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Por siempre juntos por ShiroKuro02

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Notas del fanfic:

Bueno, he aquí el capitulo SinJu que prometí que haría. Tiene relación con el otro fanfic que hice de AliAla "Nunca más solo" y no hace falta leer el otro para leer este ya que es una historia independiente con algo de relación.

Espero que les guste :D

Notas del capitulo:

Comenten, por favor!

Espero que sea de vuestro agrado :D

Un nuevo recuerdo apareció en su mente. Era, de nuevo, sobre esa larga y negra trenza meneándose por el aire, por los movimientos de su cuello, por los alocados de su cuerpo. Belleza en sus hermosos y carnosos labios, unos labios que atraían; belleza en sus ojos, unos preciosos rojos y grandes ojos, que enamoraban; una personalidad retorcida, salvaje, pero aún así linda. En resumen, esta persona, Judar, hacía que enloqueciera. Enloqueciera como los marineros que escuchaban el canto de las sirenas.

Así era para Sinbad. Un hombre de unos treinta años de edad. Se había enamorado de alguien bastante más joven que él, ese chico que tanta locura le daba, ese chico que hacía que dejara de pensar en sus cosas para pensar en él. Este hombre, era corpulento. Sus ojos eran marrones como el café, su cabello morado como las violetas, le llegaba por debajo de las rodillas. Era su cosa más importante hasta que llegó Judar. Cada día peinaba ese largo cabello como si en ello le fuera la vida, pero cuando Judar apareció, muchas veces se olvidaba de peinarlo por pensar en él. El tiempo se le pasaba volando si lo hacía. Recordar a Judar le hacía feliz, pero no le bastaba solo con eso, le necesitaba para él. Tenía que enamorarlo y que este estuviera con él, juntos para siempre y que nada los separase. En verdad lo necesitaba. El mayor porcentaje de sus pensamientos eran Judar.

 

Empezó a planear como podría enamorarlo. Judar estaba en unos cursos de esos que se hacen después de terminar el bachillerato y Sinbad, sin embargo, trabajaba. Judar tenía veinte años. Era cierto que se llevaban bastante edad, pero aún así, Judar ya había pasado la mayoría y podía estar con quién quisiese. Solo había un problema:

A Judar le gustaban más jóvenes que él.

 

Sinbad no lo decía por decir, él sabía que eso era cierto, pues siempre que le veía con cara de deseo era cuando estaba con chicos de 14 o 15 años. ¡Incluso le había visto con chicos de 12! Le sería realmente difícil llegar a enamorarlo, casi imposible. Pero Sinbad no se iba a rendir, aún tenía esperanzas. Él había sido capaz de enamorar a cientos de chicas, incluso decenas de hombres, no se le resistiría ese mocoso. Un mocoso del que estaba totalmente enamorado, pero un mocoso en sí.

Por el momento, sabía que a Judar le gustaban los hombres y no las mujeres como a la mayoría, así que ya tenía algo a favor.

 

Comenzó su plan por citarle para quedar. Lo más probable era que Judar ni siquiera supiera de la existencia de Sinbad, así que primero tenían que conocerse. Sinbad era algo acosador, no tanto como eso ya que solo era un enamorado que seguía a su amado para conocer más de él, así que sabía en que escuela obtenía Judar los cursos de formación, así que solo le diría a alguien que le diera una carta a Judar dónde le citara para quedar en cierto lugar.

 

Se le ocurrió mandar a su secretario a la hora de la salida. Su secretario era un hombre con un gran carisma. Sabía convencer a la gente fácilmente, “podrá hacerlo también con Judar” se repetía Sinbad en su mente viendo desde lejos a esos dos conversar. Por la expresión de Jafar, su secretario, no podía afirmar que Judar iría a la cita. Se llevó una leve decepción. Primero tendría que hablar las cosas con él para que le contase detalles sobre lo ocurrido.

 

Más tarde, al terminar la jornada de trabajo fue a hablarlo directamente y sin rodeos. Había estado toda la mañana pensando en ello y ni siquiera había podido concentrarse bien en su trabajo. De nuevo Judar volvía a ser el centro de sus pensamientos.

