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Nuestro Aniversario. por Dashi Schwarzung

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Notas del fanfic:

No. Éste no es un fic tierno ni lindo. En realidad tiene un final triste, en sí... todo el fic es triste XDD así que si te parece bien ese tema, puedes leer el fic.

Debo decir, también que este fic me tomó escribirlo cerca de dos horas :P Escuché la canción de Mecano "7 de Septiembre" y se me vino este fic a la mente, y de esa canción nació el fic. No lo quise hacer como songfic porque realmente eso no me va... así que por eso hago la aclaración :)

 N/A Ruego me disculpen si tiene faltas ortográficas, sólo lo revisé una vez DD:

Nuestro Aniversario.

 

Camino por estas calles concurridas con pasos lentos, mi mirada se encuentra perdida en tantos puntos de la calle, en realidad no voy prestando atención a nada ni nadie a mi paso. Mis ojos por fin miran a una pareja de casados, puedo ver sus anillos de boda en sus manos, sin poder evitarlo un suspiro sale de mi boca, aquellos podíamos haber sido nosotros… ¿Qué fue lo que pasó? A estas alturas realmente ya no tiene caso hacerme esa pregunta, pues lo hecho, hecho está. Tengo ahora una vida diferente, tengo otras prioridades, y aunque todo cambió, aún no puedo olvidar qué fecha es hoy, y qué celebrábamos hace varios años, ya que… después de tanto tiempo, aún seguimos teniendo aquella ilusión por éste día.

 

Sigo mi camino hacia mi destino, nadie sabe a dónde voy, es un secreto que él y yo siempre guardamos, y de pronto algo diferente pasa por mi pecho el día de hoy; me siento ansioso ¿Ansioso? Me hago a mí mismo esa pregunta. ¿Será acaso porque hoy podré verte? No podría descifrarlo con seguridad. Instintivamente me detengo frente a un gran vitral de una tienda, puedo mirar mi reflejo en aquél cristal. Los años han pasado, y mi figura no ha cambiado tanto como el día en que me casé. Esta vez distingo algunas flores que se hallan dentro de aquella tienda, levanto mi rostro y puedo notar que es una tienda de flores, no sería tan mala idea comprar algunas flores, las que más le gustan a él. Después de todo… ¿Por qué no recordar viejos tiempos, en los que llevaba muy a menudo flores para él?

Doy unos pasos más y entro a aquella tienda, donde el dependiente me recibe cortésmente, mientras con la vista busco, entre todas aquellas flores, las que más le gustan, las que solía llevar casi del diario.

 

Al cabo de unos minutos llevo las flores en mis manos, estoy seguro que el dárselas lo hará sonreír, sé que no ha cambiado nada desde la última vez que lo vi, conozco todas sus reacciones, todos sus gestos, todos sus ademanes, en mi mente se guardó cada mirada que me dedicó, cada caricia, cada beso. No estoy seguro de que valga la pena recordar todo aquello en un momento así,  por lo que trato de despejar mi mente de esos vagos recuerdos que de pronto me inundan.

Miro mi reloj, ya casi es hora, en realidad voy un poco tarde, pero de alguna forma no quiero apresurarme, además de que parece que mis piernas no quieren cooperar a caminar un poco más rápido; supongo que él no se molestará si llego unos minutos tarde.

Y así, con pasos lentos sigo caminando hacia su departamento, he de admitir que la ansiedad que sentía momentos atrás se ha desvanecido, ahora siento mis pasos pesados, siento mi espalda tensa, es como si llevara cargando una mochila llena de piedras.

 

Sin darme cuenta he llegado a su departamento, y subo las escaleras hasta llegar, un poco más y llegaré. Me pregunto qué estará sintiendo él ¿Estará ansioso, justo como yo lo estaba? O por el contrario… ¿Se sentirá tenso también?. Debo admitir que siempre fue un tanto difícil para mí adivinar sus pensamientos, pues él siempre fue una persona muy impulsiva, pero eso era una de las cosas que más me gustaba de él.

