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You found me por Callejon_Diagon91

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Notas del fanfic:

Bueno bueno, como con uno no tengo suficiente, me he metido en otro Baekyeol, que lo tenía empezado con otros personajes, pero lo he retocado y poco y voilà xD

 

No tenía intención de empezar otro, pero en fin, a ver que sale de aquí -3- Espero que os guste y nada, que comentéis mucho, cada vez que comentáis un gatito es salvado en alguna parte del mundo(??) xD

 

 

 

¡Saludos y gracias por pasaros por aquí!

Notas del capitulo:

Aquí comienza el curso en el internado Black Moon, disfrutad :3

 

 

Vislumbras tu pasado, que nubla tu presente, impidiéndote soñar un futuro. Quieres volar, pero no hay nadie que vaya a cogerte si caes. O eso creías. Sientes tus alas agarrotadas, llenas de cansancio y aburrimiento. Te tumbas en la hierba, observas el cielo limpio, puro. Estiras la mano dejando que el sol acaricie tu piel.

Él está llegando.

Él hará que vuelvas a volar.

Él hará que vuelvas a soñar.

Él.

Capítulo 1. Septiembre. Un nuevo curso

Saqué la mano por la ventana, haciendo ondas distraídamente mientras veía hileras e hileras de abetos completamente iguales pasar ante mí. No tenía sueño, y eso que llevaba aproximadamente veintiséis horas sin dormir. Pero a la vez sentía como si estuviera soñando. Quizá fueran los abetos idénticos. Quizá fuera el viento que acariciaba mi mano. O quizá simplemente mi mente se sentía completamente agotada.

-Estamos a punto de llegar, señor-el chófer me distrajo de mis pensamientos, y volví a meter la mano en el coche. Suspiré con pesadez. La verdad no tenía ganas de llegar a aquel maldito lugar.

-¿No podíamos dar algún tipo de rodeo? El paisaje es magnífico-comenté, mientras vislumbraba las altas montañas que asomaban por detrás de los árboles. No podía negar que el paisaje era espectacular, pero eso no compensaba el hecho de que iba a estar encerrado con aproximadamente otras mil personas veinticuatro horas diarias. Tan solo de pensarlo me mareaba.

-Lo siento señor, vamos con el tiempo justo. Y a la señora no le gusta esperar-noté un tinte de miedo cuando dijo lo último. Tragué saliva. Me daba muy mala espina lo que pudiera llegar a hacerme  “La Señora” teniendo en cuenta la apariencia imponente de aquel chófer.

No dije nada más, tan solo me revolví incómodo en mi asiento, recostando la cabeza hacia atrás y rememorando la conversación que me había traído hasta aquí.

-¡Baekhyun! ¿Puedes bajar un momento?-chilló mi madre desde el piso de abajo. Me desperecé antes de bajar a ver qué leches quería ahora.

-¿Qué pasa?-le pregunté una vez hube entrado en la cocina, quedándome de pie mirándola con los brazos cruzados y la mirada más fría que pude conseguir. Creo que funcionó bien, porque apartó la vista de mí.

-Ten…Tengo que hablar contigo. Será mejor que te sientes-uh, no había sonado nada bien. Pero para nada bien. Aquí olía a chamusquina.

-No, estoy bien de pie, gracias-le contesté secamente, cambiando el peso de mi cuerpo de un pie al otro.

-Bueno, como veas. Esto… Hijo, James y yo hemos hablado y… Bueno… Que…-odiaba cuando se ponía a titubear y tardaba mil años en decir lo que tuviera que decir.

-Suéltalo de una vez-la insté, cansado-Oh, espera, no me digas ¿quieres quedarte embarazada? ¡Qué grata noticia mamá!-solté con todo el sarcasmo que pude-Como con la noticia de tu boda con Don No Me Toques Que Me Despeinas no es suficiente, vas a regalarme un hermanito, ¡qué bien!-.suspiré, exasperado.

