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12 M I R A C L E S [EXO] por InfiniteIlusion

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Notas del fanfic:

[Este Fic lo había iniciado hace algún tiempo y lo deje. -Me disculpo por ello-  Sin embargo note que tenía demasiadisimas-Muchisimas- faltas ortográficas y mucha incoherencia, por ello lo e borrado y lo comenzaré a subir nuevamente, con más puntualidad. Los capítulos que ya había escrito los subiré seguidamente y con toda la humildad humanamente existente, les pido el mismo apoyo que me dieron anteriormente, pues era feliz sabiendo que me leían... 
Besos, abrazos y muchas reverencias de disculpa <3]

Notas del capitulo:

Holas! Primero que nada quisiera disculparme, por...bueno por todo :C se que se siente feo esperar y yo l@s hice esperar por meses, perdoncito :c <|3...

 

 

*Pensares*

–Diálogos–.

 

*Oh no*

– ¡Lee! ¡Lee! ¡Deja de beber maldita sea!

 – ¿Ahora qué? Siempre me interrumpes, mocoso…

–Maldito ebrio…

–A quien llamas ebrio ¿Eh? ¿Quieres problemas? Enano.

– No idio…Lee. Es “Az”…ha elegido el último brote.

– ¿Qué? ¿Por qué no llamaste antes?

–Por si no lo has notado, es lo que hago justo ahora.

Ambos chicos comenzaron a correr hacia aquel jardín situado en el gran templo en el que estaban, aquel enorme y hermoso jardín inundado de miles de flores, lo sorprendente era que en aquel jardín al debían de existir alrededor de mil especies distintas de flora, sin embargo, lo más sorprendente aún, es el hecho de que todas y cada una de esas plantas era teñida de un color blanco, tan liso y perfecto como el blanco de la cal.

-Az ¿Ha ocurrido?

- …

-¿Az?

La nombrada se puso en pie, su dorado cabello caía con gracia sobre sus hombros, dirigió su atención hacia los chicos quienes observaban encantados el tono blanco de su piel, sus delicadas facciones faciales, y su adecuada figura. La chica no era muy alta, sin embargo era hermosa, cada una de sus expresiones lo era, su manera de ser, lo era.

– Lee…Nam, la encontré, la última – La joven se acercaba hacia donde yacían aquellos chicos, a cada paso que daba, el lugar vislumbraba, sus ojos brillantes, perfectamente encorvados debido a su sonrisa, permitía a los chicos fascinarse con facilidad.

–Az… ¿estas segura?

– Si, muy segura…Lee, Nam, Traedme el florero por favor.

–Enseguida señorita Az

Ambos chicos acatando aquella petición se dirigieron a uno de los salones resguardados. Aquel florero era más que merecedor de encontrarse tan resguardado, después de todo, en el guardaba, la única posible esperanza del mundo como es hoy conocido. Después de una ardua carga ambos llegaron con el recipiente en manos y lo colocaron sobre el pedestal a base de mármol que sobresalía de aquel campo florido.

– Az, lo hemos traído…

–Muchas gracias a ambos, por todo…

– Señorita AZ. ¿Ocurre algo?

–Ha llegado la hora de contar todo a ambos queridos míos…

– ¿A qué te refieres?

La chica tomo asiento al lado de aquel florero, rodeo este con su brazo derecho, y con el izquierdo introdujo aquel pequeño brote de flor.

– Hace mucho tiempo, hace poco más de mil años, cuando yo solo era una niña, me encaminaba por un sendero en un nevado bosque de tundra, camine por dicho sendero ya que llamo mi atención pues al lado de este crecían flores, “¿Por habían flores en un invierno tan frio como ese?” Eso me preguntaba, de modo que solo seguí el caminando, cuando me di cuenta, tras recorrer mucho, había un anciano frente a este templo, el cabello del señor era blanco, el me miraba con curiosidad así como yo a él, desvié mi mirada para seguir el camino floreado, pero se detenían justo tras él, el señor siguió caminando y yo sin mencionar nada, lo segué, al entrar en este templo él se dirigió a este jardín, que en ese entonces al igual que todo el templo eran simples ruinas, el levanto ambas manos y en segundos nieve comenzó a caer ahí dentro, eso no fue tan sorprendente como el luego ver que de aquellos grandes copos de nieve, nacían pequeños brotes de flores.

*Flashback*

 

–Anciano: Gracias por  seguirme hasta aquí pequeña, me hiciste gran compañía

La niña asintió repetidas veces con su cabeza, mirando asombrada aquel  lugar

– ¿Sabes niña? Soy una persona muy diferente a las demás, pero eso es obvio para ti, ¿no?