 

Toco a la puerta del departamento, para luego mirar cómo del departamento de al lado sale una mujer muy joven, cargando a un bebé. Aquella chica me sonríe y yo sólo asiento a su noble gesto. Sin tener respuesta del propietario del departamento, vuelvo a tocar y esta vez no tuve que esperar mucho al ser recibido por el chico de los cabellos rojos.

 

-Hola, Taiga- Mis labios pronuncian formando una sonrisa ante el chico que tengo enfrente.

-Daiki… pasa, por favor.-

Hago caso de las palabras del pelirrojo y entro mirando el lugar. Realmente no ha cambiado nada, Taiga siempre se caracterizó por ser alguien sencillo, y prueba de ello es este departamento, que sólo tiene lo necesario para él.

-Te traje esto- Le ofrezco las flores que había comprado hace un rato, y noto aquella sonrisa en su rostro, esa sonrisa que siempre procuré que apareciera y que siempre traté que estuviera allí.

Escucho cómo agradece por las flores, y yo solo respondo con una tonta sonrisa, después de tanto tiempo de no haber visto aquella sonrisa en el rostro de Taiga, me alegra saber que fui el causante de aquel gesto.

 

-He preparado la comida-

Escucho sus palabras y sólo puedo asentir en respuesta. Siempre se lo dije: siempre le dije que su comida era la mejor, que prefería comer su comida que ir a frecuentar un restaurante. Después de todo eso es lo que dicen ¿No? Dicen que para conquistar a un hombre, hay que hacerlo por medio del estómago; y efectivamente eso fue lo que pasó conmigo. Él es lindo, tierno, atento…  y además de eso… sabe cocinar, nadie podría pedir más ante todas esas cualidades que vi en él.

Nos sentamos a la mesa y la nostalgia y los recuerdos llegaron: muchas veces, cuando nos sentábamos a comer, por debajo de ésta misma mesa nos tomábamos las manos y tontamente iniciábamos un juego con nuestros dedos, y ahora eso queda como lo que es: un simple recuerdo. Comemos en silencio, un silencio que no es incómodo, pero que tal vez podría ser algo mejor. Cualquier persona diría que al no habernos visto en mucho tiempo, habría muchos temas de conversación, pero no es nuestro caso. Simplemente disfrutamos de este silencio que surge entre ambos.

 

-¿Cómo está tu esposa?-

Me pregunta de repente. Mis ojos se posan en los rojos de él ¿De verdad? ¿Acaso no hay otro tema de conversación? No es que me moleste la pregunta, es sólo que… tal vez no quiero hablar de ello en este momento. Sólo quiero disfrutar de su compañía.

-Bien, ella y las niñas están bien.-

Es mi vaga respuesta a su pregunta. Pareciera que él había entendido que una pregunta así en este momento no era lo indicado, pues por otro rato volvió a guardar silencio.

 

Nuestro matrimonio había terminado varios años atrás, ya no era necesario pensar en las razones que nos orillaron a ambos a decirnos “adiós”. En mi recorrido por la vida había conocido a alguien más, y aunque esta vez ya no pude volverme a casar por la iglesia, sí firmé aquella acta de matrimonio que me ligaba a esa nueva persona. Tiempo después llegó mi primera hija, y dos años más tarde la segunda. Todo parecía estar bien, sin embargo, una parte muy grande de mi corazón se había quedado con Taiga, ese hilo rojo del destino jamás se rompió.

Taiga, sin en cambio, prefirió permanecer soltero y no involucrarse más en relaciones que no podría mantener.

En los días en los que ambos éramos felices el uno junto al otro, decidimos hacernos una tonta promesa, que empezó en juego: si llegábamos a separarnos, no nos importaría nada ni nadie, tendríamos que reunirnos el día en que decidimos casarnos, es decir… El día de nuestro aniversario de bodas. Por eso estoy aquí, enfrente de aquella persona, esa persona a la que le hice el juramento de permanecer con él, amarlo y respetarlo por todos los días de mi vida. No es tan fácil olvidar aquellos votos el día de mi boda. No es tan fácil olvidar el primer amor de mi vida. Y estoy seguro que para Taiga tampoco fue tan fácil.

