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El dulce sabor. por Alabama Now

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Notas del capitulo:

Saludos a todos y todas !! 

Les traigo aqui el ultimo capitulo de este fic que fue un proyecto ambicioso por tratarse una pareja poco comun. Espero lo disfruten tanto como yo disfrute escribiendo. Nuevamente pido disculpas a mis antiguas lectoras por la espera. Y a mis nuevas lectoras, son maravillosas y sus reviews me han inspirado para al fin terminar esta historia. 

Espero sus opiniones con todo el corazon !!

Gracias por leer !

Herido.

 

Parecía que el mundo se había detenido. No quedaba nada, no había aire ni espacio ni nada. Solo frio. Un frio completo, destructivo y doloroso, como si cada musculo se separa del hueso para ser reemplazado por hielo. Como tragarse un millar de agujas que se habían ido arrastrando hasta su pecho y se alojaran allí.  Incluso creía tener la boca ligeramente abierta y los parpados imposibilitados para cerrar sus ojos, obligándole a contemplar la escena más dolorosa de su vida.

 

Todo estaba paralizado. Los músicos habían detenido el sonido de sus instrumentos. Los comensales de aquel carísimo restaurant estaban expectantes y podría jurar que, como le pasaba a él, no eran capaces de apartar sus ojos de la escena. A su lado sus padres y sus invitados parecían estar sorprendidos y aguantaban la respiración de manera estoica, guardando tanto aire en sus pulmones como eran capaces. Los meseros habían detenido su ir y venir con las bandejas y podría jurar que desde la puerta de la cocina igualmente había algún cocinero contemplando todo lo que ocurría.

 

Tan doloroso.

 

Itachi tenía ante él lo que no hubiese querido presenciar jamás.

 

Casi en el centro de aquel lujoso lugar se encontraba Sasuke arrodillado frente a Naruto Namikaze, al tiempo que con manos temblorosas le extendía un anillo brillante de compromiso. El rubio, quien se había levantado para retirarse al baño unos minutos, volvió para encontrarse con aquella situación. Con sorpresa se había llevado la mano a la boca y los ojos se le humedecían emocionados. No miraba a nadie, ni siquiera de reojo. Sus hermosos ojos azules miraban alternamente el anillo y el rostro de Sasuke.

 

- Namikaze Naruto. - comenzó a hablar el menor de los Uchiha, con la voz ligeramente ronca debido a su nerviosismo. - Desde que nos conocimos supe que nunca existiría nadie más importante en mi vida que tú. Eres y siempre serás el único a quien he amado. - la voz se le quebró al momento que un profundo sonrojo poblaba sus blancas mejillas. - Permíteme ser quien te acompañe el resto de tu vida. Por favor, hazme el hombre más feliz del mundo. - tomó aire con fuerza.- Cásate conmigo. -

 

El silencio que siguió a aquella confesión se les antojo a todos eterno. Ese momento dubitativo. Aquel donde el orgullo rabioso de Sasuke había quedado relegado, convirtiendo al joven en un humilde hombre enamorado, quien suplicaba por una respuesta afirmativa. Itachi sentía como el estómago se le removía de modo desagradable, mientras no podía despegar la vista del rubio, quien había comenzado a temblar de emoción. Aquellas palabras, de tanto amor y adoración que su hermano le recitaba a su novio, le estaban destruyendo.

 

Así como también el tembloroso asentimiento de Namikaze, mientras comenzaba a derramar lágrimas con  efusividad.

 

-Si. - le dijo en apenas un murmullo.

 

Y el salón estalló en aplausos y exclamaciones enamoradas. Incluso sus padres, con los padres del rubio quienes compartían con ellos la mesa, soltaron exclamaciones de aprobación y felicidad, mientras Sasuke se ponía en pie y colocaba en el tembloroso dedo del rubio aquel anillo que le venía perfecto. Luego abrazaba al más bajo por la cintura y le daba un beso lleno de amor.

 

Habían ido esa noche a aquel lujoso recinto toda la familia Uchiha y Namikaze a celebrar la reciente graduación de Naruto, quien a sus veintitrés años, ya había completado con honores su formación como periodista y que comenzaría a trabajar en la productora de su padre pronto. Sasuke, quien ya llevaba un año trabajando con su padre en las empresas Uchiha, había planeado la velada con la oportunidad de que su hermano mayor volvía a la ciudad luego de pasar algunos meses trabajando para una nueva película fuera del país.

 

De haber sabido Itachi lo que ocurriría esa noche nunca hubiera ido. Sabía que sería menos doloroso enterarse por cualquier otro medio que ver como Naruto era mimado por su hermano menor que lo miraba de forma tan enamorada y feliz que casi sonreía. Su parco hermano menor sonreía con tanta sinceridad mientras besaba la frente de su ahora prometido, que Itachi se sintió ruin y miserable de haber deseado que Naruto le hubiera dado una negativa.

 

Naruto dejaba que su nuevo prometido intentara limpiarle las escurridizas lagrimas que no dejaban de brotar de sus ojos, al tiempo que todos en la mesa se levantaban para darle las felicitaciones a la pareja. No podía dejar de llorar, no podía detener aquel desbordante mar de emociones que lo estaban volviendo loco.  Con una disculpa se retiró al baño para lavarse el rostro.

 

Y fue cuando Itachi vio su oportunidad. Mientras los padres presentes felicitaban al menor de los Uchihas por haber dado el gran paso, él se escabulló con cautela. Recorrió un poco el salón hasta dar con un lugar ligeramente escondido bajo la suntuosa escalera al segundo piso, donde había una puerta para damas, una para varones y otra para donceles. Se acercó a la tercera y tocó una vez sin respuesta. Pero incluso tras la puerta pudo escuchar con claridad los sollozos de Naruto. Mirando a ambos lados cruzó la puerta y la cerró con el cerrojo.

 

Los sollozos no se detuvieron aunque él estaba allí y Naruto solo intentó ocultarlos tras ambas manos en su rostro, recargado en el lavabo del baño, ignorando a quien había entrado por la puerta. No necesitaba verlo, el solo aroma de su perfume le había dejado claro que era Itachi quien lo había seguido.

 

-¿Por qué lloras de esa manera? -le preguntó Itachi, sintiendo en su propia carne el dolor de aquel llanto y sin embargo, sin poder entenderlo. - Basta, Naruto deja de llorar.-

 

-No...no puedo.- Decía el rubio entre hipidos lastimeros.

