Mientras la lluvia caía incesantemente en las afueras de su pequeña habitación, Tiffany miraba al techo con desinterés. A su lado, su pequeño celular de funda rosa yacía prendido, y a la vez, apagado. Su ceño se frunció enormemente al recordarlo. Ella no le había escrito desde hacía un día, y para Tiffany, aquello ya era demasiado.
Sus ojos vagaron por cada esquina del vasto techo, buscando alguna cosa con la que entretenerse, pero como si todo el universo estuviera conspirando en su contra, no podía concentrarse en nada más que en Taeyeon. En su dulce voz cuando le mandaba pequeñas notitas de voz desde la universidad, o en sus miles de mensajes sin sentido cuando se aburría. Pensaba en su largo cabello rubio, lacio y bien peinado; en su brillante sonrisa, en sus ojos café.
A Tiffany le fascinaba, a pesar de que nunca la había visto.
La había conocido un día en un concurrido sitio de Internet que ella solía visitar con frecuencia. Sus amigos las presentaron, pero no por ello la confianza se instaló en ellas. Habían sido pocas las veces que habían hablado, pero un día completamente aburrido, Stephanie se había decidido a mandarle un mensaje, algo completamente banal, un simple qué tal.
Tiffany no supo cómo, pero ese mismo año, dos meses después, ella y la pequeña mujer habían forjado una fuerte amistad.
Y quizás todo aquello había sido perfecto, quizás ella lo necesitaba en aquel momento, en esos momentos, pasado ya un año, las cosas eran completamente distintas. Su corazón latía con fuerza cada vez que recordaba a Kim, cuando oía su voz o cuando leía sus tiernos mensajes una y otra vez.
Y la extrañaba, a pesar de nunca haberla visto.
Se preguntaba una y otra vez, ¿por qué sucedió todo eso? ¿Por qué dejó que eso sucediera? Taeyeon era tan tierna con ella, y eso le dolía, pero al mismo tiempo, le encantaba. Era como un dulce veneno, que te mataba lentamente mientras disfrutabas de él, de su sabor.
Lo único que logró sacarla de su ensueño no fue su padre tocando la puerta, ni el sonido de un fuerte rayo al caer, sino que simplemente fue la ligera vibración de su teléfono celular lo que hizo que se sobresaltara. Esperaba férvidamente que fuera ella.
“¿Cómo has dormido? Buenas noches.”
El corazón de la muchacha dio un vuelco e instantáneamente una sonrisa tonta se formó en sus labios, como cada vez que hablaba con ella.
¿Era posible extrañar a alguien que nunca habías visto? Porque en ese momento, Tiffany la extrañaba.
— Sí, ¿pero sabes? Hoy tengo muchas ganas de abrazarte. — más que para Taeyeon, lo había dicho para sí misma. Y no tenía que preocuparse, ya que supuestamente, a ella no le gustaban las mujeres. Y también, después de todo, Taeyeon tenía pareja.
— Yo también, chiquita… Es una pena que vivas tan lejos, me gustaría tenerte conmigo. — Tiffany sonrió y sintió aquella bonita opresión en su pecho. Porque el amor era dolor y felicidad mezclados en un mismo plato.
A ambas las separaba un mar, un mismo sexo y una amistad, pero sí, Tiffany la extrañaba, a pesar de nunca haberla visto.