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No hagas caso a los extraños por Nuxi

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Capítulo 12

Tu propio cuerpo no te dejaba moverte con normalidad. Te costaba respirar. Tu respiración era pesada. Parecía que hacías un gran esfuerzo por ello. Tus ojos parecían no caber en tus cuencas. Los tenías muy abiertos. Tu sangre parecía estar congelándose en tus venas. Costaba que circulara por tu cuerpo.

Delante de ti, a pocos metros, estaba Negi de pie. Se encontraba muy tenso. A la altura de tus ojos  se encontraban sus manos. Estaban cerradas creando un puño. Sus nudillos se encontraban blancos por la fuerza ejercida. Temblaban ligeramente. Era un signo de furia. Nunca lo habías visto así anteriormente. Tampoco nunca antes te habías encontrado en una situación tan complicada de manejar.

Dídac estaba apoyado en una pared. Estaba demasiado tranquilo para tu opinión. Su mirada era apagada y era fría. Era un hombre de hielo que no mostraba sentimiento alguno.
No lo podías ver pero Eladi tenía una enorme sonrisa en su boca. Estaba disfrutando de la situación de lo lindo. Se lo estaba pasando mejor de lo que hubiera podido imaginar así que pensó alargar ese momento todo lo posible.

Volvió a ponerse a tu altura. Cambio de posición el cuchillo. Ahora no te amenazaba con la punta sino con el filo entero. Su manó pasó de tu barbilla a tu pelo. Te estiró con fuerza de él con la intención de que levantaras más la cabeza.

-¿No me vas a responder, Negi? Cuanto más tiempo pase será peor para tu amorcito. Como puedes ver la situación se está complicando para este inútil. Sabes lo que quiero. ¿Verdad? ¿Sabes que quiero que vuelvas conmigo? Pero no para una temporada sino para siempre. Si me rechazas hay alguien que saldrá muy pero que muy perjudicado y no hace falta que diga quien es ni de que forma. ¿Verdad, dulzura?  

Su lengua te empezó a lamer la oreja derecha mientras miraba de manera provocativa a Negi. Todo lo que hacía Eladi era una provocación. Solo eso. Estaba mirando cuanto aguante tenía Negi. Sabía que por salvarte Negi haría cualquier cosa y Eladi se estaba aprovechando.

Sentías asco de lo que estaba haciendo Eladi. Querías que te soltara. Hacer algo por salir de esa situación. Tus ojos empezaban a llenarse de lágrimas. Veías como Negi ya temblaba ligeramente por la rabia que se encontraba dentro de su cuerpo.

Desviaste tu mirada unos momentos para ver a la otra persona que se encontraba en esa misma estancia. Dídac estaba muy tranquilo. Parecía que no pasara nada a su alrededor. No entendías él porque de su tranquilidad. Tu te estabas muriendo de miedo y nervios mientras él parecía una estatua de cera. No había expresión alguna en su cara ni brillo en sus ojos. 

El silencio seguía presente. Eladi ya había terminado de lamer tu oreja y ahora su lengua estaba en tu mejilla. La mirada de Negi  estaba puesta en sus ojos. Hubo un momento en que dejó de temblar y abrió la boca para hablar. En un principio no le salían las palabras pero finalmente las consiguió pronunciar.

-Eladi apártate de él. Ganaste haré lo que tu quieras pero con una condición. Quiero que dejes a Almirall al margen de todo esto.

Eladi dejo de lamer tu mejilla. Notaste como te soltaba del cabello y como poco a poco  fue alejando unos pocos centímetros de tu cuello el cuchillo.

- Dídac cachéalo. No me fío de él. Tendrá algún plan. Mira que no tenga ninguna arma. Luego súbelo a la habitación del fondo y átalo con esto.

Eladi pasó unas esposas a Dídac. Dídac dejó su posición y se acercó con lentitud a Negi. Le cogió de un brazo con algo de rudeza. Le empezó a cachear con cuidado y minuciosamente. Todo esto lo comprobaba Eladi desde su posición.

Dídac sacó de los bolsillos de Negi todo los objetos que fue encontrando y los puso en la mesita auxiliar. Negi no llevaba ninguna arma, solo el monedero, las llaves del coche y de la casa y un sobre cerrado sin ningún tipo de dirección escrita en él.

