Luz sin gravedad
XIV
Sólo luz sin gravedad
Cómo pasa el tiempo… siempre corriendo sin detenerse, sin apiadarse de nada y de nadie, de ningún mortal. Como de costumbre, yo sólo miro, yo sólo soy un espectador. Los años pasaron y la guerra terminó, los daños colaterales ya son escasos y una nueva era inicia su curso. Harry se ha graduado, él y sus compañeros inician otra etapa de su vida, ellos siguen avanzando y yo… yo, sigo en el castillo, sigo siendo profesor. Sigo siendo Allen Walker, profesor de Historia de la Magia… un fantasma más del castillo.
--MI querido sobrino, ¿Por qué te torturas así? El chico va a volver, sólo fue a despedirse de sus familiares. –escuché que mi tío decía.
Mi tío, quien jamás me abandonaría, quien me protegería (en exceso) de todo peligro… incluso de mis pensamientos.
--Tengo miedo tío. –le contesté casi en un susurro.
--¿Temes que el amor que tanto profesa sea falso? ¿Temes que se arrepienta de la inmortalidad que adquirió? ¿Temes que lo que le impulsa a amarte se desvanezca y sólo queden malos sentimientos? ¿Temes que sus promesas sean vacías? –preguntó tan rápido que me costó entenderle.
--…No. –dije después de comprender al significado de cada una de sus preguntas.
--¿Entonces… a qué le temes? –dijo mi tío con curiosidad.
--Temo… que al ver de nuevo a su familia, a James, Lily, Sirius, Remus y Peter… le provoque dolor. Después de todo, será la última vez que los vea. ¿Qué tal si ellos lo convencen de no regresar aquí? ¿Qué tal si le obligan a quedarse con ellos? ¿Qué tal si… le hacen ver lo equivocado que está a haber elegido ser inmortal? ¿Qué tal si… todos ellos vienen… y me reclaman, y me obligaran a alejarlo de mí… a hacerle ver que lo cansado de la soledad? ¿Qué tal si encuentran la manera de hacer que él se quede, de hacerlo mortal de nuevo, de hacer que me olvide, de hacer que olvide todo?
--Allen, basta. Querido Allen, lo que dices no tiene sentido, te contradices y repites las cosas. Tu único miedo es que el chico no vuelva. –aconsejó mi tío antes de que me diera una especie de crisis.
>>Ya vendrá. O en su defecto, iré por él. –comentó con una de sus sonrisas sádicas. Sólo pude sonreír con nerviosismo.
La despedida es difícil. Bastante dura a decir verdad, lo es aún más cuando sabes que no habrá un reencuentro. No pude evitarlo, les conté, les dije todo. Mi familia ahora sabe que amo a Allen Walker. No pude mentirles, no si era una despedida definitiva la que iba a efectuar. Sus reacciones fueron bastante distintas. Después de las explicaciones, del lapso de ira e incredulidad, las explicaciones de nuevo, las interminables preguntas y más explicaciones; sin contar las lágrimas y súplicas de cambiar de idea, las amenazas y las evasivas a los hechizos que me mantendrían prisionero o borraran mi memoria… aceptaron, con reticencia, casi.
Les hice prometer que seguirían su vida, que no se estancarían y que estuvieran seguros que yo les vería de lejos. Me enteraría de sus vidas. Sería testigo de lo que sucediera con ellos. Les vería en varios años.
Ellos me hicieron prometer que haría lo posible por ser feliz. Por hacer feliz a Allen. Por no arrepentirme de la decisión que tomé.
He aprovechado que se quedaron todos dormidos… salí con cuidado de la casa que me vio crecer… me alejé de donde estaban mis padres, padrinos y tíos… salí con dos deseos en mente: el primero, que mi familia lo entienda para que puedan ser felices, por ellos, por mí y por Allen; el segundo, llegar lo más pronto posible al lado de Allen para decirle lo mucho que lo amo.
De camino al castillo, pienso en los momentos que he pasado con Allen. Las lecciones de piano, la navidad en mi casa, las citas del verano, las citas en el colegio… descubrir su humanidad me hizo amarlo más. Me pregunto si, él llegara a dañarme también le amaría un poco más. Creo que lo hizo, en una de las citas de verano, una de las primeras citas… el día de mi cumpleaños.
En realidad nos veríamos un día antes pero debido a su orientación llegó al anochecer, pasamos toda la noche platicando, nos sorprendieron los rayos del amanecer caí en la cuenta de la fecha cuando Allen, mi bello Allen, puso una cajita color negra con un listón plateado en mis manos. No creí que él recordaría esa fecha, no creí que tuviera un regalo para mí. Su sola presencia era el mejor obsequio, pero aún no podía decírselo, no con la prueba de Neah a la mitad.