 

-¿No quieres casarte? - Preguntó el otro. - Podrías haberlo dicho, aun puedes cancelarlo. -

 

-Cállate - fue todo lo que dijo. Su voz solo un murmullo quebrado.

 

-Aun eres joven, solo dile que necesitas más tiempo. - Pero sus palabras lejos de calmarlo solo lo pusieron más furioso.

 

-Cállate. ¡CALLATE! - exclamó con un graznido lastimero. 

 

El rubio alzó las manos y sujetó las solapas de la chaqueta del más alto y lo atrajo con fuerza hasta que ambas bocas chocaron. El mayor se aferró a su cintura con ansias, con anhelo, recuperando el alma que se había destrozado con la idea de perderlo para siempre. El rubio lo besó con energía, enroscando su lengua con la del pelinegro, dejándose llevar por el intoxicante sabor de su boca.

 

Por extraño que pareciera hacia alrededor de un año que Namikaze había menguado de forma paulatina sus encuentros. Casi no se comunicaban cuando Itachi no estaba en el país y cuando se encontraban, ya fuera en la productora o en la casa de los Uchihas, el rubio no estaba de ánimos para empezar algún acercamiento con él. Todo lo contrario, parecía completamente absorto con Sasuke. Solo habían estado algunas veces juntos, dejando como un lejano recuerdo cuando buscaban hasta la más mínima oportunidad para ocultarse y devorarse el uno al otro.

 

Y luego de haber experimentado la dolorosa realidad de perderlo, besar esa boca con aquel dulce sabor, le devolvía una calma y un alivio que no creía encontrar en nada más.

 

El beso se prolongó hasta hacerlos perder el aliento y el rubio se separó de golpe, jadeando y se ocultó en el pecho del mayor, sin poder parar de sollozar. Sin poder evitar que las lágrimas irritaran sus pómulos con su ardiente descenso.

 

-Es por esto, maldita sea. - dijo con voz ronca. -Es por esto que estoy llorando.- Soltó dolorido. El pelinegro quiso entenderlo, quiso buscar algo de razón en el menor. No podían estar juntos sin más, no podían hacerle daño a Sasuke de esa manera tan vil. Pero saber que Naruto sufría con él aminoraba un poco el dolor. Al menos hasta que el rubio se encargó de quebrarle toda ilusión: - Yo lo amo, Itachi. - Soltó con la voz lastimera. - Por dios, yo lo amo.-

 

Nada en el mundo podría haber recuperado al famoso actor de aquella confesión. Sintió como se cercenaban las entrañas y el frio hielo desgarraba sus huesos y músculos, los sintió romperse y rearmarse, sintió el corazón explotar y abrirse.

 

-Mientes. - Dijo en un susurro cargado de miedo.

 

-Yo... No puedo seguir con esto. La culpa me está matando Itachi. Yo amo a Sasuke de una manera terrible, lo necesito, no puedo... - Se cortó con un sollozo. -Lloro de dolor por lo que le he hecho y de felicidad porque me ha elegido a mi. - dijo como si no lo creyera. - ¡A mi! Para pasar el resto de su vida. Soy lo peor. -

 

El pelinegro soltó al rubio como si le quemara y retrocedió con una mano en el pecho destrozado.

 

- ¿Me estas jodiendo? - Preguntó el mayor. -¿Crees que es divertido?-

 

-¿Acaso me ves riendo? -Gritó el rubio. - Me duele todo, maldita sea, yo amo a tu hermano, lo amo tanto que me duele. Yo... No puedo seguir con esto, hace meses que no puedo. Verte...besarte, me lastima, Itachi.-

 

Nada podría haberle sorprendido tanto como eso, haberle dolido tanto como aquello. Veía a Naruto frente a él, a aquel doncel hermoso que se había convertido en el objeto de un deseo tan desgarrador que le parecía imposible imaginar su vida sin él, y lo veía llorando tan confundido como él mismo estaba. Tan abatido. No podía entender nada, o simplemente no quería entenderlo.

 

Se acercó al menor y lo tomo de los brazos con poca delicadeza, lo sacudió para llamar su atención y ni con eso lograba menguar las lágrimas que los hermoso ojos azules soltaban a borbotones.

 

-Dímelo otra vez. - exigió sin delicadeza. - Dime de nuevo que no quieres estar conmigo, que esto ha estado mal, que aquí termina.-

 

-Yo no puedo con esto, Itachi. - intentó limpiarse una vez más las lágrimas. - Quiero que termine, quiero dejar de desearte de esta manera, porque yo amo...yo amo a tu hermano. -

 

El más alto volvió a acercar su rostro al del rubio. Volvió a tomar sus labios con ansias renovadas. ¿Que buscaba decirle con aquel arrebatador beso? Todo. Todo lo que no había sido capaz de reconocerle nunca, todo lo que se había negado desde que aquel ridículo juego entre ambos había comenzado, cuando Namikaze no era más que un adolecente consentido y caprichoso.

 

El rubio abrió la boca dejándose envolver en la desesperación de Itachi. Puso sus manos en el pecho del mayor, queriendo ignorar las lágrimas que le quemaban el rostro como ardiente fuego, quiso ignorar el corte de cirugía que estaba sufriendo su corazón por saberse nuevamente en otros brazos que no fueran los de su ahora prometido, quiso poder deshacerse del estúpido deseo que sentía por Itachi. Lo quería todo tan rápido que no podía concentrarse en nada.

 

Entreabrió los ojos un poco, aun embriagado en el aroma de Uchiha, hasta que captó el brillo perverso de su nuevo anillo. Un hermoso diamante rodeado de brillantes más pequeños que parecía perfectamente confeccionado para su mano.

 

"Cásate conmigo." La dulce voz de un nervioso Sasuke le volvió a la mente despertándole de golpe de aquel tórrido momento de desvarío.

 

Empujó a su cuñado con toda la fuerza de la que fue capaz, apartándolo de su cuerpo e inclinándose hacia atrás, intentó guardar toda la distancia posible. Las lágrimas finalmente habían parado, ya no tenía más dudas de lo que quería hacer. Con la mirada determinante en sus ojos azules, veía como Itachi se erguía frente a él.