-¿Qué pasó con Judar? - preguntó Sinbad ansioso.

-Nada, dijo que quizá irá – dijo Jafar.

-¿Y ya está? ¿Por qué no has intentado convencerle? - preguntó Sinbad un tanto decepcionado.

-Claro que sí. He hecho cuanto he podido, pero parece muy despreocupado de todo. ¿Cómo te has podido fijar en alguien así? A mi me da mala espina.

-A ti te dará lo que quieras. Jafar, confío en ti, por eso te mando a mis asuntos de mayor importancia, por eso, también, eres mi secretario.

 

Había citado a Judar en una cafetería, no muy lejos de su escuela de formación. Solo hablaría con él sobre algunos temas para conocerse. Es verdad que no es lo más normal que cuando sales de la escuela aparezca un hombre de parte de otro y te diga que vayas a cierto lugar, pero no podía hacer otra cosa. Solo rezar para que el pelinegro, al menos, apareciera esa tarde. Faltaban unas horas para el momento deseado.

 

Pasaron las horas y Sinbad se presentó en la cafetería acordada. Se sentó en una mesa y comprobó que Judar aún no estaba. ¡Ojalá se presentase! Pasó media hora y el pelinegro aún no llegaba. Sinbad estaba muy nervioso, deseaba ver cara a cara a aquel chaval, poder apreciar sus divinos rasgos faciales desde cerca, poder escuchar su atractiva voz hablando bajo (pues solo la había oído cuando Judar gritaba por algún motivo) y poder ver su brillante y hermoso pelo desde una distancia no tan lejana.

Al cabo de una hora y diez minutos aproximadamente, el citado apareció. Sinbad le hizo una seña para que este se sentara a su lado, y sin cambiar su semblante lleno de despreocupación, se sentó. Si hubiera sido otro tipo de persona se hubiera sentido incómodo por encontrarse frente a un desconocido, pero no era el caso.

-¿Tú eres el que me ha dicho que venga a este sitio? - preguntó Judar no conforme – por lo menos no eres uno de estos tipos con roña y feos que solo quieren joderle la vida a uno.

-Bueno... - Sinbad se avergonzó un poco – Quería conocerte, Judar.

-¿A mí por qué? ¿Fue a ti a quien le pinté la pared de la casa el otro día? - preguntó algo extrañado Judar.

-No, en absoluto. Solo quería saber de ti. Sé que no es normal que así como así aparezca alguien y te diga esto, pero en verdad lo necesito.

-¿Qué? ¿Y por qué quiere alguien como tú saber de mí? - preguntó Judar más extrañado aún.

-Bueno, me llamo Sinbad – comenzó presentándose el mayor – y por cierto motivo, un día cuando iba a comprar cosas para mi casa te vi paseando algo distraído. Me fijé en ti, no sé por qué motivo, pero me pareciste interesante. Entonces otro día te volví a ver y...

Judar, al hablar, hizo que el mayor dejara de hacerlo – Escucha, ¿lo que me quieres decir es que te gusto?

Sinbad, sin decir nada, observó como el menor sin cambiar el semblante dio en el clavo. No sabía como reaccionar ahora, ¿qué pensaría Judar?

-Escucha, ¿Sinbad, no? No estoy interesado en personas como tú. No me van tan mayores, te conservas bien, e incluso aparentas tener veinte y algo más de edad, pero tu cuerpo tan trabajado me dice que tienes más. Por otro lado, tienes que estar muy enfermo o desesperado como para haber visto a una persona una o dos veces y presentarte esperando que ésta acepte. Lo siento, pero no me interesas.

Dicho esto, dejó el asiento y se fue dejando a Sinbad con la palabra en la boca. Ni siquiera le dio tiempo a decirle algo más. Su respuesta fue como una patada en la boca, como si le hubieran sacado el corazón del pecho sin siquiera ponerle anestesia. Se sintió fatal, deseó que la tierra lo tragase y que nunca le hubiera citado. La peor decisión de su vida. Debería haberle intentado olvidar, haber estado saliendo con otras personas y no saber más de él. De hecho, en un principio empezó haciendo esto, pero al no poderle olvidar empezó a acosarlo, algo que nunca debería haber hecho. Su mayor error.

