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Descubierto por SumTheHeaven

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí nuevo capítulo<3

Les dejo leer con tranquilidad^^

Capítulo dos; {De espías}

 

Se sentía horriblemente mal hacía si misma al hacer esto, pero le resultaba necesario. Conan le había mentido, le dijo que habían cambiado la hora en que se juntaría con Ayumi, Genta y Mitsuhiko, pero no era así, seguramente iba con ese tal Kaito. Se escondía con facilidad entre la gente, usando unos jeans oscuros y una remera que cubría a la perfección su figura. Su pelo atado en desorden vario, alisado, y por último unos lentes. A su vez también le era emocionante hacer tal cosa, pero olvidaba de vez en cuando que Conan solo tenía siete años.

El pequeño, a pesar de sentirse observado siguió su camino con apuro, ya que iba tarde nuevamente para ver con Kaito en un café cerca de casa de los Kudo. 

— ¡Joder!—se quejó mientras emprendía a mayor velocidad, viendo de reojo su reloj. Veinte minutos tarde. ¡Kaito se iba a enfadar!

Ran corrió tras él con disimulo, mientras veía a lo lejos el café del cual Conan ya estaba apunto de entrar. Colocó la capucha, antes de entrar al café y escoger un asiento cómodo donde podía escuchar con tranquilidad.

Conan por su parte se sentó frente a Kaito, que miraba aburrido por la ventana esperando. 

— ¡Otra vez, tantei-kun! Si me dejas tan solo acabaré por aburrirme.—declaró el mayor, con cierto enfado.

El pequeño detective sonrío inconsciente con la dulzura de su novio, tirando de la camisa de él para depositar un suave y disimulado beso en la mejilla, que Ran alcanzó a ver de reojo, sintiendo las mejillas arder de la vergüenza.

— Oh, Kaito, no exageres.—le reclamó el pequeño— No podía convencer a Ran.

— ¿Otra vez aquella chica?—expresó Kaito celoso.—Acabaré muriéndome de celos si ella te tiene todos los días.

— ¡Kaito!—regañó el menor— Aunque tú eres el único que puede hacer esto.—volvió a jalar al mayor como si fuese a hablar al oído, aunque en cambio con el menú se cubrió para besar los labios de Kaito.

Kaito para Shinichi era como un niño, uno tierno e inocente, que le molestaba si las cosas no salían como deseaba o no podía ver las cosas que quería, así que resultaba fácil convencerle con dulces, en este caso, sus propios labios.

— En todo caso, Shin, ¿qué fue eso de que tenías que contarme algo?—Ahora con más seriedad, Kaito se acomodó sobre el asiento para mirar directamente al pequeño, que aclaró su garganta para hablar.

— Habían cámaras en el piso en que estábamos, estaban ocultas, y una específicamente grababa a la perfección el lugar donde estuvimos durante tu robo.—confesó bajito, al oído de Kaito, limitando a Ran a no escuchar nada de lo que había dicho.

Kaito palideció.

— ¿Quién vio?—cuestionó rápido, un poco asustado de la tontería que le había pasado las narices. Si no hubiese estado tan atento a los oficiales se hubiese dado cuenta. ¡Había pasado por alto las cámaras que podrían traer problemas a Conan!

— Sospecho que...—Conan volvió a acercarse al oído del ladrón, con la intención que ningún murmullo saliese de ese pequeño espacio entre ambos.— Ran. Ella estaba ahí, además luego me llamó nerviosa, creo que ella fue quién vio, por que Nakamori solo tiró las cintas.

— ¿Estás bien entonces? ¿No tendrás problemas?—cuestionó preocupado, a lo que Conan cambió de lugar para sentarse al lado del mayor, a quién abrazó.

— No por ahora, Kaito.—respondió con dulzura, mientras abrazaba con cuidado la cintura del adolescente.

