-Así es.- caminó hacia nosotros para entregarle a ChangMin y a Taemin su portapapeles.
-Pero yo ya no estudio aquí.- ChangMin se lo regresó. –Ya estoy en la Universidad.-
-El reglamento aplica a todo aquel que sea estudiante de la Universidad de Seúl, así sea la misma o sus preparatorias.-
-Max.- susurré para que me mirara. –Sólo es una hora.-
-Y usted.- me dio un papelito. –Los cuidará.- pude escuchar la risa de Taemin, tan sarcástica y fría que terminé haciendo un pucherito.
-Gracias.- susurré mirando el papel que era una especie de formulario que llenaré para explicar por qué seré quien cuide a los “vándalos”.
-Antes de entrar a Detención, iré por unas copias que dejé en la biblioteca.- dijo ChangMin mirando al profesor.
-Tienen diez minutos, luego todos tendrán que estar en Detención, pasaré a revisar que lo estén cumpliendo.- nos miró a todos para girarse e irse.
Luego ChangMin se fue caminando rápido hacia la biblioteca y me quedé con Taemin.
-¿Por qué te reíste?- pregunté girándome para caminar hacia Detención.
-Porque sí.- dijo caminando conmigo.
-Ha.- susurré.
-Porque, Minho, Detención es en dónde comenzó todo, en donde te mandé el primer avión de papel. Detención es un salón muy especial y querido para mí, y ahora, estar de nuevo en él, ya siendo de quinto semestre que es el grado en el que estabas cuando comencé es… además, que tú seas quien me cuida le añade una pizca de madaquecua, que me encanta.- sentí el calor de su mano cerca de la mía, luego sus dedos entrelazándose con los míos y su mejilla reposándose contra mi hombro.
-¿Madaquecua?- pregunté mirándolo.
-Me encanta, y más que seas tú quien tenga que cuidarme. Es como… diablos, no sé qué, pero me encanta, de eso estoy seguro.- me sonrió.
-Bueno, en cierta parte ya había pensado acerca de eso. También me encanta todo esto.- recargué mi mejilla sobre su cabello, ciertamente está más alto que ya no me inclinó tanto.
-¿Verdad que se siente genial?- asentí. –También te amo.-
Escuchamos pasos detrás de nosotros así que nos soltamos y casi, Taemin caminó más rápido que me dejó atrás. Supongo que una hora en Detención es más que suficiente.
-Llegué.- era ChangMin. –Mientras estemos en Detención las leeré para llegar a mi casa y sólo hacer la tarea.- asentí mirándolo. –¿Se secretearon mientras no estaba?-
-¿Sí, y?- abrí mi boca pero no salió mi voz. –¿Tienes celos?-
-Creo que el celoso es otro.-
-ChangMin.- susurré para que se calmara. –Tranquilo amigo, no nos queremos meter en más problemas.- al llegar al salón fui directo hacia el escritorio en donde dejé mis cosas, el portafolio y la chaqueta que llevaba. Taemin se fue hacia a la tercera fila y ChangMin se sentó a la mitad de la primera fila.
Saqué el programa de Educación Física y los horarios para saber qué tengo que hacer mañana y evitar quedarme dormido como hoy. Eso me recuerda a Key, ¡oh! Más tarde quedé en ir a ver las tiendas para la nueva imagen de Jonghyun.
Así que tengo que apurarme a tomar esas fotos o a preparar el escenario para hacerlo, porque hoy estaré de seudo compras locas.
¡Oh! Un avión de papel.
Como cayó sobre el escritorio sólo estiré mi mano para tomarlo y abrirlo.
“Qué vas a hacer más tarde?” bien, lo acabo de pensar. Saqué la única lapicera que tengo conmigo, con la que puse las asistencias, para contestarle. Luego se lo mandé.
Cuando el avión llegó a su mesa me sonrió.
Me sentí travieso que no me di cuenta de cuando la correspondí.
-Minho.- me sobresalté para mirar a ChangMin. –Préstame una lapicera, tengo que subrayar unas cosas.- presioné la lapicera en mi mano, pero si se la doy no podré contestarle más a Taemin. –Gracias.- ¿cuándo fue que me levanté a llevársela?
-De nada.- contesté regresando a mi escritorio.
Ya había otro avión de papel. También lo tomé y abrí.
“Podrías quedarte a comer en mi casa y quién sabe, también haríamos cositas sucias.” Sonreí divertido, quiere que ensuciemos su casa.
Volteé a ver a Taemin, le hice señas de que no tenía con qué contestarle, luego me arrepentí de ello, porque el airecito macabro fue a dar muy cerca de mi ojo, escuché el lápiz chocar contra el pizarrón y luego caer al suelo.
Le sonreí en agradecimiento por casi matarme, luego me agaché para tomarlo.
Escribí mi respuesta para lanzarle el avión de papel.
No me quedé con las ganas de mirar bien ese pizarrón, que tenía la marca en donde se estrelló la punta del lápiz. Luego miré el grafito del mismo para ver que estaba plano, seguro el impacto fue tal que le aplanó la punta.
Auch, pero sonreí, ya extrañaba esa sensación en mi cabello.
Me giré para tomar el avión de papel, lo abrí.