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Muñecas de papel por -oOYUKI-NII-Oo

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∞ Titulo: "Muñecas de papel"

∞ Autor: YUKI-NII.

∞ Género: Friendship

RantingNC17

∞ Pareja: LeeGaa

∞ Declaimer: Naruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

∞ N/A. Lo escrito con cursiva es un recuerdo.

∞ Advertencia: Travestismo, y un poquito de palabras mal sonantes

∞ Resumen: Él le miro, desde lejos, con sus coletas rojas y sus abundantes pestañas. Invitándole indecente a que descubriera que había bajo el maquillaje y las bragas. Y el otro le siguió, a ese rincón del mundo para amarle y estar dentro, en se sentido literal que moja y ruegas por mas.

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Stage 4

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Recuerda las luces sobre su cabeza, el olor sangre y fierros quemándose, ardiendo. Recuerda el dolor de espalda, la nula movilidad en su brazo y no sentir su pierna. Recuerda los gritos explotándole en los tímpanos y su llanto amargo, el pánico, el miedo, la confusión. Recuerda cada vuelta, el pavimento, los cristales explotando, a su madre saliendo fuera de los muros de la carrocería, a  la cabeza de su padre implantándose en el volante. A perderlo todo, a quedar en nada.

Lee recuerda el 20 de marzo, con las sombras de la muerte besándole el alama, suavecito y despacio, succionándole la vida lento para que no duela y pueda dormir. Para que así pueda despertar con el olor a tabaco que ha dejado los cigarrillos de su padre, y el olor a shampoo de chocolate y almendras de su madre.

Lee tiene tanto miedo, que el accidente de auto no es más que la pesadilla que terminará cuando vuelva a casa y este en su habitación. Esperando, aguardando a que mamá le de los buenos días y él murmure como siempre adormilado, pidiendo solo 5 minutos más.

Pero eso no sucede, no le dejan volver a su hogar. Hay hombres uniformados que le preguntan muchas cosas, que le obligan a hacer memorias, a repetir en voz alta como es que todo acabo de ese regresó de la escuela a casa que nunca se completo. Son semanas entras, de paredes blancas, doctores y enfermeras. Cortinas de un feo color azul y pasillos fríos. Noches a oscuras, a solas. Noches de llanto, donde se escucha sus propios gritos de angustia, de terror y dolor.

Lee recuerda, tener solo 10 cuando quiso ir tras papá y mamá por primera vez.

Lee recompone la montura de los lentes sobre su nariz, estos resbalan a los pocos segundos haciéndolo suspirar y que cierre con fuerza sus irritados ojos. Lleva una mano hasta su cabeza, sacudiéndose el cabello, mordiéndose el interior de la mejilla, sintiéndose estúpido, lleno de culpa, arrepintiéndose.

Empuja el libro sobre circuitos y conexiones mientras que ayudado del escritorio recorre la silla hacia atrás. Este algo mareado, irritado, y con algo pesado sobre el pecho. Así que se deja caer sobre la cama, en un salto de estilo libre, que hace rechinar el metal y dar un crujido a los resortes del colchón, con una sonrisa tensa ruega porque Gai no le haya escuchado y le eche un grito a forma de regaño. Ambos saben que eso es solo para rellenar las partes del curricular que Maito Gai firmo para ser un padre estricto y responsable. Antes de que la risa le gane y le proponga salir a caminar, a correr, a cualquier cosa que implique moverse, que apenas es medio día, y estar en cama un domingo es un desperdicio de la energía, de la juventud, de la vida.

Y Lee que cree, ciegamente en esa filosofía le seguirá, para despejarse la mente, para dejar de pensar, que dejó a una chica de fuego en medio del callejón, a merced de hombres con malas intenciones y depravados. Ino y Ten Ten, le han gritado por más de 5 minutos su irresponsabilidad para con la chica. Él no había pensado que las consecuencias de sus actos tuvieran tal repercusión. Se ha disculpado de todas las maneras posibles con las chicas, ha tratado de explicarse, que esa no era su intención, que solo él no era el adecuado, que Gaako es bonita, que se conseguirá algo mejor

“Pero ella te quería a ti, cabeza de hongo” le ha chillado Ten Ten, en una mueca fastidiada, esa que uno pone cuando a repetido de mil manera lo obvio a una persona despistada antes de que escuchar su suspiro de entendimiento y rogar mucha paciencia.

Lee hunde el rostro en la almohada, el sentimiento de idiotez ha aumentado a una nueva escala. Jala la orilla de la manta y se envuelve con ella, convirtiéndose en un bulto, de pensamientos derrotistas y alegatos que nadie más que él escuchara.