 

Al llegar a casa, su secretario le estaba esperando allí para ver como transcurrieron las cosas. Sinbad, sin fijarse en él, cerró la puerta de un portazo y se tiró al sofá quedando acostado en él. Jafar se preocupó y no pudo evitar ir a su lado para hacerle compañía por el rechazo del menor. Era evidente que las cosas ocurrirían así, pero eso no significaba que no fueran a dañar los sentimientos de su jefe.

-Sin ¿estás bien? - preguntó el secretario lamentándose por lo ocurrido.

-No. Me rechazó sin escuchar lo que tenía que decirle. Fue demasiado ágil, adivinó todo lo ocurrido y finalmente se fue dejándome con cosas que decirle, pero no le importó lo más mínimo. Estoy fatal – contestó el mayor sin mirarle a la cara, ya que estaba boca abajo tendido en el sofá.

-Tranquilo. Este no es el fin. Podrás con él, y si por algún motivo te es imposible: hay muchas más personas por ahí. - dijo tratando de animarle.

-Gracias por intentar animarme, Jafar, pero no creo que pueda conquistarle nunca – dijo Sinbad totalmente pesimista.

-Lo harás, estoy seguro. Yo creo en ti. Me has demostrado que eres capaz de hacer todo lo que te propones y eso no va a cambiar ahora. Nunca ha pasado y no va a pasar - dijo Jafar alentándole.

-Jafar, ¿quieres pasar esta noche conmigo? No quiero dormir solo...

 

El secretario no pudo hacer otra cosa que aceptar. No podía dejar a su jefe y amigo allí solo llorando como un paranoico. Era normal que se sintiera así, pues aunque Jafar no sabía lo tajante que fue a la hora de rechazarle (ya que de hecho lo fue, le trató como a un enfermo), sabía lo que era un amor no correspondido. Él mismo estaba atrapado en uno del que no podía salir.

 

Sinbad se empezó a plantearse toda la noche si realmente era un enfermo, pero el no lo pensaba así. Solo fue atracción a primera vista de un día que iba paseando a comprar algo y ocurrió lo que ocurrió. Aunque no solo es eso, una noche, se lo encontró en la disco bailando. Judar iba marcando el compás perfectamente con sus pasos. Algunas personas, al verle, corrieron con una cara de terror y abandonaron el establecimiento, pero Sinbad quedó enamorado de su danza. Era como ver a los ángeles bajar a la tierra y ponerse a bailar. Y para colmo, era el más respetado, o “temido” de su barrio. A Sinbad, las personas así le causaban muy buena impresión, no lo veía del todo bien, pero le encantaba, no lo podía negar. Podría sonar todo a atracción carnal, pero para Sinbad era más que suficiente, por eso quería conocer a ese chico más a fondo.

Finalmente cayó dormido. A su lado, en la cama, estaba su secretario observándole para ver si necesitaba algo, pero al ver que este cayó en un sueño, el otro intentó hacer lo mismo.

 

Al siguiente día, Sinbad estaba mejor de lo sucedido el día anterior, aunque no del todo bien. Podía sobrellevarlo, solo tenía que concentrarse en su trabajo y no pensar en nada más. Abrió la puerta de casa y fue hacia el trabajo. Jafar se retrasaría un poco pues se quedaría recogiendo un poco y luego le alcanzaría. Entonces, de camino al trabajo, pasó lo que tenía que pasar, se chocó con alguien.

-¡Auch! - dijo la persona con la que se chocó sin mirarle a la cara, solo miró hacia el suelo – A ver si tienes más cuidado, imbé...

Sinbad, quien tampoco miró hacia esa persona al mirarle, en una visión mutua, ya que se miraron los dos a la vez, dijo – Judar... ¡AH JUDAR! Oye, perdona por lo de ayer, fue muy repentino y...

-Escucha, viejo, ¡no me interesa lo más mínimo lo que tengas que decirme, tengo prisa, loco! - dijo Judar sin dejar terminar al mayor de hablar.

