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La marca de "Amor" por Cinnamon

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Notas del fanfic:

Todos los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Fanfic perteneciente al especial navideño y dedicado a: Calipso193

¡Espero te guste :D!

Notas del capitulo:

¡Primer fic del Especial! Espero les guste ^^

Ahora, para los que no me siguen en fb, quiero comunicarles que hay un concurso en marcha, si quieren participar y ganar un fic pueden entrar aquí--> Cinnamon, bases del concurso y enterarse al respecto :)

La primera palabra ya está en juego, espero la puedan encontrar ;)

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La marca de "Amor" 

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Si Gaara se ponía a pensarlo, la forma en la que se dio cuenta que Sai era esa persona, no fue tan dramática y escandalosa como lo fue con Naruto y Sasuke. Quizá era porque ni Sai ni Gaara eran famosos como Sasuke o impulsivos como Naruto. Pero eso no quitaba el hecho de que tras bambalinas, tras el acto que era el romance de ese par que ocupaba los reflectores, Sai y Gaara se encontraron.

oOo

 

En un mundo donde ciertas marcas de nacimiento eran considerablemente intimas y secretas, el trabajo de ser un maquillista era valioso y requerido para personas en el mundo de la actuación y/o espectáculo. Era un trabajo que no solo se valía por la habilidad en el maquillaje que uno debía poseer, sino, y especialmente, por la confianza que el actor o actriz pudiera colocar en el o la maquillista.

Así que Temari, su hermana, por su trabajo y la confianza que ganó de varios actores, actrices, modelos, cantantes y personas del espectáculo varias, había conseguido un puesto como la maquilladora personal de cierto actor sumamente famoso y admirado por todos; un tal Sasuke Uchiha.

Gaara, al saber de eso, hizo lo que cualquiera, felicitarla y seguir con sus estudios. El problema fue que con ese nuevo trabajo, Temari tendría que estar viajando de un lado para otro y como hermana mayor y responsable que se hacía llamar, tomó la decisión de llevar a Gaara, su preciado hermanito, con ella.

No cabe decir que él estaba completamente indignado con tal decisión. Trató de convencerla que él tenía clases a las que asistir y una carrera que terminar, la cual Temari estaba pagando. Temari dijo que como ella lo estaba pagando, podía pagar un poco más para que pudiera llevarlo a distancia. Él contraatacó diciendo que tenía amigos y alguien especial a quien no quería dejar; Temari lo vio en silencio por unos segundos y luego se rió a carcajadas. A Gaara solo le quedó empacar.

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—Verás que te gustará, conocerás nuevos lugares y podremos visitar muchos de los museos que te gustan—le decía su hermana que estaba sentada frente a él, la brocha de uno de los polvos que usaba y que iba con el tono de su piel.

—No es necesario que me lleves, estaré bien—dijo en un suspiro. Gaara ya tenía sus maletas listas, pero eso no significaba que no seguiría luchando.

—Deja de moverte—ordenó ella, mientras tomaba más del polvo de maquillar—. Además, si no estoy, ¿quién se encargará de cubrir tu marca? —Le preguntó con una sonrisa victoriosa. Gaara solo rodó los ojos con molestia.

—Sé cómo cubrirla por mi cuenta.

—¿En serio? ¿Cómo así?

—Yo aprendí de la mejor—. Temari le sonrió con dulzura antes de hablar.

—Sabes que con halagos no me convencerás, ¿cierto? — Gaara suspiró.

—Estoy desesperado.

—Ya me di cuenta—Temari siguió concentrada en su trabajo, cubriendo cualquier rastro de la marca que tenía Gaara en la frente, esa marca de nacimiento que para su mala suerte estaba en un sitio donde todo mundo podía verla—. Es una pena que aún no encuentres a tu pareja, sería hermoso poder verte luciendo tu marca con tranquilidad.

—Sabes que no me gusta hablar de eso—le dijo con seriedad. Temari sabía lo mucho que le costó el tener su marca en un lugar tan visible, una de las razones por las cuales Temari se convirtió en maquilladora especializada en ocultar marcas de nacimiento.

—Lo sé, pero ya verás que cuando encuentres a esa persona serás el más feliz y no querrás ocultarla más—le dijo con un cariño y una expresión que solo una persona que encontró a su pareja podía utilizar.

Gaara sabía que ella ya no ocultaba la marca que tenía en su hombro derecho, un símbolo conformado por tres círculos en posición triangular. Hasta usaba blusas o polos en los cuales sus hombros estaban descubiertos, ella orgullosa de mostrar su marca y de que todos sepan que ya había encontrado a su alma gemela.

—Eso es ridículo—y algo en lo cual Gaara no creía—. El hecho que una persona con una marca de nacimiento encuentre a otra con la misma marca y estos estén destinados a estar juntos para siempre, es algo casi imposible—farfulló con molestia.

—Casi imposible, cierto. Pero sucede, Gaara.

—Como no sucede, hay gente que no encuentra a esa persona y se casa con otra que no tiene la marca igual. Y pese a eso son felices.

—No digo que personas con marcas que no sean iguales no sean felices, Ino es feliz con Chouji y ellos no tiene marcas iguales.

—Ent-

—Pero el encontrar a tu alma gemela es algo completamente distinto. Es algo que entenderás cuando suceda—Temari se acercó y le dio un beso en el otro lado de la frente donde ella no estaba trabajando.

Gaara se quedó en silencio.

No es que no creyera en sus palabras, no es que no creyera en la posibilidad de que dos personas hayan nacido destinadas a estar juntas, las marcas de nacimiento eran prueba de ello, pero aún así le costaba aceptarlo. Le costaba aceptar que un día conocería a alguien con una marca como la suya en cualquier parte de su cuerpo y después serían felices para siempre.

Era ridículo e injusto, es decir, había gente esperando a esa persona y nunca la encontraban; y por eso perdieron el resto de su vida infelices y esperando.

Gaara no sería una de esas personas, Gaara no sería infeliz esperando a alguien que quizá no llegaría.

 

oOo

 

Sai se levantó de la cama, se quitó el resto de ropa que llevaba puesto y caminó hasta la ducha. Aún podía sentir el olor del cigarrillo impregnado en su cabello, quizá no debió quedarse dormido sin un baño antes. Suspiró y abrió la llave, el interruptor de agua caliente y entró.

La noche anterior había sido una fiesta inesperada. Se suponía que sería una simple reunión y él saldría con un nuevo contrato en las manos. Con el contrato, salió. No esperaba también salir con una borrachera. El manager de Sasuke sí que sabía cómo convencerlo, aunque la ausencia de chicos lindos era una lástima.

Al salir con una toalla atada a su cintura, se paró frente a su espejo y observó la marca que tenía justo debajo del hueso de su cadera, en el lado derecho. No pararía de preguntarse por qué su marca era una palabra, por qué no como el resto que era una figura o un símbolo. Una palabra era fácil de imitar y hacerse un tatuaje, más aún si era una palabra como la suya.

“Amor”, en kanji japonés, un perfecto color rojo intenso como el de sangre acumulada, que sobresaltaba con el tono pálido de su piel.

