-Otra vez - dije en susurros -. Otra vez en estas cenas que organizan mis padres. Con su tonta esperanza de comprometerme con una chica - puse los ojos en blanco -. Quisiera poder decirles la verdad.
-¿Has dicho algo, Key? - preguntó mi madre, mientras esperábamos el plato principal.
-No madre. No he dicho nada.
-Hijo - dijo mi padre -. ¿Por qué no llevas a Rachel a caminar por el prado mientras llegan nuestros platillos?
Porque no quiero. No quiero comprometerme con ella, más bien, con cualquier mujer.
-Esta bien, padre - me levanté de la mesa y le tendí la mano a Rachel -. ¿Vamos?
Ella asintió y nos alejamos de las mesas, de los candelabros y de toda idea de mis padres respecto a mi "compromiso". El prado era extenso, bien cuidado, y perfectamente decorado con pequeñas luces para darle un toque... romántico. Rachel era la futura heredera de la mejor aerolínea de Corea del Sur. Mis padres vieron este "compromiso" como una oportunidad de fusionar nuestras empresas, es decir, una aerolínea con hoteles, u hoteles con aerolínea según se vea.
Pero el motivo por el cual me opongo permanentemente no es porque la "señorita" aquí presente sea caprichosa, desesperada, poco paciente o celosa en extremo; la verdadera razón es que me gustan los hombres...
Y eso mis padres no lo saben, viven con la idea de que simplemente odio la idea de tener que comprometerme tan.... joven, o con que no quiero heredar Korean Luxury Hotels. Algún día tendrán que enterarse, y hoy no es el momento, pero sé que Rachel odia tanto cocmo yo este compromiso.
-¿Te gusta la idea?- le comenté mirando al cielo estrellado.
-¿Cuál?, ¿la del paseo o la del matrimonio?
-La segunda...
-Me parece una estupidez. Realmente no quiero tener algo que ver con el negocio de mi familia.
-Yo menos - reí irónicamente.
Mi madre nos ha hablado, supongo que los platos han llegado. Regresamos a la mesa, pero nos querían para hacer una selección de vino/champagne para la noche: escogí un Bollinger, mi preferido. Al llegar la botella no esperaba toparme con esos ojos, sentí como si fueran los ojos de un dios... un dios jodidamente sexy... y uno que si fuera posible me dejaba violar sobre la mesa.
Sin recordar que lo miraba, él giró su vista hacia mí y me dedicó una sonrisa, me guiñó un ojo y antes de que se fuera pude observar que en su gafette marcaba "Jonghyun"... aparte de ojos, y cuerpo de un dios, tenía un nombre completamente hermoso. Al final giró sobre sus talones, y se marchó. Un siguiente mesero trajó consigo nuestros platos.
***
El tiempo transcurrió aburridamente, mis padres no paraban de hacer preguntas sobre cuales serían nuestros planes, como llevaríamos nuestras empresas fusionadas, para cuando al boda, y cuando se haría público nuestro "compromiso". Jonghyun fue el mesero que nos atendió las últimas veces. Pero para la hora de despedirnos me quedé unos minutos extra por darle "mis felicitaciones al chef". Eso sólo fue el pretexto para hablar aunque fuera por primera y última vez con Jong. Salimos por un momento al prado a hablar en privado...
-Entonces, ¿tú eres el futuro heredero del que tanto se habla?- preguntó mientras garabateaba en un papel algo.
-Sí, ese soy yo - sonreí de lado, en verdad que era difícil controlar mis ganas de empujarlo contra la pared y besarlo-. Me tengo que ir Jong, fue un gusto poder charlar con alguien como tú.
-Lo mismo opino, además me has agradado mucho - me tendió el papel que había garabateado -. Por si alguna vez quieres volver a charlar. Es mi número, llama cuando quieras.
Oh Jong, ten por seguro que te llamaré cuantas veces pueda en el día. Con la de cosas que podríamos hacer. Sólo tienes que ser como yo. ¡Ojalá que sí!
