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Sonata: hacia ti.... por neusa chan

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Notas del fanfic:

Hola, hola gente. 

Aquí llegó Neko con otra historia fumada. Ha pasado un tiempo desde que actualicé el fic que he estado escribiendo, pero necesitaba un respiro. Y he aquí me ración de oxigeno.

No planeo hacerlo muy largo. De hecho, serán solo dos capítulos. Teniendo en cuenta que son las 12:23 de la noche, solo me resta decir que el próximo capítulo lo subiré en un par de horas ^^

Gracias por pasarse a leer mi humilde fic...

Notas del capitulo:

Será un poco difícil de entender. La historia va de recuerdos de nuestro querido rubio protagonista, a su presente de una manera casi permanente. Espero sea posible seguir el hilo de la historia, de lo contrario, no me molesta recibir correcciones.

Como sea, espero que les guste.

Los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto.

Neko-chan

+ Link de Chopin Nocturne Violin - Sarah Chang: https://www.youtube.com/watch?v=DsRup1iD_ME

- Eres un idiota…

Gaara observaba a su más cercano amigo hacer lo más sensato que se le había ocurrido hacer, y sin embargo, lo más perjudicial para su estado anímico y mental. Naruto solo sonrió ante el calificativo con el que su amigo lo nombraba. No podía tener más razón.

Observó la cama de al lado, mientras ese maldito vacío en el estómago le impedía respirar decentemente. El oxigeno no parecía oxígeno cuando pensaba en él. Ya fuera antes o después de que pasara… eso.

Eso.

Ya siquiera podía llamarlo como lo que realmente era. No podía perdonarse a sí mismo por permitirse hacer eso. Pero se había sentido tan bien. Tan bien.

- También soy masoquista – dijo Naruto, sonriendo a su amigo, que se encontraba recostado sobre la vieja puerta del dormitorio. Recordó que las desgastadas bisagras chirriaron la primera vez que vio entrar a su compañero. Ese que ocasionaba el vacío insoportable en su estómago y que volvía el oxigeno un gas tóxico.

- Siempre he pensado que los masoquistas tienen algo de idiotas – dijo Gaara, tras un bufido al identificar la conocida sonrisa fingida de Naruto: el único ser humano en la tierra para el cual era más importante sonreír para los demás que para sí mismo. O por lo menos, sinceramente hablando.

Naruto soltó una risita corta, cerrando finalmente la enorme maleta que Jiraiya se había encargado de mandarle desde Konoha cuando su adorado rubio se había decidido a salir de esa enorme ciudad y esa cárcel a la que preferían llamar internado. Naruto le había rogado que le pagara aquel internado para aprender notas musicales que el viejo nunca había entendido. Pero debía admitir que ver a Naruto tocar aquel viejo piano de su humilde casa no tenía precio, más aún con aquella expresión de placer infinito que el rubio mostraba cada vez que sus dedos se paseaban libremente por las que alguna vez habían sido teclas blancas.

Pero Gaara sabía perfectamente que, incluso en el instituto, con pianos nuevos y teclas tan blancas que brillaban, Naruto había perdido totalmente aquella expresión de placer. Pudo observar cómo su mejor amigo había perdido esa entusiasta alegría lentamente, y se enfocaba solamente en él.

Gaara no acostumbraba a guardar rencor a personas en específico, le parecía demasiado trabajo. Sin embargo, esa persona se había encargado de romper esa regla. No era desprecio. Tal vez había un poco de eso. Pero era la lástima lo que predominaba sobre ese otro sentimiento. Aunque eso Naruto jamás lo sabría. Gaara sabía que lo que necesitaba su amigo era olvidar.

- Todo listo – dijo el rubio, interrumpiendo los pensamientos del pelirrojo.

- Bien – dijo Gaara, tras soltar un suspiro – Le avisaré al director que ya salimos del internado.

- ¿Estás seguro de que quieres acompañarme? – Dijo Naruto, pues sabía que Gaara no era muy dado a salir del internado. Cuando había vacaciones, era uno de los pocos que preferían quedarse. Después de todo, solo tenía a sus hermanos, y ellos también estaban encerrados allí.

- Temo que te pierdas de camino al tren. Prefiero cerciorarme de que llegarás a él antes de perderte en las profundidades de lo que sea que tengas en la mente.

Naruto rió con ganas ante la burla de su amigo. Gaara siempre había logrado sacarle una sonrisa, incluso en ese momento.

