Capítulo 5: Arte con arcilla
Li sacaba de su bolso arcilla, quería probar algo nuevo, crear vida de una forma que la gente pudiese palpar a su alrededor y disfrutar de las sensaciones que le podía producir. Por el otro lado las quejas de su modelo quien ya no aguantaba estar más de media hora inmóvil pasaban por desapercibidas para la joven artista que solo se abstraía de hacerlo bien.
La figura en nada se parecía a la dueña, torpemente hecha le dio un descanso a Luna denotando errores bastante pronunciados, sin duda esto no se le daba bien. Suspiró cansadamente, volvió a moldear la figura con sumo cuidado, cerró los ojos imaginando tocar la suave silueta de su modelo, hasta ahora no se conectó correctamente con la arcilla, suavizando con el agua los rasgos, abrió los ojos y para su sorpresa, mejoró en un dos por ciento. Rió ante su torpeza, pero ya descubrió como lo haría.
Luna veía las expresiones de Li, miró la figura y soltando una carcajada despertó la inquietud de la rusa, ¡Estaba bufándose ampliamente de su arte! Sonrió molesta, admitió mentalmente que era correcta la burla y terminó por contagiarse de su risa pegajosa, esa chica latina se las arreglaba para sacarla de la frialdad cotidiana de aquel país europeo.
Caminó hasta ella recostándose de la cama, volteó su cabeza a donde yacía la modelo acostada y sonrió naturalmente, dedicándole ese pequeño gesto.
Li – llamó mirándola a los ojos – pero que horrible te ha quedado – mofándose suavemente
Yo expreso lo que siento al ver algo – se defendió pacíficamente
¿Qué? – la expresión de molestia se aseguró en sus ojos ¿Ahora quien era la que reía?
De verdad, es asquerosa, pero mejoraré, en la universidad abrieron las inscripciones de escultura moderna, un curso patrocinado, así que entraré – sonrió confiada
Pues te felicito, pero mejora rápido – le picó la nariz con el dedo.
Aprovechando que la tocó, entrelazó sus dedos con los de ella y acercándose pausadamente la besó. La particularidad de Li, era que no cerraba los ojos cuando besaba, tan metido tenía la idea del arte que pocas veces se dejaba llevar, pero que estuviese por el placer no significaría que cerrara los ojos, apenas si se daba el lujo de parpadear, no perdía detalle alguno, se obsesionaba tanto con eso. Dibujaba todo lo que tenía a la mano, escribía poesía, jurando así que nunca iba a ser mostrada.
Se miraron a los ojos, hacía frío afuera, pero en ese departamento el calor emanaba y bañaba todo. Por un segundo a Li se le ocurrió dedicarle un verso de su misma autoría, la vergüenza del momento la tensó y no pudo articular palabra alguna.
Se arrepintió de no hacerlo, despidiéndose de Luna rápidamente dejó la arcilla olvidada en el departamento. Salió despavorida y asustada, en mucho tiempo le nació la idea de dedicarle algo a alguien. Con varias palmadas despertó de su pequeño letargo, temblando y no por el frío caminaba hacia su casa para ya no sentir la voz de Luna en su cabeza.
¿Y a esta que le habrá pasado? – Con una ceja alzada Luna se preguntaba – Simplemente loca – rió con gracia viendo el desastre ocasionado por la artista.
Suspiró, recogió el desastre colocándolo en la mesa de estudios que tenía. Se sentó en la cama con mucha nostalgia sintiendo por un momento que la rusa le iba a decir algo ¿Qué sería? Para que huyera de esa manera sería algo relevante e importante. La salida era decirlo, no desaparecerse con un ataque de nervios fortuito alegando que se le olvidó apagar la calefacción que excusa tan chimba pensaba literalmente resignada a que Li, le confesara lo que le pasaba.
Imaginándose fantasías en su cabeza, de que Li volviese y la besara, de que la llevase lejos de ahí, que le dedicara poesía al ritmo de una lira ¡Si, como no! De nada le servía fantasear demasiado, pero le alegraba en el sentido de diversión, sus fantasías eran el motor de su búsqueda.
Tenía tiempo sin saber de su padre, desde aquel día se fue de la casa por la beca en otro país que él mismo le consiguió a través de la embajada, no entendía el porqué de ese cambio de actitud, ella era rebelde, impaciente, audaz y vivaracha con un carácter fuerte ¿No confiaba en ella? Ella si lo hacía y ciegamente.
Sin darle relevancia al asunto echó un vistazo al teléfono, divisando que aguardaba un mensaje y una llamada perdida. Ya más de cerca contempló, era un mensaje de su amigo Pedro.
“Tenemos que hacer un trabajo y tengo ejercicios nuevos de mecánica de los fluidos y soporte técnico”
¡Cierto, voy para la universidad de inmediato! – exclamó alegremente mientras se vestía con mucha alegría y pasión.
Buscó los útiles y los guardó en su bolso de lado, registró su cama encontrando las llaves y como si fuera poco se llevó una fruta porque el hambre la estaba atacando. Hizo diez sentadillas vorazmente y salió del departamento como un rayo. Bajó las escaleras ante otro dicho “Nada de ascensores, ¡Patitas pa ´que las tengo!”
Fue a la parada, esperó el autobús, de pronto un escalofrío le recorrió la espalda, invocó a Dios.
Sabía que la estaban vigilando