Me sonrió a forma de despedida y se marchó a su trabajo. Y yo me dirigí a donde mis padres aguardaban subiera al auto. Cuando miré el reloj despues de quien sabe cuantos minutos, ya eran las once de la noche. Y al llegar a casa era media noche, porque aún tuvimos que ir al otro lado de la ciudad a dejar a "la señorita aerolínea" hasta su casa.
Como siempre, había tenido que repetir la rutina de cada cena que organizan mis padres, educado con ella, respetuoso, un buen chico con el que valga la pena casarse, y cuando mis padres pregutaban sobre lo que opinaba al respecto de esa chica siempre respondía: No, no es la adecuada.
Subí a mi habitación y me coloqué el pijama, hoy -o debo decir ayer- fue un día muy agitado, desde las normas a cumplir de la empresa familiar, hasta la cena con Rachel, y creo que lo único bueno del día, fue que encontré a Jonghyun, y puedo decir que lo considero el Hijo de Afrodita... Cerré los ojos y me dispusé a dormir profundamente.
Al día siguiente me vestí de forma casual y salí con mi auto por las calles de Seúl. Tengo planeado ir al cine pues dicen que hay una película demasíado buena para ser verdad. Al llegar pagué mi entrada, mis palomitas y entré a la sala de cine. Cuando me senté me llevé una gran sorpresa, adivinen quien estaba ahí... ¡Jonghyun! y para mejorar la situación venía solo.
-¡Hola Jong!- dije con una sonrisa.
-Hola Key, ¿qué haces aquí?
-¿No es obvio?- apareció una sonrisa de lado en su rostro -. Vine por la película, pero encontrarte aquí ha sido una agradeble sorpresa.
-Lo mismo digo. Oye... hay algo que te quería preguntar.
¡Oh dios! ¿Me preguntará si soy homosexual también?.... No, eso sería demasiado bueno.
- ¿No tienes hermanos o hermanas? ¿Tú sabes, que puedan tomar la herencia de tu familia?
-No, no los tengo - dije desviando la vista a otro lado -. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque estoy dispuesto a hacer una estupidez...
-¿Qué clase de estupidez ha...
Y antes de poder terminar la frase me besó. ¡Joder, me estaba besando Jonghyun! Inmediatamente le correspondí el beso, la película ya había comenzado así que no me preocupaba nada y estando hasta los últimos asientos, mejor. Comencé a pasar por mis manos por su cabello y por su nuca, provocando así una serie de provocaciones. Jong comenzó a pasar sus manos por mi espalda hasta llegar a mi cintura donde metío una de sus manos por mi camisa. Nuestra lenguas comenzaron a hacer una danza ardiente de tango, hasta fusionarse en una... ¡Oh si!, mi entrada ha valido la pena.
Poco a poco nos fuimos separando y con un poco tal vez, de verguenza, intentamos seguir viendo lo que quedaba de la película, pero a cada diez minutos era inevitable darnos un beso más. Y para cuando terminó ya no sabía cuantos nos habíamos dado, perdí la cuenta en el número cuarenta y cinco, eso sin contar los que incluían un rocé de pasiones mutuas. Cuando salimos me dijo si lo podía llevar a su casa, y yo, como buen "niño educado" que soy lo lleve.
Entramos y sonará estúpido pero me di a la tarea de preguntarle una cosa...
-Entonces, ¿eres homosexual?
¿Lo ven? Estúpido.
Me miro por unos instantes como si no acabará de comprender mi pregunta. Al final sonrío y comenzó a dar una carcajada. Se me acercó lo suficiente como para sentir su fragancia a vainilla y metal. Y nuevamente me besó, esta vez con más dulzura que la del cine. Se separó, me miró y pronunció:
-¿Te ha quedado claro esta vez?, ¿o necesitas que te lo explique de otra forma?- me miró con una gran sonrisa.
Le lancé una mirada a forma de juego coqueta. le tomé la mano, y con mi otra mano la pasé por su nuca.
-¿Me explicas de otra forma? - le miré esta vez de forma felina y dije como típica chica loli -. Por-fa-vor.
Y me llevó a su cuarto.