Caminé de por los pasillos buscando algún lugar para poder comer algo, el aroma a comida hizo que siguiera caminando hacia algún lado, giré en varias esquinas sólo guiándome por el aroma hasta que llegué a un cuarto con mucha comida.
-¿Disculpe?- llamé a la persona más cercana. Era un señor con traje. –¿Esta es la zona de comida?- no sé si es así o si así se diga
-Sí, es este salón.- asentí sonriendo.
-Gracias.- hice una reverencia para girarme e ir hacia la mesa grande que tenía mucha comida. Relamí mi labio superior, también le llevaré a Minho un poco para cuando despierte.
¡Oh! También hay uvas.
Estiré mi mano para tomar un racimo pero toqué la mano de otra persona, contraje mi brazo y volteé a ver al dueño.
-Oh, lo lamento.- es una chica.
-Sí, no hay problema.- dije para sonreír y tomar las uvas antes de que se las lleve.
-Y ya no hay uvas.- susurró enojada, sonreí mostrándole el racimo que llevaba en mis manos.
-Lo siento.- susurré riendo. Me giré para irme de regreso a la habitación con Minho.
…
-¿Crees en las sirenas?- preguntó la chica, ambos estábamos recargados en la barandilla de protección, mirando el mar.
-Las sirenas no existen.- contesté tomando una uva y ofreciéndome que tomara algunas de mi racimo. Ambos recargamos nuestros brazos en la barandilla, así era más cómodo.
-¡Claro que existen!- me miró después de tomar la uva. –Hay investigaciones científicas que lo comprueban.- me miró asintiendo para comerse la uva.
-¿Y?- pregunté cortando una para mí. –Eso no dice que ya sean reales.- me la llevé a la boca para comerla.
-¡¿Cómo no?!- me miró casi ofendida. –¿Conoces la teoría de Darwin?- asentí. –Con las sirenas pasó lo mismo, pero lo contrario.- ¿cómo es posible que sea lo mismo pero lo contrario? Entonces deja de ser “lo mismo” –Los simios que estuvieron cerca de las costas y que se enseñaron a pescar, les comenzaron a salir escamas y aletas. Hasta que se convirtieron en sirenas.- sonrió orgullosa.
-Me estabas convenciendo.- dije riendo. –Hasta que dijiste que se convirtieron en sirenas.- sonaba muy científico hasta que lo dijo sólo así como así.
-Bueno, lleva su proceso pero no quiero enfadarte con tanta ciencia.- me pidió una uva más así que le tendí el racimo.
-Ya estoy acostumbrado.- YoungMin por ejemplo, que a veces me dice ese tipo de cosas, o más atrás, Onew, que también entre conversaciones se le salían datos científicos. –¿Tú qué opinas de los unicornios?- pregunté serio, mirándola por el rabillo de mi ojo derecho pues está a ese lado.
-Los unicornios no existen.- ¡qué!
-¿Cómo puedes decir eso?- pregunté ofendido. –Ya no te doy de mis uvas.-
-Los unicornios son unos impostores, son sólo un caballo con un cuerno en la frente.-
-¿Y las sirenas no son impostaras? Son un pescado con torso humano.-
-“Es diferente” ya te dije que hay investigaciones.- estiró su mano para tomar una uva pero alejé el racimo. –Dame una.- casi me la exigió.
-¿Cómo se dice?- pregunté mostrándole el racimo y como cortaba una uva para mí.
-Por favor.- contestó divertida pero fastidiada.
-No, eso no.- dije sonriendo. –Se dice “los unicornios sí existen”.- la miré esperando que lo dijera.
-Los unicornios sí existen.- sonreí y le tendí el racimo para darle una uva. –Aunque yo no creo en ellos.- jalé mi racimo pero entre sus dedos y los míos se partió a la mitad, sólo que mi mitad cayó al mar. –Ahora tendrás que creer en las sirenas para seguir comiendo uvas.-
Eras las últimas uvas que había, posiblemente, en el crucero.
-¿Por qué te gustan tanto las uvas?- me miró, supongo que la tiene con duda la pose dramática en la que me quedé tras perder mis uvas en el mar.
-Siempre se me han hecho frutas románticas.- susurré recomponiéndome. –Y son pequeñas, son fáciles de cargar.-
-¿Las uvas son románticas?- preguntó mirando su racimo.
-Para mí lo son. Además, ¿no has visto eso comerciales o videos de los Dioses Griegos? en donde las chicas les están dando uvas en la boca mientras ellos presumen su musculatura.- je, je, así me siento cuando se las doy a Minho, incluso yendo por la escuela con el platito, el sentimiento es igual con cualquier presentación de las uvas.
-¿Y yo era la chica a quien le presumías tu musculatura?- me cubrí los brazos con mis manos porque los miró tan fijo que me intimidó.
-Aun no tengo muchos músculos.- susurré algo apenado. Porque suspendí la rutina que hacía con Jonghyun, la suya es mortal, siempre terminaba en el suelo con mucho sudor y al día siguiente me movía y todo me dolía. Hasta conocí músculos que no sabía que tenía.
-¿Entonces me estabas ligando?- preguntó sorprendida pero divertida.