- Te espero abajo – dijo Gaara – Si demoras demasiado, pensaré que cambiaste de opinión.

Naruto bufó.

Una vez solo, Naruto observó detenidamente la habitación. Podía recordar perfectamente la primera vez que habían hecho eso. Incluso de cómo había conocido al susodicho eje personal de sufrimiento.

Sasuke.

 

+++

 

- Tomaré la cama al lado de la ventana – El azabache había entrado sin siquiera tocar a la puerta, dejando su enorme maleta de viajes en la cama justo al lado de la enorme ventana. La vista era espectacular, eso Naruto no podía negarlo. Pero la habitación tenía un insoportable olor a viejo.

El chico tenía un paso tan ligero, que Naruto no se habría percatado de su presencia en la habitación de no ser por el molesto chirrido que emitió la puerta al abrirse.

- Yo también quiero esa cama. Yo llegué primero – dijo Naruto con una sonrisa de autosuficiencia, observando la espalda de su nuevo compañero, que se limitaba a sacar sus pertenencia ubicándolas rápidamente en el armario junto a la codiciada cama – es mi derecho quedarme con ella.

El chico se detuvo justo antes de guardar el uniforme que Naruto tanto había repudiado en el enorme armario. El moreno sólo se limitó a girar la cabeza de modo que Naruto solo podía verle el perfil. Pero fueron los ojos rasgados cargados de un desprecio tan profundo que los ojos azules no pudieron soportar lo que llamó su atención. Apartó la mirada mientras se limitaba a cruzarse de brazos mientras su rostro dibujaba un puchero del que no era consciente. Escuchó que el moreno bufaba, para acto seguido continuar guardando sus pertenencias.

- ¿Y qué? ¿No me vas a decir nada? ¿O es que tu actitud le hace honor a tu piel de estatua? – se mofó el rubio. Sin embargo, las palabras que le llegaron lo hicieron callar por muchos segundos. Casi minutos. Y eso era demasiado silencio para el revoltoso Naruto Uzumaki.

- Odio a los rubios. En especial si son hombres.

Naruto no podía creer lo que había acabado de escuchar. Incluso pensó que había sido una broma. ¿¡Odiar a los rubios!? ¡Debía estar bromeando! Por supuesto que él se había visto esa estúpida película de la rubia que se volvía abogada, pero jamás se había planteado que el racismo hacia los rubios podía existir a tal nivel. Quería echarse a reí, pero el tono de voz que había utilizado el extraño no se lo había permitido.

Tenía que cerciorarse.

- … ¿Qué?

Su voz sonaba casi irreal. Como si realmente no hubiera formulado la insegura pregunta en voz alta, sino solo en su mente. Pero sabía que la había formulado, porque el otro se giró totalmente hacia él, observando con total desprecio su revoltoso cabello que Naruto sentía, en esos momentos, tan insoportablemente brillante. Deseó por un segundo, tener una enorme gorra sobre la cabeza.

- ¿Acaso eres sordo? – Respondió el otro, ahora manteniéndole la mirada. El peso de sus ojos era tan insoportable que Naruto pudo imaginar a su menudo cuerpo sosteniendo 500 toneladas sobre los brazos, a punto de aplastarlo – Te lo plantearé de ésta manera, para que lo entiendas: el único contacto que tendremos será el de respirar en la misma habitación. No entablaremos una conversación a menos de que sea estrictamente necesario. ¿Lo entiendes? ¿O tampoco tienes esa capacidad?

Debía estar bromeando. ¡Tenía que estar bromeando!

Naruto no lo sabía, pero el azabache también se había llevado una enorme sorpresa en ese momento. Nunca había esperado esa reacción.

- ¿¡Estás loco, teme!? – la estridente voz resonó en toda la habitación. El moreno frunció el seño ante el imprudente insulto - ¡Primero entras aquí como si yo fuera un puto fantasma! ¡Y luego sales con eso! ¿¡Rubios!? ¿¡En serio!? ¡Debes tener un maldito problema mental!

El moreno se movió rápidamente, Naruto solo sintió el fuerte golpe de su espalda contra la pared de madera, mientras observaba enojado que el otro le sobrepasaba un par de centímetros. Eso, además de la cercanía, lo hizo sentir terriblemente incómodo.

- No te atrevas a hablarme de esa manera de nuevo. De hecho, no te atrevas a dirigirme la palabra otra vez.

