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Luz sin gravedad por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

Aquí el cuarto capítulo.

 


 


Luz sin gravedad


IV


La eternidad de un instante 


 


 


 


Mañana iniciarían las vacaciones de invierno. Harry esperaba a su profesor en esa extraña sala del séptimo piso, se debatía por invitarlo a ir a su casa a pasar navidad… sonrió con desgana, Allen apenas iniciaba a dejar sus salón de clases a altas horas de la noche para no encontrarse con alumnos y otros profesores, no habría forma que aceptara a dejar Hogwarts. No aún. Aunque, no por pensar en los riesgos de una decisión es que pertenece a Griffindor… ¿Cierto?


Las puertas se abrieron dejando paso a un sonriente Allen. Su manera de caminar era una de las tantas cosas que le gustaban, tan decidida, tan segura aún con pasos cortos…


--Hola Harry, ¿Te hice esperar mucho tiempo? Luces algo cansado. –dijo Allen mientras llegaba al lado del ojiesmeralda.


--Hola Allen, no, más bien me asombra que hayas llegado a tiempo, ¿Esta vez no te perdiste? Eso es inesperado.  –decía Harry.


--Tal vez, deberías ir a dormir. Mañana te espera un largo viaje. –decía Allen sin mirar a su acompañante buscando un lugar donde sentarse.


--No lo creo, estaba pensando… ¿Qué harás en estas dos semanas? –inquiría Harry tratando de disimular su nerviosismo y ansiedad.


Estando Harry y Allen sentados frente a la chimenea pasaron un par de segundos que parecieron horas para el gusto de Harry. A punto de retractarse, Harry escuchó al fin la respuesta del peliplateado.


--Bueno, yo… estaré aquí. No tengo nada planeado en particular. ¿Por qué lo preguntas? –decía Allen con genuina curiosidad.


--¿Qué te parece si vienes a mi casa? Me ayudaría el que estés para poder tocar frente a mi familia. –dijo Harry sin creer ni una palabra de las que abandonó su boca.


--No creí que fueras de los chicos que se cohíben al ser el centro de atención. –dijo Allen con gracia.


--Todos tenemos secretos ¿No lo crees? –dijo Harry buscando esa mirada de luna –¿Vendrás? –insistió.


Allen miró las esmeraldas de Harry. Tanto anhelo, esa mirada, ¿Desde cuándo no recibía miradas como esas? Suspiró. Después de todo, él era su primer aprendiz… en ésta época. Ahora, ¿Cómo decírselo... al tío?


 


   


Los trenes lucían distintos. Eran más rápidos, más metalizados, más extraños.  Mirando por la ventana, Allen observaba los cambios que mostraba ésta parte del mundo. Más casas, menos árboles. Más carbón en el aire, menos oxígeno. Sin duda el mundo, la humanidad seguía avanzando, con errores pero, seguía avanzando. Después de todo, es de los errores que se aprende.


Suspiró por millonésima vez. Tal vez no debió dejar así el castillo. Tal vez debió sólo pedir la dirección y luego, él llegaría, después de verse perdido en varias ocasiones pero lo haría. Tal vez, sólo debió negarse.  Tal vez… se estaba aferrando a ‘algo’ que desaparecería en cualquier momento.


Se volvió hacia su acompañante. Harry se veía muy tranquilo, sonrió ante el pensamiento. ¿De qué otra forma se podría ver alguien al momento de dormir? A menos que padezcan de pesadillas… pesadillas como las suyas. Tan desoladoras. Tan inimaginables. Tan incriminatorias. Ojalá que nadie padezca pesadillas como las suyas… ningún adolescente debería padecerlas… no al grado de llegar a prescindir del noble acto de dormir.


Ahora, ¿Cómo debía comportarse con los padres de Harry? James y Lili Potter fueron sus alumnos, entonces… tratarlos como adultos… tratarlos como alumnos… él, comportarse como adulto en el cuerpo de un chico de catorce... o, como un chico de catorce que un día les impartió clases… eso ni siquiera tiene sentido.


Ésta fue una mala idea” pensaba el peliplateado.


 


 


Harry pretendía dormir. El nerviosismo de estar al lado de Allen, en un tren, sentados tan cerca, en un espacio reducido, sólo los dos… le estaba matando. ¿A dónde fue la valentía que le caracterizaba? Seguro se quedó en la última parada.


Sin ánimos de entablar conversación con el chico-fantasma-ya-no-tan-fantasma cerró los ojos para deleitarse con su aroma. Le escuchaba suspirar, le sentía removerse en el asiento… con miedo a que le abandonara en su ‘supuesto’ sueño, dejó que su cabeza reposara en el hombro de Allen.


Rezaba para que Allen no le negara el tímido contacto. Le sintió moverse de nueva cuenta. Esperó que le alejara. Siguió esperando. Y lo que sintió fue… indescriptible. Allen se acomodó de tal manera que él siguiera recargado en su delgado hombro sin tanto esfuerzo. La diferencia de estaturas pareció adecuarse a ambos.


Haciendo esfuerzos por no sonreír por la alegría de saberse ‘abrazado’ al blanco ángel, Harry disfrutó de la dicha de sentirse, literalmente, más cerca de Allen.


El arrepentimiento de haber elegido un viaje en tren se fue por la ventana. Solo quedó un cálido sentimiento. Una pizca de nerviosismo… si Allen se enterara que en verdad no está dormido… la paz fue linda mientras duró. La tensión no verse descubierto fue lo que se instaló en su pecho.


 


 


En la estación King’s Cross James Potter y Sirius Black esperaban a Harry y a su amigo. Ambos adultos ansiosos. James creyó que el día en que su hijo llevara un amigo a su casa jamás llegaría, Sirius esperaba ver a esa persona de la que su ahijada no dejaba de hablar, debería ser alguien importante como para llamar la atención de ese inquieto chico de conocidos ojos esmeraldas.


La ansiedad se convertía en preocupación cuando no vieron a Harry ni a su amigo salir con los demás chicos que venían del mismo lugar al que él asistía. La ventaja de ir más de uno por el ojiesmeralda les permitía separarse, uno esperaría mientras el otro de adentraba al andén 9¾ en su búsqueda, después de un asentimiento para confirmar el plan a seguir se dedicaron a llevarlo a cabo.


Tres horas después, por medio de un hechizo de rastreo, dieron con el paradero del joven Harry Potter. Nadie sabe ni sabrá… cómo terminó en un tren Muggle con destino a quien sabe dónde siendo que venía en un tren mágico.


Lo que sí asombró a los adultos fue ver a Harry durmiendo plácidamente en el regazo de Allen Walker, antiguo profesor de la Historia de la Magia. Un profesor que tenía fama de ser un fantasma, estaba ahí, tangible y, dormido.


Mientras la confusión seguía en el rostro de James, Sirius mostró una sonrisa, parece que después de todo, sí tenía una oportunidad con su antiguo amor platónico.


 


 


>>Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.


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