – ehhh… no estábamos haciendo nada… ¿Verdad Milo?

-   Pues, aparte de recordar que desaprobaste el último examen de historia, no hacíamos nada, ¿Verdad? – le respondió el otro fingiendo una sonrisa.

-   “Maldito bicho rastrero…” – pensó Aioria.

-   Aún no me contestan, claramente vi que iban a pelearse, ¿Qué pasó? – Aioros se cruzó de brazos esperando respuesta.

Milo bufó. La verdad no pensaba delatar a Aioria, pero es que estaba muy enojado con él y aparte, ya era algo tarde para hacer cola y conseguir el tan anhelado videojuego que iban a comprar los dos.

-   Aioros, El gato olvido el dinero para el videojuego… - respondió Milo con desgano bajando la cabeza mirando el suelo – ahora, es muy tarde  y tal vez ya no podamos conseguir uno hasta el siguiente mes… - decía casi quebrándosele la voz.

-  Oh ya veo – dijo con simpleza mientras metía la mano en su bolsillo- Toma, luego me lo devuelves Aioria ¿Eh?

Milo alzo la cabeza. Frente a él, Aioria recibía de su hermano un pequeño fajo de dinero.

-  Hermano… pero es tu paga de tu empleo... – susurró Aioria - ¿No que ibas a salir hoy a...?

-   Descuida, no importa, como dije, luego me devuelves. Ahora, vayan. Sé que esperaban comprar ese videojuego desde hace semanas.

-   ¡Gracias Aioros! - Los dos pequeños se abrazaron al mayor, uno de cada pierna.

-  Esta bien, no se preocupen – dijo acariciándoles la cabeza antes de salieran corriendo por el pasillo. – “No tienen remedio…” –pensó para sí.

 

 

*** ***

 

Corrieron tanto como las piernas les dieron. Saltando ridículamente algunas escaleras, cruzando en verde el semáforo donde casi son atropellados, tropezando con más de un peatón ofreciendo alguna balbuceada que se traducía como una disculpa, pero finalmente, habían llegado a su destino.

La tienda de videojuegos estaba a solo algunos metros de ellos. ¡Ya casi lo lograban! Pero al ir acercándose se les fue borrando la sonrisa al ver la tremenda cola que se extendía delante de ellos.

Se acercaron despacio, poniéndose al final y mirando la distancia donde estaban.

-  ¡Llegamos tarde! – dijo con impotencia Aioria que trataba de recobrar el aliento.

-   ¡Ya cállate! – dijo Milo que trataba de mirar por el hombro del chico que estaba delante de él para ver el avance de la cola.

-  Milo, mejor vámonos; dije que quería jugar el videojuego, pero no quiero ser abuelo cuando lo haga.

-   No seas pesimista ¿Quieres? – le miró Milo mirándolo un momento para de nuevo regresar su vista ahora sacando la cabeza de la cola tratando de contar cuantas personas faltaban.

-   Acéptalo, no llegaremos a tener hoy el videojuego – Aioria totalmente derrotado se sentó en el suelo con las piernas cruzadas sin importarle la limpieza de su uniforme.

-   Disculpa…

El chico que estaba frente a Milo giró un poco hacia ellos; vestía también un uniforme escolar solo que algo diferente. Tenía pantalones negros, una camisa blanca manga larga y un chaleco cuello en “v” con algunos botones dorados y en la cabeza, traía un gorro negro.

-  Primero, déjame decirte que esta tienda es la que tendría una gran cantidad de mercadería como para abastecer a todos los jugadores y segundo, por favor, deja de quejarte, hazle caso a tu amigo, porque me empiezas a molestar. – El extraño chico se volvió a poner a su misma posición anterior.

Aioria frunció el ceño. ¿Quién rayos se creía ese chico? Estaba a punto de levantarse cuando Milo le puso la palma en frente y ahora era él quien tocaba el hombro del chico haciéndolo voltear nuevamente.

-   ¿Quién te has creído para darnos órdenes? – Milo le miro desafiante.

-   Vaya, recomiendo a tu amigo a hacerte caso, y ahora el ruidoso eres tú. – contestó el otro frunciendo el ceño.

-   No te metas donde no te llaman ¿Quieres? – le contestó.

-  Bien, no diré nada más. Solo traté de informarles, pero parece que ustedes no recibieron bien mi información; solo pido una cosa: No hagan tanto ruido, me molestan. – volvió a regresar su vista al frente.

Milo y Aioria le miraron un buen rato. ¿Quién se creía ese tipo hablándoles con ese tonito de superioridad? Pensaban que era un tipo raro, pero ni él ni ellos volvieron a hablarse en todo el rato; claro que no perdieron detalle de cuando otro chico de cabellos lilas y mismo uniforme, le hablaba algo al oído y regresaba a su sitio.

