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Porque no hay paz cuando mueres, solo rubios embarazados por Cinnamon

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Notas del fanfic:

Todos los personajes le pertenecen a Masahi Kishimoto :)

Dedicado a: Jaqueline y memi-chan.

Lamento la demora a todos los que lo esperaban, pero la vida real tiene formas de arruinar los horarios de muchos :( especialmente los mios T_T

 

Notas del capitulo:

Pues sí, soy yo. Tarde. Lo sé. Pero familia llegó y chocolates y regalos y arañas... en fin~

Espero les guste :D

Este solo tiene dos partes porque una es el POV de Itachi y el otro es el de Deidara :)

La palabra está incluida :3

-

Itachi

-

Cuando cerró los ojos con la impresión de que esta vez sería la última vez que volvería a la vida y al fin caería muerto, Itachi pudo sentirse en paz y satisfecho con lo que dejaba atrás. Porque Sasuke sabía la verdad y tenía a Naruto, y pese a lo terco y orgulloso que sabía era su hermanito, con ayuda de su amigo lograría entender sus razones detrás de lo que hizo. Sabía que todo saldría bien. Podía morir en paz.

Así que cuando Itachi sintió, en lugar del esperado frío que significaba su muerte, una sensación cálida recorriendo su cuerpo; no pudo evitar poner todos sus sentidos en alerta. Aún con los ojos cerrados, poco a poco fue siendo consciente de que estaba sobre algo suave y cómodo, además de que la calidez provenía de lo que tenía en sus brazos.

Se forzó a guardar la calma y no actuar antes de que descubriera si su entorno era seguro. Quizá alguien lo había revivido de nuevo, cosa que no era tan sorprendente considerando el mundo en el que vivía. Solo esperaba que la persona que esta vez lo había revivido no tuviera nefarios planes para destruir su aldea. Aunque, a quién engañaba; casi todas las fuerzas malvadas que despertaban a los muertos solo tenían un objetivo. Y este incluía la destrucción de Konoha.

Dio un suspiro interno, cansado de que el cielo solo le trajera problemas en su futuro y que ni si quiera tuviera la tranquilidad de poder morir como cualquier mortal. Quizá era eso, el que no era considerado como un cualquier mortal. Tenía que preguntarse si la vida de alguien que nacía siendo un ¨genio¨ pasaba por lo mismo que él.

Aún absorto en sus pensamientos tuvo que detenerse a tomar en cuenta que la persona -porque sí, era una persona- que estaba abrazando –luego se preguntaría por qué no se sintió incómodo con tal situación- se estaba moviendo levemente. Su cerebro le dijo que tenía que abrir los ojos, pero una parte interna suya contradecía la acción. Sentía que si lo hacía se daría cuenta de algo que posiblemente no le iría a gustar.

Suspiró, internamente, porque pese a muerto seguía siendo un Uchiha y los Uchiha no suspiran en resignación por la vida –¿la no vida? No sabía cómo llamar a su nuevo estado de existencia, era un genio, no un filosofo. Así que abrió los ojos.

Esto tenía que ser una broma.

Cerró los ojos con fuerza esperando que todo a su alrededor desapareciera. Aunque quizá sí estaba muerto y esto era una clase de penitencia o el limbo o el infierno mismo. Quizá no debió menospreciar la existencia de un Dios cuando estaba vivo, porque ahora lo estaba pagando, estaba seguro de eso.

Aún así no se movió, no haría ningún movimiento que pudiera levantar al ser que tenía entre sus brazos. A la persona. A… Deidara.

Definitivamente una penitencia.

No quería ni saber lo que haría el rubio cuando se levantara y se diera cuenta que el gran ¨Uchiha bastardo¨ -como le decía, Deidara no había dejado de lado el hecho de que Itachi lo había derrotado; el rubio era bastante orgulloso- lo estaba abrazando y que ambos estaban en la misma cama. Desnudos.

Era el infierno. Alguien estaba castigándolo por todos los pecados que había cometido. Y no lo decía por el hecho de que Deidara estuviera desnudo, el rubio tenía una piel suave y cremosa que le hacía sentir como corriente en cada parte que sus pieles desnudas se encontraban –una sensación que no le molestaba; al contrario, se sentía bien-; era porque cuando el rubio se diera cuenta no se detendría hasta tener la cabeza de Itachi en sus manos y sus intestinos como guirnaldas decorando el árbol de navidad.

Abrió sus ojos nuevamente, aunque esta vez con intención de ver sus alrededores. No había sentido la presencia de nadie más además de la del rubio. Además de que nada le indicaba que podía estar en alguna clase de peligro. Todo estaba tranquilo, el único sonido la respiración de su extraño acompañante. El cuarto estaba iluminado por los rayos de un sol naciente que cruzaban los ventanales que si alzaba la cabeza podía ver que se dirigían a un balcón.

Todo el lugar indicaba habitación. La gran cama en la que estaban como gran pista. El ropero de madera negra, la cómoda, las mesitas de noche y la puerta abierta hacia un baño eran fáciles indicadores de eso. Los cuadros, las fotografías, el símbolo pintado en uno de ellos solo podía indicar una cosa, que era su cuarto. Las raras esculturas sobre la cómoda y las mesitas de noche también le hacían asumir otra cosa, una que no quería aceptar. Por lo que volvió a tratar de encontrar razón a su situación.

Algo que no duró mucho haciendo porque el sonido de un traqueteo contra algo de madera lo puso en alerta.

Giró hacia el sonido para poder pararlo, mirando de reojo al cuerpo en sus brazos esperando que no despertara. Cuando encontró el lugar desde dónde provenía este, tuvo que mirarlo fijamente esperando reconocer el objeto, rindiéndose giró con cuidado. El objeto negro que vibraba contra su mesita de noche –su, al parecer ya comenzaba a creerse esta locura- también brillaba intermitentemente.

Lo tomó con su mano izquierda, la única libre ya que su brazo derecho se encontraba como prisionero de una cabeza rubia. Al tenerlo en su mano, este objeto siguió vibrando pero ya no causaba ruido alguno al no estar contra la madera.

Sin saber qué hacer para detenerlo estaba por tirarlo contra la pared, cuando casualmente uno de sus dedos rozó con la superficie  lisa y este dejó de vibrar. Aliviado, estaba por volver a ponerlo sobre su mesita de noche. Cuando escuchó su voz.

