-Hazlo.- susurró, sonreí porque estoy seguro que tiene el entrecejo fruncido.
Volví a acercarme su falo, separé mis labios y comencé a introducírmelo lentamente, sentí el sabor dulce de su presemen y he descubierto que me encanta pasar mi lengua por su glande, pero la deslicé un poco más hasta notar la división que hace la circuncisión. Ahí comencé a marcar un pequeño y rápido vaivén que lo hizo contraer las piernas y apachurrarme un poco.
-Lo… lo siento.- volteé a verlo pero me perdí en su abdomen.
-Descuida.- suspiré, al segundo siguiente ya estaba besándole el abdomen y delineando con mi lengua sus cuadritos. –Me encantas Minho, de verdad me encantas.-
-Si sueltas mis manos…-
-Me encantas más cuando estás callado o gimiendo.- susurré sonriendo para volver a tomar su falo. Relamí mis labios antes de volver a tomarlo con mi boca y ahora me aventuré a comenzar un vaivén lento.
Presionaba mis labios alrededor de su piel, sentí las venitas marcándose y lo caliente que se encontraba. Voy a tener un orgasmo sin tocarme.
Sentí que presionaba sus rodillas contra mis costados, eso se me hizo excitante porque ahora no me puede tomar porque até sus manos. Retrocedí un poco para liberar su miembro de mi boca, sonreí un poco travieso porque noté que mi saliva lo dejó brillante.
-Hoy yo te haré el amor.- susurré volviendo a tomar su miembro para estimularlo. Noté que Minho sólo se estremeció mientras asentía. Seamos sinceros, después de ser un príncipe todo el tiempo, también tiene que ser consentido. Es decir, se lo ha ganado.
Y no es que “se lo haya ganado” sino que hoy puedo hacerlo porque tomé ventaja de que se haya quedado dormido.
Sin dejar de estimular su miembro, comencé a besar sus rodillas ya que las tengo cerca, me levanté un poco para seguir el camino de besos hasta llegar a su entrepierna.
Besé su ingle y lamí cerca de sus testículos hasta comenzar a besarlos. Por ese momento dejé de estimularlo para enfocarme más en ellos. Los besaba lento y continuo, que incluso temblaba al oír el chasquido pequeño que emitían eso besitos. Volví a sentir como Minho cerraba sus piernas porque me volvió a apachurrar.
Suspire haciendo que temblara, luego asomé la punta de mi lengua para tocar su piel y desde la base de sus testículos hasta el glande lo delineé. Sonreí porque regresé a ese glande que no paraba de segregar presemen.
Volví a introducirlo en mi boca y marqué un vaivén lento y calmado, sintiendo como su falo se ponía más caliente si es posible. También escuchaba los gemidos de Minho y a veces los chasquidos humdos que yo mismo provocaba.
-Minho.- susurré retirándome de su falo. –¿Lo estoy haciendo bien?-
-No me hagas preguntas que tiene respuestas pervertidas.-
-¿Entonces no?-
-Lo haces bastante bien.- susurró suspirando.
-Me alegro.- susurré sonriendo. Me levanté del suelo para ver a Minho y notar su postura sumisa sólo me hizo sentir un hormigueo intenso en el estómago. Y la entrepierna.
-Pero no quería que dejaras de hacerlo.- susurró, sonreí porque noté que estaba riendo nervioso. Con cuidado de no lastimarlo, volví a subirme al sofá quedando de nuevo en su pelvis. –¿Aun tienes ropa?-
-Hoy soy el macho.- susurré sonriéndole, notando que también lo hacia él. –Así que…- coloqué dos de mis dedos sobre sus labios, Minho sólo los separó.
¡Dios!
Podría eyacular ahora mismo.
Que alguien traiga una cámara para tomarle una foto, porque esto es memorable. Minho con sus ojos vendados y las manos atadas tras la nuca y ensalivando dos de mis dedos… no puedo con tanta sensualidad.
Retiré mis dedos húmedos de su boca para acércame y besarlo.
Tomé sus mejillas con mis manos para que no se moviera y poder disfrutar de ese beso, de este estado de excitación y erotismo que Minho… diablos, estoy por eyacular y ni siquiera me he tocado.
Asomé mi lengua y Minho también lo hizo, deslicé la mía por debajo de la suya pero él también lo hacía, parecía que me buscaba y yo me escondía. Hasta que sonreí y por inercia mi lengua regresó a mi boca.
-Pervertido.- susurré.
-No soy quien despertó a su novio besándole el cuello.-
-Tal vez lo hice.- susurré retirándome de su cuerpo para volverme a hincar frente a él. –Pero eso no me hace un pervertido.-
Separé sus rodillas para estar entre ellas, incluso tomé su pierna derecha para levantarla un poco y ponerla sobre mi hombro.
-No creo que esto sea buena idea.-
-Descuida.- contesté. No sabía que era tan pesada. Es decir, cuando se pone mis piernas en sus hombros parece tarea fácil.
-Espera.- susurró irguiéndose en el sofá, noté como su vientre se ejercitaba y terminé mordiendo mi labio. –Tengo una idea.-
No dije nada sólo noté como Minho se echaba más hacia adelante, así quedó casi acostado sobre el sofá pero sus piernas completamente fuera de ellas, incluso las podía subir a la mesa de centro para no molestarme con su peso.