En fin, paseamos un poco y escalamos un árbol viejo que parecía morir, Allen quería mostrarme algo y yo le seguí. Al estar en las últimas ramas del árbol, me invitó a subir un poco más, él es tan ligero que podía pararse en una de las débiles ramas del árbol y ésta nunca cedería, en cambio yo… la rama se quebró. Caí estrepitosamente, quebré más ramas, me golpeé con algunos brazos y recibía arañazos en todo mi cuerpo. Fue un accidente, más Allen seguía disculpándose, alegaba sentirse estúpido por olvidar la fuerza de la gravedad.
Tendido en el suelo, lo único en lo que podía pensar era en que me alegraba que a él no le afectara, él era muy importante para mí como para estar sujeto a algo tan despiadado como esa ley. Él era mi luz. Aún lo es.
Ese día supe que haría lo posible por estar a su lado, que cumpliría con la prueba de Neah y que podría decirle aquello que me hace sentir, aquello que en mi provoca y, lo mucho estaba dispuesto a entregarle. Tan solo tendría que decir sí.
En un salón inusualmente blanco, un bello palipleteado miraba las ventanas que ofrecían una vista hacia un cielo azul y despejado, era el interior del Arca lo que se apreciaba. Suspiró por enésima vez, tan sumergido estaba en sus pensamientos que no se percató de la presencia de alguien que entraba con cuidado a el salón.
El intruso, observaba la pose pensativa del ojigris, ese ser frente a él no podía ser más perfecto. No pudo contenerse y se lanzó a abrazarlo.
El chico peliplateado, más que sorprendido sonrió al darse cuenta quien era. No había otra persona que el Arca, Neah y Crown Clown permitiera entrar con semejante facilidad a parte de él mismo.
--Harry… –susurró.
--¿Me extrañaste? Allen, dime ¿me extrañaste? Yo sí te extrañé demasiado. –dijo Harry.
--Yo… sí te extrañé. –contestó el paliplateado.
--Y bien, ¿Qué haremos ahora? –indagaba el moreno –Quiero saber tantas cosas de ti, quiero escuchar de tu vida, quiero recorrer contigo el mundo, quiero besarte hasta me duelan los labios, quiero estar a tu lado siempre. –decía provocando un sonrojo a su interlocutor.
--… Harry… –sonrió –también hay muchas cosas que quiero compartir contigo. No te apresures, tenemos la eternidad para cada una de las cosas que tenemos en mente. –decía Allen mientras correspondía el abrazo del moreno.
Por la mente de Allen pasaban varias preguntas, quería saber la reacción de la familia Potter, quería saber si Harry estaba bien, quería saber si habrá duda en la decisión que Harry tomó… pero, ya no había marcha atrás. Las consecuencias, las aceptaría. Así fuera amor u odio lo que el tiempo provocara en la decisión de Harry, él la aceptaría son quejarse. Mientras disfrutaría del momento. Mientras saborearía la dicha de amar y sentirse amado por el portador de esas esmeraldas.
Mirándolo fijamente, sintió la calidez que hace mucho tiempo no sentía.
--No olvides administrar tu tiempo, después de todo, serás el profesor de Defensa Contra las Artes Obscuras durante varios años. –dijo Allen.
--No será tan difícil. Lo que será un obstáculo van a ser las preguntas que debo evadir. –ante la confusión del paliplateado siguió –Lo de mi edad, el motivo de no envejecer, el que pregunten sobre la última batalla en la que Neville derrotó a Voldemort… el por qué no me alejaré de su profesor de Historia de la Magia… el por qué beso cada que quiero a dicho profesor… el que no quiera estar en otro lugar si tú no estás… –decía juguetón.
--Harry, sabes que le romance entre profesores está prohibido ¿Cierto? –dijo Allen buscando la mirada esmeralda de su Harry.
--No, no lo sabía. –contestaban con una extraña seriedad. –Entonces, sus preguntas cambiarán. Preguntarán el por qué secuestro al profesor de Historia de la Magia cada que puedo.
Allen no pudo evitar reír. No había nada gracioso, sólo quería reír por el hecho de que estaba con alguien, tenía compañía más allá de la que Neah y Crown Clown podrían ofrecerle, estaba con alguien con quien podía tener este tipo de pláticas sin sentido y rebosantes de sentimiento a la vez.
Ahí siguieron, en el interior del Arca hasta que las clases iniciaron nuevamente. Allen no recordaba haber sido tan feliz desde su vida como mortal… Ahora tenía alguien a su lado, alguien que le amaría y que él amaría de igual manera.
Ya no estaría solo.
Ya no más.
Al menos hasta que el destino le lleve la contraria una vez más.
>>Fin.