Caminó hasta su cajón y tomó uno de los tantos parches con los que cubría su marca. Se secó bien el cuerpo, no importándole estar parado medio desnudo en su habitación.

Sai creía en que algún día podría conocer a la persona que lo complementaría, creía que en el mundo había alguien con su misma marca y que esta sería su alma gemela, su destinada, esa persona.

Pero nada de eso le impedía disfrutar la vida con otras personas que pensaban igual que él. Nada serio, solo diversión.

Colocó el parche sobre su piel, sobre su marca, ocultándola.

-

Como fotógrafo profesional que era bastante pedido en la industria por su buen trabajo. Sai había conseguido firmar contratos con diversos modelos, cantantes, actrices y actores que necesitaban una foto que mostrara su belleza y su increíble potencial, algo que Sai podía hacer. La demanda de su habilidad y su cámara era tal, que difícilmente él aceptaba trabajos, solo si conocía a la persona con la que iría a trabajar o si esta le parecía interesante.

Sasuke Uchiha definitivamente era interesante, y pese a su mal actitud y su ego de diva, Sai lo conocía de antes y ya había trabajado con él; y Sai no podía encontrar más diversión que molestar a un Uchiha. Si se llamaba Sasuke, mucho mejor.

No eran amigos, no eran rivales, con las justas eran conocidos y trabajaron juntos en algún que otro proyecto; pero él lo respetaba, así como sabía que Sasuke lo respetaba a él. Los insultos y discusiones eran solo un pasatiempo.

Así que cuando Shikamaru, manager de Sasuke, se comunicó nuevamente con él diciéndole que iban a promocionar la última película de Sasuke y necesitaban un excelente fotógrafo, Sai aceptó la oferta.

-

Estaba terminando de arreglar su último maletín cuando su celular sonó.

—¿Aló?—respondió su celular—. Sí, soy yo, ¿quién más respondería mi celular? —Al parecer Shikamaru no dejaría de llamar hasta asegurarse de que él subiera al avión—. Sí, estoy en camino—, algo que a Sai muchas veces le causaba problemas, considerando que o perdía el vuelo por quedarse dormido o porque alguien lo distrajo—. Que ya estoy en camino—, repitió cerrando su maletín y alzando el otro para colgarlo en su hombro—. ¿Vienen por mí? — Alguien tocó la puerta—. Me siento halagado por tanta atención—dijo en sarcasmo, algo que solo Shikamaru podía notar en su tono neutral por el tiempo que lo conocía—. Sí, no vemos allá—. Colgó.

Caminó hasta abrir la puerta, un chico castaño, bajito y de facies delicadas lo recibió con una sonrisa.

—Vengo a recogerlo—le dijo. Sai le respondió con una sonrisa pensando que quizá perdería otro vuelo por una nueva distracción.

 

oOo

 

Cuando Temari le dijo que Naruto iría con ellos, él pudo sentir que al menos no todo sería tan malo. Naruto, pese a que era el aprendiz de su hermana, era un buen chico, divertido y siempre optimista. Tenían la misma edad pero ambos con ambiciones diferentes y diferente modo de ver la vida.

Naruto soñaba con encontrar a su alma gemela en un momento mágico y que ella sería la persona más hermosa y con la sonrisa más preciada existente. Y era tanta su ilusión que él estaba seguro que su alma gemela era una de las actrices más populares, él decía que alguien con una sonrisa tan linda y tan amable como lo era ella, debía ser su alma gemela. Así que él entrenó duro para ser un buen maquillista como Temari y poder acercarse a esta actriz.

Gaara no quería romperle la ilusión, pero cuando le contó esa historia a Temari, Gaara pudo notar la expresión de tristeza que ocupó el rostro de su hermana. Él estaba seguro que Temari no había visto la marca de Naruto, pero ella había trabajado con Sakura y con muchas otras personas, así que era seguro que entre todos sus clientes estaba el alma gemela de esa chica. Lamentablemente, Temari por contrato y ética, no podía revelar nada al respecto.

-

Cuando llegaron a Los Ángeles, Gaara sintió que Naruto explotaría de la emoción. Él, por su parte, no estaba tan animado. Ya había venido a Estado Unidos antes y había paseado por todo Hollywood con su hermana; y siendo sincero, todo era una escena salida de una película. Todos falsos, sonrisas falsas, halagos falsos, todos hipócritas y con un sentido de la honestidad como si esta valiera nada.

Actores, modelos, cantantes, fotógrafos, directores, diseñadores… todo Hollywood estaba mancillado en mentiras.

El hecho que su primera relación hubiera comenzado y acabado acá solo acentuaba su odio por el lugar.

-

Temari desde muy joven había añorado ser maquilladora de artistas, si al principio fue para ayudar a Gaara que tenía su marca en la frente y a la vista de todos; luego ella quiso crecer en la industria y ser la mejor. Así que ella cogió sus maletas, le pidió dinero a Kankuro, cogió a Gaara y se largó a Estados Unidos.

Ella aún era una practicante cuando Gaara decidió caminar por el set de uno de los estudios en los cuales ella había conseguido el tutelaje de una de las mejores. Así que el trabajo que ella realizó sobre la marca de Gaara era aún débil y fácil de desprenderse.

Él había estado caminando con tranquilidad cuando se topó con un muchacho, este parecía ser un modelo. Era mayor que él y tenía ese aire de grandeza y superioridad. Gaara lo miró con asombro y de inmediato se disculpó por haberse chocado con él y haber derramado su bebida sobre su ropa.

—No te preocupes—le dijo mientras el chico lo miraba de cabeza a pies—, es solo agua.

—Aun así, fue mi culpa por no ver a donde iba—dijo con seriedad y realmente culpándose por moverse de donde debía, Temari lo iba a asesinar.

—Oh, no. También fue culpa mía—el chico sonrió, Gaara en ese momento le pareció alguien muy amable así que él respondió la sonrisa—. Pero si me ayudas a secar esto podemos olvidar todo.

—¿Ayudarte?

—Sí, ven—Gaara no tuvo tiempo de negarse porque el muchacho lo había tomado de la mano y se lo llevaba. Para sus doce años y salido de un pueblo alejado de las grandes ciudades, Gaara no creía que nada malo podría suceder.

Cuando llegaron a una habitación donde había varios estantes con ropas distintas, el muchacho caminó hasta una de ellas y sacó una toalla. Se acercó a Gaara y sorprendiéndolo, este llevó la toalla a su frente, justo donde estaba oculta su marca.

—Amor, sé lo que es llevar una marca con una palabra—él le susurró, antes de acercarse y darle un beso sobre su marca—. Tengo trabajo, pero búscame después, hay algo que quiero mostrarte.

Gaara se había quedado en silencio y aún sorprendido. Cuando la puerta se volvió a abrir y cerrar, él seguía aún sorprendido por lo que había pasado.

Siendo alguien tan ingenuo y crédulo, Gaara estaba seguro que ese muchacho era esa persona, él sabía que al fin había encontrado a su alma gemela. Él salió del lugar con el corazón en la garganta y las mejillas coloradas, corriendo hasta encontrar a Temari y decirla las buenas nuevas.