 

-Esto ha terminado, Itachi. - dijo con voz firme. - Voy a casarme con tu hermano e iras a esa boda. Nuestro juego termina aquí. -

 

Uchiha lo observó durante un largo tiempo en silencio y vio algo que le removió los nervios.  Sus ojos azules determinados eran algo que no había visto con anterioridad en aquel hermoso rostro. Creía conocer todas las expresiones del menor, todas su emociones, después de todo llevaban en esa extraña relación incluso más tiempo que el rubio llevaba de novio con Sasuke. Conocía perfectamente cuando Naruto se proponía algo, cuando se encaprichaba, cuando deseaba, cuando se obstinaba. Pero nunca había visto esa determinación, esa madurez de saber perfectamente lo que quiere.

 

Se había terminado.

 

Compuso la mejor cara de indiferencia que fue capaz, y con todo el aplomo de sus largos años como actor, salió con paso decidido del baño. Dejando atrás a aquel rubio que le había hecho una herida horrible a su corazón, una herida tan profunda que no quería pararse a analizar.

 

La brillante tarjeta de exquisito papel bailaba entre sus dedos agitada por el viento de la ventana del taxi que estaba tomando en ese momento camino a su casa. A ese departamento que llevaba vacío desde hacía tres meses, cuando se había ido a filmar la secuela de una de sus anteriores películas con locaciones tan extravagantes como Tailandia, Sudamérica y la India. Volvió a leer una vez más aquella condenada tarjeta que había recibido justo antes de irse a filmación y que no había tenido valor para tirar.

 

 La invitación para el matrimonio de su hermano menor Sasuke con el rubio revoltoso de Namikaze Naruto, casi se le resbala de los dedos cuando el taxi tomó velocidad en la autopista.

 

No habían tardado nada en arreglar todo, en planear, preparar y determinar todos los detalles de ese matrimonio que había hecho inmensamente feliz a ambas familias. Solo habían pasado seis meses desde que su hermano, sin saberlo, le había herido el corazón y le había arrebatado por completo al único ser humano que había sido capaz de reducirlo a un sirviente, robándole la razón... Y también el corazón.

 

¿Cuánto tiempo había necesitado para darse cuenta de lo que sentía por Naruto no era otra cosa que amor? ¿Cuantas veces había rechazado relaciones con otras personas por miedo a que el rubio se alejara de él y su juego terminara? ¿Cuándo no lo había necesitado con esa asfixiante agonía por verlo? Habían pasado años. Años completos que ahora se escurrían en el olvido. Nunca se había atrevido a reconocer ante si mismo que estaba perdidamente enamorado de ese remolino de ojos azules y traviesa sonrisa. Tuvo que esperar hasta que Sasuke, su propio hermano, marcara la sentencia final de su juego para ver lo que era obvio, para saber que no podría vivir sin tocarlo ni besarlo de nuevo.

 

Una parte de su orgullo había determinado no ir a la boda, no aparecerse alegando un trabajo muy importante o una entrevista de último minuto. Pero su hermano le había pedido que fuese su padrino, con aquellos ojos brillantes que ponía cuando no era más que un crio. Y como en aquel entonces, Itachi no pudo negarse. Había llegado de vuelta apenas si dos días antes de la boda. El trabajo se había extendido una semana y solo alcanzaría a estar con su hermano un par de días antes de que este y su futuro esposo se fuesen de luna de miel.

 

Y todo ese tiempo sin saber absolutamente nada de Naruto.

 

Había intentado contactarlo, comunicarse, enviar mensajes y llamarlo. Pero luego del primer mes desde su compromiso con el menor de los Uchihas, Namikaze no daba señales de querer saber de él. Parecía realmente comprometido con la idea de ser fiel a su prometido. En cambio Itachi no tenía intenciones tan puras y respetuosas para asistir a ese matrimonio. Si el rubio quería terminar aquello tendrían que hablarse por primera vez sin juegos de por medio. Si, Itachi estaba dispuesto a jugar su última carta para destruir el futuro matrimonio de su hermano. Quería a Naruto de una manera rabiosa, con una necesidad arrebatadora, y si después no resultaba nunca podría decir que no lo había intentado.

 

Namikaze tendría que oírle una última vez y decidir si realmente quería dar aquel circo por terminado.

 

La noche había sido divertida, más de lo que hubiese esperado. Sus amigos se habían superado a sí mismos con la despedida de soltero que le habían hecho, alcohol a raudales, bailes animados, hombres guapos y tanta risa que estaba seguro mañana le dolerían las costillas cuando quisiera ponerse su traje de novio. Nada más salir del club y recorrer la ciudad en una limusina de su padre, todos sus amigos y él mismo se habían retirado a las habitaciones del lujoso hotel en las afueras donde al día siguiente se celebraría su boda.

 

"Mi boda." Pensó Naruto con un extraño sentimiento a la altura del pecho.

 

Eran las cuatro de la madrugada y llevaba una hora dando vueltas sin parar en su cama, que a pesar de ser cómoda no había podido darle cobijo al rubio periodista. Se preguntó si así se sentirían todos los novios antes del gran día. Esa mezcla de expectación y nerviosismo. El miedo de dar ese enorme paso y deseos de avanzar de una vez. Por fin seria el esposo de Sasuke Uchiha, el hombre que amaba con todo el corazón. Juntos para siempre.

 

Suspiró, cansado.

 

Había algo que no estaba bien. Algo que lo mantenía inquieto, a él, a quien estaba acostumbrado a manejar su propia vida con guante blanco y a la perfección, a hacer lo que quería. Ahora dudaba. Pero no sabía de qué. ¿De casarse? Claro que no. Ni siquiera se atrevía a imaginar un momento en el que Sasuke no estuviera en su vida. ¿Entonces que podía ser esa inquietud en el pecho que le estaba robando el sueño?

 

Necesitaba un cigarrillo.

 

Se vistió a toda prisa con ropa cómoda y simple, sacó su cajetilla que había podido esconder de su madre en su pequeño bolso de viaje, tomó la tarjeta de la habitación y salió. Las habitaciones que les habían dado no eran aptas para fumadores, porque se suponía que casi nadie de los familiares y muy pocos invitados tenían aquel vicio que el novio guardaba tan en secreto. No quiso ir a la terraza del bar, no quería toparse con nadie a esas horas, así que optó por la entrada principal y desde la puerta caminó unos pasos hacia la calle.