—¡Itachi! ¡¿Dónde estás?! ¡Dijiste a las cinco! ¡Ya son las cinco y media! —No sabía qué hacer o decir, esa era la voz de Sasuke, de su hermanito que se suponía seguía con vida y no debería estar en el mismo infierno en el que él habían parado.

—¿Sa…Sasuke? —solo pudo pronunciar su nombre, aún incrédulo de todo. El silencio proveniente del objeto le hizo pensar que quizá fue su imaginación o un engaño. Hasta que Sasuke volvió a hablar, esta vez más tranquilo.

—¿Estás bien? Suenas extraño. —Itachi quería reír nervioso pensando que no, no estaba bien. Escuchó un suspiro—. ¿Pelearon de nuevo? —Tuvo que parpadear ante el tono de resignación de Sasuke, aunque este parecía como si estuviera acostumbrado a eso—. Son las hormonas, sabes que está-

—¡Itachi! —Sasuke fue interrumpido por una voz que Itachi conocía muy bien. Naruto Uzumaki.—El idiota de Sasuke me levantó a las cuatro de la mañana, ¡y es tu culpa! ¡Así que si no-

—Cállate, bobo. Y devuélveme el celular—dijo con un suspiro en su voz. Pero pese a la amonestación y a los insultos que ambos se dieron, Itachi podía notar que ellos se sentían cómodos el uno con el otro—. Ya lo escuchaste. Fue un tortura lograr que el bobo este se levantara, así que más te vale llegar pronto—Itachi solo pudo preguntarse por qué su hermanito estaba con Naruto—. ¿Itachi?

—Sí, sí… ahí estaré. —No tenía ni idea de dónde era ahí. Pero se las arreglaría. Pudo sentir la preocupación de Sasuke desde el otro lado del objeto.

—Sé que cuando se pone así te gusta darle su espacio—se detuvo—, pero por mucho que Deidara amenace con sacarte los ojos con su cincel, no lo dice en serio. —Itachi lo dudaba, Deidara siempre hablaba en serio, especialmente cuando eran sus amenazas contra él—. Naru también pasó por eso los primeros meses—dijo en un susurro. Para luego murmurar algo como ¨y los seis siguientes¨. Itachi no entendió a qué se refería o el porqué del susurro, pero le llamó más la atención el cómo llamó Sasuke a Naruto. No solo por el acortamiento de su nombre, sino por la forma dulce en la que lo dijo—. Así que si prefieres dejar el entrenamiento para después solo me mandas un mensaje. Yo me encargaré de aplacar a Naruto.

—Yo-

—¿Está todo bien? ¿Es Dei? —escuchó la voz de Naruto.

—Todo está bien, solo han vuelto a discutir—dijo Sasuke, su voz se escuchaba alejada.

—Dile que solo diga que sí a todo lo que Dei pida—respondió Naruto, algo que Itachi no esperaba escuchar, tampoco la parecida cercanía que tenía este con ¨Dei¨.

—Ya lo oíste—la voz de Sasuke sonaba más cercana—. Te veo más tarde, entonces. De todas formas me mandas un mensaje si cambias de opinión.

Segundos después solo escuchó un pitido. Itachi vio la superficie brillante y decidió volver a pasar su dedo por ahí. El pitido se detuvo y el objeto negro dejó de brillar.

Esto era una locura. Pero si Sasuke estaba aquí y Naruto también, eso significaba que no podía estar muerto. Y tomando en cuenta el objeto extraño que funcionó como medio de comunicación, su mente solo pudo llegar a una conclusión: universo alterno.

Claro que él sería enviado a un universo alterno antes de poder morir en paz.

Dejó el objeto negro y plano donde lo encontró y se recostó en la cama boca arriba. Era cómoda y cálida, ya no importaba si despertaba a su acompañante. Quizá esta vez si Deidara lo mataba si moriría como se debe. Así que decidiendo que aceleraría el proceso dijo con un tono resignado.

—Deidara. —El cuerpo a su lado se movió, pero en lugar de alejarse de él, este solo se hundió más a su lado derecho. Itachi alzó una ceja mirando de reojo la cabellera rubia. Pensó un momento en la posibilidad de que este Deidara no fuera el mismo que él recordaba—. ¿Deidara?

—¿Hm? —Itachi se dio cuenta de que aún sonaba adormilado.

—¿Estás cómodo?

Deidara alzó el rostro, sus parpados claramente aún adormilados se abrieron y cerraron viendo a Itachi. Tres, dos, uno…

—¡¿Qué rayos?! —El rubio saltó de la cama y cayó sentado contra el piso al resbalarse de esta, sus piernas enredadas con las sabanas que él jaló consigo.

Al parecer este Deidara era el mismo que recordaba. Algo le había dicho que sería así, considerando su suerte.

Aprovechó que ya no tenía una cabeza sobre su brazo para sentarse y estirarlos, lo sentía adormecido.

—¡¿Qué haces aquí?! —gritó con claro horror en sus ojos claros que estaban abiertos en extremo—. Y- Y- ¡¿Y por qué estás desnudo?!

—Tú también lo estas—respondió tranquilo. Deidara bajó el rostro para darse cuenta que él tampoco tenía nada cubriendo su pecho, ni abdomen. Itachi tuvo que aguantar una sonrisa cuando lo vio abrazar su cuerpo como queriendo cubrirse.

—¡Te arrepentirás, hm! —Itachi vio con curiosidad cómo el rubio se levantó de golpe y alzó una de sus manos para atacarlo y notar que la característica única del rubio ya no estaba en su palma.

—¿Decías? —preguntó señalando a la palma del rubio. Con rapidez Deidara alzó ambas de sus manos para ver sus palmas. Su expresión lo decía todo. Las puramente reales bocas que habían ahí, ahora eran unos simple tatuajes. Itachi quería reír ante el rostro de horror y miseria del rubio.