-Esto... - Sinbad no sabía que decir esta vez, se quedó sin palabras hasta que recordó algo - ¿Y me lo dice el que solo se fija en chicos de 15 hasta 12 años? Por favor, mírate a ti mismo antes de criticar a los demás – se cabreó.

-¿Perdona? - llevó su mano derecha hacia su boca y puso una cara muy fingida de sorpresa - ¿le dices eso a la persona que te gusta?

-Eres detestable. El mundo debería haberte castigado por eso y haberte hecho horrible también de rostro, en lugar de darte algo tan estupendo que hace que las personas te juzguen bien, cuando eres asqueroso.

-Dices eso pero sabes que no te puedes resistir a mi – se acercó a Sinbad y acto seguido le susurró sensualmente en su oído – Sabes que me deseas.

Justo al decir eso se fue. Jugó con los sentimientos de Sinbad, de nuevo fue cruel con él y volvió a irse sin dejarle que le dijera todo lo que tenía que contarle. Si eso seguía así, al final le acabaría odiando. Quería conocerle pensando en que sería otro tipo de persona, pero estaba demostrando que era alguien horrible, alguien a quien no le importaban los sentimientos de los demás y solo quería molestarles. Sinbad estaba destrozado. Cuando el menor se fue, este se quedó descansando en un banco hasta que se le pasara y entonces partir hasta su empleo. Cuando por fin se decidió a levantarse, apareció Jafar, quien muy preocupado, se preguntaba que qué estaría haciendo allí sentado el mayor.

De nuevo, Jafar intentó alentarle e incluso le dijo de que se quedara en casa descansando, pero ahora, para Sinbad era personal, no se quedaría en casa por culpa de un niñato como ese. Aunque en el fondo le seguía queriendo, pero ya no volvería a ser tan idiota.

 

Pasó una semana y ninguno volvió a tener noticia del otro. Judar este tiempo había estado pensando en lo que Sinbad le dijo y le daba la razón en cierta parte ¿Por qué solo disfrutar de los pequeños? ¿Por qué no variar y por una vez ligarse a alguien mayor que él? Lo estuvo pensando bastante y llegó a la conclusión de que estaba muy aburrido y esto le vendría bien para matar el tiempo, así que ¿por qué no probar con alguien que cumple ese requisito, que se mantiene bien y que para colmo estaba loco por él? En efecto, su respuesta era ir a por Sinbad. No tenía manera de verle, pero la encontraría.

Sinbad solo se había limitado a llorar por dentro, intentando ser fuerte y no pensar más en Judar ni en lo ocurrido con él. Simplemente se decidió de una vez por todas a olvidarle y empezar de cero. Por el momento no tenía pensado salir con nadie, solo descansar y reponerse de su antiguo amor.

También decidió emplearse al máximo en su trabajo y darle una alegría a su secretario, quién su mayor preocupación era que este se esforzara en él, pero todo ocurre en el momento más inoportuno, y eso era algo que a Sinbad le solía pasar mucho.

 

Estaba en su trabajo, trabajando y esforzándose al máximo, como dijo que haría, pero su mente se quedó en blanco. Se presentó allí la persona a la que menos quería ver. ¿Qué hacía allí el chico de largo cabello oscuro? Por mucho que lo intentase, no podía ocultar su cara de sorpresa.

Aquel chico se presentó en su oficina de trabajo sin siquiera decir nada. ¿Cómo le encontró? Fácil, fue preguntando por la zona en la que se movía rutinariamente si alguien sabía algo sobre él, y justamente, en su discoteca favorita encontró información ya que Sinbad solía ser cliente habitual solo para ver si Judar aparecía.

 

Volviendo a la escena, estaba Sinbad, que miraba muy sorprendido a Judar; este, quien miraba con indiferencia a Sinbad; Jafar, quien miraba desde lejos la escena con pánico, y los demás empleados que no prestaban atención.

-¿Qué pasa, Sinbad? - dijo Judar cambiando su cara cambió a una de diversión – vengo por algo que deseas.

-No me interesa, lárgate – Sinbad no iba a caer. Sabía que este muchacho quería jugar con él y no le iba a dejar hacerlo.

