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Salir de la burbuja por golddie

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Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

{!} Advertencia pertinente: terriblemente largo y sin un plot claro.

Junhong no sabía mucho de la vida antes de conocer a Daehyun. Del tipo de vida donde no eres dueño de tus propias acciones, porque el estilo de vida que Junhong llevaba hasta ese importante evento, era donde las opiniones de los demás influían en su actuar pues todo lo hacía era pensando en qué pensarían los demás de su actuar: Si estudiaba, no era por él, sino porque quería que los demás se sintiesen orgulloso de que era un chico responsable y que ese merito era completamente otorgado a su crianza. Sin embargo, a Junhong no le gustaba estudiar, no le gustaba leer, ni tampoco escribir. Sentía pasión por la pintura, por la música y la expresión corporal. Le gustaba tomar fotografías, le gustaba tocar instrumentos y le disgustaba mucho la matemática.

Sin embargo, en orden de llevar una vida dibujada por las expectativas de los otros, Junhong estudiaba cálculo aun cuando en su actual grado no se lo exigían. Junhong conocía muchos autores cuyas obras usualmente encontraba aburridas pero el haber leído cierta historia te daba un estatus diferente. Junhong conocía, además, las formas correctas de cómo escribir un ensayo, cómo darle forma y transmitir sus ideas, pero al escribirla no sentía pasión alguna.

Odiaba tener que aprender esas cosas.

En su prematura infancia, su padre le contrató clases de piano y Junhong comenzó a disfrutar poder hacer música, poder aprender a crear cosas nuevas por medio de la música. Sin embargo, cuando su padre se dio cuenta de que su hijo único estaba empezando a disfrutar quizás demasiado sus clases, la amable profesora de piano fue despedida antes de que Junhong pudiera terminar de aprender cómo tocar una canción entera, también le había faltado aprender cómo tocar con ambas manos.

(Junhong aprendió por si solo a hacer todo esto, luego, en el piano de su escuela que a duras penas sonaba y tenía rota una tecla, porque su padre había movido el piano de su casa hacia el ático, donde él no tenía permiso de ir.)

El día que conoció a Daehyun, fue por casualidad. Pero, quizás no lo fue tanto tampoco.

Junhong era de los alumnos favoritos de los profesores, ya que la mayoría de ellos pensaba que el muchacho era superdotado o algo por el estilo. Le mandaban a hacer favores por ellos, despreocupados de que el joven fuera a perder una clase porque es un genio ni siquiera necesita estar en clases pero la verdad era que Junhong se desesperaba cuando no escuchaba la lección de ese día, quedaba atrasado y le costaba más tiempo del usual ponerse al día.

Debido a ese temor (de no poder seguir el ritmo de sus compañeros y evidenciar que no era un genio como todos creían), el muchacho corría para hacer los recados, queriendo perder el mínimo de clases.

Ese día, precisamente, Junhong estaba fuera de clases: su profesor de química (una de las materias que más le costaba) le había pedido que le fuera a buscar unos exámenes de un curso distinto para poder calificarlos. El hombre le había dicho que estaban dentro de una carpeta color morada, sin embargo, Junhong tardó casi diez minutos en encontrarla finalmente. Pero, claro, no importaba que tardase, después de todo no es como que estuviera haciendo malo, él era un alumno ejemplar.

La escuela prohibía correr en los pasillos, así que Junhong deseaba que nadie lo viera haciéndolo. Estaba a punto de llegar al pasillo de su salón, cuando se estrelló contra otro cuerpo, cayendo tanto él como los papeles al suelo.

La otra persona, se volteó ligeramente cuando notó que alguien había colisionado contra su espalda. Ese era Daehyun, quien removió el chupetín que tenía en su boca por la curiosidad que le dio ese joven en el suelo. Él no era un buen samaritano ni mucho menos, algunos opinarían que era todo lo contrario, de hecho, pero Daehyun contaba con un excelente ojo para notar cosas.

Como que el chico cargaba los exámenes de química de su clase: ese examen que él había contestado a penas dos respuestas.