La pequeña solo asintió nuevamente

–Yo eh viajado durante mucho, mucho tiempo, para llegar aquí, y ahora que eh llegado estoy en un lio, pues ya no puedo seguir con el deber que me trajo aquí.

La niña prestaba atención al anciano, pero prestaba más atención al florido jardín

– Niña, me debo disculpar contigo, pues me he tomado la molestia de poder ver tu interior, tu alma.

La niña le miro extrañada tocando el pecho propio, ese anciano, se le hacía extrañísimo.

– M-mi interior?

– Así es
– Eso es malo señor, no puede andar mirando el interior de las personas… ¿Cómo lo ha hecho?

–Es un secreto, pequeña.

– Y ¿Qué más observo?

– Pues, has de pensar que soy un viejo loco – La niña afirmo eso otra vez – Sin embargo al ver tu interior pude ver más, pude ver tus memorias y vivir tus recuerdos, pude observar tus deseos y anhelos. Dime pequeña ¿Tienes a dónde volver?

La niña impresionada por todo aquello tan solo negó con su cabeza, otra vez.

–Entonces quédate aquí, seré tu maestro y familiar, seré lo que tengas en el mundo físico y espiritual, te educare y te enseñaré del mundo, te enseñaré lo bueno y lo malo de este, y sobre todo, podrás saber quién soy…

Aquella fue una extraña propuesta para la pequeña, realmente no había esperado algo así. Aquella mañana ella salió de aquella solitaria cabaña en busca de alguna aventura, no imagino, encontrarse con la mejor de todas; sin embargo, aquel sujeto tenía razón, no tenía a donde volver, una vacía casa, sin absolutamente nadie más que ella, y los fugaces recuerdos de una familia. Sabiendo que no perdía nada, simplemente acepto aquella propuesta.

Durante diez años  vivieron juntos, habían  ampliado y arreglado todo el lugar, y las partes que yacían rotas o en mal estado el anciano las reparaba, ella siempre se preguntaba el cómo era que él lograba hacer lucir todo como nuevo. Compartieron muchos gratos momentos juntos, la soledad nunca más estuvo presente en la vida de ambos. Eran como padre e hija. Él anciano la educo como lo prometió, le enseño a amar con sinceridad, a perdonar a los demás a ser bondadosa y buscar el bien en todo lo que hiciera, en cambio ella le enseño a él, el valor de la inocencia.

En el vigésimo cumpleaños de la chica el anciano que estaba en dicho jardín la llamo

 

–Pequeña.

– ¿Si?
–Ven siéntate que debo hablarte –Su voz era más seria de lo habitual, y eso era bastante preocupante, ya que de aquella voz, tan solo tonos dulces llegaba a escuchar.

–Te escucho.

–Te daré un regalo, el mejor que eh podido darte…

– ¡Oh! Y ¿Por qué?

–Dime, ¿Recuerdas tu nombre?

La chica lo pensó durante un tiempo, y realmente no lo recordaba.

– ¿Y el mío? ¿Lo sabes?

–Tú nunca me lo dijiste.

–Así es. Ahora, ya debo decírtelo. Soy un sin nombre, el más viejo y el único que queda. Sin embargo, a lo largo de mi milenaria existencia me han nombrado “AZ”, nadie sabe de dónde vengo, ni mi edad, yo simplemente estaba aquí, por eso me llaman así, “AZ” el que estuvo antes y estará después, el que vio el inicio de todo y quien verá el posible fin. Mi pequeña, yo si recuerdo tú nombre, sin embargo, te daré el mío, ahora tú serás quien soy ahora y yo seré parte de ti, tú nombre lo recordarás en su momento, pero ahora, debes continuar con mi tarea, la que me he autoimpuesto.

– ¿Tu tarea? ¿Qué tarea? ¿Por qué me dices esto de repente?

–Yo he venido al mundo con la intensión de protegerlo, sin embargo, tanta responsabilidad no le puedo llevar yo solo, debo buscar a los adecuados, a los  que merecen y los que deben cuidar, lo que yo he cuidado desde hace miles de años, ahora mi cuerpo esta viejo, y es por eso que ya no podré yo cargar con esto, te he criado y protegido para ello, te enseñe a amar y a ser amada, te enseñe a ser bondadosa, amable, dulce y con carácter, entre otras cosas, ahora bien, mi última y eterna enseñanza será el hacerte fuerte – El anciano decaía de poco en poco colocando su mano sobre la frente de la joven – Ahora Az , tú eres yo y yo soy tú, no serás un yo , serás un nosotros, seremos el único ser compartido del mundo, te daré mi sabiduría y tú me darás la tuya, seremos uno solo, un solo Az, no serás un ser individual, serás un ser divino y yo también lo seré, compartiremos tu cuerpo y mi alma – Mientras el anciano decía todo esto la joven sentía lagrimas resbalar, conforme el anciano de debilitaba y desaparecía como la nieve ante el sol, su cabello se teñía de  un dorado muy claro, siendo casi como el blanco del anciano, sus ojos se tornaban de aquel color ámbar, su piel quedo tan blanca como la nieve, sentía el calor de la mano del anciano  cada vez más débil, más distante.