Pero no lo hizo, porque en ese momento se dio cuenta que si Deidara no tenía su poder característico, eso significaba que tampoco él tendría el suyo. Se levantó de golpe y caminó hacia la cómoda donde había un espejo y se acercó a este. Hizo todo lo que recordaba para traer su Sharingan a la vista. Nada. Comenzó a formar jutsus con sus manos. Nada. Intentó sentir el chakra a su alrededor. Se dio cuenta que podía sentir las cosas, su energía, pero no podía usarla como antes. Volvió a la cama y se sentó de golpe.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos? —Deidara sonaba en una especie de trance, seguro por la repentina noticia de que ahora era como cualquier aldeano.

—Un universo alterno, otro mundo, como quieras llamarlo. Pero ya no estamos en un mundo donde los ninjas existen—dijo con finalidad. Sintió a Deidara verlo con intensidad.

—¿Los ninjas no existen? ¿Por qué lo dices?

—No puedo utilizar mi chakra—explicó. Vio cómo Deidara se levantó y probó lo que este le había dicho.

—Demonios—farfulló.

Pasaron minutos en los que ambos se quedaron en silencio. Itachi había pensado bastante en su nueva situación. Suspiró. Quizá solo debía adaptarse a la idea que no estaba muerto y que ahora tenía otra oportunidad de vivir. Además, ahora podría estar con su hermano y conocerlo como antes no pudo. Sí, aprovecharía lo que esta oportunidad le daba. La pérdida de sus poderes era lo menos importante si a cambio podía ver a Sasuke.

—¿Qué haces? —preguntó Deidara.

—Buscando ropa—dijo caminando hacia el ropero.

—Bus- ¡¿Por qué?! ¡Tenemos que hacer algo, hm!

—No, gracias. Yo me quedo aquí—dijo con tranquilidad. Él era un genio, se adaptaría a este nuevo mundo.

—¡No puedes!

—¿Eh? —giró a ver al rubio, sus manos aún sobre las manijas de su ropero— ¿Por qué?

—Pues- ¡Porque tienes que ayudarme a regresar!

—¿Regresar? Que yo recuerde estamos muertos. —Volvió su mirada hacia el ropero, lo abrió y vio las ropas que colgaban de ahí. Hizo una mueca en su rostro al darse cuenta de la clara división que tenía este. Ya no podía negarlo, en este mundo Deidara y él vivían juntos. No podía evitar preguntarse en qué estaba pensando el Itachi de este mundo para vivir con el Deidara de este mundo. Quizá era un masoquista.

Al menos eso explicaría las esposas. Pensó cuando abrió una de las cajas que encontró. La cerró y siguió revisando las ropas.

Luego de coger unos pantalones que eran de un material que no conocía pero parecían cómodos, junto a una camiseta; se dio cuenta que el rubio no había dicho nada. Giró para verlo cuando se dio cuenta que estaba solo en la habitación. Levantó y bajó los hombros en un signo de desinterés y caminó hacia el baño. Se lavaría, cambiaría y buscaría una forma de encontrar a Sasuke. Ese era su nuevo objetivo, pasar más tiempo con su hermanito.

 

-

 

Cuando salió del baño, ya bañado y listo no esperaba encontrar su nueva habitación hecha un desastre. Pero tenía que admitir que no era una sorpresa considerando la personalidad explosiva del rubio.

—¿Qué haces? —preguntó, no tenía otra cosa que hacer. Después de descubrir la terma y alabar su utilidad, recordó que Sasuke dijo que lo vería más tarde, así que solo esperaría a que su hermano viniera. Así que al menos averiguaría qué hacer con su acompañante del otro universo. Deidara bufó bajo la montaña de ropa que había tirado al suelo.

—Buscando una forma para regresar ¿qué más, hm?

—¿En el ropero? —preguntó divertido.

—¡Quizá haya una pista! —gritó sonrojado por la furia—. El resto del lugar no ayuda mucho…—Giró hacia la puerta abierta que daba a un pasillo—. Aunque hay muchas cosas interesantes—susurró, seguro para él mismo aunque Itachi lo oyó. Pudo notar el tono de asombro y quizá algo de cariño en sus palabras. Itachi ignoró el sentimiento de interés ante el cambio de humor del rubio y decidió cambiar de tema.

—¿Interesantes? —preguntó acercándose a la puerta del pasillo para averiguar de lo que el rubio hablaba.

—¡No te distraigas y has algo! —gritó Deidara, aún sentado en el suelo y rodeado de ropa y cajas. Itachi lo ignoró y salió del cuarto—¡Eres desesperante, hm! —fue lo último que escuchó mientras caminaba por el pasillo hacia una escalera.

Bajó por esta y llegó a una habitación con sillones y un objeto como el que tenía en su mesita de noche pero enorme. Parpadeó recorriendo el lugar. Entendía que a Deidara le pareciera interesante, a él solo le daba una especie de sentimiento tenebroso. Lo que debía ser la sala estaba cubierta de grandes esculturas, colores variados y materiales diferentes, sus contexturas se veían distintas.

Pasó de largo y llegó a lo que debía ser la cocina. Estaba limpia y resplandeciente. Pudo notar un mandil colgando en un perchero y no pudo evitar la sonrisa al ver que este tenía el símbolo Uchiha en medio. Así que si la sala tenía toques de Deidara por todas partes, podía decir que la cocina era su lugar. Sobre el increíble refrigerador, que se veía mucho mejor que los de su mundo, pudo notar varias hojas de colores con su letra en ellos. Podía entender lo escrito así que supuso que con respecto a idioma todo estaba bien.

Entre todas las cosas pudo notar un horario. Sacó el imán que lo sostenía y tomó el horario en sus manos para revisarlo.

Entrenamiento SN. 5am.

Llamar Ki. 11am.

Almuerzo SN. 1pm.

Cita. Ts.  3pm.

Cena madre. 7pm.

Parpadeó ante la última entrada. Su madre. Su madre está con vida. Tomó aire y lo dejó salir con calma. Este era otro mundo, debía comenzar a acostumbrarse que habrían diferencias y que entre estas, personas que suponía muertas estarían vivas aquí.

Supuso que SN significaba Sasuke y Naruto, por la conversación que tuvo más temprano. Revisó el reloj que colgaba sobre el marco de la puerta. Siete. ¿Quién sería Ki? Frunció el ceño pensando a qué se refería con ¨llamar¨ cuando un grito lo puso en alerta y corrió hacia este. Deidara.