-No es eso Baekhyun, no es eso-sonaba cansada, pero me daba igual. Había tolerado durante demasiado tiempo al capullo engreído de su novio. Y la noticia de la boda había acabado por hacerme explotar. Una cosa es que sí, fuera su novio y mi madre soltara risitas tontas que provocaban que quisieras arrancarte las orejas, pero una jodida boda eran palabras mayores-James y yo hemos pensado que te vendría bien ir a un internado privado en Irlanda-dijo al fin, con voz casi inaudible.

-¿Qué? Perdona, debo de tener un tapón enorme de cera en el oído porque me ha parecido escuchar internado, ¿estoy en lo cierto?-pregunté lo más calmado posible, notando como la vena del cuello empezaba a latirme con fuerza. Mi madre no dijo nada, solo asintió débilmente con la cabeza.

-¡Estáis locos o qué coño os pasa!-chillé empezando a dar vueltas por toda la cocina-No solo anuncias que te casas delante de cien personas sin haber tenido la decencia de decírmelo a mí primero, ¡si no qué ahora quieres recluirme a un jodida cárcel llena de putos pijos engreídos que no tienen ni medio cerebro! Debo estar soñando. O esto debe ser una retorcida broma que no acabo de entender-la miré a los ojos, pero no había atisbo de broma en su mirada. De verdad iba a mandarme a un puto internado.

-Pero no lo entiendes hijo, es un internado muy prestigioso, dedicado en exclusivo al canto, a la danza y a la interpretación, allí podrás explotar tus cualidades, algo que siempre has querido…-la corté, no quería seguir escuchando más.

-Parece un jodido discurso que te has aprendido de memoria. Oh, espera, no me digas más, la idea la dio él ¿verdad? No hace falta que contestes, tu cara lo dice todo. Muy bien mamá-enfaticé la palabra “mamá”-Vais a conseguir lo que siempre habéis deseado, libraros de mí-solté con desprecio, antes de darme media vuelta, dispuesto a irme sin darle opción a decir nada más-A veces me gustaría que te hubieras muerto tú en vez de papá-le dije sin girarme, antes de irme corriendo a mi habitación, notando como lágrimas de rabia empezaban a resbalarme por las mejillas.

-Señor, señor, ya hemos llegado-abrí los ojos un tanto atontado, sin saber muy bien dónde me encontraba hasta que vi la cara del amable chófer mirándome. Esbocé una leve sonrisa en su dirección antes de salir del coche y desperezarme sonoramente.

Ante mí se alzaba un edificio imponente, antiguo pero sólido, con las paredes de piedra color crema y cientos de ventanas de diferentes tamaños. Desde mi posición podía ver dos torreones, uno a cada esquina del edificio, y seguramente habría dos más por el otro lado. El tejado era gris y extremadamente empinado. Vale, no podía negar que el edificio era precioso. Algo intimidante pero jodidamente bonito. Me recordaba ligeramente a Hogwarts. Suspiré poniéndome las manos detrás de la nuca y mirando de reojo al chófer, que estaba sacando mis maletas del coche.

Había un camino de piedra que llevaba hasta la entrada de madera, exageradamente grande he de añadir. Cuando llegamos a su altura se abrió antes de que llamásemos y ante mí apareció un chico que parecía tener bastante prisa por salir de ahí. Sin querer chocó conmigo y sin tan siquiera mirarme musitó un “lo siento” casi imperceptible en inglés. Me quedé mirando cómo desaparecía por el camino por el que habíamos venido.

Iba vestido con el uniforme (oh, sí, otro maravilloso motivo por el que odiar este lugar) que era bastante sencillo pero elegante. Chaqueta azul marino oscuro, camisa blanca y el escudo del internado bordado a un lado de la chaqueta. Y pantalones azul marino, por supuesto. Me quedé observándole curioso, tenía un andar extrañamente distinguido, que parecía llevar sin apenas esfuerzo. Suspiré, tenía el indudable presentimiento de que mis botas negras, mis camisetas y mis vaqueros rotos no íbamos a encajar muy bien en aquel lugar.

-¿Entramos ya, señor?-me volví de repente hacia el chófer, había olvidado por completo que se encontraba ahí-Vamos con el tiempo extremadamente justo-terminó, un tanto nervioso.