Recordaba en momentos así lo extraño de su relación. Siendo Conan asistió a muchísimos robos, cuando desistió con Ran al saber su relación con Eisuke el robo de Kaito Kid le había permitido despejar su mente. Aquel mismo día en que asistirían al robo todo se complicó para el ladrón debido a que él descubrió su truco y avisó a los oficiales que bloquearon la salida segura. Kid se vio en la obligación de tomar otra vía que tenía prevista, pero como castigo se llevó al pequeño Tantei que casi permiten que lo atrapen. El ladrón le contó parte su triste historia, causando una extraña reacción en el encogido detective que se identificó con la situación de su enemigo más inteligente. Él había perdido su vida original, mientras que Kaito perdió su libertad y a su padre. Aunque no se disculpó, se sintió idiota al competir con alguien que tenía un problema aún peor que él. Sabían perfectamente la identidad verdadera del segundo ladrón KID, lo planeaban utilizar al igual que lo habían hecho con su padre, Phatom Lady, mientras él buscaba en cada uno de sus actos una joya en especial para destruirla y evitar así un desastre que acabaría peor que esclavitud. No quiso decir nada, pero el ladrón también le entendió cuando Conan contó su historia, a sabiendas de que hace ya bastante Kaito Kid sabía su verdadera identidad. Después de ese momento, justo a la luz de la Luna, el ladrón le robó su primer beso, uno dulce, reconfortante, después de las agrías palabras que se confesaron el uno al otro de una historia bastante trágica. Correspondió sin saber porqué, y después de eso, lo que llenaba de curiosidad  su mente y pensamientos felices así como los negativos era aquel ladrón de blanco vestir. Unos robos más el mismo Kaito se presentó ante él con su verdadera identidad, Kaito Kuroba. 

Kaito acarició suavemente los cabellos del menor, mirándolo con ternura al verle cerrar sus ojos y sumirse en su propio mundo, ese de detective que lo intrigaba. Quizá iban por diferentes caminos, pero se había sacado el sombrero ante él por enamorado, y en realidad no le molestaba estarlo, al menos no de él.

Pasaba desapercibido así, su parecido físico ayudaba a la suposición de familiar, pero más que familiar, lo que quería hacer con ese pequeño eran miles de veces más sucio, aunque no quitaba la dulzura de ese rostro infantil, que al igual que el original de Shinichi lo tenían danzando a disposición de él. Había resultado un cuento difícil decidirse a revelar su identidad, pero al fin y al cabo, sabía que temer era estúpido, Shinichi era una persona en sus sentidos especial, que jamás lo traicionaría y se lo había demostrado después de consecutivos besos que había logrado darle como ladrón.

— Oye,... tantei...—llamó suave, con su tono de voz cargado de dulzura ante la escena que le presentaba su encogido novio.

— Humh.—respondió como recién despertado, abriendo aquellos ojos azules atractivos para darle una mirada.

— Te amo.—declaró el mayor antes de estrecharlo entre sus brazos, causando la risa alegre de Conan quién respondió de igual manera.

No se cansaba de cada día declarle su amor otra vez, decirle cuanto amaba ambas figuras, y que sea como sea, jamás lo dejaría. Así como Conan había aceptado que su novio fuese un ladrón al que comprendió y se permitió amar. 

Ran por su parte terminó su café, sorprendida de tales actos que había visto de su pequeño. Bien, no era un violador, pero aún así no le convencía que fuese de su edad cuando ella con Conan se llevaban por diez. No era mal chico, se veía dulce y tierno, y cuidaba de Conan tal como lo haría ella misma, pero tenía muchísimas dudas. ¿Conan estaba con dos chicos? ¡Ambos mayores, encima! Aquel Kaito, este chico, y el otro ladrón, ¿Cómo podía ser que su pequeño era tan...? Se quedó sin palabras, sorprendida de su propia idea de que Conan engañase a uno a tan corta edad con el otro. 

Salió del café más confundida, comenzando a escribir en su móvil lo que tenía hasta ahora sobre estos extraños sucesos de Conan.

¡Joder! ¿Porqué todo tenía que ser tan complicado con ese pequeño encima? ¡Maldición!

-.-.-.-.-.-

— Uhmh, es que, se alargó por eso me quedaré más con ellos.—se excusó Conan, escuchando a una resignada Ran desde la otra línea.