Acto seguido, salió de la habitación.

 

+++

 

Naruto se removió incómodo recordando aquel momento. Le había odiado. Y no simplemente por ser moreno, o por tener piel blanca. Simplemente lo había odiado. ¿Y quién no? Se había dicho en aquel entonces que cualquiera con sano juicio le hubiese odiado por descalificarlo simplemente por su tono de cabello.

Teme superficial”

Eso había pensado no más conocerlo. Sin embargo, fue el violín lo que cambió su perspectiva. Quizá incluso su fascinación había empezado desde ahí.

Sus pies lo habían llevado a un lugar que todavía no conocía del enorme internado. Éste en especial era una especie de plaza, que sorprendentemente se encontraba habitado únicamente por mujeres. No conocía a ninguna, por supuesto. No era muy bueno con las mujeres, ni siquiera ahora que se iba, pues para ese entonces, solo había entablado una difícil relación con Gaara.

Notó entonces que el grupo de chicas con faldas demasiado cortas se empezaba a agrupar. Sea lo que fuere, pensó, no debía ser interesante. Las mujeres solo se preocupaban por banalidades… Como su estúpido compañero de habitación, que había descubierto, gracias a Gaara, que su nombre era Sasuke Uchiha.

Uchiha.

Era el apellido más renombrado del internado. ¿Por qué? Bueno… lo único que sabía Naruto a través de un par de chismes era que la obsesiva familia había dejado a las últimas cinco generaciones dedicarse por entero a las artes. Danza, música, pintura… Todas las artes que, por excelencia, manejaba el internado.

¿A qué se dedicaría el teme?

- Ahí está de nuevo. Es el mejor, no hay duda – La voz de su maestro de canto llegó a los oídos de Naruto. Iruka observaba con una sonrisa triste al grupo de chicas rodeando su objeto de admiración, y según parecía, el de su maestro también.

- Solo su madre tenía las habilidades que tiene él – respondió ese extraño canoso con tapabocas eterno – es el único estudiante que vale la pena.

- No digas eso, Kakashi – dijo Iruka, molesto – Por lo menos en violín. Tengo muy buenos cantantes. Nadie supera en voz a Chouji.

- Ay una diferencia entre ellos dos – dijo Kakashi, captando la atención de Iruka, y también la de Naruto – Chouji practica… por otro lado, esta es la primera vez que Sasuke toca esa canción.

Entonces Naruto se acercó al grupo de chicas, mientras se alejaba de sus sorprendidos maestros que no se percataron jamás de que habían picado la curiosidad, y tal vez la envidia de cierto rubio.

A medida que se acercaba, la melodía del violín adquiría un nombre, mientras el sutil y puro sonido del instrumento silenciaba a todos los presentes.

Nocturne de Chopin.

¡Por supuesto! Aquella canción que había tardado tanto en aprender en aquel viejo piano en su pequeño hogar. Había escuchado la versión para violín, y se había imaginado interpretándola con alguien que pudiera tocarla a la perfección combinando sus habilidades en el piano, y el hermoso violín.

Su corazón adquirió un ritmo acelerado, mientras en la mente del rubio solo se repetían las palabras de su profesor: “esta es la primera vez que Sasuke toca esa canción”.

Entonces lo vio. Su rostro, aquel mármol perfectamente pulido tenía ahora sus ojos cerrados, mientras una suave brisa se encargaba de revolver suavemente sus largos cabellos negros. Parecía haberse olvidado del enorme público femenino que se lo comía con la mirada. Ni siquiera se percató de su objeto de odio, aquella melena rubia que destacaba fuertemente entre los diferentes tonos de negro y café. Era el único estudiante rubio, y ni siquiera se había percatado de ello. Ni siquiera en ese momento, en el que solo podía maravillarse de la perfección de la interpretación de la melodía, sin siquiera haber sido practicada con anterioridad.

Lo odiaba, sí. Lo había comprobado esa tarde. No obstante, esa misma tarde también había comprobado que ese violinista que odiaba a los rubios; que lo odiaba a él, lo tenía total y completamente fascinado.

 

+++

 

- No lo toques – la voz irritada le llegó desde atrás, demasiado cerca como para considerar un milagro que no hubiese muerto de un paro cardiaco.

- ¡Mierda! ¡Me asustaste, teme! – Gritó Naruto, intentando recuperar el aliento que había perdido al hallarse descubierto.