-Sí, sí, disculpe-eché un último vistazo a aquel chico antes de que se perdiera entre los enormes árboles que lo rodeaban todo. Entré un tanto nervioso, no sabía qué me encontraría exactamente en el “otro lado del mundo” pero cuando lo vi, supe que al menos el lugar, iba a encantarme. Parecía el escenario de una película, una enorme alfombra color verde esmeralda llevaba hasta una enorme escalera que desembocaba en tres caminos. Había multitud de estudiantes, algunos sin tan siquiera fijarse en los demás, otros en grupitos hablando y riendo, todos vestidos exactamente iguales, aunque intentando llevar un estilo propio. Muy pijo, por supuesto. Definitivamente yo no pintaba nada allí.

Di vueltas por la recepción, intentando analizar cada detalle. Varios cuadros decoraban las paredes, pintadas en un tono beige claro precioso. Alcé la cabeza hacia el techo y me topé con un enorme escudo del internado pintado en él. Era una enorme media luna negra rodeada de rosas rojas como la sangre, con multitud de espinas. Bajo la luna estaba escrito el lema del internado “Dedicación. Esfuerzo. Pasión” en color plata.

Un carraspeo hizo que agachara la cabeza, topándome con la mirada más fría que jamás me he encontrado. Ojos azules como el hielo, tenían la agudeza de un felino. Acompañando a esos ojos se encontraba la mujer más recta que uno se puede imaginar. Pelo negro perfectamente recogido en un moño, gafas colocadas en la posición correcta y un traje pulcramente planchado y limpio. Pero lo que yo veía eran dos cosas: una mujer que tenía un palo metido por el culo, lo primero. Y lo segundo problemas. Muchos problemas. Esbocé la más inocente de mis sonrisas.

-Usted debe de ser Byun Baekhyun- dijo con un claro acento francés. Tragué saliva, un tanto nervioso.

-Baek-dije simplemente, intentando sonar amable. Ella me dirigió una mirada un tanto indiferente.

-Muy bien, “Baek”, bienvenido al internado Black Moon-dijo, para después dirigir su atención al chófer-muchas gracias por todo Sebastián-el aludido agachó levemente la cabeza antes de desaparecer por donde habíamos venido. Estaba solo.

-Gracias-contesté, haciendo que volviera a mirarme. Su mirada tan fría me ponía los pelos de punta.

-Acompáñeme, le voy a exponer brevemente las normas de mi internado mientras le acompaño a su nueva habitación-y sin más empezó a andar hacia las escaleras.

-Mis maletas…-empecé a decir.

-No se preocupe, ahora mismo vendrán a por ellas-y siguió subiendo por las escaleras, conmigo pisándole los talones-En este internado no existen demasiadas reglas, y mientras las cumpla no tendrá ningún tipo de problema. A las ocho se sirve el desayuno, a las nueve comienzan las clases comunes, hasta la una que se sirve la comida. Después a tres comenzarán las clases de sus especialidades que eran… ¿música y danza, cierto?-miró en mi dirección, a lo que asentí-Hasta las seis, y después tendrá tiempo libre hasta las ocho que se sirve la cena. ¿De momento alguna pregunta?-preguntó.

Negué con la cabeza mientras ella seguía parloteando acerca de estúpidas normas de comportamiento con los demás estudiantes, horarios y la más importante de todas: “queda terminantemente prohibido no dormir en su habitación”. Vamos, no meterse bajo las sábanas del sexo opuesto. O bueno, del mismo sexo, dependiendo de lo que te fuera. Asentí preguntándome si existía algún tío en este internado que no tuviera el cerebro lleno de serrín.

Tras unos diez minutos recorriendo pasillos interminables llegamos hasta una puerta en la que había escrito encima “313” y a la derecha un cartel con los ahora tres estudiantes que la iban a habitar. Se paró frente a ella y se giró hacia mí.

