-Por favor, recupérate pronto...-
Sintiendo pesado su cuerpo y con un fuerte dolor de cabeza abrió los ojos. Sintió algo suave debajo de él y trató de recordar que pasó y que hacia ahí. Había muchas camas alrededor y mucha iluminación natural. Estaba en la enfermería.
-¡Scorpius!- chilló Aris abalanzándose contra el haciendo que se sintiera mareado- ¿Cómo estás? ¿Te duele algo?-
-Aris, déjalo descansar, ¿no ves la cara de sufrimiento que tiene?- dijo Lorcan con una sonrisa de alivio más que de burla y la de cabello cobrizo se negó a soltarlo sacándole la lengua.
-¿Qué fue lo que pasó?- preguntó el rubio tímidamente, no recordaba con exactitud que había pasado, en un momento estaba viendo a James con el rabillo del ojo y al otro estaba sumido en la oscuridad.
-Una bateadora idiota de Gryffindor te lanzó una bludger a propósito, Madame Hooch ya la suspendió y Longbottom la regañó hasta hartarse- dijo agradecido Agni.
-¿Quién ganó?- preguntó consternado y solo sus amigos se regresaron a ver dudosos si hablar o no.
-Los Gry… Albus agarró la snitch antes de que se diera cuenta que estabas en el suelo… él y Rose seguro y están poniendo a la chava como chancla- dijo Eddy haciendo reír a todos.
-Pero creo que lo más interesante que paso fue antes de que cayeras… debiste de haberlo visto, James soltó la quaffle sin importarle nada cuando soltaste la escoba y evitó que te golpearas de lleno y eso no fue todo, estuvo a tu lado sin falta durante los tres días que estuviste inconsciente, varias veces Madame Pomfrey lo quiso echar pero se negó a dejarte- dijo muy emocionada Aris mientras suspiraba.
<“¡estuve dormido tres días! Y lo más importante, ¿James me salvó? ¿Por qué entre todas las personas fue él? Y ¿porque se quedó durante todo ese tiempo? ¿No se supone que me odia?”>Se preguntó muy confundido y no pudo evitar que su corazón latiera con fuerza y vio como Eddy lo miraba el muy pícaro; frunció el entrecejo.
No podía seguir así, desviviéndose por James, no, no y simplemente no. Tenía que aprender a apañárselas y poder continuar hacia delante. Qué más daba si había estado en ese momento en ese preciso momento ahí para él, eso no podía compensar el abismo que los separó durante se tiempo; ahora sí tendría que asegurarse de que cada quien seguiría su propio camino y estaba seguro que el sol lograría asomarse tras esas tupidas y perpetuas nubes que se habían negado a apartarse por esos dos años.
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Caminó lo más rápido sin prestar atención a nada ni a nadie, no era el momento adecuado. No tenía fuerzas para fingir una de sus sonrisas de “I’m all right, I’m all right” porque no lo estaba, no desde hacía dos años… Entró a su cuarto sigiloso como una sombra y se recostó pesadamente sobre su cama. Sobándose las sienes, James suspiró al hallarse lo más alejado que podía de la enfermería, aunque había decidido hacer de guardián durante esos días sin descanso en la espera que “él” se recuperara de su contusión, pero cuando lo sintió despertar no pudo hacer nada más que desaparecer.
Una cosa era cuidar de una persona indefensa, lastimada y dormida, que podrías observarla sin ningún peso en tu alma por sentimientos innombrables de deseos impuro; pero otra muy distinta es ver a la persona que te roba el aliento tan cerca de ti sin poder tocarlo, con esos hermosísimos ojos de plata que te enloquecen… no, James sentía que no tenía la fuerza necesaria para lidiar con eso, no por el momento.
¿Cómo había podido aguantar aquello por tanto tiempo? Solo los dioses sabían que le daba fuerzas para continuar sin enloquecer (¿o tal vez ya estaba loco?), tal vez el verlo de soslayo un par de veces a la semana, sumado a sus miles de sueños mitad fantasía, mitad ilusión que lo acosaban día y noche, la máscara de indiferencia que se vio obligado a usar que le quería hacer gritar; tener que fingir, pretender y mentir ante todos los que se dejaran solo para tener un momento de paz, pero tantos sentimientos guardados, negados a ver la luz al final del túnel, callados por ser la salida más fácil, pero nada sencilla de asimilar era difícil de sobrellevar…
Con sumo cuidado sacó un libro delgado de pasta dura y lo abrió sacando el pequeño tesoro que tenía escondido. Eran un par de fotos, de las cuales solo tomó una y una sonrisa se dibujó en sus labios. Su rubia obsesión, quien estaba con la vista clavada en un pergamino sobre una mesa de madera mientras escribía en el con suma concentración, pero aun así se podía notar una tenue sonrisita que probablemente escaparía para muchos, pero menos para él y se lamentaba ante la idea de que nunca jamás volvería a dirigirse esa sonrisa en su dirección con una nota de exclusividad ya que había renunciado por completo a ello.