- No te lo repetiré de nuevo, deja de llamarme así dobe – Dijo el moreno, chasqueando la lengua. Sus ojos se dirigieron a lo que Naruto había alcanzado a rozar con la yema de sus dedos casi con ensoñación. El único objeto que sacaba el lado humano del Uchiha – Aléjate de mi violín.

Después de aquella tarde en la plaza, Naruto no podía sacar aquella melodía de su mente. Habían transcurrido varios días, y sin poderlo evitar le había preguntado a Gaara más sobre Sasuke. Gaara suspiró cancinamente. El tiempo que llevaba de conocer al rubio le había enseñado que éste no se rendía hasta obtener la información que deseaba, por lo cual no le quedo más remedio que hablar lo que sabía del moreno.

- Sasuke solo toca el violín. Kurenai-sensei intentó que tocara también guitarra, pero él se negó. Iruka-sensei dice que tiene una buena voz, pero sinceramente jamás le he escuchado. Lo que sé es que realmente es un prodigio en el violín. Ha logrado sacar millones de canciones que solo un violinista con años de experiencia y entrenamiento han sacado a medias. Nocturne no es la excepción. Escuché que había sido la primera vez que interpretaba esa canción. Por eso su sequito de fans va a escucharlo cada tarde tocar una nueva canción.

“En cuanto a su vida personal. Sabes que no me importa la vida de los demás. Lo único que sé es que ha salido con muchas chicas, incluso con Sakura. Pero jamás ha aceptado a Ino.

- ¿Ino? – Preguntó Naruto, pues había reconocido el nombre de la chica con el inusual cabello rosa, pero no a la propietaria del segundo - ¿Quién es?

- Es normal que no la conozcas – Dijo Gaara, más concentrado en su pintura que en la conversación en sí – se ha ido de viaje a no sé donde por un par de años. Ella es la única mujer a la que ha rechazado abiertamente. Aunque se sabe que sus relaciones con ellas no pasan de una noche.  De seguro la rechazó por su “inaceptable condición” de rubia.

Naruto se irritó. Podía ser un prodigio y todo lo que quisiera, pero seguía siendo un imbécil.

- ¿Prefiere una chica con cabello rosado a una rubia? ¿¡Tan racista y  superficial es?! ¡Maldito teme!

- Creo que no deberías juzgar sus gustos – Dijo Gaara, deteniendo su pincel sobre el lienzo. Ambos se encontraban en la habitación del pelirrojo, la cual compartía con su hermano Kakuro. En ese momento, Kankuro se encontraba practicando su extraña manía por crear marionetas, así que se encontraba en el taller. De lo contrario, no mantendrían esa conversación en la habitación. Naruto se sentía avergonzado cuando hablaba de Sasuke.

Nunca supo la razón.

- ¿Por qué lo dices? – Dijo Naruto, frunciendo el seño - ¡NOS DISCRIMINA POR RUBIOS! ¡No puedes esperar que “lo comprenda”!

- Hay una razón por la cual odia a los rubios – Dijo Gaara. Sus ojos verdes le eran ocultados a Naruto por su cabello rojo.

- ¿Cómo lo sabes? – Dijo Naruto, entre irritado e intrigado. Gaara finalmente le sostuvo la mirada.

- Nadie puede saber esto Naruto. ¿Entiendes? Fue un error enterarme de eso.

Naruto guardó silencio por primera vez en su vida. Esperó callado a que Gaara suspirara nuevamente y empezara a relatar su historia.

- Hubo una época en la que necesité acompañamiento psicológico bajo la tutela del internado. No entraré en detalles, solo te diré que por esa época, los Uchiha sufrieron una gran pérdida a causa de un accidente. Mikoto Uchiha, la madre de Sasuke, murió a causa de un incendio ocasionado por alguien que deseaba hacer daño a la familia Uchiha. A estas alturas ya debes saber que los Uchiha son personas importantes aquí en Tokio.

- ¿Mikoto dices? – Naruto recordó entonces que en el preciado e intocable violín de Sasuke, se podía leer en una perfecta caligrafía ese nombre tallado en el instrumento.

- Sí. La perdida de Mikoto acarreó muchos problemas. No solo sufrió el padre; Sasuke fue quien más sufrió la pérdida. Kakashi-sensei fue quien más se preocupó, pues Sasuke había dejado de tocar el violín casi por completo. Siquiera se presentaba a clase. No tuvieron más remedio que hacerle acompañamiento psicológico también.

