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Acerca de la felicidad por TKForTheMusic

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Notas del fanfic:

Después de un tiempo, ¡hola! :DDD Espero que estén bien. Yo estoy fangirleando MUCHO porque SJ is back y bueno ;3; Mi segundo XiuKai está acá. Sospecho que después de este y dos fics más, voy a entrar en hiatus, so... Espero que esto esté medianamente bien. 

Hope you like cookie, I did my best with the fluff (??) /urfluffisthecutestbtw 

Enjoy the mayo!

 

Rebuscando en el bolsillo trasero de su pantalón, JongIn se mordió el interior de las mejillas y rogó internamente no hacer mucho escándalo. Era muy tarde, todos debían estar durmiendo, pero cuando las niñas oían que su padre llegaba a casa, hacían alboroto y era muy complicado que regresaran a dormir. En especial YeBin.

YeBin era la viva imagen de una niña hiperactiva. Era increíblemente alegre y sonriente, incluso con los extraños. E irremediablemente adorable, JongIn en verdad no podía evitar querer cumplir todos sus caprichos. Era un idiota por ella, y MinSeok siempre le reprochaba que le consintiese tanto.

—¡Pero MinSeok! —se defendía en aquellas ocasiones—. ¡¿Cómo le dices que no?! —Y señaló con drama a la niña que no dejaba de comer un chocopie, mientras le contaba a Jjanggah sobre su comida favorita.

—Negando con la cabeza —replicaba MinSeok con humor—. ¿Ves? Uno, dos, tres sacudones —Y le daba una demostración exagerada, ante la quejosa mirada de su esposo.

Por otro lado, Byul era el modelo de niña buena. No protestaba a la hora de comer verduras y raramente lloraba, sólo cuando su hermana mayor le quitaba su peluche preferido “¡Dame a Crong!” sollozaba. Era bastante reservada y tranquila, JongIn lloriqueaba cuando la niña lo miraba con aquellos enormes ojos rasgados llenos de curiosidad, y le llenaba de besos las mejillas, oyendo encantado su risa musical.

Con una sonrisa en los labios, JongIn abrió la puerta del departamento, notando que la luz estaba encendida. Preguntándose si MinSeok seguía despierto, se quitó las zapatillas y dejó el abrigo a un costado, dando pasos con absoluta precaución.

—¿MinSeok? —murmuró al aire, esperando recibir una respuesta.

Sin embargo no oyó la familiar voz, sino una risita que de hecho era bastante conocida. Incentivado por la inocencia y la travesura que desprendía aquél sonido, llegó al living, donde el escenario que se presentó ante sus ojos le llenó de calidez.

MinSeok, babeando, se encontraba echado sobre el sofá (“Pobrecillo” pensó para sus adentros, “eso le pasa por despertarse a tales horas descomunales”), mientras que YeBin, en su regazo, coloreaba su rostro de diferentes colores y texturas. A su lado, Byul miraba todo el trabajo con absoluta seriedad, como juzgando si lo que hacía su hermana era o no un buen acto.

—¿Con que portándote mal? —dijo finalmente JongIn, sobresaltando a la pelinegra. Ésta lo miró por unos segundos, y relajada por la sonrisa que le brindaba, se echó a reír un poco más. Byul ladeó la cabeza y siguió observando todo desde su lugar.

—Es muy tarde, niñas —agregó, sin una pizca de severidad en sus palabras. Obedientes, ambas marcharon como un par de pingüinos en el camino a la habitación compartida. JongIn ahogó un chillido en su garganta, porque “cualquier cosa que hacen mis pequeñas es adorable” presumía a todo el mundo.

Al parecer ambas estaban cansadas, porque en cuanto JongIn las cubrió entre sábanas y frazadas y les dejó un sonoro beso sobre sus cabezas, oyó sus profundas respiraciones, señal de que ya estaban descansando.

Cerciorándose una vez más de que todo estuviese en orden, JongIn dejó el cuarto y se acercó con una infantil sonrisa al mayor. MinSeok parecía totalmente inmune a toda maldad del mundo, el hecho de tener el rostro desastroso no hacía más que robarle un suspiro de amor. Probablemente, cuando MinSeok fuese un anciano seguiría luciendo precioso.

Doblándose sobre su figura, JongIn lo tomó entre sus brazos y lo llevó a su propia habitación, sin dejar de admirar su rostro. El más bajo arrugó la nariz entre sueños y a continuación suspiró, derritiendo un poco más el corazón del menor. Estaba demasiado mono de esa forma, y sería una lástima despertarlo. Sería una lástima que se borrase la pintura sobre su rostro. Sería una lástima dejar pasar tal ocasión…

Dejando a MinSeok sobre la cama matrimonial, JongIn recorrió la casa en puntas de pie sin dejar de sonreír (en aquella casa se había hecho costumbre). Cuando encontró su objetivo, la cámara fotográfica, regresó y encendió las luces antes de que se oyera el ruido del aparato al capturar la imagen. 