 

Traté de no hacer que ese silencio que había surgido fuera incómodo, y en ese intento mis ojos se fijaron en un mueble de la sala, noté una foto sobre ese mueble, entrecerré los ojos para vislumbrar bien, y me percaté de que era una foto en la que aparecíamos ambos… aparecía Taiga, con el uniforme de Seirin, y yo con el uniforme de Touou. Aquellos ayeres…vaya que he soñado tantas veces con aquellos recuerdos. ¿Cómo olvidar una etapa de mi vida que me trajo muchas satisfacciones? Sonreí al ver que el pelirrojo aún conservaba aquella foto.

 

La comida pasó muy amena, después de todo. No habíamos hablado mucho, o más bien casi nada, pero sabía que él no estaba incómodo con ello; al contrario, podía ver algo diferente en sus facciones, algo que podía ser alegría… o tal vez nostalgia, no podía decirlo con seguridad.

Aún no puedo entender por qué Taiga había decidido a permanecer en éste departamento, éste lugar está inundado de tantos recuerdos, tantas sensaciones en cada rincón de este hogar ¿Acaso lo hacía por eso? ¿Acaso se negaba a dejar este lugar por aquellos recuerdos?

 

-Gracias por cumplir con tu promesa-

Una sonrisa se formó en sus labios al momento de aquellas palabras, y mi corazón empezó a latir sin control. Aún, después de todo éste tiempo, él podía hacer que mi corazón latiera frenéticamente con sólo una sonrisa.

-No tienes nada que agradecer, Taiga… después de todo, hoy es 7 de febrero… nuestro aniversario-

Pude vislumbrar claramente cómo los ojos de Taiga se comenzaban a llenar de lágrimas, él bajó la vista y se levantó del asiento, caminando unos cuantos pasos hasta la sala, tratando de esconder su rostro de mí. Tomó entre sus manos la foto que yo había visto hacía unos momentos, y la sacó del marco de cristal que la adornaba.

 

-Daiki… quiero que tú tengas esto.-

Se acercaba nuevamente hacia mí y decía con una suave voz, mientras estiraba su mano, ofreciéndome aquella fotografía. Lo miré fijamente por unas milésimas de segundo, sus ojos ahora detonaban ternura y su rostro estaba muy tranquilo.

-¿Por qué quieres que yo la tenga?-

Pregunté de repente, sin hacer ningún movimiento; quería escuchar la respuesta de Taiga, quería saber por qué me daba algo que él añoraba.

-Me di cuenta de cómo la mirabas, así que… tal vez esté mejor contigo.-

Ante sus palabras, también me levanté de mi asiento, noté cómo su mirada era de súplica, me estaba pidiendo que tomara aquella fotografía y la guardara como si fuera de mi propiedad. No estaba seguro de aceptar a su petición, pero mi corazón estaba diciendo algo, pues cuando me di cuenta, tomaba la fotografía de las manos del pelirrojo, y mis ojos no pudieron evitar verla, ver cuán felices eramos en ese entonces, y se podía notar con sólo ver esos rostros impresos en aquella fotografía.

 

Pude sentir tantas cosas al tomar la foto entre mis manos, era como si por medio de aquel pedazo de papel Taiga me hubiera transmitido todo su sentir. Mis manos comenzaron a temblar, y estoy seguro que él se había dado cuenta de ello. De pronto me pregunté… ¿por qué estábamos en ésta situación? ¿Por qué dejamos que todo esto terminara así?

 

-Taiga… ¿Por qué?... ¿Por qué nosotros no-

-No lo digas, Daiki ¡Mira lo que es de tu vida ahora! Tienes una hermosa esposa, tienes dos lindas hijas, tienes una hermosa familia…. Tienes todo lo que siempre quisiste, y yo no te pude dar.

 

Fui testigo, de cómo, en ese momento, una lágrima escapaba de los ojos de Taiga, esa lágrima que hacía algunos momentos intentaba contener, pero ahora salía sin éxito.

¿Cómo podía darle a entender que él siempre me dio lo que necesité? ¿Cómo le podía dar a entender que junto a él nada me faltó?

