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El novio de mi madrastra (Homofobia) por Monnyca16

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Notas del fanfic:

Este fanfic es de universo alterno y me gusta mucho. Tendrá mucha humillación y muchos temas de sociedad. 

Notas del capitulo:

Este es el prefacio. 

 PREFACIO


Con excesivo sueño y lagañas en las puntas de cada ojo, Bill apagó el despertador de su celular, sin siquiera mirar la pantalla táctil. Se irritaba cuando se le olvidaba que existían los sábados y que por ende debía cancelar la alarma, pero estaba demasiado preocupado por llegar  temprano a la escuela para no dejar el semestre, que se descuidó en desactivarla. Por suerte le tocaba descansar el fin de semana, y lo mejor de todo era el hecho de haber realizado toda su tarea entre las clases para cuidar su esfuerzo, esperando con eso no defraudarse a sí mismo y a su padre muerto.


Jörg siempre pasaba sus días diciéndole que el estudio era la clave del éxito, animándolo de esa forma  a sacar buenas notas a pesar de ser hombre, porque actualmente que un hombre sacara nueves y dieces era absolutamente extraño además de ser poco atractivo para las mujeres. Sin embargo,  Bill se entusiasmaba con su desempeño académico. Ahora que su padre no estaba, anhelaba y trabajaba en ser el mejor hijo, incluso más que antes; creía que con superarse haría ver cuán importante habían sido los valores que su progenitor le instruyó a lo largo de su existencia.


A sus actuales 16 años, Bill sabía vivir sin una madre, y sin pena alguna se había acostumbrado a su madrastra. Ésta última, Amanda,  sólo lo superaba con 6 años,  y había que notificar que no era la mejor mujer del mundo, de hecho, cuando tuvo la oportunidad traicionó incontables veces a Jörg. Bill la había visto varias ocasiones teniendo sexo con hombres en su propia casa cuando su padre se iba a trabajar a la empresa, porque a pesar de todo, Jörg los procuró de todas las maneras posibles. Jörg simplemente la amaba con toda su alma, y Bill lo comprendía, el problema radicaba en su ceguera permanente, era tan ciego que cuando Bill le quería platicar sobre lo que sucedía, se callaba por miedo a herirlo. Después de todo,  Bill  no se olvidaba  de la infinidad de trucos sucios que Amanda ejecutaba y que en varias ocasiones estuvieron a punto de ponerlo en peligro.


Para la buena suerte de Bill y una pésima por parte de Amanda, Jörg dejó expuesto en su testamento que todo su dinero estaba a nombre de su hijo y que Amanda sólo recibiría la mitad  cuando Bill cumpliera los 18 años de edad, pues además estaba obligada a cuidar a Bill hasta que fuera un individuo legal. Pero antes de cumplir con el testamento, también estaba estipulado que el mejor amigo de Jörg, Frank, les depositaría una cantidad de dinero cada mes para tenerlos abastecidos.


Una situación que debía sobresalir del resto era que Bill no quería el dinero de su padre a diferencia de Amanda, la cual  estaba dispuesta a cuidar a Bill hasta sus 18 años de edad, prefiriendo incluso hacerse cargo de él para poder vivir cómodamente con el dinero que depositaban mensualmente,  sin embargo, no habían pasado ni dos meses después de la muerte de Jörg cuando Amanda comenzó a salir con un hombre. Lo interesante era que el hombre era diferente a los demás, esta vez Amanda estaba enamorada, Bill lo notaba cada vez que la veía contestar el teléfono.


El nombre del susodicho parecía ser Tom, Tom  Trümper,  y tenía 24 años por lo que Bill sabía.


Bill no había tenido contacto con Tom, pero lo conocía de vista porque casualmente veía cuando pasaba a recoger a su madrasta, virando desde lo alto de la ventana que decoraba su recámara, por supuesto.  En aquellas oportunidades, Bill podía mirarlo y tratar de coger fuerzas para realizar la infinidad de planes que se había formulado para destrozar a la monstruosa de su madrastra. No la odiaba del todo, porque francamente odiar no era la palabra correcta, pero quería que cayera al menos una vez en la vida. Bill siempre la miraba de pie y riendo de todas sus agraviantes acciones, y quería además hacer justicia por su padre y por él mismo. No más, no menos, sólo lo justo. Quería que Amanda pagara con la misma moneda, y qué mejor que mostrarle el verdadero sentimiento de infidelidad. Tramaba enseñarle lo que se sentía cuando la persona más amada era infiel, pérfido con una persona menor, tal y como ella lo hacía con Jörg. Anhelaba ver su rostro lleno de furia, preguntándose una y otra vez por qué Tom la engañaba con una persona menor de género masculino, él por qué la engañaba con su propio hijastro. Quizá tal vez así, por única vez, recordaría que había hecho mal al traicionar al hombre que le había dado completamente todo.