-Dame una razón para creer que no eres un depravado, James- Dijo una voz a un lado suyo que también observaba la imagen, el azabache se sobresaltó dando un ligero brinco en la cama.
-Eres un idiota Ricard- dijo frunciendo el entrecejo volviendo a poner la foto en su lugar y apretando el libro contra su pecho.
-Das miedo Jem, esa faceta de acosador gruñón pervertido ya duró demasiado, entiendo que te guste el chiquillo y todo eso pero ¿seguirlo? ¿Contemplar su foto que claramente se ve que la tomaste a escondidas, para hace sabe Merlin qué? – Vio la intención de James de contestarle, pero lo cortó-¡Ni te molestes en decirme que no quiero imaginarlo! Solo te falta ponerte tu capa de invisibilidad y meterte a su cuarto a oler su ropa- dijo el muchacho alto diciendo lo más bizarro que se le ocurrió.
-Necesitaría el mapa del merodeador para cerciorarme de hacerlo cuando no esté...- dijo como si analizara esa posibilidad.
-Me das asco, ni se te ocurra hacerlo ¿eh? Que no quiero que la casa pierda puntos- los dos comenzaron a reír- ya en serio Jem, ¿Cuándo se lo vas a decir? Estas hecho un revoltijo desde hace dos años y ni se te ocurra decirme que estas bien, porque no es cierto, tal vez los demás ni se dan cuenta, pero sé que has estado como troll enojón echando maldiciones a diestra y siniestra con tu ira reprimida cuando crees que nadie te ve - dijo cruzándose de brazos como padre regañando a su hijo, pero el otro ignoró su mirada- por tu bien y el de todos tienen que sentarte frente a frente y decirle claramente todo lo que pasa por esa cabeza desquiciada que tienes-
-No lo hare…- dijo con firmeza- no puedo Ric, no quiero hacerlo sufrir…- dijo en un suspiro que hizo que su amigo se sentara a su lado desganado, era como hablar con la pared.
-Pero ya lo estás haciendo una y otra vez y dudo que en el futuro te vaya a perdonar-
-Sé que lo hará, volveré a acercarme a él cuando deje de sentir todo esto que no le hace bien a nadie- dijo señalando su pecho- sé que me perdonara y volveré a ser su amigo como antes-
-Pues yo pienso que eres un idiota egoísta y que todo te va a salir mal con tu idea estúpida, pero allá tú, no quiero que vengas llorando como una nenita cuando una linda chica se robe su corazón que no te voy a consolar, es más, repetiré “te lo dije” hasta que me harte- James se quedó unos segundos en silencio mientras apretaba sus puños.
-lo sé…- fue lo único que pudo decir.
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Con el paso de los días Scorpius estaba más y más calmado en la escuela, ahora era él quien sacaba la vuelta al azabache y se negaba rotundamente a mirarlo, < “la vida no es como en las novelas”> se repetía, <“tengo que superarlo”>, aunque trataba de mantener su mente ocupada y positiva ante las expectativas de la vida de un adolescente de doce años, otra cosa sucedía durante sus sueños…
-Ahh!- gritó cuando cayó de la cama y sobó su cabeza al momento, el suelo estaba frio y como si no tuviera suficiente con una herida reciente, ahora tenía otra y con un mohín comenzó a sobarse la cabeza. Ed lo había tirado de la cama y lucía molesto.
-Tu serpiente está muy activa y me picó el trasero- Scorpius se avergonzó con la crudeza de sus palabras y rodando los ojos el ojiazul le ayudó a incorporarse y a que regresara a la cama.
-Chicos… dejen de jugar… no me hagan ir hacia allá…- dijo Agni entre sueños mientras se removía entre las sabanas. Los chicos despiertos ahogaron unas risillas. Cuando volvió a subir a su cama suspiró, aunque los métodos poco ortodoxos de Eddy fueran dolorosos porque sus horas de sueño se vieron interrumpidas los primeros días, tuvo que admitir que aunque sea un poco estaba funcionando, aunque seguía soñando con James, su “amigo de allá abajo” no parecía despertar tan seguido; y ya eran pocas las veces que terminaba en el suelo y agradecía a Merlín y Morgana por ello.
