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Descubierto por SumTheHeaven

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Notas del capitulo:

¡Hola!uwu, pues bueno, hoy es el último. Creo que en algún momento escribiré mostrando otros aspectos, pero ahora este es el final de "Descubiertos" así que espero disfruten este último capítulo, ya se vienen otras novelas uwu y más cosas en las que he estado trabajando para mostrárselas. 

¡Disfruten del capítulo!*-*

 

 

Capítulo 10; {Contemos el final}

 

Acabó su humeante taza de café, abandonando el salón de la gran mansión para dirigirse a la casa de Agasa. Necesitaba con urgencia a Shiho, porque nada mejor podía ocurrírsele y su pequeño tenía el derecho de saber de sus opciones, aún si él no estaba de acuerdo en lo más mínimo con alguna de las que tomara. Su paso tambaleante se dirigió hasta la mansión vecina, con el frío de la noche cubriéndolo, sabiendo que su pequeño dormía todavía en su habitación. 

Agasa abrió la puerta al escucharle, pisando sobre el delicado asfalto con la noche silenciosa como hoy. El profesor le sonrió, invitándole a pasar, para en silencio guiarle hasta el sótano, donde debía estar la científica. Kaito descendió las escaleras, esperándose cualquier cosa de ese aterrador lugar lleno de artefactos y montón de fórmulas químicas por doquier. 

—¿Ya lo has decidido?—escuchó el resonar de una voz, a lo que él solo suspiró. Aparte de científica ¿Adivina también?

—Algo así—volvió a suspirar Kuroba, adentrándose al espacioso laboratorio, donde se detuvo repentinamente al ver en una cama recostada a una joven pequeña, de cabello casi albino, más como un rubio cenizo y a su lado, de pie con una sonrisa, Masumi Sera, una muchacha que había investigado hacía un tiempo a petición de Shinichi—¿Te he interrumpido?—.

La científica negó con simpleza, antes de dirigir la aguja al cuello de la más pequeña, inyectando el líquido del interior del frasco—No tanto como crees, pero bueno—comentó, acabando de retirar la aguja, mientras el cuerpo de la pequeña se retorcijaba en la cama—¿Y? ¿Qué has decidido al final?

—Quiero decirle—rindiéndose a su idea, la científica le miró con una sonrisa.

—Vendrá volando a mí para el antídoto ¿Lo sabes, no?—Shiho le hizo recuerdo, enseñando el frasco que contenía el antídoto y desde donde también, había sacado la inyección para la pequeña en la cama.

—Sí, lo sé—asintió el mago—Igualmente no hubiese podido detenerle, estabas pensando decírselo tú—desveló el mago, Shiho asintió, acordando de su verdad.

— Por fortuna para ti, encontré una forma de reducir el riesgo a muerte en el que pueda caer de tomarse el antídoto, así que tienes mayor porcentaje de que todo salga a la perfección—anunció con alivio, poco disimulado, Kaito asintió retirándose, al ver que el pequeño cuerpo en la camilla comenzaba a contorsionarse levemente.

 

Al siguiente día, Kaito supo lo que pasaría al llegar Shiho tan temprano por la mañana. Shinichi les recibía con su pequeño cuerpo al borde de la puerta, preguntándole con descuido a la muchacha su razón de hoy para visitar la mansión. Esta vez la científica se encogió de hombros, invitando a ambos a tomar asiento frente a ella. El tema salió con relativa facilidad, puesto también que Kudou lo deseaba más que nunca. Volver a ser él, su cuerpo, su historia, el de verdad, no la falsa personalidad que creó. Shiho les relató los riesgos, las posibilidades y el contenido químico que poseía el fármaco, para un pequeño cuerpo como el de él, sería peligroso tomarlo con su sistema de defensa actual, pero Kaito lo sabía así como ella, él tomaba los riesgos sin importarle nada. 

— ¿Estás dispuesto a tomar el antídoto con todos los riesgos?—cuestionó por última vez la científica, el detective asintió sin pensárselo dos veces.—Después de esto, la organización no tardará en encontrarte, Gin quizá vuelva a buscarte, colocarás en riesgo a todos los cercanos a ti, ¿entiendes eso?

—Sí—Shinichi respondió, suspiroso—Pero, ¿qué es una vida llena de miedos?

La científica asintió, y de su bolsillo sacó un frasco con un extraño líquido traslúcido. Del otro, una aguja para la inyección, cogiendo del contenido con una extraña sonrisa macabra en el rostro. Disfrutaría verle sufrir por todas las imprudencias en las que la había metido un millón de veces, pero volver a ver a Kudou no estaba mal del todo.

—Será mejor que busques un lugar donde recostarte, después de la inyección sufrirás durante cinco horas—anunció divertida, viendo aparecer cierto pánico en el pequeño ante la aguja frente a él. Daba más miedo ella que la propia transformación que resultaría. 