Eso era lo único que deseaba Bill.


Pero eso no era todo, ese mismo sábado Amanda traería a cenar a ese hombre. Y no debía esconderlo de Bill, porque inmediatamente sería denunciada. A pesar de su poca relación, Bill y Amanda debían convivir como una familia feliz para aparentar con los jueces, por conveniencia de ella, por supuesto, así que desgraciadamente estaba destinada a tratar bien a Bill porque si él a sus 18 años de edad decía que ella no había sido eficiente, entonces Amanda se quedaría sin su parte monetaria. Ella no tenía idea que Bill conocía su avaricia ni sus estados de hipocresía, así que seguía aparentando y haciéndose la desentendida cada vez que Bill le insinuaba algunas situaciones que eran gravemente repugnantes. No obstante, todo era más divertido para Bill, pues no diría nada para poder vengarse. Bill le quitaría lo que más deseaba en esos momentos. Le arrebataría a Tom.


El adolescente era muy silencioso, pero su plan estaba listo, el cual era: seducir a Tom hasta provocar que abandonara a Amanda. Y así lo haría con todos sus novios, o al menos a los que ella amara con todo su corazón. Trabajaría en eso por dos años hasta declarar y lograr que ninguna moneda se le diera; lo único que Amanda sabía era que Bill la quería y apoyaba en todo, conocimiento que estaba definitivamente desacertado, pues éste ya tenía su plan escrito y faltaba poco para llevarlo a cabo. Y era entonces cuando, Bill sinceramente, por primera vez sentía que se estaba convirtiendo en un hipócrita como ella. Sentía que aunque no quisiera, lentamente se comportaba como Amanda: con doble cara.


Lo único que podía resultar un problema era que básicamente  no era homosexual para tener la facilidad de seducir a un hombre. Si bien, muchas veces era confundido con una mujer por su estilo y cuerpo, y había sido acosado por hombres de diferentes edades. ¿Eso contaba? Esperaba que sí, porque ahora pondría manos a la obra para arreglarse un poco más y poder seducir a todas las parejas de su madrastra. Y lo haría hasta que algo negativo pasara y lo hiciera dar marcha atrás.


Bill apenas había tenido tres novias, aunque claramente nada con ellas funcionó, y ahora estaba soltero, por lo que no habría ningún problema para ejercer sus cometidos. Pero tenía miedo, y era que tampoco deseaba ser un cualquiera, no se acostaría con aquellos hombres ¿o sí? No le repugnaba mucho, pero no quería hacerlo. Quizá besos, toqueteos y algunas pajas, pero se había prometido mantener la distancia con el tema del sexo anal, porque sabía de antemano que no quería meter una polla ni ser penetrado.  Sólo tenía 16 años y ni siquiera pensaba en sexo cotidiano como la mayoría de los estudiantes, no por ahora,  por el momento se mantenía absolutamente libre y guardando como buen recuerdo las escenas eróticas de sus encuentros sexuales fallidos, sus únicas dos masturbaciones y  el sexo oral que una de sus  ex novias se había atrevido a hacerle, pero nada más. No existía algo que  encendiera su lujuria. Bill era simple, y aunque se viera alto, seguía comportándose infantil. Era endemoniadamente infantil y dramático algunas veces, o quizá la mayoría del tiempo.


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Pasó toda la mañana buscando ropa adecuada, optando por unos pantalones ceñidos y una playera en cuello V color gris. Dejó su cabello fielmente alisado y no se maquilló al cien, de hecho sólo se limpió el cutis, se rizó las pestañas, y se pintó el lagrimal de color negro y de manera tenue para no verse desmesurado. Le gustaba ser diferente, único, de hecho se miraba muy venéreo de ese modo, de acuerdo a las habladurías de sus ex parejas, claro estaba. Se atisbó al espejo y se dio muchos ánimos para poder elaborar lo que tanto deseaba, sonriendo poderosamente.


De pronto su celular comenzó a  sonar, era un mensaje de WhatsApp y se trataba de Gustav, el mejor amigo de Bill:


[¿De verdad lo vas a hacer? ¿Qué voy a hacer si te violan, Bill?]


El pelinegro se agravió, luego contestó:


[No lo hará, quizá es un tonto y lo espante rápidamente cuando intente seducirlo. Eso sería más fácil. Además, te he dicho que lo he estado viendo de lejos y ya incluso tengo confianza para parármele al frente. Estoy muy preparado para conocerlo.]


