Se dirigía a la universidad con calma, sin apuro, a pesar de que la primera hora de clases la había perdido, sin lugar a dudas no se arrepentía y con cada paso rememoraba la charla que había tenido con su amante, la verdad, es que le gustó su cuadro, para lograr que alguien la pintura con esa precisión era digno de ser llamado “amante” aunque para ella ya lo consideraba así, fantaseaba con el simple hecho de que fuese realidad el estar con ella. Mirando fijamente las letras de la universidad se tropezó dándose en el dedo pequeño del pie y pronunciando una típica grosería de su país “coño” pronunció, simplemente fascinante, nadie la escuchó porque nadie hablaba español en esa zona donde residía. Que bien se siente ¿no? Sin más remedio suspiró y sonrió, le encantaba reírse de sus tropiezos, sin saber que iba directo a la sala de lectura de la facultad de arte.
Aja… ¿Qué hago aquí? – se preguntó observando la puerta hecha por una de las estudiantes de esa facultad, de estilo barroco y de tres metros de altura, ella era de estatura baja, alzó la cabeza fijándose en el ángel que yacía en el medio – se parece a mí – alzó una ceja – soy un ángel, bueno, ya que estoy aquí echaré un vistazo – de manera imprudente entró, gustándole poco a poco y tropezándose con todas las personas.
Bueno jóvenes más que cualquier cosa, expresarse es lo más evidente, el amor y la locura, la pasión y el ánimo, son jóvenes así que exprésense, pinten, dibujen – el profesor de arte, un hombre de 60 años aproximadamente, con el pelo canoso y con una apariencia noble y ojos pícaros. De pronto sonó la puerta, el profesor dio la orden de pasar, aunque por la hora ya sabía que era una de las personas a las cuales le encantaba darle clase.
Señorita Li – sonrió de manera amable – pase adelante, ¿Qué trajo hoy? – mirando las fachas que traía la joven, esperando con las manos abiertas el diseño que le traía su estudiante, que, al ser callada y hasta distraída, valía en el arte, se arriesgaba, refutaba cuando le tocaba, sin lugar a dudas era una inspiración.
Todos los estudiantes voltearon, desconcentrándose, era un salón amplio y con una acústica que rebotaba en todos lados, pisos blancos, las paredes decoradas con vitrales bizantinos y con arte de todas las épocas, con veinte estudiantes con ella. Suspiró de manera grande. Abrió la boca para decir el nombre de su obra, dándose cuenta que no estaba lista ni siquiera terminada, pero aún así buscó en su bolso de cuero y sacó el block.
No está terminada, disculpe – el señor lo tomó y abrió, le había encantado el cuadro, si bien, no estaba terminado – si le falta, pero está hermoso. ¿Qué nombre le pusiste? – sonrió de manera grácil, ella vaciló por algunos segundos, miró el cuadro y de golpe se acordó de la noche que había pasado con su “amante” – Pues… - ojeó la silueta pintada – Amante de éxtasis – hizo una mueca con los labios, el nombre era apropiado para ello.
En el blanco – se sentó el profesor
Esto es hermoso, ¿Por qué nunca me atreví a venir por acá? – se sentó en la plaza que había en la facultad, sin darle importancia se acomodó y miró al cielo. – nada, ya perdí el examen, bueno – con un gesto de despreocupación paso por al lado el “ser” que tanto detesta.
Hey – saludó él, educadamente, con una sonrisa de oreja a oreja y mirándola de arriba abajo - ¿Cómo estás? – Se acercó y le dio un beso en la mejilla – Teníamos parcial, de electrotecnia y procesos industriales floja – le recriminó autoritariamente.
¡Ay Pedro! – Lo invitó a que se sentara al lado de ella, veían clases y trabajaban juntos – Voy bien, solo fue un descuido, no pasará – nerviosa, no sabía que decir, con él era un problema hablar – Pedro, te lo voy a decir de verdad – aprovechó el impulso que le dio para contarle todo – Tú me pones nerviosa Pedro ya – de manera exaltada se levantó confesándole eso, sin darse cuenta el escándalo que estaba haciendo y la pena que le hizo pasar a Pedro, quien era un muchacho calmado, educado, inteligente, audaz y por sobre toda las cosas firme.