 

** **

 

Pasaron pareciese una eternidad en esa bendita cola. Veían pasar a miles de chicos con el videojuego que querían desde que salió su publicidad por internet. Y ahora por culpa de Aioria (Como pensaba Milo) esperaban alcanzar algún ejemplar del videojuego.

Luego de horas y horas, y ahora que ya no hacía sol, sino que se empezaba a ocultar regalando sus últimos rayos, los chicos ya casi se encontraban cerca de la tienda.

-   “Ya casi, ya casi…” – pensaban los chicos.

-  Bien, pasen, ya son los últimos. – dijo un chico en la entrada haciendo pasar a los últimos seis chicos que quedaban.

Al entrar, a la ¿Tienda? ¡Pero que rayos era esto! De las ordenadas cajas de mandos y estantes de videojuegos no quedaba nada más que estantes vacíos. En el suelo se veían envolturas y algunos pedazos de tecnopor blanco con cintas adhesivas; una estampida pareciese que había barrido con todo el orden del local.

Para sorpresa de ellos, todos al mismo tiempo preguntaron por el mismo videojuego a lo que el encargado les señalo una dirección.

Cual carrera, los chicos corrieron por el pasillo hasta lograr ver dos ejemplares todavía, siendo tomados rápidamente por dos chicos que casi tumban la estantería dejando a los cuatro chicos mirando cómo se iban con sus trofeos y luego volteando a ver el estante vacío.

-  Debe haber alguno por aquí…- Aioria se acercó, mirando alrededor del estante. Tal vez otras personas dejaron alguno por acá…

-  Iré a preguntar – escucharon decir al chico odioso de la fila mientras se alejaba y dejaba a su amigo de cabellos lilas que miraba desolado a su amigo regresar por el pasillo.

-  ¡Yo también voy! – Dijo Milo siguiéndolo.

Los dos caminaban a paso rápido pero sin correr por el corredor.

-  Oye – el chico de gorra negra se giró hacia él. – yo estuve primero en la fila, así que si en esta tienda hay un videojuego es mío. Además, yo también vine primero a preguntar.

Milo le miró enfadado ¡Que odioso era! Con que ganas quería patearle el trasero; pero solo le miro y salió disparado sin importarle los reclamos del chico que venía tras él. Cuando llegaron con el encargado los dos empezaron a hablar al mismo tiempo tratando de hacerse entender más rápido que el otro, lo que buscaban. Con algunos segundos se hicieron entender con el encargado.

-  Si el estante está vacío, es que ya no nos queda ninguno. Lo siento chicos, vengan el otro mes.

Los dos chicos bajaron la mirada. Los dos querían ese videojuego más que nada, claro que con sus razones personales diferentes.

-  Esperen… - los dos chicos miraron al chico que les había abierto la puerta – Creo que vi uno de esos, solo que no recuerdo en qué lugar de la tienda estaba. Iba a ordenarlo hoy pero lo olvidé. Creo que tienen suerte. – dijo alegre – Ya que son amigos, podrían compartirlo.

- ¡No somos amigos! – contestaron al unísono.

-  Ah vaya. Entonces, les aconsejo que busquen, la tienda no es tan grande, pero sí que puede ser molesta para hallar un disco de videojuego.

-  Bien. – contestaron nuevamente al mismo tiempo haciendo que se miraran y se lanzaran rayos invisibles con ganas de destruir al otro.

El chico de gorra negra salió corriendo a buscar a su compañero al igual que Milo. Caminaron por el pasillo por donde vinieron buscando a sus compañeros mirando de reojo al otro y mirando el estante de su costado pero parecía que no estaba.

Cuando lograron divisar a sus compañeros, se quedaron asombrados al chico de cabellos lilas tapándose la boca ahogando risas viendo a Aioria limpiárse la cabeza de lo que parecía trozos de tecnopor y riendo suavemente.

-  Camus, ¿Qué pasó? – le interrogó el de cabellos lilas ni bien sintió acercarse a su amigo.

-  Dicen que tal vez quede uno, Mu.

-  Entiendo – Mu tomo aire serio. – sabes que cuentas conmigo.

-         - Aioria, ya escuchaste, tenemos que buscar ese videojuego – Milo le hablo a Aioria que estaba levemente agachado sacudiéndose con las dos manos la cabeza.

-    Sí, ya voy – le dijo enderezándose.

-    Mu, ya vámonos. – le hablo el chico de gorra – Ese videojuego es nuestro.

-   Ni lo sueñes Camil, nosotros lo conseguiremos – Milo le habló al chico que paso de una cara de sorpresa a una de enojo.

-   Me llamo Camus, idiota. – corrigió.