“Cuando llegué a una de mis consultas en psicología, observé que la cita de Sasuke se había extendido. Esperé afuera, y gracias a eso escuché cosas que quizá no debí escuchar. Nunca me ha gustado entrometerme en la vida personal de los demás. Y solo por ese pequeño accidente de tiempo, me enteré de cosas que él todavía cree un secreto.

- ¿Qué cosas? ¡Suéltalo ya! – Gritó Naruto, intrigado. La fascinación por el moreno no se había extinguido.

Gaara suspiró.

- Sasuke estuvo presente en el incendio. Por esa época Sasuke había regresado con su familia por asuntos que desconozco. Según lo que escuché, Sasuke y Mikoto eran los únicos en el edificio cuando empezó el incendio. Sasuke sobrevivió, dijeron que por un milagro. Sinceramente, creo que ni siquiera el implicado sabe cómo lo logró. Cuando el psicólogo interrogo a Sasuke acerca de quién era la persona que había iniciado el incendio, Sasuke dijo que sólo podía recordar su cabello rubio.

- ¿Eh?

- Sí. Cabello rubio. Parece ser que quien inició el incendio era rubio. Según el diagnóstico que escuché del psicólogo cuando hablaba con Sasuke, éste borró de su memoria el rostro del culpable debido al suceso traumático que experimentó. Finalmente resolví salir de allí antes de enterarme de algo más. En realidad, poco me importaba. Pero ya que insistes tanto te lo confío. Te repito que no se lo puedes mencionar a nadie, ¿entiendes?

Naruto asintió perdido en sus pensamientos. ¿Esa era la razón para odiar a los rubios? Quizá incluso era algo entendible. ¿Pero por qué a todos los rubios? No era justo.

Simplemente no era justo.

+++

 

Había pasado bastante tiempo desde que Gaara le había relatado lo sucedido. Y sin embargo, Naruto no había quedado satisfecho. Se la había pasado tocando los últimos días la canción de Chopin que había tocado Sasuke aquella tarde, hasta tal punto de tenerla perfecta. Iruka admiraba su dedicación, pues siempre que buscaba un piano para sus clases de afinación, encontraba a Naruto tocando ensimismado Nocturne. Finalmente le propuso:

- Oye Naruto, ¿te gustaría tocar Nocturne en el festival de arte que tendremos la próxima semana?

Naruto lo observó asombrado, mientras detenía sus dedos en las teclas a mitad de la canción. Nunca había pensado que se presentaría en el famoso festival del internado. Según Gaara, solo los mejores músicos, artistas y bailarines del internado se presentaban. El único que rechazaba rotundamente presentarse al festival, era el mejor violinista que tenían, Sasuke Uchiha.

- Si lo hago, ¿podría pedirle un favor? – Dijo Naruto, sin percatarse de que sus acaneladas mejillas adquirían progresivamente un tono rosáceo.

- Lo que quieras, Naruto. ¿Para qué sería bueno?

- Deben convencer a Sasuke que toque conmigo en el festival.

 

+++

 

Naruto soltó la maleta repleta con sus pertenencia y se sentó en lo que sería su antigua cama. Sonrió ante el recuerdo del rostro de terror máximo que había mostrado su profesor. Incluso el rubio, en aquel momento, no había podido contener la carcajada. Y era gracioso, por supuesto. Solo era cuestión de imaginar a Sasuke haciendo lo que menos quería: Presentarse por obligación, y como aderezo, tocando con un “maldito, despreciable y aborrecible” rubio.

Pero lo hizo.

Lo hicieron.

Los dos.

¿Cómo lo convencieron? Ni Kakashi ni Iruka habían sido de ayuda para la misión casi-imposible. Fue cuestión de que el rubio le siguiera por todo el internado durante días, despotricando estupideces a las cuales el moreno no prestaba ni el 1% de su atención. Fue el día antes del festival que el moreno accedió.

Naruto se asomó por la ventana. Desde allí se veía el lugar donde Sasuke había accedido a sus casi súplicas. Justo al lado de el enorme tablero pegado a la pared donde se encontraba la publicidad (porque sí, hacían publicidad) del festival.