 

Casi se le cae el cigarrillo con las prisas que tuvo para encenderlo y darle la primera calada que pareció calmar sus nervios enseguida. La noche estaba fría, el frescor de comienzos de otoño se notaba de inmediato. Alzó la vista al cielo perdido en sus pensamientos y en las inquietudes que no querían dejarlo dormir.

 

Por el rabillo del ojo algo llamó su atención, y volvió la vista solo para ver como Itachi Uchiha avanzaba por el vestíbulo del hotel y recibía su chaqueta de uno de los botones. Solo fue cuestión de suerte que Namikaze no se atorara con el humo que esperaba exhalar. Sintiéndose culpable, no fue capaz de apartar los ojos de su cuñado. Se veía algo diferente, algo más ancho de hombros, más muscular, tenía ese aire de elegancia propio de las buenas familias con modales exquisitos. Tenía el blanco rostro tranquilo, en una mueca de muda indiferencia y ese hermoso cabello largo meneándose tras su espalda. Dio otra calada a su cigarrillo incapaz de apartar los ojos del actor quien se había detenido a esperar que algún empleado le trajera su vehículo o un taxi.

 

Hacía seis largos meses que no se veían. Desde que Naruto había terminado en rotos sollozos esa relación tan extraña que mantenían. En aquel momento, de noche, con el aire helado a su alrededor, a solo horas de casarse, no hizo más que pensar que Itachi se veía tan guapo como siempre. Pero más lejano que nunca antes.

 

Debió haber sido la intensidad de su mirada o simplemente que ambos tenían una extraña conexión, que Uchiha desvió la vista en ese momento y lo vio. Dejó caer todo el peso de sus ojos negros sobre la delgada figura de Naruto que nada pudo hacer por impedir un culpable escalofrió de anticipación. Vio perfectamente como el mayor se le acercaba, determinado, seguro, confiado. Y el rubio no movió un musculo. Se quedó allí tranquilamente exhalando el humo de su cigarro.

 

-Naruto.- fue todo lo que salió de sus labios cuando solo estuvieron a un palmo de distancia. No hubo nada que ocultara el anhelo de su voz.

 

-Itachi. - respondió con un tono neutro. Diablos, estaba nervioso. Algo muy extraño estando cerca del actor. Estaba tan acostumbrado a verlo, a compartir con él, que era curioso estar nervioso ante sus ojos negros.

 

-¿No es un poco tarde para que estés despierto? - y le dedicó una coqueta sonrisa de medio lado que solo logró acelerar el pulso del rubio. -Que yo sepa te casas en unas horas. -

 

-Me estaba dando un ataque de nervios nupciales. - tiró el cigarrillo al suelo para apagarlo. - ¿Qué haces aquí? -

 

-He venido a dejar al idiota de tu novio a la habitación. Hoy también estaba en su despedida de soltero. -

 

-Casi lo olvide. - soltó una risita divertida. - Espero haya sido memorable. -

 

-Este, sin duda, es el mejor momento de la noche. -

 

Solo eso. Solo esas palabras recitadas a media voz, en la oscuridad de la noche, fueron suficientes para enrarecer la atmosfera cordial entre ellos. Habían pasado seis largos meses desde que se encontraron por última vez y parecía que todo lo que habían acumulado durante ese tiempo quería salir a flote. Sin embargo, Naruto supo de inmediato que había algo diferente en los ojos del mayor. Había un deje cálido, casi dulce en la manera en la que lo veía, algo que decía que lo había extrañado y anhelado más de lo normal. Una mirada que le recordó muchísimo a la forma en la que Sasuke lo miraba. Y eso lo alarmó.

 

-Creo... - dudó un poco. - creo que ya debo irme. -

 

Hizo amago de partir y pasar a un lado de su cuñado, pero sintió como el mayor le pasaba un brazo por la delgada cintura y pegaba su cuerpo por completo a su espalda. Namikaze sintió de pronto el aire desaparecer, ser insuficiente. El calor del cuerpo más grande le hizo temblar y un rubor tímido adornó sus mejillas al tiempo que un cosquilleo nervioso le recorrió el vientre. Familiar. Así se sentía. Un calor tan familiar como ningún otro, un calor que no sabia había extrañado hasta ese momento. Ser abrazo por Itachi de esa manera tan repentina le hizo saber que lo había hecho en falta, que aunque no quisiera reconocerlo, lo había necesitado.

 

-Tenemos que hablar. - le susurró el pelinegro apoyando cómodamente la barbilla en esa cabecita rubia, deleitándose con el tacto de los cabellos.

 

-No tenemos nada de lo que hablar. - Naruto cerró los ojos con fuerza. Sentía el corazón tronar en sus oídos. Estaba nervioso.

 

-Claro que sí. Y sabes que tengo razón. - se acercó a su oído y susurró con aquella voz ronca que el menor conocía tan bien. - No tienes idea de cómo te he extrañado. -

 

Todo el cabello de la nuca de Namikaze se erizó. Y dejó aflorar una sonrisa derrotada. ¿A quién pretendía engañar? El también lo había extrañado, extrañaba poder ser él mismo con alguien, poder relajarse y dejar de fingir, ser alguien bueno y dulce, poder dar rienda suelta a su lujuria desenfrenada y alimentar su ego insaciable. Extrañaba las sabias palabras de Itachi cuando necesitaba un consejo. Extrañaba su perfume y la manera en como el cabello largo negro se enredaba en sus dedos. Extrañaba encenderlo y hacerle esperarlo. Todo eso.

 

-Yo también a ti. - respondió el rubio.

 

Pero debió haber sabido que sus palabras iban a llevarle a un lugar al que no estaba preparado para ir. Uchiha le soltó justo cuando el botones traía un coche deportivo blanco a la entrada del hotel. Tomó la mano del periodista. Enlazando sus dedos, y se dirigió al vehículo. Dio las gracias al empleado, tomó las llaves, lanzó una propina y abrió la puerta del copiloto para Naruto en una clara invitación.

 

Ahí estaba. El momento de su decisión antes de casarse. Una clara propuesta que había encendido el lado juguetón de Namikaze. Él siempre había sido valiente y arriesgado, impulsivo y seguro. Casi había dudado.  Con una radiante sonrisa tomó asiento y esperó a que aquel viaje comenzara.