Entró a la habitación y corrió hacia el baño desde donde provenía el grito. Dio un suspiro alno sentir enemigo alguno, y ver que Deidara estaba bien. Bien en el sentido de que no tenía herida alguna y físicamente estaba tal cual como lo dejó. Su rostro pálido y ojos extremadamente abiertos le decían otra cosa.

—¿Qué pasó? —preguntó acercándose hasta donde el rubio estaba, frente a un espejo. Deidara giró a verlo con esos grandes ojos celestes.

—Mi cuerpo…—susurró, su tono entre horrorizado y a punto de la histeria. Itachi frunció el ceño no entendiendo. Vio a Deidara de arriba a abajo, no podía ver nada extraño. El hecho de que el rubio tuviera sus manos sobre su abdomen no ayudaba, quizá tendría algo ahí. Aunque no recordaba haber visto alguna herida o cicatriz.

—¿Qué tiene? —preguntó con calma, acercándose cuidadosamente como si se tratara de un animal salvaje y fuera de control. Quién sabe, quizá el rubio decidía que Itachi era el culpable de lo que sea que le sucedía y sería atacado.

Vio a Deidara tragar duro, sus dedos inquietos sobre su abdomen.

—No me había dado cuenta…—volvió a susurrar—. Yo re- —intentó decir el rubio, pero no pudo terminar la frase cuando de la nada Itachi vio cómo su rostro pálido comenzaba a adoptar una coloración verdosa y el rubio llevó sus manos a su boca.

Itachi solo pudo ver con asombro cómo el rubio con gran agilidad daba la vuelta y se agachaba contra el wáter y vaciaba todo lo que tenía en su estomago. Son las hormonas. Las palabras de Sasuke llegaron a su mente como un balde de agua fría. Los primeros meses. Los seis siguientes. Y mientras Deidara estaba de rodillas respirando agitado, con su rostro nuevamente pálido y sus manos fuertemente aferradas a la cerámica del wáter, Itachi pudo sentir cómo la sangre de todo su rostro se iba y los puntos se iban uniendo.

Imposible.

Se fijo esta vez atento en el abdomen de Deidara donde segundos atrás estaban sus manos cubriéndolo, para notar el ligero bulto. Claro que no se dio cuenta antes porque no le había prestado atención y porque antes no le había tomado importancia al cuerpo de su compañero de equipo. Tenía muchas cosas en la cabeza en ese entonces. Pero ahora podía notarlo, no era como si Deidara estuviera subido de peso, su vientre estaba expandido hacia adelante.

Im-po-si-ble.

Volvió a escuchar el mismo vibrar de antes y corrió lo más veloz que pudo en este cuerpo para levantar el objeto negro y con dedos que temblaban ligeramente volvió a pasarlos sobre su parte brillante.

—¡Sasuke! —dijo en voz alta sin esperar que este dijera algo.

—No, es Naruto—dijo en tono divertido—. Solo llama-

—¡Deidara está embarazado! —gritó al objeto la locura de conclusión a la que su extraña mente lo había llevado. Pero eso era imposible, quizá era una enfermedad o una anormalidad o cualquier cosa… Pero no. Su mente en este cuerpo distinto lo había llevado a esa como su primera respuesta.

—Hmm… sí—escuchó a Naruto arrastrar la última vocal. Luego en un tono más bajo escuchó—. Sasuke, creo que Dei golpeó muy duro a Tachi.

—¿Cómo que muy duro?

—Pues, está que dice cosas raras.

—¿Raras? —suspiro—Te dije que los dejaras en paz.

—¡Pero tenía el presentimiento que algo pasaría! ¡Y algo pasó! ¡En serio!

—Dame el celular—el tono de Sasuke resignado. Escuchó movimiento del otro lado—. ¿Itachi?

—Sasuke, tienes que venir—dijo esta vez más tranquilo después de escuchar a su hermano.

—¿Pasó algo? —preguntó con clara preocupación, ignorando el ¨¡te lo dije!¨ del otro lado. Itachi tomó aire y lo dejó salir con calma.

—No, no. Solo que-

—¡¡Uchiha bastardo!! —el grito de Deidara se escuchó vibrar por todo el lugar. No pudo evitar el estremecimiento ante la clara aura amenazante que salía del baño.

—¿Qué has dicho esta vez? —Sasuke suspiró en cansancio. Itachi quería gritar para defenderse diciendo que no era su culpa.

—Sasuke—volvió a decir para pedirle a su hermano que venga, cuando la puerta del baño fue azotada contra la pared. Ahí, en la entrada de este, estaba parado un rubio con una clara presencia asesina y rodeado de llamas negras y amenazantes. Itachi se preguntaba cómo lo logró si en este mundo no existía el chakra— ¿Ayuda? —fue lo último que pudo decir antes de que el objeto fuera arrojado contra la pared y cayera al suelo en pedazos.

Deidara estaba frente a él, su rostro rojo de rabia. Su cabello húmedo seguro de cuando se enjuagó el rostro. Sus labios en una mueca de furia intensa. Y su único ojo visible solo reflejaba su muerte.

Intentó mantener la calma recordando todos los enemigos en el pasado y recordando que ya antes había derrotado a Deidara. Nada de eso ayudaba cuando sabía que Deidara estaba… estaba…

Saltó ante el puño que se acercó peligrosamente a su rostro.

—¡¿Qué significa esto?! —gritó señalando su vientre.

—No-

—¡Cállate! ¡Esto seguro es tu culpa! —gritó con su puño alzado y nuevamente atacándolo. Itachi solo pudo agradecer que este cuerpo era lo suficientemente ágil para esquivar los golpes.

—No-

—¡Que te calles! —otro golpe— ¡Sabía que esto era el infierno cuando te vi! —patada—¡Pero esto! —otro golpe.

—Dei-

—¡Seguro es tu culpa! —Deidara cogió una de las esculturas. Tragó duro.

—Dei-

—¡Cállate! —tiró la escultura contra él, Itachi logró esquivarla con las justas. Esta se destruyó contra la pared.

—Pero-

—¡Que no hables! —otra escultura—¡Desde que apareciste sabía que eras problemas! —otra escultura.

—Dei-

—¡No quiero escuchar! —otra escultura.