“Oh, lo siento ¿estás bien?”, preguntó el mayor, poniéndose al nivel del otro, que seguía algo mareado por la abrupta caída. Daehyun aprovechó de recoger las hojas, buscando sutilmente la propia y la de un muchacho inteligente de su clase.

“Fue mi culpa”, musitó Junhong poniéndose de rodillas para tomar las hojas desparramadas, “no se debe correr por los pasillos, lo sé, pero tengo prisa”, comentó. Entonces, se dio cuenta de algo. Ese chico podía delatar su actuar.

El menor le miró por el rabillo del ojo. El muchacho a su lado era mayor que él, Junhong lo notó por su uniforme. Tenía el cabello de un color plata, su piel era más oscura que la suya y unos labios que llamaron su atención de inmediato al jugar con un palillo de alguna golosina. Junhong sintió un poco de miedo por dos cosas: era mayor (y Junhong estaba casi condicionado para respetar a sus mayores) y porque el chico tenía un color de cabello diferente, lo que iba en contra de lo estipulado en las reglas de la escuela. Probablemente, y a sabiendas de simple deducción, era uno de esos muchachos problema que según su madre solo buscaban llamar la atención e ir contra el sistema como los idiotas, que luego no tendrían un futuro y serían pobres, destinados a robar y mentir para sobrevivir.

Pero a Junhong le pareció lindo.

“¿Te molesta si tomo prestado esto un momento?”, preguntó el mayor, sosteniendo dos hojas contra el suelo y fijándose en lo que decía una, comparándola con la otra, sacando un lápiz de su bolsillo y anotando lo que decía en la segunda hoja.

Junhong se quedó perplejo un momento hasta que se dio cuenta de lo que el muchacho estaba haciendo.

“¡Oye, no puedes hacer eso!”, exclamó con pánico estirándose para intentar tomar las hojas del alcance del mayor, siendo detenido por la mirada divertida que el mismo le mandaba.

“Tranquilo ahí, nadie se dará cuenta”, soltó con voz calmada.

Junhong se quedó quieto sin entender por qué. Lo que el mayor hacía estaba mal y era anti-ético y moral, pero a pesar de eso, no estaba haciendo nada al respecto, solo observaba ahí a otro copiarse de las respuestas de otro alumno.

Cuando Daehyun terminó de copiar algunas respuestas (si las hacía todas al pie de la letra iba a ser muy obvio que había copiado), devolvió ambas hojas al pequeño montón que tenía en frente de él, poniéndose de pie. Mirando ahora al otro chico aún en el suelo, estiró su mano para ayudarlo a ponerse de pie.

Junhong desconfió un momento, pero aceptó la ayuda de todas formas.

“Ten”, soltó Daehyun, devolviéndole las hojas al menor, “nos vemos”, agregó luego con una media sonrisa y desaparecer de su vista.

Junhong volvió a su aula de inmediato, ignorando lo que había sucedido.

Era realmente bueno para ignorar ciertas cosas que obstruían los pensamientos importantes en su mente, tales como el que había permitido que un muchacho copiara las respuestas de un examen del que él tenía vigilancia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Junhong escuchaba un poco de música de vez en cuando. Sus padres no se lo prohibían, mientras fuera música clásica, jazz o algún otro instrumental. Pocas veces Junhong había escuchado una canción que tuviera letra, la mayoría de las veces era cuando escuchaba a alguna de sus mucamas cantando.

Le gustaba la música instrumental, le gustaban los ritmos y que dejara a interpretación libre lo querían transmitir, pero Junhong a veces buscaba en internet música de otros estilos: hip hop, r&b y electrónica eran sus favoritas. Sus padres no se lo prohibían, pero cuando le encontraban escuchando algo de eso, le miraban de forma despectiva, haciendo que pausara la canción como si no fuese nada.

La próxima vez que Junhong vio a Daehyun, el muchacho estaba de pie, recargando su espalda contra una de las paredes que enmarcaban la salida de su escuela. Lo vio ahí desde que había dado la vuelta en una esquina para seguir derecho y salir con sus dos amigos. Daehyun le clavó la mirada de inmediato y lo observó hasta que pasó por enfrente de él.