 

El día siguiente, cuando volvió a encontrarse con el chico, este levantó su camisa y le mostró la misma marca que él tenía en su frente. Amor. Gaara sintió que su corazón explotaría y cuando el chico lo besó, él solo pudo sentir que una sensación cálida nació en la base de su estomago y se propagó por todo su cuerpo.

Temari le había felicitado, pero le había dicho que tenga cuidado y se cuidara.

Gaara, repleto de felicidad por el descubrimiento, solo se dejó llevar.

Al finalizar el día supo el nombre, la edad, el trabajo, los sueños y todo con respecto a ese chico.

Al finalizar la semana lo siguió de un lado a otro y no dejó de ver cada sesión de fotos y animarlo en lo que hiciera.

Al finalizar ese mes, cuando Temari le dijo que ya iban a partir, él se entregó por completo.

El día que iba a partir, él no fue a despedirlo. Gaara, se preocupó y sin tener en cuenta los gritos de Temari, Gaara corrió hasta llegar al estudio. Buscó el lugar donde los modelos suelen reposar y entró al cuarto.

No había nadie, solo estaba ese chico que amaba y amó. Su cuerpo desnudo, su cabello húmedo, recién salido de la ducha y en el lugar donde se suponía estaba esa marca que lo destinaba como su alma gemela, solo había piel desnuda y sin ningún rastro de la palabra Amor.

 

Temari llegó segundos después, ella cerró la puerta dejando a Gaara afuera y pese a los gritos y ruido de cosas que se escuchaba del otro lado, Gaara solo podía oír sus latidos fuertes y claros en sus oídos, cada uno riéndose de él, burlándose de su estupidez, de su ingenuidad, de lo idiota que había sido.

Esa noche, Temari lo abrazó y no lo dejó en ningún momento. La tonta de su hermana culpándose por algo que no era culpa suya. Gaara quizá dejó de creer ese día, pero al menos aprendió lo que era el dolor, la traición y que todo con respecto a amores destinados al nacer eran puras estupideces.

-

Gaara subió a la camioneta en la cual irían al estudio. Temari se había adelantado para ordenar sus cosas y separar el lugar en el cual ella amaría su puesto de maquillaje.

—¡Estoy tan emocionado! — Exclamó Naruto a su costado, Gaara creía que entre los dos él era el más feliz con todo esto.

—Solo es una sesión de fotos—dijo con calma y tomando uno de sus libros que había decidido llevar para entretenerse.

—¡Pero es de esa nueva película! ¡Seguramente Sakura-chan estará también ahí!

—Hmm—a Gaara no le importaba mucho; en cambio, Naruto no paraba de emocionarse con todo lo que veía y con todas las personas que conocería, pero sobre todo, estaba emocionado por conocer a su amor platónico la actriz Sakura Haruno.

—¡Espero poder verla! —Gaara suspiró, entendía la emoción que tenía su amigo, después de todo él sabía lo importante que era para él todo esto.

—Cierto, ¿por qué no fuiste con Temari? — Preguntó, cuando la camioneta avanzó. Naruto suspiró.

—Porque lo primero que ella hace es cubrir las marcas de los actores. Eso es algo que debe hacer sola, yo a pesar de que soy un aprendiz no puedo estar presente.

—Cierto—comentó recordando la etapa de aprendiz de su hermana—, al menos podrás estar para el resto del proceso. Los actores necesitan mucho maquillaje—. Naruto rió.

—Es cierto. De todas formas Temari está ayudando en cómo cubrir una marca, todo el proceso es distinto y los materiales más caros pero lo valen—dijo con su típico entusiasmo.

—Sí, pero cuando aprendes el truco no es tan difícil.

—Es porque ya aprendiste cómo hacerlo.

—Sí—dijo sonriendo ante el puchero de su amigo.

—¿Hace cuanto lo sabes? — Gaara giró el rostro hacia la ventana, no queriendo que Naruto viera su expresión, su ceño fruncido.

—Desde los doce.

—¡Vaya! Yo recién estoy practicando desde hace dos años, aún me cuesta aplicarlos como lo hace Temari, pero estoy cogiéndole el truco.

—Aún no entiendo cómo dejaste todo por convertirte en maquillador—suspiró Gaara recordando la historia de Naruto.

—¡Por amor! — gritó Naruto, Gaara sonrió y pudo escuchar las risas de los que iban adelante, seguro escuchando su conversación.

—Pero ni siquiera sabes si Sakura es la indicada—advirtió Gaara. Naruto giró a verlo con su ceño algo fruncido.

—Es cierto, pero puedo sentirlo Gaara, puedo sentir que mi alma gemela esta aquí—. Gaara sintió la intensidad de esa penetrante mirada azul, de esa fuerte determinación, y por mucho que había sufrido en el pasado Gaara quería aferrarse a ese deseo de Naruto, a ese optimismo inquebrantable y esa seguridad extraordinaria.

—¡No creo que en esta camioneta muchacho! — Gritó el chofer, causando la risa del resto y rompiendo el trance en el que ambos habían estado.

—¡No me refiero a aquí, aquí! ¡Si solo hay puros viejos! — Gritó Naruto molesto por lo que dijeron.

—¡¿A quién llamas vieja mocoso!

Gaara suspiró, una sonrisa en su rostro e ignorando los gritos que se desataron. Naruto era un soñador, un idealista, alguien que creía en el amor predestinado y en las almas gemelas.

Para Gaara no era así, pero por un momento cuando Naruto dijo esas palabras, Gaara pudo sentir el ardor en su marca y la sensación de que eran verdad. Algo sucedería, algo…

 

oOo

 

Cuando al fin bajó del avión, la primera cara que lo recibió fue la de una furiosa secretaria, a su lado, Shikamaru. Quizá perder el tiempo con el tierno cachorrito que le había dejado este no fue buena idea después de todo. Horas después, cuando Shikamaru se había cansado de usar a su secretaria para que le gritara a Sai, porque nada afectaría la actitud zen de Shikamaru, para eso estaba su secretaria, los tres bajaron de la camioneta y Shikamaru le dio las llaves de la habitación que ocuparía en este hotel de L.A.

La terrorífica secretaria se quedó parada en su puerta para escoltarlo hasta el estudio, esta vez sin que se desviara.

Por la forma orgullosa en la que ella llevaba su marca visible en su clavícula, Sai suponía que ella estaba fuera de su modo de persuasión, así que solo suspiró y cogió lo necesario para ir al estudio y de una vez ponerse serio para trabajar.

El día consistía en una serie de actores y actrices con los cuales la mayoría había tenido el honor de trabajar con él, pero sabía que pese a eso tenía que tratar de ser respetuoso y llevarse bien con todos. Especialmente con la nueva jefa del staff de maquillaje, que al parecer era la destinada de cierto castaño de expresión zen que tanto adoraba. Sai estaba feliz por Shikamaru, pero cuando escuchó los rumores de la susodicha se preguntó si este era alguna clase de masoquista.