—Solo-

—¡No! —otra escultura. Itachi ya no sabía a dónde ir, todo el piso estaba cubierto de pedazos de cerámica. Sus lados filosos amenazantes contra sus pies descalzos.

—Tienes que—otra escultura—calmarte. —Otra más. No entendía por qué habían tantas en su cuarto.

—¡No me digas qué hacer! —otra escultura— Uchiha bas…—Deidara comenzó a respirar agitado y bajó su brazo en donde tenía otra escultura—tardo…—su respiración agitada le daba a entender que se le había acabado toda la energía. Recién pudo darse cuenta que el rubio tenía su rostro sonrojado pero ya no de la furia, su cien cubierta de sudor y su cabello pegado a su rostro. Alarmado al ver que retrocedía hasta quedar contra la cómoda y se iba deslizando hasta el suelo, Itachi corrió hasta él.

—Respira conmigo—dijo firme, y pese a que Deidara lo vio con molestia, el rubio comenzó a seguir su patrón de respiración. Sin pensarlo y dejano que su cuerpo se moviera por su cuenta, Itachi tomó la mano de Deidara, e ignorando cómo este se estremeció, llevó su mano contra su pecho para que le fuera más sencillo seguirlo.

Pasaron minutos en esa posición. Deidara sentado contra la cómoda e Itachi de cuclillas a su lado, sosteniendo la mano del rubio contra su pecho. Ambos siguiendo un mismo patrón de respiración.

Cuando Deidara parecía más calmado, Itachi decidió sentarse al lado suyo, apoyándose también contra la cómoda.

—¿Qué tengo, hm? —preguntó más calmado pero era obvia la inquietud en su tono. Sabía que Deidara estaba aterrado, pero no se lo haría notar.

—Recuerdas que dije que es un mundo distinto—comenzó queriendo que la noticia no fuera muy inesperada. Aunque por el ataque que tuvo el rubio, suponía que este ya había llegado a la misma conclusión. Su madre le había dicho que las futuras madres solo saben, que era instinto. Deidara asintió—. Sasuke está aquí. Pude hablar con él. —Deidara giró el rostro para verlo.

—¿El Uchiha menor? —Itachi sintió cierta calma ante la forma común con la que Deidara se refería a su hermano.

—Sí. Por un medio de comunicación que no tenemos en nuestro mundo—. Señaló con su cabeza hacia el objeto destruido. Pudo ver la mueca de Deidara, algo culpable pero Itachi sabía que el rubio no se disculparía. No era como si lo esperase—. Él es de este mundo, no el Sasuke que yo conozco—recalcó—. Él va a venir junto con Naruto.

—¿El jinchuriki?

—Hm, no creo que lo sea aquí—comentó. Deidara asintió—. Pero sí, él. Según ellos, estas… emba- —se detuvo cuando sintió que la mano que aún sostenía lo apretó con fuerza. Se había olvidado que aún se sostenían de las manos. Aún así no lo soltó.

—Eso es imposible, hm—bufó con molestia. Pero el nerviosismo en su tono le decía que pese a lo que dijera él estaba creyendo en eso. Itachi se quedó en silencio, dejando que la mano de su compañera se aferrara a la suya todo lo que quiera. Quizá en su mundo fueron enemigos, pero ahora ambos estaban en un mundo distinto, totalmente diferente al suyo y Deidara era lo único que había venido con él.

No pudo evitar observar al rubio. Su cabeza apoyada contra la cómoda, sus ojos cerrados, seguro intentando despertar de lo que parecía una pesadilla. Antes no había tenido tiempo para poder fijarse en otras personas, no había tenido tiempo en detenerse a admirar los detalles en rostros ajenos, en cuerpos ajenos, en labios rosa que era humedecidos con delicadeza…

—¿Qué, hm? —Parpadeó al darse cuenta que Deidara había abierto los ojos y lo veía interrogante. Había estando mirando fijamente sus labios.

—Nada—dijo incómodo girando hacia adelante donde el desastre estaba cubriendo el suelo.

—¿Entonces no hay forma de regresar? —preguntó después de un par de minutos. Itachi ya lo había analizado. Negó con la cabeza—. ¿Tendremos que quedarnos aquí? —Asintió. Escuchó a Deidara suspirar.

Volvieron a quedarse en silencio. De reojo vio el espacio entre sus cuerpos donde sus manos seguían entrelazadas. Al principio pensó que estaba siendo como un ancla para Deidara, para ayudarlo a aceptar lo que estaba pasando. Pero quizá él también necesitaba algo para sostenerse, para saber que era real. La fuerza con la que ambos apretaban su agarre era tanta que causaba dolor, pero un dolor que les hacía ver que estaban aquí, que estaban vivos, que era real.

Cerró los ojos por un momento. Hasta que tuvo que abrirlos cuando el sonido de una puerta abriéndose llamó su atención. Sintió a Deidara tensarse a su lado. Giró a verlo tratando de verse calmado y asegurarle que él se encargaría. El rubio lo vio con molestia y bufó.

—Voy contigo—dijo. Itachi no esperaba menos.

Ambos se pararon y sacudieron sus ropas. Itachi cogió una de las chompas que aún estaban en el suelo y se lo tiró al rubio. Sin decir más, vio a Deidara rodar los ojos pero aceptar la orden y ponerse la prenda. Caminaron a la puerta que conectaba al pasillo. El ruido de personas entrando hizo que se pusiera en alerta. Eran dos.

Pasos acercándose, Deidara detrás suyo con una de sus esculturas. Itachi por alguna razón encontró eso gracioso y algo adorable. Algo que lo hizo detener sus pensamientos y volver al presente. Algo estaba mal con su mente, quizá no esquivo todo lo que le fue tirado.

—¡Tachi! ¡Dei! —Itachi se sintió aliviado al reconocer la voz de Naruto. Habían llegado.

—¡Itachi! ¿Están arriba? —esa era la voz de Sasuke. Giró a ver a Deidara.

—Deja eso, son Naruto y Sasuke—. El rubio no soltó su escultura convertida en arma, pero al menos la bajó—. ¡Ahí bajamos! —gritó antes de que ellos subieran y vieran el desastre en su cuarto.

—Yo no bajaré—masculló el rubio. Itachi no le hizo caso y lo tomó de la mano—. ¡Hey! ¡Suéltame! —comenzó a jalarlo con cuidado, Deidara pese al escándalo que hacía simplemente lo siguió.