Lleva, una mano hasta su pecho, aún puede sentir el calor que emanaba el cuerpo de la pelirroja, su pequeña sonrisa y sus miradas a través de las luces de neón. La música surcándole los oídos, si Lee cierra los ojos y respira lento, el sonido de los tacones de Gaako acercándose a él se vuelve real. Su corazón se comienza a acelerar a implantarle ritmo a nuevos seres dentro de su vientre, a cosquillarle los labios, a saturarle, simplemente,  los sentidos, de esa princesa de tierras lejanas, con gasas trasparente cubriéndole el cuerpo, escondiéndole el rostro, mostrando solo sus ojos.

Lee piensa, que si él la hubiese conocido así, en otro lugar, en otro tiempo, hubiera caído igual de rendido ante el hechizo de un encanto natural, porque él lo sabe, que bajo el maquillaje y el vestido esta una chica que solo quiere un poquito de amor. Como cualquier mujer, como cualquier ser humano. Igual que él.

Lee, desea como cada día, antes de caer rendido, volverla a ver, solo una vez más, una última vez.

Naruto se deja caer a su lado, gatea sobre el césped,  y le sonríe, burlón. Esa mueca de que conoce algo importante y solo está esperando a que Gaara lo diga en voz alta, para gritar que ya lo sabía, que es demasiado fácil de leer y que “vamos, ya habrá más hombres Gaako dattebayo”

El pelirrojo continúa masticando su bolita de pulpo, ignorándole, sintiendo el placer del inicio de una batalla para ver quien resistirá más, quien claudicara y será el perdedor de esa ronda semanal. Toma un trago de zumo de la lata que se le está calentando, hace una mueca, a él le gusta que este frio, casi a punto ser hielo de sabor cereza con moras, porque así no es tan dulce, no le empalaga y le da dolor de estomago. Le da una mirada resentida a la lata, antes de abandonarla, aún le falta la mitad del almuerzo.

Naruto, que le sigue el juego, se recarga en su espalda, usándola de apoyo, para estirar las piernas y sacar una cajita de plástico. Gaara puede olerlo, antes siquiera de girarse para comprobarlo, el olor a crema de maní, rebosando entre dos rebanas de pan. El rubio destapa entonces una enorme botella de jugo de uva, hay un vaho que se le desprende, que dicta lo helada que esta. Las gotitas comienza acumularse a su al redor.

El de ojos azules le da un trago largo, el sonido del líquido pasando por su garganta, su manzana de Adam moviéndose al compas. Hace que Gaara chasque la lengua y estire la mano para arrebatarle la botella y ser él quien pose sus labios en ella. Suelta un ruidito de satisfacción nada más al sentir el líquido recorriéndole el interior de las mejillas.

Naruto ríe. Gaara siempre ha sido así, un poquito caprichoso y muy orgulloso. Es huraño y se despierta de mal humor, puede durar días sin dormir y las ojeras se le marcan con facilidad. Odia el brillo labial por que tiene una textura pegajosa y le gusta que sus ojos queden delineados como los de una emperatriz egipcia.

Es demasiado serio, y no suele mostrar emociones en el rostro, es responsable y a veces un poco demandante. Suele proteger las cosas que le importa y puede perder los estribos cuando algo que le molesta es usado por sus hermanos y amigos a propósito. Entonces si hay que correr, porque Gaara deja de ser racional, y comienza a dar promesas, que se escuchan demasiado reales, sobre asesinatos y como salir limpio y sin sospecha alguna por todos los programas de CSI que ha visto.

Es un buen peleador de Karate y odia sudar.

Gaara es a veces un niño, el más pequeño de todos, el hermano menor que no comprende esa forma retorcida que tiene el mundo de funcionar, de estar en contra de lo él quiere. De señalarle como una anormalidad, por llevar ropas que no corresponde a su género, según la dictadura de la sociedad, pero que a él le hacen sentir bien.

El pelirrojo le devuelve la botella, que ha quedado a la mitad. Naruto no dice anda ante ello, parte su emparedado y le da la mitad al pelirrojo, que abandona sus bolitas de pulpo que ahora le parecen malas, feas, una cosa horrible que estuvo engullendo más por hambre que por deseo.

—Espero que ya estés de mejor humor.

Naruto gira sobre sí mismo en el césped, lamiéndose los dedos que le acurren de crema y jugueteando con la tapa de la botella. Gaara no contesta, mastica con tranquilidad, sintiendo aún el fantasma de la calidez del rubio sobre su espalda. Es extraño. Gaara a veces se pregunta cómo es que será su vida cuando Naruto ya no este, cuando se vaya con el Uchiha. Cuando tenga que despedirse no solo de su mejor amigo sino de Naruko y su amor por pintarle la boca de rojo y obligarle a tatuarle besos en las mejillas.