Daehyun tenía puestos de esos audífonos gigantes que de seguro la música se escuchaba maravillosamente. Algo dentro de su interior vibró al darse cuenta de que se estaba preguntando qué tipo de música escucharía el mayor.

Junhong llegó hasta la salida y se quedó conversando con otros amigos además de los que ya lo acompañaban antes, formando un gran e impenetrable círculo. No estaba tomando en cuenta lo que los muchachos decían, de todas formas. Estaba concentrado en mirar disimuladamente hacia la entrada, donde podía espiar a Daehyun: el mayor cerraba los ojos de vez en cuando, probablemente para disfrutar de su música. Su boca que jugaba con un palillo (igual al dulce de la otra vez) se movía para cantar en voz baja, y su cabeza se movía al ritmo en ocasiones.

A Junhong le pareció lindo.

Pero, de pronto, el muchacho al que había observado tan cautelosamente, notó su mirada y se la devolvió. A él, por sobre todo el mar de personas.

Le sonrió de lado. Junhong se volteó inmediatamente, casi asustado, intentando escuchar lo que decía Youngjae sobre un examen que tendrían en dos días más, para el cual, por supuesto, Junhong ya había estudiado hasta que sus neuronas se hubieran quemado.

Sentía la mirada del otro sobre su nuca, y su curiosidad le hizo voltearse solo una vez más.

Daehyun le seguía sonriendo y ahora le hizo un gesto con la mano. Con sus dedos mirando hacia arriba, los movía, indicándole que viniera con él. Junhong pestañeó y su rostro formó una expresión de duda que pareció divertir al otro, y antes de que Daehyun pudiera hacer más, se movió de su lugar y bajó por las escaleras de la entrada, doblando hacia la derecha, yéndose por los pastos de la escuela. Junhong lo observó en pánico: debatiéndose entre seguirlo o ignorarlo.

Sus amigos le miraron extrañado por su comportamiento fuera de lo usual, pero no le preguntaron mucho cuando Junhong advirtió que recordó que tenía que hacer algo. De todas formas, lo importante en ese momento era seguir a aquel muchacho.

Junhong siguió el camino que creyó era el por el cual Daehyun desapareció. Llegó hasta el final del patio, dándose cuenta de que no encontraba al muchacho por ningún lado. Y, entonces, dudó: ¿habría sido para él esa seña de sígueme, si quiera? Junhong se sintió un idiota hasta que se dio la media vuelta para irse, notando al joven que deseaba ver sentado en las orillas de la pandereta que limitaba el terreno de su escuela.

Daehyun lo vio y le volvió a sonreír de manera misteriosa, y le volvió a hacer el mismo gesto.

Junhong se encontró yendo hacia Daehyun. Yendo hacia él como si fuese la materialización del deseo reprimido que durante sus dieciséis años había estado oculto pero no olvidado.

Junhong quería ceder: quería saber que no estaba solo y que no siempre tenía que ser perfecto. Junhong quería sentirse humano, poder fallar sin temor a lo que piensen los demás, poder olvidarse de sus responsabilidades un momento y estaba seguro (quizás por alguna fuerza externa a su pensar) que Daehyun era quien podría otorgarle tan estado mental en que no podría pensar en nada que fuese importante.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasaba más tiempo con Daehyun que estudiando. Pero con discreción. Sus padres pensaban que estaba en la biblioteca y sus amigos que estaba en casa estudiando, dejando en claro que no quería ser molestado. Las pocas veces que extuvo con Daehyun y alguno de sus padres les había llamado por teléfono, Junhong había tenido que dejar en silencio, luego mandarles un mensaje, porque estaba en la biblioteca. Todo a raíz de las ideas del mayor.

Daehyun lo había llevado a su casa, que no era tan grande en comparación con la suya, pero a Junhong le gustaba más. Su propia casa era enorme, pero daba una impresión de estar vacía; Daehyun tenía perros dentro de su casa y un par de pajaritos en jaulas gigantes que le daban vida a su hogar. Daehyun, también, tenía un hermano que tenía la misma hermosa sonrisa que tenía el chico y lo trataba amablemente.

