En este momento, estoy en una cama, con los ojos cerrados y varias máquinas médicas conectadas a mí, estoy fuera de mi cuerpo, el cual está pálido, con el semblante triste y con cara de no volver a despertar. Nadie puede verme de hecho, y si alguien me ve, tal vez tenga un don.
A un lado de esta cama blanca y fría, en donde reposa mi cuerpo físico, está sentado un pequeño. Es blanco, bastante más de lo que acostumbra ser… su cabello castaño está opaco, al igual que sus ojos, los cuales se notan cansados y pesados. Tiene una taza de café casi vacía en su mano, mientras que con la otra sostiene la mano fría que reposa en aquella cama.
Quiero abrazarte, pequeño. Quiero abrazarte y decirte que todo estará bien.
Pero sería una mentira.
Nada estaría bien.
Nada.
Sonrío falsamente, porque el único que se puede dar ánimos ahora mismo soy yo, no puedo tocarte, Takanori, no puedes verme, solo puedes ver esa figura deplorable que reposa en ese lecho, que no corresponde tu apretón de manos, que no te mira como siempre lo ha hecho.
Quiero despertarme y besar tus labios, tu frente, abrazarte y sentir el calor de tu cuerpo. Ahora mismo, no tengo ni frío ni calor, no siento nada.
Alguien toca la puerta, y ese alguien es Aoi, también se ve muy cansado… Toca el hombro de Ruki y le dice que es hora de irse, que debe descansar y que puede volver mañana. Yo estoy de acuerdo, pero Ruki niega con la cabeza como el buen hombre caprichoso que es y aprieta más fuerte mi mano. O la mano de ese ser que está allí acostado.
Aunque Aoi insiste, se da por vencido, no parece tener ánimos de pelear, lo veo salir y lo sigo por unos instantes, al fin y al cabo, no hay mucho que ver en esta habitación, tampoco quiero ver a mi bebé esperándome. Esperándome cuando perdí el tren del despertar.
Aoi se aproxima al castaño que es mi mejor amigo, y al líder y amigo fiel… Qué raro, si Kai no sonríe, hace ver las cosas más lúgubres, más tristes, más… desesperanzadoras.
Aoi niega con la cabeza, a lo que Uruha y Kai sueltan un largo suspiro, Hey ¿Por qué no se van a casa? De verdad, y llévense a Ruki. No dejen que me siga viendo así, no dejen que esté con ese cascarón vacío que no puede responder a sus desesperados “Te amo”
Mi cuerpo no tiene heridas, sólo está muy blanco. Hace días, cuando todo iba bien, me caí e irremediablemente me golpee en la cabeza, decidí no prestarle atención, pero a las pocas horas, no podía conectar muy bien las palabras, se me olvidaba el nombre de las personas y ni siquiera era capaz de sacar la lengua. Lo último que vi fue a mis amigos y a mi pareja observarme horrorizados, mientras caía en este sueño, en donde parezco dormido, pero a la vez no lo estoy.
Va una semana desde que estoy aquí, mi cuerpo inerte físico y mi cuerpo etéreo, que es este.
“–Reita, ¿Has pensando alguna vez en casarte conmigo? –Pregunto un chico de unos 17 años de edad, con las mejillas ruborizadas y sus ojos azules bien atentos a la respuesta de su acompañante.
–Claro, lo he tenido siempre en mente– confirmó el otro. Y no mentía.”
Y aún lo tengo en mente, ahora que lo recuerdo. No sé porque viene a mí ese momento, sabiendo que fue hace tanto tiempo. Por lo menos no lo he prometido, porque ya sabéis… No sé si esta clase de “Alma” en la que me he convertido pueda ponerle un anillo. Grande, como los que le gustan.
Ni siquiera tengo alguna manera de mostrarte que te estoy observando y que no estoy del todo ausente, vaya mierda.
Veo también, tu esfuerzo por mantenerte despierto por cualquier señal de despertar que emita, pero todavía no pasa, suspiras y vuelves a cerrar los ojos, no para dormir, más bien para pensar.
No quiero despedirme de ti porque sé que no lo haré bien, sé que algo me saldrá mal como cuando te pedí que fueses mi novio, compré flores para ti ese día, pero murieron después de un rato ¿Qué sabría yo de flores? Los chocolates que te compre estaban rancios, mi serenata se reducía a Aoi tocando la guitarra rota que su hermano le había regalado, pero tú me dijiste que si de todas formas, al menos eso resulto bien.
Pero ahora, sé que si me despido de ti, que si me atrevo a despertar solo para decirte “Adiós”… No lo aceptarás, no lo superarás, no me dejarás ir, y ninguno de los dos podrá descansar en paz.
Es por eso que no me he ido, Ruki.
No puedo volver a mi cuerpo, lo siento, sólo sé que me puedo ir cuando quiera, pero como tu, yo tampoco quiero irme.
Kai entra en la habitación y parece que te convence de que si duermes, el tiempo pasará más rápido y mañana será un nuevo día. Dices algo con que quieres dormir en mi lado de la cama, para sentir mi olor. Besas mis fríos labios, me dices que me amas una vez más, y te vas, diciendo que nos veremos mañana, que más me vale que me despierte.
Lo siento, cielo, hoy no será.
Ni hoy, ni mañana.
Lo siento, Ruki.
–Nos vemos mañana, Rei-chan.
Lo siento.