-Phsss- lo llamó quedamente Eddy mientras trataba de alejar de su cara los rizos marrones sin éxito y quedaron frente a frente el azul y gris- ¿cómo vas?- Scorpius sabía que se refería al asunto de allá abajo y se alzó de hombros, aunque el consideraba que todo estaba mejor-Yo diría que bien pero aun presentas fallas técnicas y tu progreso va muy lento, creo que tendremos que subirle la intensidad a esto-
-¿Cómo?- pregunto un tanto alarmado no quería ni imaginarse lo que le depararía posteriormente.
-Ya lo sabrás, pero solo te diere que de mi plan de tres fases, la fase S.S.I.R.C.O.: Suspensión de Sueño Instantánea Rudimentariamente Cooperativa y obligatoria está casi completa y te autorizo pasar a la fase dos: TORPE-
-¡Oye!- dijo un poco ofendido el rubio a lo que el de ojos azules calló con la mano, había hablado demasiado fuerte y Agni volvió a hablar entre sueños pero esta vez de forma inteligible. Edmund puso los ojos en blanco.
-La fase se llama: Táctica Obligatoria de Reorganización de Pensamiento por Evasión-
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Tras el pacifico término de su segundo año, fue la primera vez que sus padres parecían querer disfrutar de un agradable tiempo en MalfoManor ya que después de tanto tiempo les darían unas merecidas vacaciones y tendrían la casa solo para ellos porque sus abuelos Cissy y Lucius festejarían su aniversario en el lado mágico de Paris, el lugar favorito de Narcisa Malfoy quien aseguraba que ese lugar de ensueño contenía sus más dulces recuerdos de tantos años compartidos.
Scorpius realmente esperaba pasársela en grande con sus amigos de Hufflepuff, incluso habían acordado los cinco que irían a un concierto de las brujas de McBeth, pero parecía que todos por alguna razón, tenían grandes planes que les impidieron verse tanto como esperaba, siendo Eddy el único que se mantuvo a su lado, declarando que aún no lo daba de alta de su terapia y que tenía que seguir el tratamiento anti-James con sus debidas dosis.
Prácticamente durante todas las vacaciones Eddy se instaló en Malfoy manor sintiéndose fascinado por todo el exceso de lujo que exuda cada pared y chimenea de la imponente mansión; aunque Draco y Astoria encontraban peculiar el cinismo del amigo de su hijo, aceptaron sin reproche su estancia ya que habían notado el extraño comportamiento de su pequeño y parecía que ese chico de cabellos marrón le hacía mucho bien a Scorpius, solo rogaban que su hijo no adquiriera esa clase de frescura.
Ese verano, fue incluso la primera vez que se desligó en su totalidad de los Potter y Weasley, quienes planearon unas vacaciones familiares “alejado del ajetreado mundo” y se fueron a Rumania por una invitación que el tío de Rose, Charlie, quien les había mandado una carta a principios de Mayo.
-Cariño ¿Por qué no quisiste ir con los Potter? Ginebra fue tan amable de venir a invitarte junto con los demás niños que querían que los acompañaras…- dijo su madre mientras le dirigía una mirada condescendiente tomando su aromático té de rosas. El pequeño Malfoy no supo que decir- ¿acaso esto tiene que ver con el Jamie?- la sola mención de su nombre lo acelero tano que comenzó a atragantarse con su tarta de calabaza hermosamente decorada con glasé y Eddy le dio un golpe con el codo sin dejar de masticar.
-¿Quién? ¿…Qué?- no pudo armar la expresión correcta.
-Alto, cabello negro, ojos cafés, Gryffindor, ¿te suena?- dijo entre risas Eddy haciendo que la castaña sonriera.
-Cielo, hace tiempo que no viene…- quería especular algo y vio la lucha interna de su hijo y no se atrevió a armar la frase.
-Tu madre tiene razón, anteriormente se la vivía por aquí, pavoneándose por toda la casa como si fuera la suya- dijo Draco frunciendo el ceño, pero no se veía molesto, aunque nunca lo admitirá a viva voz, le caía bien a pesar de ser “tan Potter”.
-Sí, era todo un espectáculo su llegada a MalfoyManor y aunque tu padre diga lo contrario, disfrutaba de sus charlas sobre “libros muggle”- dio Astoria remarcando esta última frase haciendo que el mayor carraspeara.