 

Itachi por poco no muere de alegría cuando vio como el espigado cuerpo de Naruto había tomado lugar en su coche. Por fin, después de largos meses de agonía lo tenía para él, para aclarar las cosas, para ver que les deparaba el futuro. Le falto poco para correr a su lugar como piloto, puso en marcha el vehículo y se dirigió a su apartamento. El viaje fue tranquilo e inusualmente silencioso. El pelinegro no quería romper aquella atmosfera tranquila, sobretodo porque la radiante sonrisa del menor a su lado no daba muestras del nerviosismo que él si estaba experimentando.

 

-Hace mucho que no estoy aquí. - dijo Naruto admirando la ciudad desde el ventanal de la sala del apartamento de Itachi.

 

-Yo tampoco. - comentó el pelinegro. - He estado fuera los últimos meses. -

 

-¿Dónde estuviste esta vez? - el rubio cambiaba el peso de una pierna a otra, mientras se abrazaba a sí mismo, intentando encontrar una posición que ocultara sus manos temblorosas.

 

-En Sudamérica, en un desierto. - apenas si dejó la luz de la entrada encendida, la penumbra parecía conferirle a Namikaze un halo de misterio, encendiendo los deseos bajos del pelinegro.

 

-Si sigues mirándome así vas a desgastarme. - con una sonrisa coqueta lo enfrentó el menor. - Creo  haberte dicho que nuestro juego terminaba. -

 

-Y aun así has venido. - se acercó con cuidado y tomó su rostro con ambas manos, alzándolo para que lo viera directamente a los ojos. - Debo pensar que es una oportunidad. -

 

-¿Una oportunidad? - puso sus manos en el pecho del moreno con una caricia sutil. – Quizás soy yo que estoy aun disfrutando de mi despedida de soltero. -

 

Ese descaro tan suyo. Ese jugueteo verbal, cerrando los ojos, moviendo las pestañas con coquetería dio a Itachi una cálida sensación en el pecho. Aún tenía unas horas con él, aun podía pelear por el rubio periodista que tenía ente los brazos. Acercó su rostro y posó sus labios sobre los otros en una dulce caricia que por poco no le saca un gemido de satisfacción. Seis largos e insufribles meses. Naruto abrió la boca y se dejó invadir, saboreando la lengua del actor, reconociendo que lo había extrañado. Se besaron con calma, con anhelo, de una manera que nunca antes habían compartido, sin la lujuria presente con anterioridad.

 

-Te conozco tanto. - susurró Itachi al terminar el beso, rozando con sus labios la frente contraria. - Más de lo que nadie podrá conocerte. -

 

-¿Eso crees? - dejándose mimar Naruto permitió que el Uchiha le regalara fugaces besos por todo el rostro.

 

-No lo creo. Lo sé. - siguió murmurando. - Sé que fumas cuando estas nervioso, pero sobre todo cuando te sientes culpable. - el menor dio un respingo. - Sé que después de tus exámenes de la universidad duermes y roncas como un camión. Sé que te gusta tanto el ramen instantáneo que te has intoxicado con él. - un fuerte sonrojo pobló las mejillas de Namikaze. - Sé que eres caprichoso y odias que te digan que no. Sé que cuando te enfadas puedes soltar tacos como un camionero. Sé que no eres ni tan caballero como te ves, que te sube el ego que te adoren y que eres un malcriado. - Itachi sonrió cuando sintió las manos del menor volviéndose puños sobre su camiseta azul. - Y sabía también que ibas a venir conmigo. Porque me extrañas tanto como yo a ti. -

 

-Itachi... -

 

-Así como también sé que Sasuke jamás podrá conocerte como yo lo hago. -

 

-¿Que? - todo hechizo que el mayor pudiese entretejer en su mente desapareció con la sola mención de su novio. -¿Que estás diciendo, Itachi? -

 

-Lo que estoy diciendo, - presionó el rostro tostado impidiéndole apartar sus ojos. - Es que no vas a ser feliz con mi hermano, Naruto. No quiero que te cases con él. -

 

Un escalofrió recorrió la columna de Naruto provocándole una desagradable sacudida. Y rehuyó de inmediato el contacto con Itachi. Se alejó unos pasos. Se colocó una mano en la sien y masajeo con nerviosismo. Se volvió y miró al pelinegro desde su escasa distancia. El mayor lo observaba con duda, como sabiendo que podría huir, que eso es lo que quería. Cielos, sí que lo conocía bien. Ni siquiera se le acercaba, le estaba dando un espacio que solo hacía ver la situación mas irreal.

 

-¿Que estás diciendo? - exclamó con una risita nerviosa, queriendo creer que no había escuchado aquello. - ¿Cómo dices una estupidez como esa? ¡Me caso en unas horas Itachi! -

 

-Lo sé, pero era esta la oportunidad que tenía. - habló con voz firme. Ya había comenzado, no iba a echarse para atrás. Le dio alcance y tomó con manos firmes la cintura del rubio para encararlo. - Naruto, hemos estado en este juego años. Y no puedo permitir que te arrebaten de mi lado. No quiero que te cases con mi hermano. Porque yo... - tomó aire y lo soltó con fuerza. - estoy enamorado de ti. -

 

Los ojos azules se abrieron con tanta sorpresa que parecieron enormes. La boca se le abrió ligeramente y empezó a sentir el pulso correr desbocado bajo su piel. Eso no podía ser, no entendía nada. ¿En qué momento había sucedido aquello? ¿Que estaba ocurriendo allí? Intentó moverse, alejarse, huir. Puso ambas manos en los anchos hombros y lo empujó con fuerza pero Uchiha no lo soltó, clavándole los dedos en la cintura.

 

-¿Que mierda estas diciendo, Itachi? - le espetó enojado. - ¿Cómo se te puede ocurrir decir algo así? ¿Es esto una broma? Es de muy mal gusto. -

 

-¿Cómo quieres que bromee con esto? - elevó la voz el mayor. - Me sentí morir cuando Sasuke te pidió matrimonio y me destruiste cuando no quisiste saber más de mí. -

 

-¿Hace... Hace cuánto...? - no pudo terminar la frase, sentía temor y rabia por aquella confesión. No entendía nada.