-  Sí, como sea. – el chico rubio movió la mano restándole importancia, regresando su vista  su compañero - ¡Vamos gato!

De la nada los dos chicos salieron corriendo a otro pasillo mientras que Camus y Mu corrieron a otro diferente.

Buscaron moviendo cajas, levantando cajas de algunas consolas, buscando entre los discos de otros videojuegos pero nada. Buscaron un gran rato hasta que…

-     ¡LO ENCONTRÉ!

Los tres chicos escucharon. Pararon de buscar y se dirigieron al lugar de quién había gritado.

-    ¡ERES UN MALDITO GATO CON SUERTE! – decía Milo sin retener emoción alguna chocando palmas con su amigo.

Camus y Mu miraron la escena. Mu desvió la mirada a Camus y cuando trató de abrir la boca para decirle algo, vio al chico acercarse a ellos.

-   Ese videojuego es mío.

Los dos chicos felices pararon de reír cuando escucharon la voz de ese chico que ya los tenía hartos.

-  Aioria lo encontró, es nuestro. – Milo le habló poniéndose frente a él.

-   Yo estaba primero en la fila; es mío por derecho. – el chico le regresaba la misma mirada intensa.

-   Ven el otro mes, porque hoy nosotros nos llevamos este videojuego. – Milo le quitó la mirada y paso por su costado seguido de Aioria. Pero ni bien se alejó unos cuantos metros, el chico habló:

-   ¡Espera!

Mu le miró preocupado. Temía por lo que fuera a hacer Camus, ¿Qué intentaría hacer?

-   ¿Y ahora qué? – preguntó Milo sin mirarlo frunciendo el ceño.

-   Te propongo algo.

“¿eh?” Se preguntó. Cuando volteó a verlo el chico le miraba con sus ojos cafés.

-   Juguemos. Quién gane, se lleva el videojuego.

-    El videojuego es nuestro, además es tarde y nosotros ya…

-  Apostemos algo más entonces. – respondió el chico encogiéndose de hombros.

Milo abrió los ojos. Eso sí que había llamado su atención. Miró a Aioria que también le veía con ojos abiertos como platos.

-         - ¿Y qué apostaríamos? – preguntó curioso cruzándose de brazos.

-   Camus no lo hagas… - susurró Mu que se encontraba a un lado entre ellos tres.

-   Apuesto el precio del videojuego. Si ganas, yo lo pagaré.

Milo y Aioria casi pensaban que estaban soñando: ¿En serio quería apostar eso? Como si se leyeran la mente se sonrieron mutuamente y fue Aioria quién hablo.

-  Nosotros apostamos lo mismo.

-  Bien. – contestó escuetamente el chico mientras que avanzaba hacia la entrada seguido de Mu.

Los chicos se sonrieron. No había forma que ese chico ganara, justo este videojuego era la parte dos del primero donde habían batido el record estatal. ¡El chico estaba acabado!

Los cuatro llegaron al mostrador a explicar la pequeña pelea que tendrían y para sorpresa de todos, el dueño de la tienda les cedió una consola y cuatro mandos para que llevaran a cabo “la pelea”.

Caminaron a una parte en el fondo de la tienda. Sentados en el suelo, los chicos tenían una Televisión mediana y sacando del empaque el videojuego, Mu colocó  el CD. Milo y Aioria se veían cómplices: ¡tendrían el videojuego gratis!

-  Esta gorra me está incomodando.

De pronto sin saber porque, los dos chicos voltearon a ver como el chico odioso se sacaba esa gorra negra, dejando a la vista su cabello largo rojo.

Como si viera cosa rara, Milo se le quedo mirando.

-   ¿Qué? – preguntó el chico pelirrojo que se sintió incomodo por la mirada del chico a su lado.

-   Eh…

-   Ya sé. Nunca habías visto un pelirrojo… - dijo incómodo el chico cruzándose de brazos haciendo una pausa. – Deja de mirarme así o te golpearé.

-   ¡Listo! ¡Empecemos! – dijo emocionado Mu poniéndose al lado de su amigo.

La batalla empezó. Milo jugo con maestría haciendo estrategias y hablando con Aioria de vez en cuando. La verdad, tenía que admitirlo: ese chico pelirrojo resultó duro de eliminar.

Después de casi hora y media de juego fue eliminado Mu, que agachó la cabeza y ofreció una disculpa a su amigo que le sonrió levemente. Cosa no siendo desapercibida por Milo que pensaba que el chico era un amargado.

Dos horas más pasaron. En el transcurso de esta ya los chicos gritaban o maldecían fuertemente cuando no les salía bien algo. Ahora solo Milo y Camus jugaban; Aioria había sido vencido hacía más de una hora y hablaba alguna que otra cosa con Mu quién le había resultado agradable.