Junhong pensaba en cómo sería tener un hermano o una mascota o llevar a alguien a su casa, dándose cuenta de que todo sería distinto. Las mucamas se harían cargo de todo, desde asegurarse de que ambos hermanos no hablaran jamás hasta que su mascota estuviera bañada y aseada, y él solo pudiera acariciarle de vez en cuando.

Daehyun decía que Junhong vivía en una burbuja. Junhong no podía decir que no.

“¿Has visto porno alguna vez?”, le preguntó el mayor con una sonrisa, una vez que estaban los dos sentados en la cama de Daehyun, con su computadora poniendo música entre ellos mientras Daehyun le enseñaba sus imágenes, de pronto llegando a una carpeta que tenía un nombre extraño.

El menor lo había mirado con exaltación, y completamente sonrojado.

“Eres un adolescente, ¿no es normal acaso?”, inquirió el mayor con una expresión divertida.

Junhong se quedó callado un momento.

“No mucho”, musitó él con voz callada, “solo a veces, la mayoría del tiempo imagino cosas y solo en la ducha”, admitió.

Daehyun le sonrió aún más, haciendo doble click en la carpeta que contenía esa clase de archivos. Comenzó a mostrarle fotos al menor, haciendo que su rostro comenzara a tornarse cada vez más rojo.

“Está bien si te sientes divertido”, le comentó Daehyun, “también está bien si no es solo con mujeres, ¿sabes?”, inquirió, ahora mostrando imágenes de hombres que a Junhong le parecían atractivos, aunque se sintiera raro admitirlo.

“No está bien”, dijo el menor, “si soy hombre, me tienen que gustar las mujeres”, afirmó.

El mayor no dijo nada, siguió pasando de imagen en imagen. Había toda clase de físicos masculinos que se consideraran atractivos: habían chicos occidentales, con cabello rubio y tez clara, otros más morenos, con músculos marcados y una sonrisa atractiva, otros más orientales, con cabellos perfectamente cuidados y traseros perfectos, todos estaban en ropa interior y algunos no miraban la cámara, otro sí. Unos hacían a Junhong sentirse incómodo. En sus pantalones.

“¿Podemos ver otra cosa?”, preguntó, realmente no queriendo afrontar qué significaba el que se sintiera de esa forma.

Daehyun a su lado asintió, poniendo esta vez un video y conectando los audífonos.

“Créeme, Junhonggie”, musitó, pasándole un auricular al menor, “este tipo de cosas hacen que abras tu mente”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Algo había cambiado en Junhong. Daehyun le había mostrado hombres teniendo sexo entre ellos. Junhong había observado atentamente, había uno que era más sumiso que el otro y que era penetrado reiteradas veces, que gemía como si fuese una mujer si fuera porno hetero, haciendo que Junhong comenzara a cuestionarse cómo eso podía llegar a sentirse bien.

Ahora miraba diferente a sus amigos. Youngjae le había cuestionado varias veces si algo le pasaba, y era que Junhong no podía dejar de fijarse en los brazos de Jongup en clases de Educación Fisica.

Junhong había dejado de ver a Daehyun, porque en sus sueños, aquella película que el mayor le había hecho ver, eran ellos dos los protagonistas, y Junhong no quería. No quería que Daehyun se convirtiera en eso para él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero, un día, Junhong no pudo más. Tampoco pudo Daehyun. La llamada del mayor que Junhong usualmente ignoraba y se concentraba en sus libros, esta vez, fue contestada.

“Necesito verte”, dijo Daehyun, yendo directo al grano, “y no te atrevas a decir que no, Junhong, estoy a mi límite de paciencia”.

“De acuerdo”, musitó el menor, cerrando su libro.

 

 

 

 

 

 

Se reunieron en la plaza que estaba cerca de la casa de Daehyun, porque Junhong no dejaría que lo descubrieran juntándose con un muchacho que se teñía el cabello.

Daehyun no le sonrió cuando lo vio como siempre hacía antes. Le indicó con un movimiento de la cabeza que quería que lo siguiera.