–Dijiste que estarías conmigo…

–Siempre estaré contigo mi pequeña, siempre seremos unos.

–Pero ya no te veré más…

–Lo harás…cree en mi…

–Nunca me dejarás sola ¿Cierto?

–Somos uno solo, nunca estarás sola, yo seré tú, y tú serás yo…

–…

–Te enseñe a amar y a ser amada, ahora nos amaremos siendo uno, nos cuidaremos y estaremos juntos hasta el fin del fin, mi pequeña –Antes de desvanecerse por completo, logro susurrar un “Te amo”, que fue perfectamente audible para la chica, finalmente su cuerpo se desvanecía al igual que las lágrimas de la joven, al notar no solo un cambio físico, sino algo más, dejándole en claro, que realmente, nunca estaría sola.

 

*Fin Flashback*

 

–Chicos, los he mantenido a mi lado durante varios años, y ustedes nunca supieron nada de mí, y ya que todo comienza a suceder, sois libres de saber.

 

– ¿Cuántos años tienes? –Preguntaron ambos chicos al unísono.

 

La chica tan solo sonrió en respuesta. Continuamente se concentró en tomar uno por uno aquellos brotes colocados en el Florero, uno por uno hasta tener los doce juntos.

–       ¿Qué haces Az?

 

– Al igual que el antiguo Az, me quedan varios años aquí, más no fuerzas. Al igual que él, deberé pasar esta responsabilidad a otros.

–       ¿Eso qué quiere decir?

–Lo único que se puede decir con eso Nam….ella tampoco es eterna…

–       ¡Cállate idiota! ¡Has bebido mucho!

– Nam, sabes que es así querido –La voz de aquella hermosa joven se encontraba dulce y tranquila como siempre dedicando una comprensiva mirada al chico que se negaba a aceptar su realidad.


Al cabo de unos minutos, Az abrió sus manos, mostrando que aquellos brotes ya no eran brotes, eran pequeñas esferas de brillantes.

– ¿Qu-que haces?

–Como os dije, ya nació el último, el doceavo, debo entregar estas esferas y a vosotros dos no los puedo mandar, mejor dicho, no quiero mandarles, sería un largo viaje y no quiero perderme de su compañía …Vosotros podéis ayudarme con otros asuntos…

–Gustosos lo haremos, ¿Cuál sería dicho asunto?

– Los jóvenes que han sido elegidos, no son conscientes de ello, ni lo serán sino hasta su debido tiempo, algunos vivirán vidas buenas, otros una vida normal y otros una catastrófica, pero debe ser así, ellos deben aprender a ser fuertes por si mismos, ustedes dos, deberán encargarse de en cierto momento llegar a sus vidas, hacerles saber, enseñarles a perdonar y traerlos a mí. De una vez, os digo que no será tarea sencilla, inclusive, estos chicos les darán más de un problema. Unos más grandes que otros, pero confiaré en ustedes chicos. Por ello, durante estos diecisiete años, a vosotros os entrenaré y os haré fuertes, porque lo necesitarán para controlar a mis muchachos, a los futuros protectores de la tierra.

– Y ¿Tú nos ayudaras?

– Mi vida no acabará aún Nam, mis años tan solo se restan, os ayudare a vosotros y a los futuros frutos de la divinidad, hasta entonces, los orbes encontrarán a sus futuros dueños…

 

La joven abrió sus manos, y de ellas salieron flotando aquellos orbes, tenían cierto parecido a una luciérnaga, pero con mayor tamaño, y Az deseó suerte a aquellos orbes y a los chicos que fuesen elegidos, pues realmente, la necesitarían.

 

Notas finales:

Ah, lo diré de una sola vez. Ehm la identidad de "Az" será revelada después. 

Mnn...los otros capitulos los subiré entre hoy y mañana para corregirlos, y darles más sentido, y si mi mente se apiada de mí, hacerlos más extensos. 

 

~Besos~


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