Cuando ya estaban a unos escalones abajo, pudo ver a su hermano y a Naruto. Y pese a que ya tenía la idea de volver a su hermanito, cuando lo vio parado frente a él, con su espalda erguida, su postura relajada y una sonrisa en el rostro –que era burlona pero era una sonrisa- no pudo evitar sentir una presión en su pecho. Melancolía y tristeza y deseo y felicidad de que Sasuke se viera tan feliz y bien y como debió ser en su mundo.

Soltó a Deidara y corrió hasta poder tener a su hermanito en sus brazos. Ignoró el rostro de preocupación que este le lanzó.

—¿Qué pasó? —escuchó a su hermanito decir. Pero pese a la interrogante, Sasuke correspondió al abrazo—. Hey, ¿volvió a amenazarte con algo? —preguntó con un tono burlón, pero en el fondo podía detectar la preocupación de su hermano. Él no podía sentirse más feliz.

—¿Dei, qué pasó? —escuchó preguntar a Naruto.

—Hm… yo—Deidara sonaba inseguro y nervioso. No tenía poderes en este mundo y al parecer estaba débil, claro que estaba inquieto ante alguien que horas atrás -¿horas? ¿días? ¿cuánto tiempo había pasado desde su vida anterior?- era su enemigo.

Itachi soltó a Sasuke y retrocedió hasta quedar al lado de Deidara.

—Estamos bien—dijo sonriéndole a ambos.

Vio cómo Naruto se acercaba a Sasuke, y cómo su hermanito sin pensarlo rodeaba a Naruto por la cintura, aferrándolo a su cuerpo. Una postura natural y algo con lo que claramente ellos estaban acostumbrados y cómodos. Itachi no pudo evitar la sonrisa. Era una leve sorpresa, tenía sospechas de que Sasuke tenía una gran aprecio y admiración por su amigo y rival, pero en el otro mundo con todo lo que ambos chicos habían pasado la idea de una relación parecía difícil. En cambio aquí, donde todas esas barbaridades no habían ocurrido ambos parecían felices el uno con el otro y el aura de calma que los rodeaba solo podía hacerle sentir orgulloso de su hermanito.

—¿Seguro? —preguntó Naruto mirándolos a ambos—. ¿Siguen peleados? —preguntó. Itachi se dio cuenta del obvio espacio entre el que se suponía era su pareja y él. Disimuladamente se movió desapareciendo el espacio entre ellos y pasando su brazo sobre los hombros de Deidara. Evitó reaccionar ante el claro estremecimiento del rubio. Esperando que ni Sasuke ni Naruto lo notaran.

—Sí, ¿verdad? —preguntó a Deidara.

—Sí—el rubio asintió. El par frente a ellos no les creía, era obvio. Naruto bufó.

—Sasuke, tú encárgate de tu hermano. Yo del mío—dijo antes de acercarse a ambos y tomar a Deidara de la mano y llevárselo. Itachi solo pudo ver cómo el rubio mayor lo veía con rostro que exigía ser salvado. Itachi le sonrió nervioso, él tenía un hermano menor del cual ocuparse, no podría salvarlo.

Ambos rubios desaparecieron tras la puerta que conducía a la cocina. Parpadeó.

—¿Hermanos? —preguntó sin querer, entendía que ambos tenían muchas características similares pero sabía que Naruto y Deidara no eran hermanos.

—Ya sabes cómo es Naruto, desde esa vez ambos se han autodenominado hermanos—dijo con una irreconocible ternura mientras veía hacia la puerta en donde los rubios habían desaparecido. Sasuke suspiró, movió la cabeza de un lado a otro y giró a ver a Itachi—. ¿Qué pasó?

Itachi estaba por inventar algo y esperar que Sasuke le creyera. Pero antes de que algo saliera de su boca, Sasuke lo vio con firmeza como preparado para reprenderle por mentir. Quizá en este mundo donde todo era pacifico, Sasuke lo conocía tan bien como para saber cuándo mentía y cuando decía la verdad.

—No me vas a creer—decidió decir. Sasuke sonrió de lado y caminó hacia una cabina. Sacó una botella y dos copas.

—Soy tu hermano, claro que todo lo que salga de tu boca será difícil de creer—caminó hasta uno de los sillones e hizo un ademan para que Itachi se acercara—, pero aún así te escucharé y trataré de comprender tus locuras—dijo con una sonrisa y alcanzándole una de las copas.

Itachi aceptó la copa y dejó que su hermano le sirviera, era extraño el poder compartir algo así con Sasuke, pero eso no implicaba que se sentía mal. Al contrario, esta normalidad en la situación le hacía sentir extremadamente bien.

—Todo comenzó cuando desperté…

 

-

 

Itachi se tomó su tiempo contándole todo, desde toda la vida en su otro mundo y el cómo despertó aquí. En su periferia pudo escuchar cosas que se rompían, gritos, puertas siendo azotadas y pasos dados con fuerza contra el piso, pero cuando se intentó pararse, Sasuke solo negaba con la cabeza y le decía que continuara.

Suspiró cuando al fin había terminado. Su copa vacía, desde esa primera vez cuando Sasuke le sirvió no había tomado más. Sasuke, en cambio, había tomado varias copas.

—Eso es increíble—dijo en un suspiro su hermano. Itachi no pudo evitar reír. Quizá en histeria en lugar de diversión, pero necesitaba dejar salir toda la tensión de alguna manera.

—Te lo advertí.

—Hmm—Sasuke volvió a servirse—, ¿debería preocuparme por el bienestar de Naruto? —preguntó con cierta alarma en su voz. Itachi recordó lo de la mañana.

—Si este Naruto tiene tan buenos reflejos como lo recuerdo creo que no. Deidara está bastante agotado—respondió. Vio a Sasuke calmarse.

—Es por el embarazo—Itachi se tensó ante la palabra. Sasuke rió—. Cierto, en tu mundo es imposible.

—Los hombres no deberían…

—Aquí es distinto.

—Pero, ¿cómo? —Sasuke hizo un ademán con sus manos para restarle importancia.