-Venga, he estado pensando en lo que me dijiste. Imagínate a mí pensando todo este tiempo en ti – dijo cada vez más divertido.

A Sinbad le gustó imaginarse lo que el menor había dicho, pero no iba a caer en su juego, ya había aprendido la lección – vete ya, Judar.

-Me voy a quedar aquí hasta que termines el trabajo, sé que terminas de trabajar en unos cinco minutos, – si, le habían dicho muchas cosas de Sinbad, incluso su jornada laboral. Sinbad era un libro abierto que contaba todo sobre él, sobretodo cuando estaba ebrio – así que no hay problema con que te espere y en tu casa hablemos los detalles, ¿no?

-Está bien – dijo Sinbad intentando que se callara de una vez, pues no pensaba prestarle mucha atención en su casa, solo hablar un rato y luego echarle de su casa – recojo enseguida y nos vamos a hablar.

 

La cara de victoria de Judar era más que notoria. Las cosas iban como las había planeado. Si esto seguía por tan buen cauce podría divertirse mucho con aquel hombre hasta el momento de romperle el corazón. La gente comentaba que era un semental y a eso tenía que sacarle un buen partido, ya estaba cansado de ser el activo de adolescentes y no el pasivo de adultos. Se divertiría bastante.

-Vámonos ya, Judar – dijo Sinbad pasado un rato.

La sonrisa de Judar se volvió más amplia.

 

Llegaron hasta una casa bastante grande. Podía medir diez veces más que el piso de Judar, incluso veinte. Judar estaba muy sorprendido, al parecer no se aprovecharía de él solo en el ámbito sexual.

Mientras Judar pintaba su mundo de rosa, Sinbad, por su parte, solo quería que este se fuera, pues le hizo mucho daño, pero en el fondo deseaba que el momento no acabara, no era tan fácil borrar ese sentimiento de amor que le procesaba.

 

Abrió la puerto e invitó a Judar a pasar y se sentaron en los sofás del salón.

-¿Quieres tomar algo, Judar? - preguntó Sinbad.

En ese momento Judar se abalanzó sobre Sinbad tirándolo al suelo y quedando él encima – No es necesario nada, solo tú.

-Judar, quita de encima. Esto no era lo que decías querer hace unos días – espetó Sinbad.

-Las personas cambian de opinión – dijo besando su cuello.

-¡Ya! ¡Judar, para! - imperó Sinbad.

Judar no le hizo caso y siguió besando el atractivo cuello del mayor.

-Está bien, tu lo has querido – dijo Sinbad antes de levantarlo y empujarlo contra la pared.

-¿Qué vas a hacerme, Sinbad? - preguntó deseoso Judar, quien parecía saber la respuesta.

-Es más que obvio – dijo Sinbad en un tono juguetón. En ese momento cogió a Judar por los brazos, abrió la puerta de su casa y le echó fuera – Adiós, Judar.

-¡Espera! - dijo el menor empujando la puerta para que el mayor no la cerrara del todo – ¡no me hagas esto! Dame una oportunidad, era lo que querías, ¿no? Intentemos amarnos juntos – mintió Judar respecto a sus sentimientos.

Sinbad dejó de hacer fuerza – explícate mejor.

-Vale, lo que quiero – habló jadeando por el esfuerzo anteriormente hecho – es amarte. Nunca nadie me había dicho lo que tú y siempre he querido conocer el amor, así que pensé que esto podría funcionar, eres muy atractivo – mintió Judar de nuevo, haría lo que fuera por ganarse al mayor.

-Entonces... ¿Quieres ser mi novio? - Sinbad estaba emocionado aunque no lo aparentaba, pues si lo hacía su reputación de tipo duro se iría al garete. No podía lidiar con todos los sentimientos que estaba experimentando en ese momento. Era la persona más feliz del planeta.

-Si, Sinbad.

 

Transcurrieron ya dos semanas. Habían estado quedando cada día el mayor tiempo que podían. Judar, la primera semana intentaba no pasar demasiado tiempo con Sinbad, pues solo hacían cursilerías, pero la otra semana intentaba hacer todo lo contrario. Le encantó pasar este tiempo con Sinbad. En verdad nunca había experimentado el amor, pero ¿y si este sentimiento que sentía hacia Sinbad lo era? No podía ser. Negaba totalmente esa posibilidad. Él sólo quería aprovecharse del mayor, no amarlo.