[Pero si ella se llega a enterar que tratas de espantar a sus novios con seducción, ¿qué harás? ¡Te matará! ]


Era íntegramente cierto. Amanda era capaz de muchas cosas, nadie más que Bill para conocerla adecuadamente. Pero aun así, no pensaba retractarse. Algunas veces, Bill se ponía a pensar en el asunto, ¿qué demonios le había visto Tom a su madrastra? Amanda era bonita, pero era el diablo en carne y hueso. Y no lo era porque engañó a Jörg, no, las infidelidades eran sólo traiciones a comparación con lo que Bill sabía de ella. Amanda era algo más oscuro, algo mucho más complejo. Era por tal situación que no comprendía cómo era que podía comportarse tan dulce cuando estaba con él. Parecía transformarse cuando estaba enamorada, pero si Bill llegaba a descuidarse, entonces atacaba de la peor manera.


[Ella nunca lo hará. Los hombres jamás dicen estar espantados por un adolescente, joder, Gustav… ellos perderían su reputación de machotes. Ningún hombre querrá que se rían de él por ser acobardado ni mucho menos por enamorarse de un chico. Y si pasa, entonces ella pierde. No pienso dejarme. No ahora.]


[De acuerdo, pero quiero fotos, quiero ver cómo es tu presa.]


Aspirando oxígeno, Bill buscó una de las tantas fotos que se había robado del Facebook y que previamente guardó en su celular para poder asimilar que seduciría a un hombre rastudo y muy mayor. Todo lo que pretendía era bastante inverosímil, pero cuando se empecinaba con algo, no lo abandonaba hasta que hubiera algo grandísimo que lo obligara.


[Es  maestro de música de un recinto privado y tiene buen estilo por lo que vi en una foto en el Facebook de Amanda ¿Te la paso?]


[¡Sí!]


En breves segundos, Bill le mandó la fotografía. Tom Trümper era alto, con un piercing en el labio, vestido estilo swag y con rastas  negras que iban amarradas como cebolla para desparramarse luego como palmera.


[¿Y qué tal?]


[Se ve muy malote ¿y si te golpea cuando  trates de acercarte?]


[Pues la verdad sí se ve muy machote, pero lo haré lento. No te preocupes, falta poco para que llegue, nos vemos.]


Gustav mandó un ícono y rezó el padre nuestro siete veces para que su amigo estuviera sano y salvo.  


Después de la ducha, Bill se encontró con Amanda, que arreglaba la grandísima sala de estar. Se percibía ansiosa, entusiasmada, demasiado feliz, algo que jamás dio a conocer con Jörg.


—Pero qué guapa, Amy —Bill musitó sinceramente, sacándole una sonrisa. Era la verdad, se veía bonita, en eso no mentía. Y Bill era malísimo para aguantarse los buenos comentarios. Él era así, era jodidamente común que anduviera diciendo abiertamente los atributos de la gente, sin pelos en la lengua. Bill nunca se callaba nada que tuviera que ver con el aspecto físico. Tal vez ese podía ser su único problema. No importaba si esa persona era su peor enemigo, siempre diría que se veía bien cuando mereciera la pena.


Últimamente, hablar así de normal se le salía de la nada. Amanda también estaba en un estado animoso, lo que conceptualizaba que al menos la atmósfera dejaba de sentirse turbada. Sin embargo, Bill sabía que ambos estaban siendo falsos con respecto a guardarse cariño y aparentar llevarse bien, y aunque no quisieran, lo hacían para poder tener un buen día.


—Tú también lo estás, me alegra que no te enojaras por conocer a Tom.


—Para nada, tienes derecho a rehacer tu vida.


Eso también era cierto. Todas las personas tenían derecho a rehacer sus vidas, sin importar nada.


Amanda asintió, oyendo que el timbre estaba activado y que Tom se encontraba esperando al otro lado de la puerta. En momentáneos segundos, Bill estuvo frente a Tom, mirándole de soslayo los pantalones y luego elevando su monitoreo ocular  hasta darle una mirada llena de sagacidad.


—Él es Bill, mi hijastro —anunció la mujer, poniendo al chiquillo por delante. Tom entrecerró los ojos, sorprendido e interrogante, mientras Bill, por su parte, exponía su luminosa mirada insinuante, dejando ver su auténtica ropa y maquillaje, que combinada con su personalidad, iba realmente bien.


Tom sacudió la mano, estirándola y capturando la del adolescente, le sonrió a Amanda y cuando apenas sus palmas se soltaron, Bill se dio cuenta que sería difícil seducir a ese hombre. Tom parecía sólo tener ojos para su madrastra.


Bill tenía que ser astuto.


 

Notas finales:

El siguiente capítulo de llama: "El primer acercamiento de la noche"

Gracias por leer. 

Cada viernes se publicará un capítulo.  No se olviden de dejar sus review y poner en fav la historia. 


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