Luego Dídac cogió con más brusquedad a Negi del brazo y salieron de la habitación sin hacer ningún ruido ni comentario. Eladi alejó completamente el cuchillo. Dio la vuelta al sofá y se pudo delante de ti. Se sentó en la mesa del centro. Estabais a medio metro de distancia.

Sus ojos te miraban atentamente. En su cara se encontraba una sonrisa de superioridad. Se creía el vencedor de todo eso. Cuanto más tiempo te miraba, su risa más grande se hacía. No la quitó no hasta cuando te habló.

-Te tengo que dar las gracias Almirall. Sin tu ayudita esto no hubiera sido posible. Gracias a tu metedura de pata Negi volverá a ser mío y solo mío. Así que ya vete olvidando de él nunca más volverá a tu lado. ¡Qué pena haberte conocido en esta situación! Realmente eres guapo. El tipo de chico que le gusta a Negi y a mí. A veces no me extraña que te eligiera a ti en vez de a mí. Tienes un aura de nobleza y bondad.  Pero tranquilo yo me haré cargo de que la pierdas ahora mismo.

Eladi se fue acercando a ti. Poco a poco. Se movía como una serpiente. En sus ojos solo brillaba la maldad que tenía dentro. Volviste a ver en una de sus manos el brillo metálico del cuchillo.

 Eladi se sentó a horcajadas encima de ti. Cogió una de tus brazos entre los suyos. Le dio la vuelta y la alzó mirando hacia el techo las puntas de tus dedos. Lentamente fue acercando el cuchillo a tu antebrazo. Clavó la punta del cuchillo suavemente a la piel y presionó.

Lentamente salió tu sangre. Te dolía mucho. Te mordías el labio inferior no querías gritar. No querías que se saliera con la suya. Intentabas no gritar pero en cambio las lágrimas contenidas salieron al exterior.

El cuchillo siguió subiendo por todo tu brazo. La sangre manaba y resbalaba de tu brazo hasta llegar al suelo o al sofá en el que estabas sentado. La línea roja llegó hasta tu hombro. Eladi apartó el cuchillo pero no por mucho tiempo.

El cuchillo volvió a penetrar en tu piel en ese mismo brazo. Ahora se dedicaba a hacer pequeñas  rayas horizontales que atravesaban la herida ya hecha y acababan en pequeñas curvas. Ya no podías aguantar el dolor. De tu boca salían pequeños gemidos de dolor y sollozos. Eladi parecía disfrutar mucho haciendo esa atrocidad.

Se empezaba o formar un pequeño charco. Los pantalones que te cubrían se habían manchado de tu propia sangre.

-No sufras Almirall. Esto solo es un pequeño souvenir que te dejo para que siempre te acuerdes de esta aventura. No llores tampoco es tan malo. Seguro que habrás aprendido algo de todo esto. Espero que hayas encontrado la moraleja ¿Verdad? 

Si no te la digo yo. Nunca hagas caso a los extraños. Hoy en día no te puedes fiar de nadie.
En esos momentos Dídac entraba por la puerta. Seguía igual de neutro que antes.

-Negi ya esta listo. ¿Eladi, qué le has hecho? ¿Por qué tanta sangre? – Preguntó Dídac sin mostrar sentimiento alguno.

-Nada Dídac. Solo le daba un pequeño regalito a Almirall. Espero que te guste. Yo lo encuentro precioso. Se puede definir como un tatuaje de sangre.

Esa sonrisa no desapareció en ningún momento. Eladi se levanto de encima tuyo. Y delante de ti limpió tranquilamente el cuchillo bañado en sangre. No podías parar de llorar. Sólo mirabas el charco de sangre que se había formado. No te podías creer que todo eso te pasara a ti. Tu mente no lo asimilaba.

Después de dejar el cuchillo limpio. Eladi lo guardó en uno de sus bolsillos. Y sin volverte a mirar salió de la habitación con calma. Ahora le tocaba llevar a cabo la segunda parte de su plan.

Cuando se fue tú te derrumbaste totalmente. Llorabas desconsoladamente e intentabas proteger tu brazo acercándolo a tu pecho. Te hiciste una bola en ese sofá.

Dídac se acercó lentamente a ti.  Cuando intentó cogerte el brazo tú pegaste un chillido y te apartaste lo más que pudiste. Dídac solo quería ayudarte. Él tenía un plan para salir de ahí Negi y tú y necesitaba de tu ayuda pero en ese estado no reaccionabas. Estabas en estado de shock.


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