A todo esto MinSeok no dio señales de reaccionar. Dándole un casto beso en los labios, JongIn se recostó junto a él sin molestarse en desvestirse y abrazó la cintura de su esposo, para dejarse caer en un ansiado sueño.

 

Aquél domingo JongIn se despertó al sentir cómo los molestos rayos del sol se infiltraban por la ventana y le daban sin consideración en pleno rostro. ¿Cómo es que ninguno de los dos había recordado cerrar las cortinas? En especial, MinSeok tenía la manía de… Ah, sí, MinSeok.

JongIn volteó para encontrarse con la figura desnuda del mayor boca abajo, que lo miraba en silencio. La noche anterior ambos se habían puesto demasiado animados y las cosas habían salido sin predecirlo. De pronto las yemas de los dedos le picaron por la necesidad de volver a rozarlo. Estirando la mano, la dejó pasear y dibujar figuras abstractas sobre la piel blanquecina y delicada. Bajo su tacto, MinSeok tembló y le miró con timidez.

El detalle de que ambos seguían reaccionando ante los toques como estudiantes de preparatoria, era en sí bastante asombroso.

Hipnotizado por los felinos ojos del mayor, JongIn se acercó sin prisas y cerró los ojos para sentir…

El llanto de Byul cortó la magia del momento. Ignorando el dolor de su espalda, MinSeok se puso de pie con urgencia y se vistió con lo primero que encontró. Ambos sabían que Byul no lloraba a menos que la situación realmente lo requiriese, de modo que no podían evitar preocuparse un poco.

—¡Byul! —exclamó MinSeok al encontrarse a la niña en el living—. ¿Qué pasó? —La recogió y buscó secar las lágrimas escurridizas.

La niña hipó antes de contestar. —YeBin dice…

—¿YeBin dice qué? —dijo cuando la menor murmuró incoherencias incapaces de descifrar.

—Que Crong es el peor personaje de Pororo. —Se sorbió la nariz—. Que es un perdedor y a nadie le gusta.

—Eso no es cierto —le tranquilizó JongIn quien acababa de escuchar su explicación—. ¡Crong es el mejor personaje de Pororo! ¡Es un dinosaurio genial! ¡Crong! —Hizo una copia barata del sonido que siempre emitía aquél dinosaurio verde, causando que Byul se riese con fuerza y se olvidase de su momento de angustia, logrando que MinSeok le mirase satisfecho.

En ese entonces apareció YeBin quien venía corriendo de la cocina, con la boca repleta de galletas. —¡Mamá! ¡Monggu se hizo encima!

—¿Cómo sabía dónde estaban guardadas las galletas? —murmuró entre dientes, antes de notar un detalle—. Espera, ¿mamá? ¡YeBin! ¡Ya tuvimos esta charla!

Sin intenciones de apoyarlo, JongIn, quien ahora tenía en sus brazos a Byul, se burló.

—¡Mamá, tenemos hambre!

—Serás… —Se contuvo a último momento—. No me digas —bufó, ignorando lo recién dicho—. JongIn, ayer fue Jjanggu quien ensució el piso. ¿No dijiste que te harías cargo de esas cosas?

—Desde luego. —JongIn asintió alegre—. Pero aún necesitan crecer, Minnie. No seas malo.

—Sí, mami, no seas malo —agregó Byul con sus enormes ojos.

MinSeok volvió a suspirar antes de dirigirse con YeBin hacia la cocina, donde la niña le señalaba con fervor el “mal acto” de Monggu.

 

—Mira, si no dejas de fruncir el ceño, vas a quedar así de feo para toda la vida —aseguró SeHun con seriedad.

JongIn chasqueó la lengua. —No me importa.

—Creo que cuando MinSeok te vea y te abandone, empezará a importarte…

De inmediato, JongIn relajó los músculos. —Tú ganas. Pero, por favor, ¿podrías decirle a tu hijo que no se acerque de esa forma a YeBin?

Ambos estaban en el parque de diversiones, los viejos amigos de la infancia habían acordado para reunirse con sus hijos por un rato, sin MinSeok ni ZiTao. Los dos pensaban que iban a estar totalmente bien sin las actitudes maternales y a veces exageradas de los mayores, que pasar un rato a solas con sus hijos sonaba muy bien.

No obstante, JongIn cambió de opinión en cuanto vio cómo MinGook le tomaba la mano a su pequeña, le susurraba cosas al oído y se miraban por un largo rato antes de que ambos se echasen a reír. En verdad necesitaba a MinSeok a su lado para que lo calmase, porque si seguía presenciado ese tipo de cosas iba a perder el poco autocontrol que le quedaba.