Ya luna, cálmate – se levantó apenado con todos los “espectadores” tomándole de la mano a luna quien se dio una palmada en la frente por el escándalo armado y aplaudiendo la calma y paciencia de Pedro, sabía que se sulfuraba rápido, pero hoy rompió el record, media vuelta y caminado rápido se fueron de la plaza y fueron a un lugar más privado, en el camino Luna empezó a sentir curiosidad, veía la espalda de quien tenía en frente, siguió avanzando, suspiró en grande, le encantaba lo que veía, a pesar de que Pedro era bajo de estatura, aproximadamente uno setenta que ella le calculaba justificaba su manía.
Se volteó rápidamente y los ojos de Luna de picardía se transformaron en vergüenza, no obstante eso sirvió para despertarse un poco y darse cuenta de que estaban en la cafetería de la facultad de ingeniería, miró a sus alrededores y se fijó en los ojos del chico, unos ojos verdes seductores y confiados.
No me gustas, solo me pones nerviosa – lo admitió, era bastante sincera con sus sentimientos
Lo sé, pero debes controlar eso – respondió suavemente conservando su sonrisa grande y confianzuda.
Mmm – gruñó posando un la mano derecha en la cadera. – Me siento mejor diciéndotelo de verdad – Pero bueno, no me vayas a tratar como si fuese una subnormal Pedro mira que… - le interrumpió con un beso que le había plantado en los labios. Muchas cosas pasaban por su mente, por su corazón, si bien ella era libre, ella era gay y se lo había dejado entender a todo el mundo y con esto se refería a la universidad pero como buena “admiradora de la belleza” tanto en hombres como en mujeres no pudo negar que le encantó esa sorpresa, le gustaban que la sorprendieran.
Ella tiene la particularidad de que no le gusta cerrar los ojos cuando besa, pero ¡Por Dios! Era ese chico quela ponía nerviosa, no se iba a dejar ganar, a lo mejor era una estrategia que le estaba planeando para probarla.
¡Mira mijo! – Escupió peyorativamente y algo molesta por lo ocurrido- ¿Qué te crees tu? – preguntó mirándolo con furia y con bastante sigilo.
¡A mí no me digas así chica! - Soltó una carcajada de risa, Luna jamás lo había visto de esa manera, tan alegre, sonrió un poco al ver que ella era la causante de eso, no le importó si era en tono de burla – Tu no me gustas, pero fue divertido – Luna le enseñó discretamente su lengua, sin molestia alguna eso los acercó más – Me gustan las personas sinceras – afirmó.
Bueno, no podía mas – se rieron al unísono. Jamás había pensado que se la podían llevar bien – Vamos a estudiar Pedro – se dio vuelta dirigiéndose a la biblioteca – Tenemos exámenes y quiero salir bien
Li espera – gritaba Andrea, una muchacha de unos veinte años, alta, esbelta.
¿Qué pasó? – preguntó sin ninguna preocupación
Olvidaste tu block – se lo ofreció
Oye… - sonrió pícaramente- ¿Por qué no posas para mí? Quiero dibujarte – se acercó a su presa y degustó la timidez de la muchacha.
Bueno, si – asintió tranquilamente.
Vamos al salón de artes escénicas – autoritariamente habló se imaginaba en el teatro a aquella mujer desnuda, dándole un fondo ficticio y jugando con realidades y dimensiones, pensó rápidamente todo eso, como un relámpago y fugazmente se le fue de un momento a otro el mal sabor de boca de la discusión mañanera que tuvo con su amante.
¿Por qué ahí?- preguntó siguiendo la espalda que estaba en frente suyo
Porque la musa de la inspiración me ha golpeado – objetó de manera graciosa relajándose un poco girando su cabeza y sonriéndole a la chica que estaba atrás suyo – Por favor, camina al lado mío.
No eres tan mala como te pintan – sonrió acatando la orden que le dijo.
Solo espero que a ti si te guste el dibujo – guiñó el ojo y se metió la mano a los bolsillos, callando a la otra con la seguridad que irradiaba.
¿Karina, me dijiste que Luna estaba en donde? – por el teléfono preguntaba la dirección de Luna una persona que se interesaba por ella pero desde las sombras…