Todos hablaban de lo estricta y terrorífica que era, Sai no quería caerle mal. Así que tomó sus cosas y salió de su cuarto. La secretaria le sonrió como  si estuviera satisfecha de que Sai no se hubiera perdido ahí adentro, y lo acompañó hasta el carro que los llevaría.

-

Sai era un artista y se había desarrollado en varias de las gamas que componían el arte. Él comenzó con la pintura, su pasión y su primer amor, pero al descubrir que su único amor no era suficiente para sobrevivir en este mundo; decidió por algo similar, no tan desafiante ni con el mismo sentimiento de logro que cuando terminaba una pintura.

Fue así como empezó con la fotografía. Claro, nunca dejó la pintura, siendo lo que más amaba, pero con el tiempo descubrió que esta también le demostraba un reto. Así que decidió ir al lugar donde se encontraban las personas más necesitadas de atención y egocéntricas del mundo: Hollywood.

Los Ángeles se convirtió en su cornucopia, en la panacea de sus deseos; todo tipo de gente y toda clase de rostros y cuerpos que capturar con la cámara. Y como al principio él era solo un principiante, un mero aprendiz, nadie le negaba una foto cuando estaba en las sesiones fotográficas; así que él optaba por ir a estas sesiones sin ser invitado, mostrar su equipo y mostrar su trabajo y lo dejaban pasar.

Fue así cuando obtuvo la primera sorpresa.

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Había estado paseando por el estudio en el cual se había infiltrado esta vez, ya había tomado fotos a todos los modelos en los primeros trajes del día y estaba esperando que los otros fotógrafos acabaran cuando vio algo que llamó su atención.

Parpadeó y giró a ver hacia ese punto de rojo brillante que había atraído su vista. Era un chico, un niño, posiblemente menor que él. Su cabello era de un rojo intenso y sus ojos de un curioso aguamarina. Sin poder detenerse Sai alzó la cámara y capturó la expresión de admiración que tenía el niño, esa mirada brillante y esa expresión de desnudo cariño y amor.

Sai no pudo evitar sentir algo de celos, porque nunca nadie lo había visto así y nunca él había visto así a nadie. Quizá su marca decía Amor, pero eso era algo que aún desconocía.

Vio hacia dónde se dirigía la mirada del niño, los flashes de las cámaras le indicaban que era hacia los modelos que estaban ahí. Sai bufó en molestia, no entendiendo cómo alguien tan adorable e inocente podía fijarse en creaturas que eran vacías y muchas veces falsas.

Sai bajó su cámara y siguió su camino. Este proyecto duraría aún una semana más. Tenía materiales que comprar y otras creaturas que fotografiar.

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La segunda y más inesperada sorpresa fue una semana después.

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Era un adolescente, muchos dirían niño aún, pero era alto y tenía un rostro serio y una actitud que no dejaba que nadie juegue con él o lo tomaran como idiota. Así que cuando entró a esa sesión de fotos, la última del proyecto, él estaba dispuesto a averiguar qué se traía entre manos ese sujeto con una marca parecida a la suya en su cuerpo.

Había estado tomando un receso, mientras el resto de fotógrafos, ¨los profesionales¨, se encargaban de los modelos, cuando él caminó por la zona de maquillaje y se cruzó con un grupo de modelos que estaban esperando en la puerta para ser maquillados y seguramente que les fueran a cubrir su marca. El grupo de cinco estaba riendo y estaban sin camiseta, algunos con botellas de agua y toallas removiendo el sudor.

Sai no se preocupó en lo más mínimo de que estaban en grupo o que todos eran mayores que él, él solo caminó ante el chico que tenía en su cuerpo esa horrenda marca falsa que se parecía a la suya.

—¿Por qué tienes eso? — Preguntó con molestia. El grupo de chicos giró a verlo, los cinco sorprendidos por la intromisión. Sai era tan alto como ellos y seguramente más fuete, considerando sus siluetas y que era de esos modelos que creen que no comer los hace más profesionales.

—¿Quién eres tú? —Preguntó uno de ellos, pero no al que le había hablado.

—Te pregunté que por qué tienes eso—, volvió a repetir con mayor seriedad e inyectando amenaza en su tono. Su mirada fija en ese modelo que parecía entre confundido e indignado por cómo era tratado. A Sai le valía madre, él solo quería saber por qué rayos es sujeto tenía pintada su marca.

—¿Qué te importa? Muy bien puede ser mi marca—dijo con desdén. Sai en ese momento se calentó de ira y de un paso estaba frente a ese sujeto, su mano rodeando aquel cuello delgado y largo que muchas mujeres seguro deseaban, Sai no tuvo problema en apretarlo y quizá dejar marca.

—No es tu marca, bórratela—exigió con veneno en su voz, los gritos del resto de modelos como abejas a sus costados, molestas y sin importancia.

—Tú, no-

—Si te vuelvo a ver con ella, te arrepentirás—volvió a amenazar. Alguno de los modelos salió en busca de ayuda, a Sai no le importó y no soltó a ese sujeto hasta que este asintió—. Lo vas a hacer ahora mismo—. El sujeto volvió a asentir y Sai finalmente lo soltó.

Segundos después vio cómo este corría seguro a las duchas a quitarse la falsa marca.

 

Sai era un artista, era un artista y conocía muy bien la naturaleza de las marcas y conocía la suya a la perfección. La había dibujado una y otra vez sobre sus lienzos, la había pintado en su piel, en sus espejos, en sus más preciadas creaciones, nunca había dejado que nadie la viera, siempre era cuidadoso, pero él la conocía bien. Y aún así, él podía reconocer y diferenciar una marca real de una falsa, de una imitación.

Así que cuando el sujeto regresó y mostró su piel sin marca alguna, pero su cuerpo lleno de golpes y arañazos. Él se preguntó de dónde había sacado él la imagen de su marca.

Pese a que preguntó, amenazó y hasta estaba por golpearlo, el modelo no habló y luego fue escoltado por seguridad porque se había metido en problemas de cierta clase.

Sai sintió que esta era una gran pérdida, pero solo tenía catorce años, por cumplir quince, estaba seguro que aún le quedaba tiempo. Y si su pareja predestinada estaba ahí afuera, él estaba seguro que la encontraría.

-

Acomodó sus maletines en el lugar donde se daría acabo la sesión. Felizmente, había llegado justo cuando Temari estaba aún ocupada en el proceso de cubrir las marcas de todos los actores, así que aprovechó eso para darse el lujo de tomarse su tiempo en organizar todo.

Se estiró y tomó asiento cuando terminó, esto sería divertido, lo podía presentir.

—¡Esto es grandioso! ¡Mira todo esto! — Escuchó una voz emocionada y alegre desde el par de puertas de metal. Sai giró el rostro para fijarse en los recién llegados. Tuvo que parpadear ante el brillo de esa persona radiante y de un rubio intenso, esos ojos de un cielo profundo y esa sonrisa encantadora. Sus manos de inmediato saltaron hacia una de sus cámaras y sin dejar de ver al hermoso ser que había cruzado sus puertas, caminó hasta llegar frente a él.