Y una hora más pasó. Milo ya tenía los dedos cansados y le dolía el trasero de estar tanto tiempo sentado. Miro un poco a su lado derecho: Su rival no parecía tener ni una pizca de cansancio ni de querer rendirse; el chico miraba con total seriedad su juego que parecía hipnotizado. ¿Cuál era su fin para estar tan concentrado en ganar?

Pero después de media hora se vio en la pantalla del televisor: “YOU WIN”

 

 

*** ***

 

 

Los cuatro chicos se dirigieron a donde estaba el dueño de la tienda que estaba en su computador.

-  Bien, parece que su “batalla” arrojo a un ganador, ¿verdad?

Ninguno dijo nada. Solo Camus se acercó lentamente y sacó un Fajo de billetes.

-   Camus, yo lo pagaré. – trató de detenerle Mu. – Yo perdí primero, es mi culpa que tú no ganaras… lo siento, sé que lo querías para….

-  Mu, no es tu culpa. Esta bien; buscaré ese videojuego donde sea, seguro que habrá alguno por ahí…

-   Lamento decirte que hoy se agotaron en todas las tiendas – interrumpió el gerente verificando en el monitor. – No conseguirás uno hasta dentro de un mes.

-   Lo siento tanto Camus – se lamentó Mu.

Milo y Aioria miraban la escena. Algo estaba mal, pero no dijeron nada, solo esperaron.

-   Aquí tienen. – Entregó el gerente el videojuego en una bolsa. – ¡Espero verlos pronto!

En silencio salieron todos de la tienda. Camus aún tenía la bolsa en su mano. Milo y Aioria esperaban tras de él que les entregara el trofeo.

-  Yo perdí. Aquí tienen. – Les dijo girándose y extendiendo la bolsa.

Milo miro muy serio la bolsa blanca. Oh rayos, Aioria lo mataría, pero sabía qué hacía lo correcto.

-  Quédatelo.

Habría que levantarle la quijada a Mu que se le cayó al suelo y la cara de Camus de sorpresa no tenía precio al igual que la de Aioria que pensaba cometer un asesinato.

-   ¿Estás loco bicho rastrero? ¡¿Por qué demonios le das nuestro videojuego?! – gritó mirándole.

-   Escucha, no sé cuáles sean tus razones, pero jugaste muy bien, casi poniéndote a la altura de nosotros no siendo un jugador experto. Además, escuché que tu amigo dijo algo en la fila; al menos podrías decirnos algo ya que te estamos dando el videojuego Camus.- pronunció su nombre por primera vez.

El pelirrojo suspiró. Una de las cosas que le molestaban de sobremanera era hablar de su vida privada, pero esos dos le estaban dando el videojuego, así que, ¿Qué más daba?

-   No soy muy fanático de los videojuegos, pero mi hermano Hyoga sí. Hace como una semana, cayó enfermo y me pidió venir a comprar, pero, olvidé que hoy tendría prácticas de ajedrez hasta tarde, y le pedí a Mu acompañarme por si salíamos tarde. Ese videojuego es algo importante para él; Si no lo conseguía hoy, tal vez mi hermano no pondría más empeño en mejorarse  – dijo terminando en un susurro.

-   Camus, debemos irnos, ya casi son las nueve de la noche. – sugirió Mu.

El castaño tanto como el rubio  le miraron, al final, resultó que el chico no era tan malo después de todo. Milo se acercó un poco a él y le extendió la mano.

-   Que tu hermano se mejore pronto.

Camus para su sorpresa le sonrió y le devolvió el saludo.

-   A pesar de todo lo ruidosos que pueden ser, no son tan malos después de todo.

-   ¡Oye!

Todos rieron. Luego de algunas breves despedidas, todos marcharon por su camino. Aioria iba con Milo caminando hasta alguna parada de autobús.

-   Al final no conseguimos videojuego. ¡Da igual! Creo que “la uno” es casi igual que esta. – le dijo Aioria.

-   Sí gato, como digas…. ¡Espera! – le dijo girándose por la dirección que habían venido. – ¡No le pregunté donde vivía!

-       -   ¿Y eso qué? Van al colegio de ricachones donde la vez pasada quisimos colarnos… - dijo encogiéndose de hombros el castaño.

-   ¿Cómo sabes eso?

-   Hable algo con Mu; es muy agradable. El tiempo que hablamos me dijo que si quería podía ir a su escuela que estaba organizando una feria la próxima semana para tener fondos para su fiesta de graduación. Supongo que siendo ricachones será algo muy grande. – finalizó sonriéndole.

Milo asintió. Tal vez no sería mala idea ir a visitar a ese chico extraño. Después de todo, era un buen jugador y tal vez podrían integrar el equipo estatal. Tal vez…

 

FIN

Notas finales:

Gracias por leer!


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