—Ya te acostumbraras—dijo con tranquilidad. Itachi solo asintió esperando que eso sea verdad—. Aunque dices que ustedes no se llevaban bien de dónde vienes—comenzó, tomo un sorbo de su copa—. ¿Quizá quieras separarte de él? —la pregunta lo chocó como un rayo sobre su cuerpo, de inmediato cada célula de su piel se tensó y sintió su corazón palpitar rápidamente.

—No—dijo de inmediato.

—Bien.

Segundos pasaron hasta que su cuerpo comenzaba a calmarse, la sensación que se había apoderado de él comenzó a disminuir. No entendía qué fue eso, pero la idea de que Deidara no estuviera a su lado, de separarse, de alejarse de él… No. No podía pasar. Eso era algo que no dejaría que pase. Eso no…

—Tranquilo—escuchó a Sasuke decir—. No tendrás que dejarlo. —Sasuke colocó su mano sobre su hombro—. Debe ser tu subconsciente diciéndote que no dejes a alguien que significa mucho para el Itachi de este mundo. Después de todo Deidara es tu mundo—dijo con una sonrisa en su rostro—. O eso es lo que siempre me dices. Que la extraña y exótica creatura que es tu esposo llegó a tu vida como una explosión y que volvió un desastre tu mundo y tu forma de ver las cosas—Sasuke dejó la copa en la mesa. Se apoyó contra el respaldar del mueble. Itachi solo pudo mirarlo en asombro y escuchar lo que decía.

—Recuerdo cuando me hablabas de él y me contabas sobre las veces en las que él entraba a tus salones, te tiraba una de sus creaciones para luego salir corriendo—Sasuke rió—. Cada día las historias eran más ridículas y a la vez, por mucho que todos te dijeran que era un acosador maniático, tú solo sonreías y decías que era adorable e impresionante.

Itachi se quedó sorprendido ante la historia. No tanto el hecho de que él encontrara a un acosador maniático adorable, sino el hecho de que Deidara se tomaba la molestia de ir a buscarlo para tirarle cosas, sí que era impresionante.

—También recuerdo tu etapa de acosador—Sasuke suspiró—con esa capa negra y esas ojeras por haber pasado toda la noche siguiendo a un rubio en una bicicleta. Descubriste que estudiaba arte y que siempre discutía con sus profesores, pero era el protegido de uno de ellos—. Sasuke rió—. Y cuando al fin ustedes par de acosadores se juntaron y Deidara pasaba mucho tiempo con su maestro, tú fuiste y destruiste medio salón queriendo imitar al idiota de tu novio. Después de gritos de estudiantes y profesores varios, solo quedaron Deidara y su profesor, Sasori. Ambos boca abierta ante la inesperada explosión que habías causado—. Sasuke volvió a suspirar y a verlo con una sonrisa incrédula—. Ese día regresaste diciendo que estaban comprometidos y que Sasori no era una mala persona, que hasta te había dejado ir al tour que harían solo los estudiantes de arte.

Itachi tuvo que contemplar el hecho de que Sasori también estaba en este mundo y que al parecer era profesor de arte y que se llevaban bien. Además de que Deidara era su esposo. Su esposo. De reojo vio el anillo de plata que seguro había pasado por alto pensando que era su anillo de Akatsuki.

—Deidara realmente te ama—dijo después de unos segundos—. Por mucho que demuestre sus sentimientos con explosiones o destruyendo cosas o gritando y amenazándote—. Sasuke giró a verlo con rostro divertido, Itachi solo podía mostrar incredibilidad—. Es decir, él es tan orgulloso como tú o yo—dijo recalcando el último pronombre—. Y aún así, después de que tu sostuviste a Hikari entre tus brazos y la vieras con ternura y adoración, Deidara salió embarazado al mes. Por mucho que se había quejado durante el embarazo de Naruto y jurado que él nunca lo haría por mucho que le rogaras…

Ambos se quedaron en silencio, Itachi tratando de absorber toda la información que su hermano le daba.

—¿Por qué me dices todo esto? —preguntó, entre confundido y asombrado por la forma calmada con la que Sasuke había tomado su historia—. ¿No deberías estar diciéndome lo loco que estoy o llamando a algún doctor o lo que sea que haya aquí?

Sasuke sonrió levemente.

—Supongo que debería encerrarte en un manicomio—dijo en tono de broma—. Pero no lo haré.

—¿Por qué?

—Porque eres mi hermano.

—Yo no-

—Quizá no de este mundo—se detuvo—, y ok, es aún difícil de creer y quizá no lo entienda ni lo acepte, pero ese no es el punto. El punto es que del mundo de donde seas eres y seguirás siendo mi hermano mayor, un hermano que en otra vida dio todo por mí, un hermano que mi sobrevivencia significó mucho más que la vida de todo un clan o la tuya. Un hermano que se sacrificó por mí y por lo que amaba, un hermano que no pensaba en sí mismo, que no tuvo ni un segundo de su tiempo en otra cosa más que en asegurarse de que su aldea sobreviviera, o de satisfacer el lado vengativo de su hermano menor—. Sasuke sonrió con ternura—. Por muy loco que estés o que seas un Itachi de otro mundo, eres mi hermano mayor y te amo.

Itachi no sabía qué decir. No sabía cómo tomar todo esto, no sabía cómo su pequeño hermano al que siempre había estado cuidando de lejos y preocupándose por él siempre, de repente había madurado tanto y era este hombre que estaba sentado a su lado. Suspiró.

—Gracias—fue lo único que pudo decir, porque más palabras serían insignificantes. Sasuke solo negó con la cabeza y murmuró un ¨solo no le digas a Naru, que lo tomará demasiado en serio y querrá ser un ninja o peor, me amarrará a la cama para que no me vaya en busca de venganza o cosas por el estilo¨. Itachi rió.

 

-

 

Cuando Naruto regresó junto a un Deidara con un rostro pálido, a excepción de los dos círculos rosas en sus mejillas, Itachi tenía que preguntarse de qué era lo que habían hablado ese par. Cuando miró interrogante al rubio, este bufó en molestia pero su rostro giró hacia otro lado, claramente avergonzado por mucho que no lo quería aparentar.

—Es Kisame—murmuró Sasuke de la nada.