Fueron a un lugar algo oculto entre los árboles, ahí, Daehyun se sentó en el césped, esperando que Junhong hiciera igual. Ya no hacía tanto frío como cuando comenzaron a juntarse, ahora el tiempo estaba más cálido, sin embargo, por la indiferencia del menor, Daehyun aún se sentía en invierno.

“Siento mucho lo que hice”, soltó de inmediato. Junhong le observó, de pronto, sintiéndose mal porque fuese alguien más que él disculpándose cuando era él quien tenía toda la culpa. Era su culpa estar asustado por conocer algo que no se ajustaba a su forma de ser, que era distinto a lo que le habían enseñado y que era algo que sentía a flor de piel.

Junhong negó con la cabeza, pero Daehyun siguió hablando.

“Me agradas y lo que menos quiero es que una estupidez así te aleje, Junhong”, confesó, mirando al menor con una expresión que imploraba perdón.

“Hyung, no me alejé porque no me gustara… eso, sino, todo lo contrario”, aclaró, cerrando los ojos porque tenía miedo de que si los abría se vería forzado a enfrentar la realidad.

Su realidad.

Daehyun le miró intensamente y sonrió, para luego reír contento.

Junhong abrió los ojos al escuchar esa risa, sintiéndola cercana y acogedora. Lo calmaba, casi le daba fuerzas.

“Genial”, musitó Daehyun, “simplemente genial”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Daehyun besó por primera vez a Junhong al año siguiente en la casa del menor. No había nadie, ni siquiera las mucamas. Era vísperas de navidad y ambos padres estaban viendo a sus familias, Junhong sin poder ir porque aún estaba en clases. Las mucamas habían tenido vacaciones, así que Junhong había invitado a Daehyun para que conociera su casa de una vez, pues el mismo le había expresado a curiosidad que sentía.

Después de haberle mostrado la casa completa y habían llegado a su habitación, Daehyun se tomó un tiempo de examinar su habitación. No había nada en las paredes, las sabanas eran completamente blancas al igual que las paredes, pero la sonrisa de Junhong iluminaba el lugar. La presencia del menor le daba vida a la casa, y sintió pena de que en su hogar eso no existiera.

Junhong suspiró cuando Daehyun se separó de él, respirando agitadamente porque ese era su primer beso. Daehyun se lo había robado pero bajo su consentimiento.

Le miró a los ojos un par de segundos antes de entender. La segunda vez fue Junhong quien se inclinó, besando los labios del mayor, esperando la respuesta del mayor que no tardó.

Poco sabían que los padres de Junhong volverían ese día a casa, para ver a su hijo bajo las sábanas con otro muchacho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tiempo después, años después, Junhong estaba solo en el dormitorio. Había conseguido uno a buen precio para irse a vivir cerca de la universidad a la que había sido forzado a ir, por sus padres.

Estaba solo en el dormitorio, de frente a una hoja que era un test de autoconocimiento. De todas las preguntas, Junhong solo tenía una respuesta completa, pues preguntas como qué te hace feliz, qué te molesta, qué música prefieres, para ti qué es el amor, no era cosas que pudiera contestar, porque sinceramente no sabía.

Solo una estaba respondida, una que ponía, la persona que más ha influido en mi vida es, seguida de un Jung Daehyun y un pequeño corazón al lado, que probablemente borraría.

Junhong sabía que había sido un error haber intentado salir de su zona de confort conociendo a aquel muchacho. Debió saber desde antes que sus padres lo descubrirían tarde o temprano, separándolos por millones de kilómetros por el bien de su hijo.

Junhong ya no lloraba, y viendo las cosas de manera positiva, ahora vivía solo en un país lejano: podía poder la música que amaba a todo volumen, podía practicar todos los instrumentos que quisiera y podía dormirse hasta la hora que más le plazca.

Daehyun ya no estaba en su vida, pero ahora vivía mejor gracias a aquel muchacho que conoció por una casualidad.

Daehyun lo había hecho salir de su burbuja.

 

 

Notas finales:

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¿quien más está llorando porque el DaeLo ahora comparte habitación y duermen en la misma cama? AYUDA.

ojalá les haya gustado, no sé si alguien leerá esto, para ser honesta ;;


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