-Si necesita algo estoy normalmente disponible en mi despacho, si no siempre puede acudir a algún profesor o a sus compañeros. Ahora si me disculpa me marcho, le dejo en manos de sus compañeras de cuarto. De nuevo, bienvenido al Black Moon-y sin más se perdió por el pasillo.

Suspiré varias veces antes de entrar en la que iba a ser mi habitación durante los próximos (¿por qué Dios mío, por qué?) doce largos meses. “Tranquilo, serán seres humanos como tú. Solo espero que no sean demasiado se-me-ha-roto-una-uña-por-qué”. Abrí la puerta esperando encontrarme con el mundo de “Pijolandia” pero al otro lado me esperaba una habitación de lo más normal. Lo suficientemente grande para que cupieran tres camas sin problemas, disponía además de un baño y un balcón bastante espacioso al fondo. Había tres mesitas de noche idénticas al lado de las camas y tres armarios individuales.

Dos chicos estaban sentados en una de las camas, y al verme entrar uno de ellos se acercó medio trotando hacia mí, con una amable sonrisa que me inspiró bastante confianza. “Bien, al menos parecen normales”

-¡Hola! Tú debes de ser el nuevo-se presentó en inglés-Me llamo Kyungsoo, y ese negro de ahí es Jongin-dijo señalando al chico sentado en la cama, cuya respuesta fue un lanzamiento bastante certero al tal Kyungsoo en toda la cara. Reí entre dientes.

-¿Kyungsoo? ¿Eres coreano?-pregunté en coreano un tanto desconcertado- Pensaba que prácticamente la totalidad de las personas que estudiaban aquí eran inglesas-.

-Sí, y Jongin también-me contestó también en coreano-suelen juntarnos por países, por así decirlo. Somos como un rebaño para ellos-sonrió y me cogió del brazo estirándome hacia donde se encontraba el tal Kai, sentándome en la cama-Bueno, antes que nada ¿cuál es tu historia?-preguntó.

-¿Mi historia?-pregunté a su vez, contrariado.

-Sí, que has hecho de malo para acabar recluido en el culo del mundo-dijo esta vez Kai, sonriendo.

-¿Tan malo es estar aquí?-pregunté asustado.

-¡No, no! Pero la gente que está aquí suele tener varios tipos de historia, padres divorciados, padres con demasiado trabajo, padres que quieren deshacerse de sus hijos…-fue enumerando con los dedos de la mano, mientras miraba al techo-Y bien, ¿cuál es la tuya?-preguntó, mirándome de nuevo.

-Pues…-me revolví en la cama, un tanto incómodo-Mi padre murió hace un par de años, y mi madre se ha vuelto a casar. Fue idea del imbécil de ahora su “maridito querido” el enviarme aquí-suspiré, pensando en lo asquerosa que había sido la boda. Todo muy rosa. Muy, muy rosa. Y vomitivo, por supuesto. Sonreí al recordar la cara de mi madre al verme llegar vestido todo de negro, con chaqueta de cuero y botas incluidas. “Voy de luto” le había dicho “por la muerte del buen gusto” Ella ni siquiera supo que contestarme. Se giró muy dignamente con su pomposo vestido, mascullando cosas que no llegué a escuchar.

-Bueno, ¿quieres ver esto o prefieres descansar un rato?-preguntó Kyungsoo, esbozando una sonrisa amable. Agradecí mentalmente que me hubieran tocado unos compañeros de cuarto normales. Al menos de momento no había motivos para pensar lo contrario. Y esperaba que siguiera así.

-Bueno, llevo sin dormir unas veintisiete horas, por un rato más, qué más da-.

-¡Ese es el espíritu!-dijo Kyungsoo levantándose de un salto antes de agarrarme del brazo y levantarme de un pequeño tirón-¿Preparado para tu nueva vida en el Black Moon?-preguntó, levemente excitado. Tragué saliva, presintiendo, no sabía por qué, que iba a ser un año movidito.

Notas finales:

¡Si has llegado hasta aquí, tienes una galleta de regalo! (?) xD Muchas gracias, deja un comentario antes de irte, para salvar el gatete y tal (?) xD

¡Un saludo y gracias de nuevo! ^^


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