 

Por su lado Sinbad, había pasado el medio mes más feliz de su vida en mucho tiempo. Estaba ansioso por verlo cada día, por darle esos mimos que tanto decía Judar que le gustaban, por abrazarle. Solo podía pensar en él. Ya que Judar vivía solo en un piso pequeño quería pedirle para que se fuera a vivir a su casa. Necesitaba el momento para pedírselo, pero ahora era la temporada en la que más ajetreado solía estar con el trabajo y ya había hablado con Judar sobre el tema de que en esta temporada se verían un poco menos y que cuando lo hicieran estaría reventado de tanto trabajar (cosa que a Judar le venía de maravilla, pues quería alejarse un poco más de Sinbad, ¡se negaba a enamorarse de él!).

 

-Sin, me alegro de que últimamente las cosas hayan ido a mejor con ese chaval – afirmó el secretario de Sinbad mientras trabajaban.

-Gracias, sé que no te cae muy bien, pero aún así me animas, te lo agradezco – dijo Sinbad.

-Y bueno, ¿cómo llevas esta temporada en la que trabajamos más que el resto del año?

-Hablé con él del tema y le dije que no se molestara, que pasada la temporada podríamos estar juntos de nuevo y sin problemas.

-¿Se lo tomó bien? - preguntó intrigado el menor.

-Si, hay gente que se cabrea mucho, pero él fue bastante comprensivo. Me ha sorprendido mucho su actitud últimamente, pues era un chico muy borde y de pronto actuó muy meloso conmigo. Sobretodo los primeros días de esta semana, parecía que quería verme más que yo a él.

-¿Y los últimos días de esta semana? - preguntó extrañado el secretario.

-Supongo que actuó algo más distante para hacerse a la idea de que este mes estaría más ajetreado con el trabajo. Debería habérselo dicho más tarde. - se lamentó Sinbad.

-En fin, no le des muchas vueltas al asunto. Suerte con todo – le intentó animar el menor.

-Sinbad – le habló esta vez su jefe – este Sábado lo tendrás libre, en esta temporada lo normal es que los Sábados también trabajaras, pero te lo mereces de descanso ya que esta semana has adelantado mucho en tu trabajo.

-Gracias, jefe Ugo. No se arrepentirá de darme este descanso – aseguró Sinbad muy serio.

 

Al llegar Sinbad a su casa, en lo primero que pensó fue en invitar a Judar ese Sábado a salir, como había hecho en los anteriores. Por eso odiaba este mes, salía más tarde de trabajar, los Sábados también trabajaba ¡y en el mismo horario que el resto de la semana! Era algo con lo que todos los trabajadores de la empresa tenían que lidiar, pero costaba adaptarse de nuevo cada año. Así que como este Sábado no trabajaba, gracias a Dios, decidió invitar a Judar a salir como en los Sábados anteriores (y Domingos, claramente. Quedaban cada vez que podían).

 

Se sentó en el sofá, sacó el teléfono del bolsillo del pantalón y marcó su número por muy tarde que fuera.

-¿¡Quién es y qué mierda quiere a estas horas!? ¡Si es que solo hay imbéciles! - contestó Judar a la llamada indignado.

-Perdona por llamarte a estas horas, cariño, pero acabo de terminar de trabajar. Era para ver si puedes quedar este Sábado. Me lo han dado libre.

Eso a Judar no le gustó nada. En verdad necesitaba alejarse de Sinbad. Ese hombre ocupaba su mente en cada momento del día. Si de por sí Judar ya era malo en clases ahora se concentraba muchísimo menos. Su orgullo le ordenaba que no se enamorase, que solo se aprovechara de él, pues ese había sido su plan principal y no lo cambiaría por nada. Le soltaría alguna trola de que no podía quedar – la verdad es que no puedo quedar. Como dijiste que este mes ibas a tener todos los Sábados ocupados ya he quedado.

-¿Pero todo el día? Si no puedes por la mañana que sea por la tarde, y sino a la viceversa – insistió Sinbad.