 

-No lo sé bien. - Itachi levantó una mano y apartó unos cuantos mechones rubios de su frente con infinita ternura. - Hace bastante tiempo que te estaba extrañando, esperaba impaciente a que aparecieras, me ponía ansioso en cada reunión familiar. Y no lo supe hasta que dijiste que sí, hasta ese momento que me partió en dos. -

 

Una rabia candente comenzó a recorrer el cuerpo de Naruto junto con un agudo dolor en mitad del pecho. Volvió a revivir todos esos años en la escuela cuando no era más que un mocoso y estaba enamorado del pelinegro, cuando se había pasado noches dando vueltas en la cama pensando en él, cuando le había confesado sus sentimientos y había recibido una tajante y burlona negativa. ¿Y ahora? ¿Ahora ese idiota le venía con que lo amaba?

 

-Eres un maldito Itachi Uchiha. - dijo tomándolo de la pechera y sacudiéndolo. - Llevamos 7 años en este juego Itachi, 8 desde que te bese por primera vez. Y solo hace 6 que soy novio de tu hermano. Si alguna vez hubieses querido que esto funcionara, no me lo habrías dicho hoy ni ayer. - le espetó dolido. - ¿Tienes idea la cantidad de tiempo que esperé esas palabras de ti? ¿Me estas jodiendo? Tú fuiste quien me rechazo. Tú fuiste quien me dijo que solo era un mocoso y se burló de mis sentimientos. -

 

Sus palabras le sonaron duras. Sobre todo, porque no había pensado en ello. Y todo era cierto. Cuando el rubio se le había declarado apenas si tenía 15 años, no era más que un niño ante sus ojos. Y aunque un año después habían comenzado a juguetear de manera ardiente él jamás pensó en el rubio como algo más. Escasamente hacia un par de años que sentía que sin el rubio su mundo no tenía sentido. El menor parecía herido, de verdad lastimado.

 

-Yo... - Itachi no sabía que decir.

 

-Eres un maldito hipócrita. - le dijo el rubio. - Si me hubieras correspondido yo no estaría con Sasuke. No me digas esas cosas ahora, cuando fuiste tú quien no quiso mojarse las manos por un mocoso como yo. -  se revolvió para separarse, pero aun así no pudo lograr que el mayor lo soltara. Le mandó un manotazo en el pecho. - Tu hermano me ama. Él me ama hace años, yo soy lo más importante en su vida. Y yo también lo amo. - quiso herirlo, quiso hacerle tanto daño como él lo estaba sintiendo. - Tu hermano es a quien amo con todo mi corazón. Yo jamás podría herirlo, jamás podría negarle algo. -

 

Y no lo vio venir, era algo que nunca había sucedido. Una mano de Itachi sujetó con fuerza sus cabellos rubios y alzó el rostro de Naruto Para besarlo con toda la furia que pudo. El menor se sorprendió, nunca de todas las veces que habían estado juntos, el pelinegro había hecho algo como aquello, siempre esperaba a que él actuara. Pero aquel beso arrebatador estaba tan cargado de pasión y furia que encendió su cuerpo con un chispazo de excitación. Sentirse dominado de aquella manera le prendió de inmediato.

 

-Yo no puedo competir con Sasuke. - dijo el actor luego de cortar aquel beso arrebatador, jadeando. - Es mi hermano menor. Y lo quiero. Pero te amo y aunque haya llegado tarde, es algo que no puedo cambiar. -

 

Con todo su enojo, Naruto no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y estas rodaran por sus mejillas. ¿Hasta qué punto habían llevado ese juego solo por un capricho suyo? Todo parecía estar en su contra, era una granada que le había explotado en la cara. El juego había cambiado y estaba sumergido hasta el cuello.

 

-Cuando tu hermano se me confeso yo te lo dije. - habló Naruto. - Quise que me dijeras algo, que detuvieras aquello. Quise que reaccionaras. ¿Y qué fue lo que me dijiste? -

 

-Has lo que quieras, a ver si así me dejas en paz. - tenía el recuerdo aun fresco, pero en este momento sus palabras le dolieron incluso a él.

 

-No tienes derecho. No tienes derecho a pedirme que no me case. - le reclamó el rubio. - Aqui ha terminado. Yo no puedo hacer esto. -

 

Finalmente las manos de Itachi cayeron desde la cintura de Namikaze y se quedó inmóvil. El menor tenia razón, tenía tanta razón que le dolía. Había estado muy ciego. Había pensado que si le confesaba sus sentimientos podría hacer dudar a Naruto sobre su matrimonio, se había aferrado a la idea de que si el pequeño lo buscaba siempre era por algo, pensó que lo tenía tan seguro que jamás se puso a recordar en aquel tiempo donde él rechazaba abiertamente al menor. Era cierto que cuando se besaban, cuando el reportero era un adolecente aun, le gustaba el juego, era excitante y desconocido, pero siempre rechazó cualquier tipo de relación con él.

 

-Debo irme. - pronunció el más bajo, sorbiendo por la nariz en un gesto muy poco delicado y se secó furiosamente las lágrimas con la manga de su sweater.

 

Se encaminó a la puerta pero no pudo dar más que un par de pasos cuando Itachi lo agarró del brazo y le dio la vuelta. Con una mano en el rubio cabello y la otra en la cintura lo volvió a besar con pasión, abrió su boca y saboreó su sabor con deleite, casi jadeando de gusto cuando las manos de Naruto subieron por su cabello y lo aferraron, aceptando y compartiendo aquel gesto.

 

No había término a aquel beso descomunal, la temperatura de ambos cuerpos fue subiendo rápidamente y las manos del moreno se movían inquietas por el cuerpo espigado de su cuñado. Rozó su pecho, sus costados y se afianzó en sus nalgas, mientras su lengua luchana con la contraria encontrándose fuera de sus bocas, peleando por ver quien ganaba la entrada a la otra cavidad. Con empujones y apretones ansiosos fueron llegando al cuarto principal.

 

Al borde de la cama se separaron para respirar y se perdieron en los ojos del otro. Los dos sabían perfectamente que era aquello: una despedida. Habían pasado por lo suficiente y se habían lastimado lo necesario para llegar a ese punto.

 

Bajo la atenta mirada de los ojos azules, Uchiha  metió sus manos bajo el sweater contrario y lo fue subiendo en una lenta caricia. El menor levantó ambos brazos para ayudarlo. Volvieron a besarse pero con más calma, disfrutando del otro, sabiendo que no habría más que eso. Las manos de Naruto fueron levantando la camiseta del actor, dejándolo desnudo de cintura para arriba. Recorrió con la punta de los dedos los marcados abdominales y se deleitó con el surco de su oblicuo que se perdía en su pantalón.