—No dramatices —replicó SeHun mirándole con diversión—. Sólo tienen seis años.

—Eso no aliviana las cosas —dijo sin quitar los ojos sobre los dos infantes. Inconscientemente aumentó el agarre de Byul entre sus brazos, quien no dejaba de masticar una manzana bañada de caramelo.

—No es como si se hubieran besad… Oops.

Como si MinGook le hubiese escuchado, dejó de reírse con timidez por lo que sea que estuviese diciendo, para darle un beso en los regordetes labios de YeBin, sin descaro alguno. La niña le sostuvo la mirada y de pronto le resaltaron los dos hoyuelos de sus mejillas.

SeHun aguardó expectante la reacción de su mejor amigo. Podía jurar oír su corazón rompiéndose, los chillidos de frustración no se hicieron esperar.

—¡Mi pobre criatura! —Se acercó corriendo, cargando a la mayor de sus hijas en un brazo, mientras que Byul seguía en el otro, asustada por su reacción. —¡Has profanado a mi bebé! ¡Tú pequeño bribón!

—JongIn…

—¡YeBin! ¡¿Estás bien?! ¡Byul, no hagas nunca lo que hizo tu hermana! ¡Está mal!

Byul, quien no acostumbraba a ver a su padre gritar y estaba desconcertada por el bullicio, comenzó a llorar. YeBin tampoco entendía lo que estaba mal de la situación, pero por alguna razón, ver a su hermana llorar le entristecía, y le acompañó entre gotas de cocodrilo.

A punto de unirse a ellas, JongIn se alejó de allí a gran velocidad sin despedirse ni de SeHun, que no dejaba de rascarse la nunca, ni de MinGook; sus ojos amenazadoramente acuosos.

 

—¡Le besó, MinSeok! ¡La besó! —le decía, mientras los dos estaban recostados en la cama.

—Ya —contestó, sonriendo por la imagen mental—. ¿Y no le sacaste foto?

—¿Qué clase de pregunta es esa? —espetó con los labios fruncidos—. No es posible que te cuente la tragedia que sucedió hoy y me cuestiones si saqué o no una foto.

Sintiendo compasión, MinSeok desistió en contarle que aquél no era el primer beso que MinGook le daba. Tampoco que YeBin solía referirse a él como “mi novio”, durante la ausencia de su padre, claro. Aparentemente,  el instinto de YeBin era bueno.

Intentó distraerlo con unos masajes en la espalda, nunca fallaban, y no lo hicieron en ese momento. Siendo un reconocido coreógrafo, JongIn se quejaba muy frecuentemente de sus dolores y MinSeok respondía de formas siempre atentas y amorosas, para placer del menor.

Relajándose bajo sus cálidas y profesionales manos de su esposo, JongIn soltó entre suspiros la sugerencia que recientemente le carcomía el cerebro.

—¿Seok? —El otro masculló vagamente para darle a entender que le prestaba atención—. He estado pensando… ¿Qué te parece adoptar un niño?

Súbitamente, MinSeok detuvo todo movimiento. —¡¿Quieres más?! —gimió frustrado—. ¡Debes ansiar mi muerte!

—Pero… —JongIn dejó de darle la espalda y lo enfrentó—. Considéralo. Él podría defender a YeBin y a Byul en todas circunstancias. Podría llevarlo a jugar fútbol y más tarde convertirlo en un gran bailarín. Como yo. —Sonrió orgulloso—. ¿No quieres? ¿MinSeokkie? —Hizo su mejor esfuerzo de “aegyo”.

MinSeok suspiró. Imaginó un tercer chiquitín corriendo por el departamento, más hiperactivo que YeBin. Lo imaginó celoso y sobreprotector como JongIn. Pero también imaginó su interacción con Monggu, Jjanggah y Jjanggu. Visualizó al compañero de alma y juego de MinGook. Al quinto plato de comida en la mesa.

Volvió a suspirar, mirándole con cariño incontenible.

—Está bien —anunció, recibiendo el festejo y el cántico extraño de JongIn. El mismo se arrojó sobre él y le besó con emoción y firmeza. —Sin embargo —consiguió decir, deshaciéndose del contacto—, este es el último, ¿verdad? —Lo miró sin mucha seguridad, esperando una respuesta que lo calmara.

—Esto… —JongIn evitó su mirada.

—¡JongIn!

—¿Qué piensas de gemelos?

En la casa de los Kim reinaría cualquier cosa excepto la paz.

Aunque la felicidad estaba más que asegurada.

Notas finales:

Eso es todo, perdonen el corto del fanfic u_u Les dejo mi twitter por si acaso (?) TKForTheMusic

Nos leemos más tarde :'D 


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