-Solo decía que es raro que alguien tan escandaloso como él, haya leído tanto y a tan corta edad- dijo quitándole la importancia sacándole risitas a todos los que estaban en la mesa- como sea… Scorpius, te tengo una sorpresa- dijo sacando una pequeña caja de su abrigo gris que enseguida la puso en sus pequeñas manos.
Era muy pequeño para ser un libro, pero esperaba que fueran grajeas de colores con forma de estrella que había estado buscando para hacer el pastel de cumpleaños de su madre, pero su corazón se aceleró cuando la abrió. Sus manos comenzaron a temblar y sin darse cuenta, su madre se acercó para ver mejor y sonrió con anhelo.
-Mi niño… tu collar…- era un precioso collar con una peque “S” decorada con pequeños brillos verdes alrededor, se lo regaló James en su cumpleaños número once, pero a las pocas semana se le rompió la cadena mientras jugaban y pensó que lo había perdido- ¡Draco, eres maravilloso! ¿Cómo le hiciste?-
-Después de que me dijeras todo el drama que se armó alrededor del collar, puse a los elfos a buscar por todos lados, y aunque no fue tan difícil de encontrar tuve que mandarle a hacer una nueva cadena, esta vez más resistente y que reforzaran el dije- el pequeño rubio agradeció con todo su corazón a su padre y corrió a abrazarlo. Aun con sus manos temblorosas se lo puso alrededor de su cuello y trató con todas sus fuerzas de no recordar lo que había pasado ese día…
-Me pregunto esa “S” que significara…- dijo Eddy rascando su mentón como si tuviera acaso una barba y medito las “posibilidades” haciendo reír al rubio menor.
Agradeció nuevamente a su padre y pidió permiso para irse a su cuarto, necesitaba alejar esos recuerdos que querían atormentarlo tomando de la mano a Eddy quien torpemente se levantó robándose un bísquet para el trayecto.
Con sumo cuidado cerró la puerta de su habitación y se dirigió al balcón. El cielo que muchas veces lo había reconfortado con sus brillantes y transitorios colores que se funden entre sí en una mágica melodía esta vez no logró apaciguar su cabeza. Tenues escenas saltaron a su cabeza; su cumpleaños once, todos riendo en los jardines de Malfoymanor, James cubriendo sus ojos y haciendo que una pequeña caja dorada flotara a la altura de su cara y unas extrañas palabras que en ese tiempo le causó gracia pero que en ese momento le ocasionó un repentino estremecimiento que hizo que su corazón fuera de 80 a 1000 por minuto.
”- Scor, solo estoy seguro de una sola cosa en este mundo tan extraño que raya en lo bizarro y es que debemos estar juntos sin importar que… como me gustaría compartir mi vida contigo hasta el final de nuestras vidas…”
El recuerdo tan claro como el agua hizo eco en su mente haciendo que sus mejillas se encendieran y sintiera un sorpresivo ataque de euforia ¿Acaso había dicho algo así alguna vez? ¿O lo había alucinado? O incluso peor, que tal si era un recuerdo alterado por sí mismo ante esos inexplicables sentimientos… negó con la cabeza, eso realmente había ocurrido pero, en ese momento lo dejó ir como algo ligero sin ningún objetivo más que algo de qué hablar como era clásico en su mejor amigo…
Abrió los ojos estrepitosamente cuando sintió algo cálido sobre él. Los labios de Edmund estaban sobre los suyos bloqueando de tajo todo lo que estaba pensando solo dejándole sentir algo extraño que se expandió por su cuerpo, algo rápido certero pero incomprensible, se sentía tan bien ese contacto como un bálsamo con sabor a chocolate que amedrentaba cualquier sentimiento negativo que pudiera invadirlo, como una fuerte muralla protectora pero a la vez como una cálida brisa, tan suave y gentil…
-¿Q-q-que fue eso?- preguntó con un hilo de voz mientras se separaba un poco. El chico de intensos ojos azules se aclaró la garganta.
-Depende de lo que quieras considerar, opción uno: parte de tu terapia ya que parecía que tus pensamientos iban por el lado equivocado y corregí el rumbo; opción dos: parecía que tenías una mota de azúcar y la atrape con mi boca u opción tres: no tengo la menor idea- dijo chasqueando la lengua recargándose en el barandal. Scorpius se sonrojó sin saber exactamente qué hacer y ambos se dedicaron a contemplar la puesta de sol sin volver a cruzar palabra por temor a lo equivoco o desconocido.