 

El mayor recostó al otro en su cama y se colocó encima de él, con ambas rodillas rodeando las caderas contrarias. Lo besó de una forma tan entregada que pudo percibir el estremecimiento del cuerpo moreno bajo el suyo. Itachi sintió los delicados dedos de su amante en los hombros, en la nuca, en el cabello, en un recorrido que buscaba memorizarlo todo. Fue bajando por su cuello, entre lamidas y roces insinuantes de dientes. Su mejor recompensa eran esos jadeos profundos y entrecortados. Las ansias de Itachi se hicieron presentes cuando de un experto tirón retiró la camiseta del rubio.

 

Naruto sentía la cabeza nublada y la temperatura de su cuerpo se alzaba a grandes pasos. Sus pezones sufrieron el arremetimiento de la lengua cálida del moreno. Un gemido de deleite se le escapó cuando los dientes le rozaron. El mayor siguió el camino en su vientre mientras desabrochaba  los pantalones del rubio y los bajaba junto a la ropa interior. El miembro erguido llenó de satisfacción al Uchiha sabiendo que era el responsable de aquella excitación en alguien tan bello y descarado como Namikaze.

 

-Eres mi deseo personal. - murmuró el actor. - Y también mi tortura. -

 

Tenerlo allí desnudo bajo su cuerpo, con los ojos brillantes de deseo, las mejillas sonrojadas, fue más de lo que él estaba dispuesto a soportar. Se posicionó entre las piernas del menop y sin previo aviso metió la completa erección de Namikaze en su boca.

 

-¡Ah! - gimió con una contracción de placer enloquecedor.

 

Puso una mano en los negros cabellos de su cuñado, completamente perdido en aquel placer. Y de su garganta no dejaban de salir sonidos desesperados. Itachi recorrió con sus manos las piernas bronceadas y las levantó por detrás de las rodillas. Totalmente expuesto, Naruto sintió la viciosa lengua del pelinegro en su entrada, con tanta maestría, con tanta fuerza, estaba siendo penetrado por aquella humedad, la sentía entrar y salir, volviéndolo loco. Sus gemidos subieron de nivel, deleitando al mayor.

 

Vio perfectamente el momento en que Namikaze iba a acabar y se retiró, deteniendo el final a propósito, arrancándole un adorable puchero. Mordisqueo se labio inferior prominente y sintió como las morenas manos desabrochaban sus pantalones con prisas. Una vez libre de todas las prendas, el pelinegro dirigió su erección a la entrada húmeda de Naruto.

 

-Di que lo quieres. - exigió el moreno.

 

-Itachi... - dijo jadeando y le sonrió de forma coqueta. - aquí eres tu quien siempre ha hecho lo que yo quiero. No al revés. -

 

Tomo el miembro del moreno y lo dirigió a su entrada, moviendo la cadera para acogerla. Uchiha jadeo al sentir esa mano y empujó con fuerza, penetrándolo de una sola embestida. Naruto soltó un gemido lastimero, se sintió colmado por completo. Pero contrario a lo que pensaba el rubio  el pelinegro esperó pacientemente a que se acostumbrara, le regaló besos amorosos en el rostro, el cuello, el hombro, mientras él le acariciaba la espalda.

 

Fue lento y tortuosos. Salió del cuerpo y volvió a embestirlo, con lentitud, haciendo que Naruto lo sintiera por completo. Las embestidas tomaron un ritmo profundo, fuerte, y alcanzaron cada nervio del más bajo. Sus gemidos le regalaban los oídos al moreno y se mezclaban con los jadeos del otro. Golpeando siempre ese punto interno que el actor se sabía de memoria, ya no existía nada más en el mundo y en ese momento, nada.

 

-Mas. - gimió el rubio.

 

Y como siempre Itachi cedió ante sus deseos. Aumentó el ritmo, golpeando piel con piel, sintiendo las manos del menor aferradas a su trasero, marcando las embestidas. Sentía los espasmos en el interior de su amante y dirigió una mano al miembro de este para acariciarlo con fuerza. Un gemido descomunal tras otro, era todo lo que podía hacer para dejar escapar el mar de sensaciones que azotaban su cuerpo.

 

Un calor ardoroso le subió desde las piernas, desde los brazos y el pecho hasta el vientre. Con el nombre de Itachi en los labios, Naruto se dejó ir, con un orgasmo que abatió su mente y cuerpo como un azote. Con las contracciones en su entrada fue demasiado para el moreno, que dio un par de embestidas antes de verter toda su semilla en el interior del rubio.

 

-Te amo. - le murmuró el pelinegro al oído.

 

A Naruto se le humedecieron los ojos y solo atino a abrazar por el cuello al más alto, disfrutando de aquel momento post orgásmico. El ultimo. Recuperaron juntos la respiración y permanecieron en silencio hasta que sus pulsos volvieron y la tenue luz del amanecer se filtraba por la ventana de la habitación que tenía las cortinas abiertas.

 

No quería dejarlo ir. Quería quedarse sobre el cuerpo de Namikaze hasta que la boda hubiera pasado y así no tener que entregarlo a su hermano menor. Dolía como nunca, porque sabía que era definitivamente el final. Sin embargo, la realidad era que debía liberar al menor, dejarlo ir. Se levantó y se sentó al borde de la cama, volteando a ver a su compañero que miraba el techo perdido en sus pensamientos. Le acarició la mejilla con ternura y recibió una débil sonrisa de los ojos azules.

 

El menor se levantó y vistió en silencio. Tenía un enorme nudo en la garganta. Un revuelo entre culpa y tristeza, pero la firme convicción de que allí ya no quedaba nada para él. No era su lugar.

 

-¿Quieres que te lleve? - le preguntó inseguro el pelinegro.

 

-No es necesario. - le dijo el rubio. Luego caminó frente a su compañero. - Ha sido un placer compartir contigo. Y lo siento. No puedo corresponder a tus sentimientos, Itachi.

 

El mencionado vio como el rubio le extendía una mano, en un ademan de estrechar la suya en un gesto amistoso. Con una resignada sonrisa el Uchiha tomó la mano del más bajo para depositar un amoroso beso en el dorso.

 

-Adiós, mi pequeño tormento. -

 

Y con esas palabras lo vio salir de su apartamento y también de su vida dejando tras de sí un silencio demoledor.