“Porque mira, yo tengo las marcas de amor de Gaako”

Gaara no sabe, que Naruto también piensa lo mismo, que tiene miedo del día en que el pelirrojo se interese en alguien, en que comience a salir, a desplazarle, a disminuir su tiempo entre ellos. Hasta que todo desaparezca, que su amistad quede como algo de una buena época. Que se vuelva un recuerdo.

Pero Naruto teme más que Gaara no pueda encontrarlo. A él, a esa persona que le hará feliz. Porque tiene que haberla, escondido en algún rincón del planeta, esa que le ame, con todas sus fuerzas ante todo, a oposición de cualquier obstáculo. Porque Naruto cree mucho en el amor, en las diferentes formas que tiene. En sus matices carentes de palabras cariñosas y promesas insulsas. Naruto cree en el amor de  correr a mitad de la noche solo para ver a la persona que amas.

—Tal vez no era el adecuado.

Gaara levanta su rostro, tiene migajas de pan que Naruto limpia de forma distraída con el pañuelo que envolvía la cajita,  el de ojos verdes se deja hacer dócil, ante las costumbritas acciones que siempre le ha permitido al rubio.

—Tal vez…

Naruto arquea las cejas ante el tono bajo en que lo ha dicho. Como si no le diera igual, como si en verdad importara.

—O tal vez, deberías darme más jugo de uva — Naruto le pasa la botella, sin cambiar su gesto perspicaz ante algo que sucede en raras ocasiones, Gaara le está evitando la mirada.

—Deberías decirme lo que planeas, la última vez me entrometí solo porque no me dijiste las cosas a tiempo tebayo.

Gaara cierra los ojos ante el solo recuerdo de una Naruko furiosa partiéndole la cara a Kiba y sus intentos de llegar a tercera base recargado en el cofre de un auto.

—Vamos, acéptalo Gaara, Kiba era horrible en ese entonces no sé cómo pudiste siquiera besarlo. Y no me salgas con lo del vodka que tu y yo sabemos lo resistente que eres para el alcohol.

El pelirrojo no le contesta, termina el último pedazo de emparedado de un mordisco.

—Gaara, anda, anda, dime de una vez que planeas tebayo

—Estas comenzando a gritar.

—Si estuviese diciéndomelo, ya estaría callado, así que es tu culpa.

—Incorregible. Eso es lo que eres — da un trago mas de el jugo, sintiendo la mirada curiosa del rubio —Deja de mirarme así, además te lo diga o no, terminaras arruinándolo. Como lo de Sai y el cuadro.

—Pero era el Principito, ¡el principito, Gaara! — y Naruto se revuelve incomodo, tratado de encontrar una justificación razonable que no hay — y la rosa, esa jodida flor, es igualita a ti. Toda orgullosa y roja.

Gaara suspira, derrotado, cansado. Naruto nunca entenderá el recato y los buenos modales. Era su regalo, se suponía que él tenía que abrirlo. Pero fue el rubio, con el que termino compartiendo cama esa noche, mientras soportaba las platicas por teléfono que sostenía con el Uchiha.

—No debiste hacerlo.

Naruto da un gimoteo, antes de acercarse de dos saltitos impulsado por sus talones y caderas y abrazar a Gaara, dejando caer la frente sobre su hombro y susurrándole muy bajito una disculpa.

—Eres muy astuto.

Gaara le acusa, Naruto vibra de risa. Y la conversación termina. El rubio ha acabado por acurrucársele en el medio de las piernas, con la espalda apoyada sobre su pecho.

El pelirrojo le acaricia el cabello, con el viento formando lienzas sobre el césped y con la campana del quinto periodo sonando. Se encuentran bajo los árboles de abedules, en la pequeña colina que queda justo enfrente del campo de futbol. Gaara mira las figuras correr, el sonido de silbato. Gaara le observa, escondido entre los arbustos, usando a Naruto como un escudo.

Lee está moviendo la pelota entre conos naranja, zigzaguea, usa la parte interna del pie, y llega al final de la línea para así regresar y esperar su turno otra vez.

Y piensa que si le contara a Naruto que su plan solo consiste en presentarse frente a Lee, así, natural sin extensiones, faldas y labial, está seguro que se asustara, que el rubio entenderá cuanta es la importancia que le está dando al asunto. Cuanto es que realmente a Gaara le ha empezado a importa Lee.

 


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