Haibara sonrió para si, mientras se acercaba a su pequeño amigo, otra vez con las mentiras. Mientras que Conan no había estado en toda la tarde, para Ran se suponía que ya había estado tiempo suficiente. Sabía a la perfección con quién iba, con aquel chico que lo traía loco, pero no sabía muy bien disimular, lo estaba demostrando en esta ocasión. 

Además de que la foto de aquel adolescente estaba en su fondo de pantalla del móvil de Shinichi. 

— Kudo, te has vuelto demasiado bueno para la mentira.—declaró la muchacha, sonriente, mientras que caminaba hasta quedar al lado del resto de chicos.

La idea era probar uno de los nuevos vídeo-juegos que habían comprado. Este en especial con una trama bastante interesante. Solo tenías que elegir si querías ser detective o ladrón y continuar el hilo de la historia según tú elección. Como la liga juvenil quería probar el modo detective, lo habían comprado con bastante emoción para poder probar este juego que rápidamente se había agotado en tiendas. En cambio Conan solo mensajeaba por el móvil.

"¡Quiero estar contigo, tantei-kun!" -Kaito.

"Yo también, estoy aburrido aquí." -Conan

"¿Voy a buscarte?" -Kaito.

Conan rió. A pesar de que le gustaría la idea, si dejaba a los chicos finalmente terminarían por darse cuenta, no podía.

-.-.-.-.-.-

— ¿Cómo lo has pasado, Conan-kun?—preguntó Ran sonriente, viendo al pequeño adentrarse al lugar.

— ¡Muy bien, Ran-neechan!—contestó el pequeño, sonriendo a la mayor. Sin embargo, Ran miraba escéptica, no con ese rostro de dulzura que siempre poseía en el rostro.

— ¿Porqué se retrasaron tanto?

Conan tragó duro, pensando en una buena excusa para tratar de salir de esta.

— Ohu, es que Ran-nee—rascó su cabeza con su brazo izquierdo por su nuca, nervioso.

Kogoro, para su suerte, se adentró al salón exaltado.

— ¡Rápido! Me llamaron para un caso, ¡Vamos!—gritó a viva voz, alertando a ambos chicos que obedecieron rápidamente sin replicar.

-.-.-.-.-.-

Cuando el rostro lúgubre de Kaito fue él que asaltó la escena, el corazón de Conan casi sale de su pecho, del fuerte y brusco golpe que dio contra su pecho, ahogándolo. Por supuesto que el ladrón no era sospechoso, era un testigo, amigo de la hija del que llamó el caso, pero el simple hecho de cruzar con él lo desbocó. Trató de calmar su respiración inútilmente, escabulléndose de las miradas ajenas para pasar a ocultarse. Ran dio una rápida mirada, a lo que inmediatamente una sonrisa creció sobre sus labios. ¡Claro, cómo no! Aquel chico con el que Conan "salía". Además de una chica bastante parecía a ella misma, pero su cabello mucho más alborotado.

— ¿Y qué fue lo que pasó?—cuestionó Kogoro, con seriedad.

El padre de la muchacha rubia comenzó a hablar, alejándose del resto a su vez, a lo que un incómodo silencio alargó entre las cuatro presencias más la quinta de Conan oculta entre los arbustos.

— E-eres...—comenzó la rubia, sorprendida, apuntando a una y a la otra— ¡Eres igual a Aoko-chan!

Kaito podía agredecer a su rubia compañera la distracción, mientras él escabullía con facilidad entre la oscuridad para inclinarse en todo el matorral de plantas, escondiéndose al igual que Conan, a quien alcanzó sus pies delgados.

— ¡Tantei-kun!—llamó meloso, con su suave voz cantando bajo.

— ¡Idiota!—reclamó bajo, alarmado, mientras con suavidad volvía hasta Kaito, tratando de evitar sonidos demás.

¡Se estaba complicando!

Notas finales:

Perdón por la tardanza D: Siempre me gustaría ser más activa, pero, como verán, me resulta complicado con esto de fin de año y que yo termino mi año escolar:c ¡Pero bueno! Gracias por el recibimiento, me hacen mucho más feliz, y espero que este segundo capítulo sea también aceptado c:

¡Gracias por comentar y estar presentes! :D

Hasta luego:3


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