Lo había correteado desde que habían salido de una aburrida clase de teoría que compartían. Claro que Naruto no prestaba mucha atención a esas clases. Prefería la práctica. Le siguió por lo largo del edifico hasta que salieron de él, y llegaron frente al tablero que un melancólico Naruto observaba desde la ventana, visualizando el recuerdo.

- ¡Vamos teme! ¡No te cuesta nada! Tocaste la canción perfectamente sin siquiera haberla practicado. No te cuesta nada presentarla conmigo. Si quieres me pongo una peluca. ¡Solo hazlo!

- ¿Por qué?

Naruto detuvo sus gritos cuando Sasuke, deteniendo su acelerado camino, había pronunciado esa pregunta. Naruto tuvo que preguntar para saber a qué se refería.

- ¿”Por qué” qué? – preguntó, algo inseguro. Era la primera vez que Sasuke le dirigía la palabra en “público”, y también la primera vez que no lo hacía para insultarlo y alejarlo de su persona. Era su única oportunidad para conseguir lo que quería, y si lo hacía enojar… bueno, lo más probable es que se arrepentiría.

- ¿Por qué insistes tanto en que toque contigo? – preguntó con voz neutra el moreno. Naruto solo podía observar su nuca. Se preguntaba qué expresión tendría en el rostro.

Naruto permaneció callado. Incluso ahora, en la intimidad de la habitación que compartió con Sasuke, no sabía la respuesta a esa pregunta. Recordó (con una vaga sensación de incomodidad) que había permanecido en silencio por largo rato, intentando esculcar en su mente la respuesta. Pero si la tenía, su inconsciente se había encargado de ocultarla muy bien. Tras unos minutos de silencio, y justo en el momento en que el moreno se disponía a irse, Naruto respondió:

- No lo sé. Solo lo deseo.

Y entonces Sasuke asintió, y, sin girarse, prosiguió su camino. No se percató de que Naruto, aun plantado en el mismo sitió, soltaba una risotada de alegría, mientras sus mejillas, nuevamente, adquirían un color rosa del que no fue consciente.

Suspiró observando el tablero desde su ventana, ahora sin la publicidad. Totalmente vacío. Tomó su maleta nuevamente y salió de la habitación. Siquiera revisó si se le olvidaba algo.

Seguramente Gaara tardaría en dejar sus datos en la oficina para pedir permiso de acompañarlo hasta el tren. Tenía el tiempo suficiente para pasarse por la sala de pianos, y despedirse de ellos y de las horas que había pasado deleitándose con su pasión. Caminó ensimismado, recordado la presentación en el festival de aquella sinfonía que reunía el deseo que tenía con tocar aquella canción con el moreno, y la fascinación que sentía por el mismo.

[Ir al link de las notas del capítulo]

Había empezado con el piano. Naruto no sabía si realmente lograrían ensamblar juntos la canción, pues no habían tenido ocasión de practicarla. Sin embargo, quedó igual de deleitado al publico cuando Sasuke entró en una perfecta sincronía con el violín. Naruto se permitió cerrar los ojos.

Dejó que sus dedos viajaran libremente por el piano, tocando la melodía casi como un acto natural, como respirar. Y desde ese momento, Naruto sintió el poder de Sasuke por volver el oxígeno en un gas tóxico. Se dio cuenta de la capacidad del moreno por crear un vacío en su vientre. Pero le gustó.

Se sentía tan bien.

Hubo una pausa, en la cual Naruto abrió sus ojos y observó al moreno. Éste, como en el patio, había cerrado sus ojos. Tras un suspiro, Sasuke volvió a interpretar las dulces notas de la melodía, y Naruto le siguió, esta vez sin apartar la mirada de Sasuke.

No fue consciente de cuando sus dedos se detuvieron, sino hasta que Sasuke abrió los ojos y dio la respetuosa reverencia. Habían terminado. El clímax llegó como una oleada de aplausos, pero Naruto fue apenas consciente de ello.

Tras dar la reverencia al lado de Sasuke, Naruto aprovechó el bullicio de los aplausos para pronunciar:

- Gracias.

Sasuke no se molestó en contestar. Solo observó los maravillados rostros del cuerpo estudiantil e incluso de los docentes. Muchos de ellos con lágrimas en los ojos.

El moreno jamás lo admitiría en voz alta, pero esa fue la primera vez que sintió, a pesar de las circunstancias, que había tocado el violín con plena libertad.

Notas finales:

Gracias por leer. Nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Saludos!

Neko-chan


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