 

Se miraba y miraba en el espejo sin poder creer que finalmente había llegado el día. Al fin iba a casarse con Sasuke Uchiha. Parecía tan irreal que era como un sueño. Seis meses de larga planeación, de decisiones complicadas y de espera culminaban en ese día. Su imagen en el espejo era fabulosa. Sus maquilladores y familiares habían hecho milagros con su rostro cansado, que no había podido dormir más de una hora luego de haber vuelto al hotel a las siete de la madrugada, escabulléndose para no toparse con ningún familiar ni invitado. Tenía los ojos hinchados de llorar, pero un poco de gel frio los había aliviado. Y habría matado por un cigarrillo pero no fumaba delante de nadie mas y su cajetilla la había dejado en el coche de Itachi.

 

Itachi, Itachi, Itachi.

 

Que extraño el giro que había tomado su relación, ese juego ridículo y pasional. Él había estado enamorado de Itachi muchos años, incluso cuando había iniciado su relación con Sasuke, pero conforme pasaban el tiempo el menor de los Uchihas le había demostrado que era diferente a su hermano mayor, que vivía preocupado de su bienestar, que no había nadie más importante que él. Y finalmente Naruto había caído preso de sus atenciones y cariño desinteresado. Ahora ya no tenía dudas de a quien pertenecía su corazón. Era y siempre seria de Sasuke.

 

Estaba en la habitación del hotel solo, finalmente se había desecho de su madre, abuela y damas de honor a la espera de su padre para que lo llevara a la iglesia. Y comenzaba a estar nervioso. Mirándose en el tocador del cuarto sus dedos no paraban de tamborilear la superficie. Casi quería ir el mismo al encuentro con su novio y terminar con eso. Además hacia una semana que no se veían. Otra ridícula tradición nupcial que le tenía los nervios de punta. Lo extrañaba.

 

Unos sutiles golpes en la puerta le llamaron la atención. Fue a abrir pero no fue a su padre a quien encontró al otro lado. Los ojos negros y penetrantes de Itachi le miraban casi embobados. A pesar de que hace solo un par de horas que se habían visto, sentía como si hubiesen pasado semanas.

 

-Te ves... Hermoso... - fue la exclamación del Uchiha.

 

El rubio se sonrojó. Llevaba el esmoquin blanco ribeteado en dorado que le enmarcaba la cintura con gracia y tenía un corte en la espalda que la dejaba al descubierto. Su velo estaba unido a los costados de su cabello con prendedores brillantes en forma de lirios. Le habían maquillado el rostro para quitar todo rastro de cansancio y la piel le lucia lisa y suave.

 

-Tu tampoco te ves nada mal. - le respondió.

 

A la nívea piel de Itachi ese esmoquin negro con chaleco color vino le venía increíble. Se veía serio y atractivo como pocas veces. Parecía listo para salir en una de sus películas.

 

-He venido en mi calidad de padrino. - le dijo el moreno al ver que Naruto estaba dudoso en dejarle pasar al cuarto.

 

-No pensé verte jamás en este papel. - rio divertido mientras entraba a la habitación siendo seguido de su cuñado quien cerraba la puerta tras de sí. - Pero creo que te queda bien. -

 

-Yo pienso que quedaría mejor como novio. - le picó el mayor.

 

-¡No bromees! - se sonrojó aún más el rubio dándole un manotazo en el brazo. Itachi rio con él.

 

-De acuerdo, me comportare. - se metió la mano en el bolsillo y saco un sobre que le extendió. - Mi tonto hermano menor te manda esto. -

 

El rubio con los ojitos brillantes de curiosidad abrió el pequeño sobre y encontró una tarjeta blanca, escrita con la impecable caligrafía de su novio.

 

"No puedo esperar a estar contigo para siempre. Te amo. Sasuke."

 

Palabras tan hermosas. ¿Cómo no iba a amarlo? ¿Cómo no iba a elegirlo? Si tuviera alguna duda murió en ese momento. Los ojos se le llenaron de lágrimas, y se llevó una mano a los labios que se le habían vuelto temblorosos. Leyó la tarjeta otra vez, solo para sentir como el pecho se le inflaba con una cálida sensación. No notó que una rebelde lagrima había bajado por su mejilla hasta que sintió los dedos de Itachi secándola.

 

-Vamos, no llores. - le decía el moreno. - Aun podemos huir por la puerta. -

 

-Idiota. - le dijo el menor con una risita nerviosa. Notó a la perfección el tono en la broma de Itachi, era un tono herido que queria camuflar con indiferencia.

 

-Debo irme ya. - y se dirigió a la puerta.

 

-Gracias, Itachi. - le sonrió con sinceridad. - Gracias por todo. -

 

Con un movimiento rápido el pelinegro le alzó el mentón y deposito un casto beso en los labios del otro.

 

-Adiós, mi querido Naruto. - y salió de la habitación.

 

En medio de aplausos y exclamaciones enamoradas Naruto y Sasuke compartieron su primer beso como recién casados, un beso romántico y lleno de sentimientos. El menor de los Uchihas tenía una sonrisa tan feliz en su rostro que parecía que brillara mientras de la mano de su nuevo esposo recorrieron el pasillo para ir al coche que los llevaría de vuelta al hotel para seguir la celebración.

 

A un lado, en su puesto de padrino, Itachi los vio marchar. Había terminado todo. Quiso arrebatarle a su hermano el amor de su vida, pero no lo había logrado. Y ahora que veía esa expresión de felicidad en ambos, pensó que era mejor no haberlo logrado. Todo entre él y Namikaze había comenzado mal y solo llegaba a su fin como debería haber sido. Naruto nunca habia sido suyo, siempre le habia pertenecido a Sasuke. De una forma u otra.

 

Dio un último vistazo al hermoso doncel vestido de blanco que subía al coche negro, admirando a esa personita descarada y traviesa que comenzaba una nueva vida completamente lejos de su lado. Un rubio coqueto que seria siempre su gran amor.

 

"Adiós, pequeño diablillo." Pensó con una media sonrisa, esperando solo lo mejor para ambos.

 

-XxX-

Notas finales:

Gracias por leer conmigo !

Son maravillosos y espero poder encontrarnos en algun nuevo proyecto. 

Dije que seria corto y lo he cumplido, desde el principio no tenia pensado mas de tres capitulos, y a pesar de que han quedado algo largos, espero les haya gustado. 

 

Con todo mi cariño para ustedes, 

Alabama <3


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