-No... -siguió mintiendo el menor – he quedado todo el día. Se les ocurrió hacer una quedada de todo el día.

-Bueno... Pues entonces compraré algunas cosas que me hacen falta – sonaron las palabras de Sinbad con tono de desilusión – Si por casualidad pasas por la mañana por el súper mercado de La Plaza de Amón, ven a verme. Es al súper mercado “Baal” al que siempre voy a comprar y se encuentra en esa plaza.

-Se dónde esta esa dichosa plaza y ese maldito súper mercado, solo que creo que no vamos a pasar por ahí – sonó también triste Judar. Le dolió su propia mentira. Le dolió la reacción de Sinbad, pues en verdad necesitaba alejarse, pero al estar enamorado de él (aunque lo negara) le dolía verlo triste. Y sobretodo si era por su culpa.

-Bueno, pues nada... Ya nos vemos al final del mes. De nuevo me disculpo por haber llamado tan tarde.

-¡Espe...! - Judar quiso que no colgara, pero antes de pedírselo ya lo había hecho.

 

Sinbad, por su lado, se echó en la cama y de lo cansado que estaba se durmió enseguida. Le dolió mucho el hecho de que Judar ya hubiera quedado, pues este mes regresaría todas las tardes sobre las 23:30 de la noche y los Domingos estaría muy cansado ya que apenas podría dormir al tener que levantarse sobre las 05:30 de la mañana, ya que también entraba una hora antes. Esto era algo que había pasado con este jefe, con el anterior y con todos. No importaba el jefe, solo la temporada.

 

Ese Sábado, Sinbad fue a comprar al súper mercado Baal como le dijo a Judar. Cuando aparcó el coche, comprobó que no estaba allí, quizás de verdad no fuera a pasar por allí. Se desilusionó. Desearía haber visto allí a su persona más importante y haberle dado un beso apasionado al verle, pero no iba a pasar. Quizá le pidiera para quedar mañana, a lo mejor si podían los dos. No estaría tan cansado puesto que ese día no trabajó.

 

Dejó de pensar en ello y entró en la tienda. Allí compró todo lo que le hacía falta y metió las bolsas en el coche al terminar. Cuando se dispuso a montarse en él, comprobó que había alguien allí solo, alguien que se le hacía muy familiar: Judar.

Antes de que saliera corriendo se puso en su camino – Judar, ¿qué haces aquí? ¿Y tus amigos?

-Sin... Sinbad... - respondió Judar muy avergonzado – vine a verte – eso último fue cierto. Se había cruzado con un par de mocosos que le habían preguntado dónde se hallaba la misma plaza a la que quería ir (aunque les exageró diciéndoles que estaba muy lejos para obtener una recompensa), así que les acompañó. Fue algo borde con ellos pues esa era su personalidad, e incluso se fijó en el menor de ellos. Era el típico chico que le gustaba. Tenía como unos doce años y era un encanto, así que pensó que también podía olvidar a Sinbad de esa manera, pero estaba tan enamorado de él que no pudo siquiera tocarle. Decidió olvidar su orgullo y decirle a Sinbad, de verdad, cuanto le amaba. Se dio cuenta en aquel momento de cuan loco estaba por él – Sinbad... ¡TE AMO!

-Judar... - se sorprendió, Judar estaba a punto de llorar. Sinbad desconocía el motivo de por qué tanta sensibilidad de repente, pero fue a abrazarlo – yo también, más que a mi propia vida. ¿Quieres venirte a vivir conmigo?

-Sinbad, ¡CLARO QUE SI! - dijo Judar jadeante.

 

Judar estaba llorando en el pecho de Sinbad mientras ambos se abrazaban. Judar se juró a sí mismo que no dejaría que su orgullo le volviera a dominar, mientras que Sinbad se prometió que cuidaría de Judar antes que a su vida. Ambos decidieron estar con el otro para siempre y no dejarían que nada los separara. Estarían juntos para siempre.

 

 

 

FIN

Notas finales:

Si tienen alguna petición de alguna pareja también pueden comentarmela y así hacer un one shot que les guste :D


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