Kaito rió. Algo en él decía que si la científica había sido capaz de acceder a darle de este antídoto, es que nada resultaría mal como ella advertía. Después de todo, podía engañar fácilmente a los ojos de Shinichi, pero a él no. Esa mirada era propia de él cuando miraba a su pequeño, con toda la admiración y cariño que podía tenerle.

Shinichi se recostó en el sofá. Shiho no esperó por mucho para introducir el líquido a su cuerpo. Lo sedó instantes después para evitar la desesperación del pequeño, y reducir el dolor del que se acordaría. 

 

Cinco horas pasadas en las que, lo único que se oyó por toda la mansión fue la respiración agitada del muchacho en el salón de la casa. Shiho supo que el proceso había terminado cuando la respiración se normalizó, pudiendo regresar ambos el salón el cuerpo de Shinichi aparecía allí, perlado en sudor, con todo el rostro sumergido en calor, y una manta cubriéndole, a ese delineado y espectacular cuerpo.

Shinichi había vuelto.

 

— ¿Y si nos dice que no, Yuu-kun?—cuestionó la mujer, preocupada. Iban de camino a su mansión para poder llevarse a su pequeño Shinichi y sacarlo de todos los peligros que ahora corría.

— Es pequeño, podremos llevarlo igual—sonrió el hombre, abriendo por fin la puerta del lugar, adentrándose a su tan querida casa.

Ambos se hallaron en el salón a poco segundos después de entrar, Shinichi Kudou les esperaba de pie con una sonrisa, con Kaito a su lado. La científica tomaba café con tranquilidad, mientras Yukiko no podía evitar sorprenderse. ¿Su hijo había vuelto? ¿Sería otra más del momento? El detective caminó hasta ellos, abrazándolos aún ellos sumidos en su desconcierto. 

— Supongo que ya no verán más a Conan Edogawa—murmuró el muchacho, después separándose de ellos con una sonrisa en sus labios.

— ¡Has vuelto!—exclamó Yukiko, lanzándose a darle uno de esos abrazados de madre que asfixiaban al detective. Yuusaku compartió la emoción de su mujer. Su hijo si que era capaz de resolver todo por sí solo.

— Sí—confirmó alegre el muchacho—Así que, como verán, continuo pudiendo arreglármelas solo.

Kaito miraba con diversión la escena, sin decir nada. Nuevamente, no podía más que admirar al otro, mientras este se hacía cargo de su vida sin intención de dejarse en manos de alguien más. 

 

— ¿Seguro que no quieres volver con ellos?—Kaito abrazaba a su detective por detrás, ambos apoyándose en el balcón de la mansión por el cual despedían a los padres del detective, que ya regresaban de nueva cuenta a Estados Unidos. 

— No—respondió, alzando la mano para despedirse de ellos—Sí que me gustaría ir allá, pero aún tengo mucho aquí como para perderlo y cosas de las que ocuparme.

— ¿Siempre verás por los demás antes que por ti?—suspiró Kaito, sintiéndose algo culpable con ello en mente. 

— ¡Eh, que ahora estoy viendo por mí!—exclamó el detective, divertido—Me quedo aquí también por mí, ¿O es que crees que sobreviviría allá sin ti?—le cuestionó, volteando su rostro para poder ver el rostro sonrojado del ladrón, quien se escondió en la espalda del detective.

— ¿E-es enserio?—apenas pudo preguntar, cuando Shinichi giró con rapidez para tenerle de frente, plantándole uno de sus dulces besos, entregándole sus labios al mago, quién los recibía y dominaba con gusto.

— Por supuesto, no volví a ser Shinichi solo para irme de Estados Unidos, quería estar aquí, contigo—pronunció con ternura, acariciándole la mejilla.

De entre ello, en Kaito surgió aquella mirada lasciva, que encerró al detective inmediatamente entre sus brazos—¡Que detective tan tierno que tengo!—exclamó, antes de elevarlo para adentrarse ambos otra vez a la habitación. Esperaba por mucho tiempo para concederse darse los placeres que necesitaba como hombre, tenía que aprovechar que su detective estaba en su máximo momento también.

— Ladrón de..—rugió Shinichi, antes de dejarse hacer por las manos de Kaito, que se colaban frías por todo su cuerpo, recorriendo su piel.

— Sé que me amas—rió Kaito, sus ojos violáceos posándose en Shinichi sonriente—¿No es así?

— ¡Claro que sí!—confesó el detective, cayendo él en el excesivo sonrojo—¡Si no, no te dejaría hacer estas cosas!

{Fin}

Notas finales:

¡Gracias por su apoyo! Estoy muy agradecida que me hayan apoyado por tanto, y que sigan apoyándome en otras novelas. Es un gusto escribir para ustedes, espero sigan gustándoles mis novelas como hasta ahora.

Muchas a gracias a todos los lectores, son las personas más amadas por mi-u-. 

¡Nos veremos en otra!~ 

Sum se va-o-.


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