—Bienvenido—tomó su mano y la alzó hasta sus labios.

—¿Eh? —el rubio parecía aún sorprendido por su llegada, Sai aprovechó eso y siguió.

—Si no fuera mucha molestia, ángel moi, me gustaría tomarte una fo- —pero antes de que pudiera terminar, alguien jaló al rubio de sus manos y su presencia. Sai parpadeó ante la furiosa mirada de unos brillantes ojos aguamarina.

—Te dije que tengas cuidado, Naruto. Uno no sabe qué clase de alimañas uno puede encontrarse en el camino—Sai se irguió y miró a la nueva persona que había puesto al rubio tras él. Sorprendido por la presencia de este nuevo ser y aturdido por las palabras que salieron de esos labios.

Sai no pudo evitar reír al darse cuenta del significado de aquellas palabras.

—¿Alimañas? —Sai, no podía creerlo, uno no era así de honesto en esta industria.

—Naruto, ve con Temari, yo me encargo de esto—escuchó entre sus risas, mientras vio al rubio asentir, aún extrañado por lo que había sucedido y mirando de reojo al pelirrojo.

—¿Así que te encargaras de mi? — dijo sonriéndole, una de esas típicas sonrisas con las que solía ganarse a quien sea y conquistar a quien deseaba. Lo único que obtuvo de respuesta fue un bufido.

—Por favor, ni lo intentes. No estoy interesado—dijo fríamente la belleza pelirroja. Sai parpadeó algo sorprendido.

—Bueno, quizá por ahora, pero estoy seguro que puedo-

—No—Sai vio la palma alzada del pelirrojo al ser interrumpido—. Solo, giraré, me iré y haremos como si esto nunca hubiera sucedido.

Sai estaba por abrir la boca y decir algo más, cuando el pelirrojo siguió hablando.

—No. No soy modelo, no soy parte de ningún staff, no soy nadie. Solo olvida que me viste y todos seremos felices—. Sai solo pudo quedarse mudo ante la firmeza de las palabras de este sujeto. El pelirrojo asintió y dio media vuelta.

Sai solo veía mientras se alejaba y se perdía entre la multitud de gente que eran los cuerpos de diversos extras que también pertenecían a una toma o dos, cuerpos vacios y sin ese brillo e intensidad que había visto en ese par de gemas aguamarinas y esa expresión retadora.

Sai solo pudo sonreír para sí mismo, relamiéndose los labios, no se había sentido tan realmente interesado en alguien desde hace mucho tiempo. Fotografiar por trabajo era una cosa, capturar la belleza innata de un ser que captaba no solo su atención si no también su pasión de artista, era otra.

 

oOo

 

Cuando llegó al lado de Naruto y este le preguntó qué era lo que había pasado allá atrás, Gaara no sabía cómo responderle. A penas vio a ese sujeto intentar coquetear con Naruto sintió una ira intensa, quizá era porque Naruto era su mejor amigo, o por lo que había pasado él hace tanto tiempo, o por su mismo odio a personas que pertenecían a esta industria, sin contar a Temari, Shikamaru y Naruto. O quizá era la combinación de todas esas cosas lo que acrecentaron su odio por ese sujeto y esa horrible sonrisa falsa.

Gaara no quería que un tipo así se acercara a su ingenuo amigo, considerando lo crédulo que era su amigo, Gaara sabía que tenía que estar cuidándolo y vigilándolo. Felizmente ambos eran solo acompañantes, lo que significaba que estarían juntos y que no dejarían el cuarto designado a Temari.

El encuentro con aquel sujeto se quedó en la base de su mente, presente pero no era una molestia en la que debiera pensar, el libro era mucho más interesante.

-

Gaara estaba molesto, Temari le había asegurado que él podría quedarse en el cuarto todo el día si era necesario. Pero al parecer ese no era el caso, ya que una hora después, cuando estaba a mitad de su libro, esta llegó y los votó de ahí, diciendo que era hora de un retoque a sus obras de arte, es decir los actores, y que necesitaba privacidad.

Naruto puso su carita de cachorro con ganas de querer quedarse y observar el trabajo de Temari, pero la desalmada de su hermana le cerró la puerta en la cara.

Minutos después la pasarela de actores comenzó. Gaara pudo notar los corazoncitos que se le formaron los ojos a Naruto cuando Sakura apareció; ella, felizmente bastante amable, solo sonrió y agradeció los halagos antes de entrar casi corriendo donde estaba Temari. Al contrario, Sasuke, el idiota empedernido y diva de Hollywood, solo se burló de Naruto y de su ¨estúpida¨ admiración por esa mujer.

Al principio Gaara estaba de réferi entre el par, después de cinco minutos de rindió tomando en cuenta que mientras no fueran problemas de engaños amorosos o de marcas, él no tendría que cuidar a Naruto, él podía defenderse solo.

El problema era que como hacían tanta bulla mientras el Uchiha esperaba que Temari terminara con Sakura, Gaara no podía leer con tranquilidad. Así que se fue en busca de otro lugar sin tanto ruido.

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Había pasado una semana, y todos los días a las dos Temari venía a votarlo, y todos los días Naruto halagaba a Sakura, y todos los días Sasuke se burlaba, y todos los días ambos comenzaban a discutir e insultarse y Gaara salía huyendo del lugar con su libro en mano.

Y todos los días Gaara era seguido por alguien.

Podía sentir la presencia del sujeto del primer día, lo veía en cada giro que daba, en cada cuarto al que entraba, en cada vez que visitaba la cafetería, en cada vez que regresaba al cuarto de maquillaje o cada vez que una sesión terminaba.

El pelinegro estaba en todas partes, su cámara en mano y sus ojos brillando en una expresión hambrienta. Gaara solo podía huir y buscar otro escondite.

-

Había estado sentado en ese cuartito por solo quince minutos cuando una voz lo interrumpió.

—¿El mundo de Sofía? —Gaara cerró el libro de golpe, por alguna razón podía identificar esa voz.

—¿No te había dicho que te olvidaras de mi? — Preguntó alzando el rostro. Ahí, parado frente a él estaba ese odioso sujeto.

—No me pidas imposibles—dijo este con naturalidad, Gaara apreció que esta vez no tuviera esa sonrisa falsa en el rostro, pero eso no bastaba para hacer que le caiga bien.

—Solo, déjame solo ¿sí? —pidió mientras se levantaba del suelo. Pensaba que al menos en este lugar podría estar solo. ¡Era el cuarto de limpieza, por amor a Dios! Gaara miró a los ojos negros del sujeto frente a él.

—¿Por qué estar aquí si no te interesa? —Preguntó saliéndose del tema, Gaara suspiró, el sujeto estaba apoyado contra la puerta, así que no tenía salida.

—Mi hermana—respondió entre dientes—. ¿Ahora puedes moverte?

—¿Tu hermana? —El pelinegro solo siguió preguntando e ignorando las peticiones de Gaara—. Oh, Temari. Sí, creo que la mencionaste.

—Bien, ahora que tienes tu respuesta, puedes-

—Soy, Sai. Seguro has escuchado de mí—interrumpió, Gaara sí había escuchado de Sai, el fotógrafo profesional que su hermana y Shikamaru mencionaban cada que podían. Gaara no estaba impresionado.