 

 -Debes irte… seguramente ella está esperando por ti-

Taiga cerraba los ojos y limpiaba aquella lágrima rebelde; guardé aquella fotografía, la pondría en un lugar especial. Sentía adolorido el corazón y tuve que respirar hondamente para tratar de mitigar ese sentimiento.  Después de haber guardado bien aquella fotografía, mis manos se dirigieron a las suyas, tomándolas por sorpresa, en un toque suave, sin ser rechazado por Taiga. Él me miró tiernamente, y pude ver ese brillo en sus ojos, aquel brillo que había tenido siempre que me miraba.

 

-Gracias por haberme amado, Taiga-

Nuestras miradas chocaban, mientras una de mis manos, ahora se encontraba acariciando su mejilla.

-Siempre lo hice… y tal vez siempre lo haga…-

 Aquellas palabras hicieron que mis labios formaran una sonrisa de lado a lado. Habíamos cambiado en todos estos años, nos habíamos hecho más maduros, aunque debo decir que eso era parte de crecer, y aun así podía sentir la calidez de Taiga, con sólo un toque pude saber que a pesar del tiempo, el antiguo Taiga seguí ahí, amándome, y aunque nuestras vidas hayan cambiado totalmente, esos sentimientos no desaparecerían.

Me percaté de su cercanía en mi rostro, y cómo iba acortando la distancia que había entre los dos, hasta que él posó sus labios sobre los míos, fue un beso cálido y tierno. Y yo no quise separarlo, después de todo, eso era lo que necesitaba, sentir sus labios de nuevo; luego, él mismo deshizo el beso, mirándome en tono de disculpa por lo que acababa de hacer, pero simplemente no había nada de qué disculparse, ambos lo deseábamos, y sólo ocurrió.

Sus manos se posaron en mi pecho, para luego acomodar un poco mi ropa.

 

-Vete, Daiki…-

Dijo finalmente y por unos segundos permanecí allí parado, sin hacer mucho caso, pero, volví a la realidad; él tenía razón, debía irme, debía seguir con mi vida y pretender que nada pasó. Después de todo, eso es lo que habíamos hecho durante todos estos años: pretender que nada entre nosotros había pasado.

Suspiré resignado, dando media vuelta y caminando a la salida, donde de nuevo detuve mis pasos.

Él sonrió y me miró fijamente; se acercó nuevamente a mí y dejó un beso sobre mis mejillas.

 

-Volvamos a encontrarnos el siguiente año-

Aunque quiso ocultar su dolor detrás de esa sonrisa, yo pode ver claramente a través de ella… pude ver la nostalgia y el dolor que lo embargaba, pues yo me sentía exactamente igual. Asentí a sus palabras, mostrando una pequeña sonrisa, para empezar a caminar, ésta vez hacia casa, sin voltear a ver a Taiga, no podía hacerlo, no quería voltear y mirarlo allí parado, pues estoy seguro que yo podría hacer algo imprudente en ese momento como correr hacia él y besarlo como debía de ser. Por eso es que seguí mi camino hasta perderme de su vista.

 

No pasó mucho tiempo para que yo llegar a casa, y ser recibido por mi esposa y mis dos hijas, después de disculparme con ellas, me dirigí hacia mi cuarto, a sacar la fotografía que había recibido de Taiga, y al mirar de nuevo aquél pedazo de papel, no pude evitar derramar un par de lágrimas ante mis sentimientos hacia él, esos sentimientos que por todos éstos años no habían desaparecido, aunque creí que así sería, pues me había equivocado.

Le di una última mirada a esa fotografía y la guardé en una gaveta que permanecía bajo llave, y esa llave sólo era para mí. Encerré ese pedazo de papel, junto con todos los sentimientos que por ese momento había sentido. Junto con todos los recuerdos también. Intenté mirar hacia enfrente, a seguir mi vida como hasta ahora, a pretender que todo había sido sólo un sueño, mientras trataba de poner los pies sobre la tierra, pues aunque mis sentimientos por Taiga no cambiarían nunca, podía tratar de encerrarlos, justo como a esa fotografía, no es imposible, pero puedo intentar hacerlo.

 

 

Notas finales:

 

Bueno, ese es el resultado de escuchar canciones de piano y violin, mientras tengo en mente la canción de Mecano XD 
Espero aún así les haya gustado!

Gracias por leer y gracias por sus reviews!!


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