Ephemeral memories
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Junmyeon es un chico bastante silencioso. Es un alumno con altas notas y se mantenía en silencio la mayor parte del tiempo.
Le gustaba tanto ocupar el asiento trasero, el que estaba cerca de la ventana.
A su lado izquierdo siempre se encontraba su compañero. Su nombre era Yixing.
El chico siempre sonreía aunque sus notas fuesen una de las más bajas.
—Hola Junmyeon.-Saludó, con una sonrisa pintada en sus labios. Junmyeon lo miró y se preguntó porque Yixing siempre sonreía.
Junmyeon sostenía la hoja con su cien, su nota alta y miró a Yixing, el chico tenía las mismas notas bajas y luego sonreía, haciendo de la hoja una figura de una grulla.
—Raro.-Murmuró Junmyeon, encogiéndose de hombros.
Ambos se mantenían mirando al frente pero Junmyeon podía sentir claramente la mirada de Yixing en su persona y se preguntaba porque lo miraba con tanta insistencia.
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La rutina siempre era casi la misma. Junmyeon ocupando su lugar, Yixing saludándolo y él solo lo miraba sin decir nada y así era todo el día. Nadie decía nada pero la mirada de Yixing siempre se posaba en él.
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Las mañanas siempre eran cansadas para todos y Junmyeon no era la excepción a pesar de ser un alumno aplicado, odiaba levantarse temprano. Cuando entró a su aula, caminó hasta ocupar su asiento y se dio cuenta que Yixing ya estaba ahí y lo miraba, para luego dedicarle una sonrisa.
—Hola, buenos días.-Saludo alegremente y él sólo lo miró. —Eres tan aburrido.-y Yixing rió.
—Pues tú eres bastante raro.-Respondió Junmyeon, ocupando su lugar.
— ¿Eso crees?-Preguntó divertido el chico del hoyuelo. —Hum.-y luego se encogió de hombros.
Junmyeon lo miró con bastante curiosidad. Yixing le llamaba bastante la atención por ser diferente de cierta manera. No entendía muy bien al chico y no es como que se conociesen desde hace años. En realidad fue hace poco que Yixing comenzaba a hablarle con más insistencia y él de vez en cuando le respondía.
Así era esto con ellos. No decían mucho pero cuando sus ojos se encontraban, algo había que uno se perdía en la mirada del otro.
Yixing siempre cargaba consigo una bufanda de lana gruesa y siempre estaba sonriendo. ¿La vida de Yixing era tan buena que siempre sonreía?, se preguntaba con mucha insistencia Junmyeon.
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—Vamos a algún lado, Junmyeon.-Le dijo Yixing.
—No tienes nada que hace ¿eh?-Él le dirigió una mirada a Yixing y este último negó, sonriendo.
Hace menos de una semana, este par comenzaba a llevarse y hablar mucho más que antes. Solían salir por insistencia de Yixing y Junmyeon terminaba aceptando.
Hoy no sería la excepción. Junmyeon siempre terminaba haciendo lo que Yixing quisiese.
— ¿Entonces?-Lo miró expectante. — ¿Vamos?-preguntó Yixing.
—Está bien.-Aceptó Junmyeon y Yixing sonrió.
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El toque de salida llegó más pronto de lo esperado y Junmyeon seguía con parsimonia a un entusiasmado Yixing, quien inevitablemente sonría como usualmente siempre hacia.
— ¿A dónde vamos?-Preguntó Junmyeon.
—No lo sé.-Respondió el chico de hoyuelos. Él lo miró y en su mente volvió a preguntarse porque Yixing era así. Era muy raro y sin poder evitarlo sonrió.
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Fue en invierno, cuando la época estaba en su apogeo que Junmyeon lo vio. Por primera vez, desde que lo conoció, vio llorar a Yixing.
El castaño se encontraba en su asiento, con la cabeza gacha y las gruesas gotas de agua se resbalaban por su mejilla.
Junmyeon por su parte, estaba muy sorprendido y lo miró por largos minutos, sin hacer nada.
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Yixing fue el mismo. Como si nada estuviese pasando nada y así se lo tomó Junmyeon, como si nada hubiese pasado, como si él nunca hubiese visto llorar a Yixing.
—Una última salida.-Murmuró Yixing y Junmyeon lo miró. — ¿Qué dices?-Yixing giró su rostro para que ambas miradas chocaran.
—Hum.-Asintió Junmyeon sin prestar mucha atención a las palabras de Yixing.
A la hora de salida, ambos salieron sin decirse mucho. En el camino, Yixing se puso de cuclillas y cogió a un gato negro.
Lo acarició y Junmyeon lo miró sonreír.
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El lunes llegó pronto. Cuando Junmyeon llegó a su aula, miró el asiento de su compañero y él no estaba ahí.
Lo único que vio fue un jarrón con unas bonitas flores blancas y se preguntó que hacían encima del asiento de su compañero.
Ese día Junmyeon lo sentía de cierta forma extraño ese día. Sus compañeros estaban muy raros y algunas chicas se encontraban derramando lagrimas y él simplemente no lo entendía.
Junmyeon esperaba que Yixing llegara lo más pronto posible. Quería verlo y mirar como él chico siempre sonreía por todo, quería verlo hacer grullas con hojas de papel y luego esperaría a que Yixing le aventara unas cuantas de esas figurillas en la mesa de Junmyeon.
Las horas pasaban y la ausencia de Yixing no le fue indiferente para Junmyeon. Luego miró a más chicas llorar y algunas apenas se acercaban con unas flores y entonces, algo lo golpeó tan fuerte.
Junmyeon lo sabía. Recuerda las palabras de Yixing el viernes que estuvieron juntos.
La mirada de Junmyeon se había decaído y miraba en punto sin prestarle atención en realidad. Los recuerdos se le amontaban una tras otros. Aquellos pequeños momentos que había compartido con Yixing habían sido especiales y aunque fuesen cortos, de alguna manera, siempre apreciaba tener al castaño a su lado.
Junmyeon alzó la vista y giró su rostro hacía la ventana. La silla vacía a su lado con el jarrón encima, se reflejaba y no podía ignorar ese hecho. Volvió su cabeza a la posición original, exceptuando que esta vez había bajado la mirada.
Junmyeon se puso de pie sin ningún problema y salió de su aula. En su mano llevaba una grulla de papel.
El recuerdo de Yixing llorando lo golpeó tan duro. Sí tan solo él se hubiese dado cuenta. Una y otra vez, Yixing siempre lo escondió con su risa.
Llegó hasta la azotea y miró a la grulla en sus manos. Alzó la mirada y miró la superficie donde pudo imaginarse a Yixing. Una lagrima bajo por su mejilla.
Estuvo por unos largos minutos parado en esa misma posición. Con su mirada apagada hasta que se giró y se fue.
No toques más este corazón que quiere desaparecer…
Junmyeon miró su celular, que se encontraba a su lado. Él tenía cogida sus piernas y pegadas a su pecho.
El recuerdo fue tan efímero en ese momento. Siempre lo recordaba y era tan corto y doloroso. Como siempre era desde que se la pasaba recordando una y otra y otra vez a Yixing.