—No, no me importa quién seas—volvió a decir entre dientes. Estaba perdiendo la paciencia.

—No deberías mentir—canturreó divertido, realmente estaba perdiendo la paciencia.

—Solo- —Apretó los puños con fuerza y suspiró, relajándolos—. Ok, ¿qué quieres para que me dejes en paz? — Preguntó finalmente, un tipo como Sai no se rendiría fácilmente, solo lo podía presentir, solo con la semana que pasó podía saberlo.

—Una sesión—dijo con una sonrisa que aunque no parecía falsa, le dio un estremecimiento a Gaara que le decía que no era buena idea aceptar. Pero no pudo evitar pensar en lo que ganaba de esto.

—Y entonces, ¿me dejaras tranquilo?

—Lo prometo—dijo alzando su mano y mostrando su meñique. Gaara lo pensó unos segundos viendo el dedo delicado y largo de esa mano tan pálida como lo era toda la piel de Sai.

—… está bien—dijo inseguro, alzando él su dedo meñique. Sai lo tomó por la fuerza para entrelazar la promesa. Gaara pudo sentir la electricidad que recorrió su cuerpo ante el roce y lo soltó de golpe, retrocediendo. Gaara notó la misma sorpresa en el rostro de Sai que lo vio con una chispa extraña en esos ojos negros, él solo tragó duro y lo empujó del camino—. Te veo al terminar tu sesión—. Fue lo último que dijo antes de salir por aquella puerta.

 

oOo

 

Sai aún podía sentir esa corriente eléctrica que recorrió su cuerpo al cruzar dedos con el pelirrojo del cual aún no sabía su nombre, porque nadie lo conocía solo Naruto, Temari y Shikamaru, personas a las cuales tenía prohibido acercarse. Shikamaru y Temari porque eran terroríficos, más que todo la secretaria de Shikamaru que siempre lo tenía vigilado. Naruto, no solo por el pelirrojo que lo veía amenazante cada vez que intentaba acercase, si no por la curiosa mirada que le daba Sasuke cada que si quiera veía en dirección del rubio, Sai podía decir que parecía sobre protectora y a la vez amenazante. No estaba dispuesto a averiguarlo.

Así que después de usar el método aprendido por tantos años como aprendiz y de seguir fotógrafos profesionales para que lo dejaran entrar a sus sesiones, Sai había logrado que Gaara aceptara una sesión con él.

Por alguna razón estaba nervioso.

-

La sesión estaba por terminar y él no paraba de ver hacia el lugar donde se encontraba la puerta hacia el resto de secciones del staff. Vio de reojo que el siguiente par de actores se paraba frente a su lente y volvió a concentrarse en ellos.

La escena estaba decorada y Sasuke y Sakura estaban posando adecuadamente, Sai frunció el ceño antes de hablar y pedirles que cambiaran algunas de sus poses o que movieran sus manos dos puntos a la derecha o su rostro un punto más a la izquierda. Los que trabajaban con él sabía a qué se refería con sus medidas. Era el deber de sus modelos saber su método de dirección.

Cuando al fin terminó suspiró aliviado y giró su cuello tratando de quitar la tensión al estar en cierta posición por mucho tiempo.

—¿Por qué los muérdagos? — Escuchó la voz que había memorizado y aprendido a reconocer después de la primera vez que la oyó. De inmediato giró y vio al pelirrojo de su última pasión.

—Es un símbolo de la película.

—Hmm—el pelirrojo solo siguió viendo la escena con ojos curiosos, Sai solo pudo sonreír sin poder evitarlo.

—¿Me dirás tu nombre? — Preguntó mientras a su alrededor sus ayudantes movían todas sus cosas y las guardaban en sus respectivos maletines. Sai se encargaba de limpiar todo luego en su habitación.

—No veo la necesidad—respondió el pelirrojo, que parecía algo divertido por la ignorancia de Sai. Seguro creía que él ya lo sabía.

—Entiendo—lo dejó así por ahora—. Entonces, ¿vienes conmigo? —El pelirrojo retrocedió un paso sorprendido.

—¿Ir contigo?

—Sí, para la sesión—él solo parpadeó, miró hacia otro lado y lamió su labio inferior, Sai no pudo evitar seguir su lengua que humedecía ese labio rosa que ahora brillaba por la saliva.

—Pensé que sería aquí, es decir, todo está armado y-

—No puedo usar este set, todo está preparado para la película y tienen un horario—. Respondió volviendo a fijarse en los ojos de su pelirrojo.

—¿No es lo mismo? ¿No podemos usar el mismo set? — Sai comprendía que para alguien que no supiera de fotografía o su pasión pensara así, pero para él no era lo mismo, para nada, menos con alguien que quería detallar, que quería… pintar. Sí, no quería solo fotografiarlo, quería usar sus preciadas brochas y pinceles y acuarelas y su lienzo para reflejar lo que era ese cabello, esos ojos. ¡Oh! El reto que sería encontrar un color para plasmar casa rastro de esa piel y cada punto de esos brillantes ojos aguamarinas.

—No, no usaremos un set—dijo de inmediato—. Dame tres días, conseguiré el lugar y los materiales—dijo concentrado en todo lo que tendría que comprar y pensando en un lugar cercano en el cual pudiera tener privacidad, buena iluminación y espacio suficiente.

—¿Lugar? ¿Materia-?

—Sí, está decidido—Sai lo miró con nuevos planes en su mente, apreciando cada parte de ese rostro para saber qué necesitaría comprar.

—¿Qué esta-

—Tres días, dame tres días—sin pensar más cogió una de sus bolsas donde tenía lo necesario y caminó hacia una de las asistentes diciéndole que llevaran todas sus cosas a su hotel.

Cuando salió del lugar se dio cuenta que había dejado a su nueva obsesión sin opinión alguna y que quizá estaría molesto. Sai se preocupó por eso solo hasta que llegó a una de los museos en donde sabía que podían ofrecerle el lugar indicado. Se preocuparía por su cascarrabias mapache cuando este estuviera frente a él.

 

oOo

Gaara estaba furioso, es decir, él había sido amable de ir a buscar al muy idiota de Sai y este solo lo dejó parado sin siquiera despedirse y diciendo ¨tres días, tres días¨ una y otra vez, como si estuviera en un trance.

No iría a buscarlo en tres días, no iría.

Quizá solo por curiosidad.

-

—¿Qué sucedió? — Preguntó a un Naruto que había entrado al cuarto con los ojos abiertos y con el rostro pálido. Gaara no pudo evitar preocuparse y dejar el libro de lado cuando el rubio cayó al suelo de rodillas como si las cuerdas que lo mantenían parado se hubieran roto— ¡Naruto! ¿Qué pasó? Vamos, dime algo.

Su amigo temblaba en sus brazos, sus ojos celestes bien abiertos y aún con su rostro cubierto de terror.

—Gaara, dime que no es cierto—susurró su amigo, Gaara le diría una mentira si era necesario.

