Misaki se despertó en la habitación de su querido aun que fastidioso escritor, este le estaba aferrando como si le fuera la vida en ello.Empezó a pensar como se libraría de los brazos del gran usami-sensei cuando se dio cuenta de que estaba desnudo, otra vez,su rostro se sonrojó por los recuerdos de la noche anterior,recuerdos de la pasión que compartieron juntos.
Su estómago empezó a rugir y le sacó de sus pensamientos lujuriosos con el mayor.Intentó zafarse de los brazos de su amante pero no lo logró, intentó escurrirse entre sus brazos pero estos parecían bandas de acero alrededor de su cuerpo. Tendría que despertar al escritor y sabía que acabarían haciéndolo igual que la noche anterior. Una gotita de anime apareció en su rostro.
-Usagi-san onegai despiértate, déjame salir de aquí que tengo que ir a la universidad Empezó a forcejear más y más zarandeando como podía al escritor - Que llegaré tarde baka-usagi.
Después de cinco minutos usagi-san abrió los ojos se posaron en los de Misaki en modo zombie (ya sabéis con que cara de muerto viviente se levanta el escritor) y después se volvió a acurrucar contra el menor.-¡¡¡¡USAGI-SAN QUÍTAME TUS MANOS DE ENCIMA !!!! y al final el menor con mucho esfuerzo logró salir de la trampa de Usagi-san.
Antes de que el escritor volviera a atraparlo cogió la ropa para vestirse y salió de la habitación y se fue al baño que estaba en la habitación contigua pensando... *Maldito Usagi no tiene consideración qué haría si llego tarde a clase ehh como él es un genio no necesitó ir mucho a clase pero yo si *. Al salir del baño bajó las escaleras que conducían a la parte de abajo del apartamento y empezó a hacer el desayuno. Miró el reloj que había en la pared de la cocina y se alarmó, eran las 7:35 de la mañana y tenía clase a las 9. Media hora después ya había acabado de hacer la sopa de miso el arroz y los dos trozos de saba* a la brasa y los había servido en los platos encima de la mesa que ya había puesto previamente.
Así que llamó a Usagi san para que bajara a desayunar, el escritor se había asado las últimas dos semanas terminando su último libro y estaba falto de sueño como siempre que al mayor se le "olvidaba" terminar una de sus obras para salir con su niño a alguna parte.
A los dos segundos un muerto viviente daba un portazo a la habitación donde había dormido llevando en brazos a suzuki-san.
-Ohayo Misaki- Saludó el escritor mientras se sentaba en la mesa y dejaba a suzuki-san en la silla de al lado.
-Ohayo Usagi-san hoy me he despertado tarde tengo que estar en la universidad dentro de una hora - DijoMisaki sentándose en frente del mayor con cara de estres pensando en que tenía que entregar el trabajo de historia o el demonio Kamijou le castigaría - Hoy tengo que trabajar pero tendré tiempo de hacer la colada así que por favor saca la ropa sucia y ponla en el canasto de la ropa sucia.
-Misaki tranquilízate, yo te llevo a la universidad. Sabes que son quince minutos hasta tu universidad.-Usagi san desayunaba tranquilamente y de vez en cuando miraba de reojo a su querido niño mientras comía el arroz distraidamente pensando en los exámenes que se le venían encima.
-Usagi san no hace falta que me lleves, sabes el alboroto que se monta cada vez que me llevas - Su mente se llenó de imágenes de sus primeros días en en la universidad, todos apartándose de su camino y mirándole de reojo por los pasillos.-Prefiero ir en tren.
Cuando acabaron de desayunar, Misaki viendo la hora que era salió rápidamente del apartamento dejando al escritor con Suzuki san en en un brazo y el otro con un cigarro en la mano. El mayor se encaminó a su estudio, dejó al oso de peluche en una silla de la habitación y se sentó en el escritorio para después encender el ordenador para empezar a escribir una columna en una revista.
Por su parte Misaki llegó justo a la clase de historia de la economía moderna**, al entrar en case vio a lo lejos a Sumi-sempai (como él lo llamaba) y este al verle a su vez esbozó una sonrisa mientras le hacía señas para que se sentara a su lado en clase. Al llegar a su asiento empezó a sacar los libros de la asignatura y se dio cuenta de que le faltaba el trabajo que tenía que entregarle al demonio Kamijou. Su cara se puso blanca al instante y se quedó de piedra.
-Misaki ¿ qué te pasa?- Sumi le preguntó al ver como cambiaba de color algo que le resultaba muy gracioso y más por lo expresivo que era el menor - ¿No te habrás olvidado algo importante en casa ? - Misaki abrió mucho los ojos y empezó a asentir bruscamente con la cabeza soltando lagrimillas por sus ojos.
-Si, se me ha olvidado el trabajo de kamijou-sensei en la mesita del comedor, cómo lo has sabido ? - decía un Misaki agobiado a más no poder mientras Sumi se divertía a más no poder con las expresiones de su kohai***.
-Puedes pedirle a Usami-san que te lo trajera a la universidad seguro que no le molestaría traértelo.
-Ya es una muy mala idea- Misaki solo pensaba en lo que Usagi-san le pediría a cambio su cara se volvió un poco roja al pensar en todo lo que podía pedirle el mayor - No quiero molestarlo, seguro que estará durmiendo o trabajando en otra novela.
-Es tu única alternativa es eso o volver a casa a por el sobre y perderte esta clase.Misaki se quedó pensando y la clase empezó y al final le envió un mensaje a Usagi san.
Usagi-san necesito urgentemente que me traigas la carpeta de color azul que hay encima de la mesa. Es el trabajo que tengo que entregarle a Kamijou-sensei en la siguiente hora.
La hora de clase se le pasó lenta a Misaki, cada minuto que pasaba se ponía un poco más nervioso por que el mayor no le respondía.hasta que justo antes de que se acabara la clase le vibró el mobil que guardaba el el bolsillo de sus pantalones.
Te espero en la entrada principal de tu Universidad no tardes.
Misaki le enseñó a Sumi el mensaje que le había escrito Usagi-san y le dijo que en unos minutos volvería que le esperará en el aula de al lado donde harían la siguiente clase. Seguidamente cogió sus cosas y se dirigió a la puerta de metal que daba la bienvenida a los que entraban en la Universidad.
Al llegar se encontró a Usagi san apoyado en su deportivo rojo llamando la atención de todo aquel que pasaba. En cuanto se acercó al peliplata, este abrió la puerta del coche y lo metió dentro cerrando la puerta después, dejando al ojiverde con los ojos como platos y la cara blanca como la leche del susto/shock. Mientras el coche se movía a velocidad de vertigo hacia algún lugar desconocido para el pobre Misaki.