Ser pareja de Milo de Escorpio no era fácil. Camus lo sabía, Aioria lo sabía, Kanon lo sabía… Todo el Santuario lo sabía.
Ser pareja de Camus de Acuario no era fácil. Milo lo sabía, Aioria lo sabía, Saga lo sabía… Todo el Santuario lo sabía.
No, no se confundan, ellos no pasaron por la cama de todos los nombrados, pero al ser sus amigos más cercanos, los conocían bien.
Y es que a Milo le gustaba reír, salir, divertirse, beber cerveza, bailar, cantar, tocar su linda guitarra.
Camus disfrutaba de leer, escuchar música, beber una copa de vino, contemplar las estrellas y tocar su preciado violín.
¿Qué veían el uno en el otro cuando estaban juntos? Muchas veces se lo habrán preguntado. Sus compañeros tenían esa duda existencial. Debe ser tan cierto eso de que los opuestos se atraen. Y pensar que de eso, ya había pasado tiempo.
Siete años no era poca cosa, a sus diecisiete años el Escorpión había mandado todo al demonio y corrió – literalmente – a Siberia, ignorando que un muy conmocionado, abochornado y confundido pelirrojo, corría en dirección al Santuario a gritarle a ese ingrato de Milo que lo amaba (también pensaba darle una buena tunda por tenerlo en ese estado lamentable) Escena dramática de por medio, se desencontraron.
Camus llegó al Santuario, subió cuatro Templos y a las puertas del León, Aioria, con una gran sonrisa le dijo que Milo había partido a Siberia. Camus tenía un tic en el ojo derecho.
Milo, congelado hasta los huesos, por poco y se metía a la hoguera para calentarse, las dos ratas de Camus lo miraban conteniendo la risa burbujeante. Le dijeron que su maestro había ido al Santuario por algo urgente.
¡Menuda mierda!
Exclamó. Milo tenía un tic en el ojo izquierdo.
Quien espero fue Milo, Camus tenía más urgencia en regresar al infierno helado (así lo llamaba), que él en regresar al Santuario.
—Santo de Escorpio, no debe usted salir sin permiso del Santuario.
—Disculpe las molestias Santo de Acuario, debía de comunicarle algo urgentemente.
Isaac y Hyoga pusieron los ojos en blanco… ¿A quién querían engañar?
Milo regresó un tanto entumecido a Grecia, Camus le congeló la mitad del cuerpo cuando quiso tocarle el trasero. Igual estaba satisfecho, regresó con un beso, un abrazo y un te amo… ¡Pero él quería tocarle el culo!
Un mes después Camus regresó para el cumpleaños del Escorpión. Hubo fiesta, hubo pastel ¡Y hubo trasero! Vaya que lo disfrutó.
—Sabes, estaba pensando en la primera vez que te toque el culo… Ahora lo tienes más grande.
Camus se horrorizó, el heleno estalló en risas.
—¡Idiota! Al menos no tengo panza.—Se defendió.
Milo siguió con las risas, Camus lo acompañó en el canturreo, esos momentos de completa intimidad y tranquilidad, eran lo que los demás no observaban.
Sí, era difícil ser novio de Milo. Claro, era difícil ser novio de Camus… Pero entre más difícil es el desafío, más grata es la recompensa.