—¿Qué cosa, Naru? Solo dime qué pasó—. Naruto asintió, Gaara lo ayudó a subir a la cama y lo sentó en esta.

Segundos en silencio pasaron mientras Gaara ayudaba a que Naruto recuperara la compostura.

—Gaara creo que encontré a alguien que tiene mi marca—dijo en una voz tan bajita que si no hubiera prestado atención, no la hubiera escuchado. Gaara se quedó helado. ¿Naruto había encontrado a alguien con su marca?

—¿En dónde? — Preguntó con algo de rabia y molestia contenida, no dejaría que a su amigo le pasara algo como lo que le pasó a él. Quizá había sido descuidado y alguien había visto la marca de Naruto y se la habían  copiado.

—En el estu-

—No, no es cierto. Debe ser falsa, todos ahí son actores y Temari no es la única maquilladora, debe haber sido un error—dijo con seriedad.

—Pero Gaara, era mi marca—dijo con esos ojos grandes y brillosos por lágrimas contenidas. Gaara solo quería matar al desgraciado que pudiera engañar a alguien como Naruto.

—Sí, pero entiende que las marcas se pueden falsificar, alguien puede-

—No, sé que es la real. Sé que- —Naruto volvió a entrar en una especie de trance y Gaara no podía soportarlo, no quería que su amigo sufra, no quería que pasara por una decepción, no quería ver a un Naruto siempre alegre y optimista, deprimido y cerrado ante las personas por un engaño.

—No es real, Naruto—él le susurró, mientras lo atraía hacia él y lo abrazaba.

Cuando Naruto se dejó abrazar, Gaara creyó que ese era el fin de todo. Solo tenía que mantener a Naruto en su periferia y percatarse si notaba algún cambio en él. Gaara no pudo evitar recordar su pasado. Nunca dejaría que algo así le vuelva a pasar, mucho menos a su mejor amigo.

-

El día siguiente Naruto decidió quedarse en su cuarto. Gaara entendió y le dijo a Temari que él se sentía mal. Pero  Gaara tendría que ir porque ya habían pasado los tres días y tenía que encontrarse con Sai.

Así que, una hora antes de que la sesión terminara. Gaara cerró su libro y caminó hacia la cama de Naruto.

—No olvides quién eres, tú sabrás qué hacer. Nunca he visto a un Naruto deprimido por nada y nadie—le susurró dándole un beso en la frente.

Luego salió del cuarto y se fue al estudio.

-

Sai estaba parado en la puerta, se veía inquieto y mirando a todas partes, Gaara no pudo evitar sonreír por ser capaz de poner nervioso a un sujeto que era conocido por su confianza y su fama de conquistador.

—Entonces, ¿tres días fueron suficientes? — preguntó, disfrutando del salto que dio Sai de la sorpresa.

—Viniste…—pudo escuchar el suspiro de alivio, que hizo que Gaara tragara duro, esa sonrisa ligera pero dulce no la esperaba. Por un momento sintió que su corazón se detuvo. Tenía que salir de aquí.

—Ah, yo- Sí, es que-

—Vamos, encontré el lugar—dijo firme, mientras Sai lo sorprendió cogiéndolo de la mano y causando nuevamente esa corriente de electricidad por toda su piel. Gaara intentó zafarse pero Sai lo sostenía con fuerza y no se lo permitía, el pelinegro solo lo jalaba y jalaba hasta que llegaron a un auto negro—. Sube—Sai giró y lo vio a los ojos, con esa intensidad de la cual no se había percatado antes. Gaara estaba por negarse, pero su cuerpo se movió solo y segundos después ya estaba dentro del carro.

Los minutos en silencio los sintió tensos, pero por la postura de Sai, podía decir que el pelinegro no se había dado ni cuenta, al contrario, él se veía con un aura alegre e impaciente. Gaara no entendía el por qué.

—¿A dónde vamos?

—A un estudio—dijo sin profundizar en una respuesta, él no tenía un buen presentimiento.

Cuando el carro se detuvo, Gaara pudo ver el edificio de uno de los museos los cuales había visitado. Frunció el ceño en pregunta, pero antes de que pudiera decir algo, Sai lo volvió a tomar de la mano, con fácil naturalidad, y lo jaló hasta entrar al lugar. Sai se acercó a una señorita que estaba vestida como guía y esta le dio la bienvenida. Un minuto después ella los guiaba hacia el lado sur del museo, donde se suponía no entraba publico general.

Sai siguió hablando con la mujer, Gaara sintiéndose algo molesto por ser ignorado y solo ser llevado de un lado a otro como si fuera un muñeco.

Cuando llegaron a una puerta, la mujer le dio una llave a Sai y esta le guiñó un ojo. Gaara frunció el ceño, sin saber por qué sentía tanta molestia. Cuando giró a ver al pelinegro, este solo le sonreía divertido. Gaara solo sintió la molestia aumentar, si estaba acompañada de vergüenza nadie se daría cuenta.

El lugar al cual entraron era un pasadizo, el cual se dirigía hacia otra puerta unos pasos más allá. Gaara estaba por caminar hacia la otra puerta pero Sai lo detuvo.

—Hay algo que quiero mostrarte—dijo las palabras que Gaara había odiado tanto por mucho tiempo, arrebató su mano de la mano de Sai.

—No, gracias—giró con molestia caminando hacia la puerta por la que ingresó. Sai fue más rápido y se paró obstruyéndole el paso—. Sal de mi camino, esto fue un error.

—No, solo—Sai pasó su mano por su cabellera azabache—, solo déjame mostrarte—. Gaara vio cómo Sai llevaba su mano a uno de sus bolsillos, lo que sacó Sai no era algo que esperaba ver.

 

oOo

 

Solo había tenido tres días para conseguir el lugar, tiempo en el cual sobornó al dueño del museo y en tres horas ya tenía dónde pintar a su futura pieza de arte. Tres días de los cuales se tomó horas buscando los colores indicados, los pinceles y las brochas necesarias, el lienzo perfecto; y un par de horas más para acomodar todo en su lugar de trabajo.

Pero solo le tomó una hora, ensimismado en su futuro proyecto, en esos ojos, esos cabellos, en esa expresión que se acordó de dónde las había visto, de dónde las recordaba. Sin pensar en las consecuencias, salió al aeropuerto y pidiendo favores consiguió un avión privado que lo llevara a su departamento en Nueva York. Pese a que ahora había firmado un contrato con una de las divas más especiales del mundo del canto, Sai no podía arrepentirse. Porque a penas puso un pie en su departamento y fue corriendo en búsqueda de sus antiguos trabajos.

Buscó en su colección de álbumes, de series y series de folders y sobres y diversos rollos en los cuales había guardado sus trabajos de cuando era aún un principiante. Luego, después de perder veinte llamadas, Sai se acordó que esa foto era una de sus más preciadas, así que la había puesto en un lugar distinto. Caminó hacia el estante donde todo estaba ordenado y guardado al detalle y perfección. Solo le tomó minutos encontrar esa foto.

Esa foto donde podía ver la expresión de admiración de un niño de cabellera roja y ojos aguamarina, su sonrisa llena de un cariño y amor que el mismo niño de ocho años después ya no poseía. Ahora un joven amargado y molesto con la vida, y seguro con el amor.

Y quizá era pensar de más, y quizá era esperanzarse, y quizá todo era porque era un simple romántico y soñador, debajo de mentiras y máscaras falsas. Pero junto al niño de cabellera de fuego y ojos de un fuego aguamarina intenso, pudo recordar al desgraciado que tenía su marca, pudo recordar al imbécil que había llevado en su piel una marca que no merecía y que era uno de los modelos que ese niño había estado admirando.

La forma en la que los cabos se unieron en su cabeza fue rápida y quizá sin sentido, pero a Sai no le importaba. Era perfecto, era tal como lo soñó, o quizá no, nunca pensó que pasaría así, pero era perfecto. Perfecto, su persona ideal, su persona destinada, su alma gemela.

Destruida por una traición, por un sucio engaño y ahora solo necesitaba ser curada y parchada y dejar que las cicatrices si bien no se borraran, al menos ya no duelan como antes.

Pensando en todo eso y más. Sai tomó el celular y está vez si contestó. Shikamaru, y su secretaría, gritaban exigiendo saber dónde se había metido, que eran las seis de la mañana y él no estaba donde debería. No se había dado ni cuenta que había estado tanto tiempo en su antiguo departamento solo observando a este niño que ahora era un adulto y lo estaba esperando.

Sin preocuparse por las amenazas de Shikamaru y si aterradora secretaria, Sai les dijo que estaría allá a más tardar a las tres. Ellos le gritaron diciendo que la sesión terminaba a las cinco. Sai solo colgó y llamó a alguien que pudiera ayudarlo a mover algunas cosas que debía llevar.

Tenía a alguien que lo estaba esperando.

 

oOo

 

Gaara miró la foto donde podía verse él, era él, mucho más joven, cuando era solo un niño, cuando aún podía sonreír de esa manera, cuando aún no era traicionado.

—Eso fue hace ocho años—susurró sin saber qué más decir y tomando la foto entre sus temblorosas manos. No pensaba verse de ese modo nunca más. Tan ingenuo e inocente y estúpido. Antes de que pudiera arrugar la foto, sintió cómo Sai se la quitaba de las manos y le daba un palmazo en estas.

—¡No hagas eso! Es uno de mis mejores trabajos—dijo como si realmente fuera algo de valor. Gaara no podía entender por qué este veía la foto, al Gaara de la foto, como si fuera su preciado tesoro, como si valiera algo. Gaara solo podía sentirse irritado.

—¡Dámelo! —gritó con furia y alzando su mano para quitárselo a Sai. Siendo lo rápido que es, el pelinegro alzó su mano lo más alto que pudo, logrando que Gaara no pudiera alcanzarlo.

—No, te digo que es mi-

—No es cierto, soy yo. Así que me pertenece—dijo intentando saltar para quitarle a Sai la foto, sin ningún logro.

—Yo la tomé, me pertenece a mi—le decía con calma. Gaara solo quería golpearlo y borrarle esa sonrisa tonta de la cara.

—¡Pero soy yo! — gritó irritado por este sujeto.

—Sí—Sai seguía sonriendo, Gaara saltando por alcanzar la maldita foto—, y también me perteneces a mí—. Gaara dejó de saltar para ver con sorpresa a un Sai que estaba a meros milímetros de distancia por culpa de Gaara que se había apoyado en su hombro para tomar vuelo.

—Yo—se alejó de inmediato, pero Sai siempre más rápido que él, lo tomó de la mano y lo acercó a su cuerpo—. Su- suéltame— su voz sonaba sin convicción y pese a que trataba de alejarse Sai solo lo apegaba más a su cuerpo. Esa sonrisa victoriosa en su rostro.

—Quiero mostrarte algo—volvió a decir, esta vez la única respuesta que obtuvo de Gaara fue un estremecimiento por escuchar la voz tan cerca a su oído. Sai sonrió y lo jaló por el pasillo hasta llevarlo a la siguiente puerta. Gaara había dejado de resistirse, siendo llevado hasta esta y viendo cómo Sai la abría.

El lugar estaba oscuro, Sai lo hizo entrar, cerró la puerta detrás de él y Gaara giró. Sorprendentemente no estaba asustado, solo algo confundido. Sai prendió la luz y le sonrió. Gaara frunció el ceño sin entender, para luego girar y ver lo que había en la habitación.

Gaara tomó aire rápidamente y llevó su mano a su boca de sorpresa. Con molestia, frustración y algo de impotencia se mordió el labio inferior ante lo que vio.

Era un enorme cuarto, un enorme cuarto lleno de lienzos y lienzos y más lienzos con un símbolo pintado sobre estos, los trazos profundos, los colores diversos, la forma siempre la misma. Una palabra y solo una: Amor.

Amor, en un kanji japonés.

—Aquí está desde el primero que hice hasta el último. Mi gran proyecto, uno de toda una vida—Gaara siguió mirando lienzo tras lienzo, la palabra ser formada con diversos tipos de materiales, en distintas gamas y diversos tipos de pintura. Giró a ver a Sai, que sonreía, esa ligera y dulce sonrisa que solo la había demostrado una vez frente a Gaara y sentía que solo era frente a él.

—Gaara, mi nombre… es Gaara.

 

oOo

 

El día siguiente cuando ambos seguían con sus tazas de café y conversando sobre todo su pasado y lo que les había pasado. Alguien toco la puerta. Gaara miró a Sai en pregunta, este parecía tampoco tener idea de quién podría ser. Así que dejó que Sai se levantara, dejando de apoyarse en su hombro.

Era la misma chica de antes, que le alcanzó un periódico a Sai y salió del lugar tal como vino.

Sai caminó hacia Gaara y se sentó a su lado mientras abría el periódico para ver qué era lo que estaba pasando.

Cuando vieron la foto de primera plana, Gaara dejó caer la taza.

Ahí, en el centro del periódico del día, estaba Naruto, su mejor amigo, con un desnudo Sasuke y apuntando a una marca en la nalga inferior de este.

Sí, definitivamente la forma en la que se dio cuenta que Sai era esa persona, no fue tan dramática y escandalosa como lo fue con Naruto y Sasuke. Quizá era porque ni Sai ni Gaara eran famosos como Sasuke o impulsivos como Naruto. Pero eso no quitaba el hecho de que tras bambalinas, tras el acto que era el romance de ese par que ocupaba los reflectores, Sai y Gaara se encontraron.

—Ja, así que ahí tenía Sasuke su marca—Gaara alzó el rostro para ver a Sai—, me pregunto si Naruto la tendrá en el mismo lugar.

Quizá Sai era esa persona, eso no evitaba que siguiera siendo un idiota.

—Te regresas solo—bufó levantándose y saliendo del lugar.

—¿Pero qué dije? Solo era una curiosidad.

 

 

Notas finales:

¡¿Qué les pareció?!

A mi me gustó el tema ♥

((03/12: ¡Gracias a AkiraMay por sus observaciones!))


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