—¿El amante de tiburones? —preguntó un Naruto que dejó el lado de Deidara y caminó hasta Sasuke— ¿Qué quiere? —Tanto Sasuke como Naruto veían un objeto como el negro que Itachi había tenido y Deidara había destruido.

—Dice que Itachi iba a llamarlo y que nunca lo hizo. Y que el idiota del Uchiha tiene apagado su celular—Sasuke alzó el rostro para verlo. Pero antes de que pudiera decir algo Naruto intervino.

—Solo dile que Deidara tiene una cita con Tsunade y que Itachi lo hizo enojar.

—Claro—respondió su hermano, como si esa explicación fuera de lo más normal—. Listo—dijo un minuto después. Sasuke alzó el rostro hacia Itachi—. Le mandé un mensaje, luego hablaremos de eso. —Itachi asintió agradecido que pese a todo Sasuke lo ayudaría, por mucho que lo que hubiera contado fuera una locura.

—¿Qué cosa? —preguntó Naruto.

—Cosas de hermanos con hormonales esposos—dijo en tono burlón, Naruto bufó pero aún así se sentó al lado de Sasuke y dejó que este lo abrazara. Pensó que la sensación de felicidad en su interior no podía seguir creciendo, pero al ver hacia Deidara con sus manos sobre su vientre pudo sentir cómo su corazón dio un salto contradiciendo lo primero.

—Tenemos que ir por Hikari—comentó Naruto—. Sé que tus padres la adoran, pero si los míos se enteran que los dejamos más tiempo de lo acordado con sus otros abuelos, comenzaran a secuestrarla en forma de berrinche. Paso menos tiempo con mi hija del que me gustaría—bufó un Naruto con un puchero en sus labios. Itachi sonrió ante la ternura de ambos. Sasuke lo miró con una ceja alzada.

—Entonces nos vamos. —Sasuke se levantó, Itachi hizo lo mismo. Luego de un suspiro Naruto también se levantó y caminó hasta Deidara, ambos comenzaron a susurrar.

—Gracias—volvió a repetir. Sasuke le sonrió.

—Descuida, y ya me encargaré de postergar la cena con mamá para otro día, ¿te parece? —Itachi lo pensó y asintió, por mucho que quería ver a sus padres era mejor que pusiera sus pensamientos en orden. Giró a ver al par de rubios, Sasuke siguió su mirada, segundos después bufó—. Algo que sí debo decirte, tú tienes a tu rubio así que deja de estar mirando al mío. —Itachi rió, pero pese al tono juguetón sabía que la amenaza era seria.

—No te preocupes hermanito, soy un hombre casado—dijo levantando su mano donde estaba su aro. Sasuke solo sonrió y lo abrazó.

—Cualquier cosa me llamas… oh, mejor yo te llamo—se separó y señaló un aparato—. Cuando suene levantas el recibidor—caminó hasta el aparato—, este es un teléfono, cuando suene levantas esto—le mostró cual y cómo—, así me escucharas como con el celular.

—Que está destruido—explicó. Sasuke rodó los ojos.

—Te compraré otro. Solo no dejes que Deidara lo vuelva a destruir—comentó como si eso fuera algo que pasara comúnmente. Recordando todo lo que Sasuke le contó supuso que no era algo para sorprenderse.

Minutos después ambos estaban saliendo por la puerta y en el departamento quedaron solo dos.

—Ni pienses que tendremos otro. Este es el único que dejaré que pongas en mí, hm—escuchó decir a Deidara mientras señalaba su vientre. Itachi abrió la boca para decir algo, pero segundos después este dio media vuelta y salió del lugar.

Itachi solo pudo sonreír. No tenía idea de lo que estaba pasando o lo que pasaría ahora que estaba en este nuevo mundo.

—¿Vienes? Tenemos que alistarnos e ir a ver a esa mujer—escuchó desde el segundo piso.

Pero al menos no estaba solo y quizá lograría adaptarse más fácilmente de lo que esperaba.

 

-

 

Esa noche cuando ambos se acostaron en la misma cama, pese a lo separados e incómodos que estaban. Ninguno se quejó ni botó al otro. Itachi solo dijo buenas noches y pese al bufido de Deidara, minutos después cuando estaba por quedarse dormido pudo escuchar el leve ¨buenas noches¨ del rubio en un susurro.

 

-

 

Al día siguiente, cuando abrió los ojos se dio cuenta que había despertado en la misma posición del día anterior. Y otra cosa de la que se había dado cuenta era que el sueño que tuvo no era solo un sueño, eran recuerdos del Itachi de este mundo.

No pudo evitar la sonrisa en su rostro cuando Deidara se hundió en su pecho y balbuceó alguna cosa irreconocible.

Junto con los recuerdos vinieron los sentimientos. El sentimiento de soledad y tensión y ansiedad cuando iba a clases, la molestia y presión de todas las expectativas de sus padres sobre él y la mirada de admiración de su hermano impregnada en su memoria. Siempre queriendo superarse por lograr lo que todos esperaban de él. Siempre haciendo lo que sea para alcanzar esas expectativas, siempre pendiente de sus deseos, de sus pedidos, de sus miradas, de lo que ellos querían, nunca lo que él quería.

Pero también sintió el cómo todo eso desapareció cuando un día una mancha amarilla chocó contra él y resultó ser un rubio renegón que había tropezado con él y que culpaba a Itachi por destrozar su última creación. Itachi, anonadado por la pasión del rubio sonrojado de cólera, solo sonrió impresionado por su intensidad y amor al arte que no pudo evitar decir un ¨quizá el arte es una explosión y no debe durar tanto como otros creen¨, el rubio solo se quedó mudo y lo miró con ojos tan claros como el cielo bien abiertos. El momento se rompió cuando se acordó que tenía un examen y se fue.

Al día siguiente, el mismo rubio entró a su clase de ética azotando la puerta y parándose en frente de toda la clase, el profesor gritó al intruso, Itachi solo pudo ver con asombro cómo esta furia rubia lo miraba con intensidad y luego le lanzaba algo. Itachi solo pudo ver la forma de una comadreja de cerámico antes de esquivar la escultura y que este se destruyera contra la mesa del escritorio detrás de él. Segundos después, entre los gritos de sus compañeros y del profesor, el rubio se iba tranquilamente. Itachi, gracias a su gran visión, pudo ver la ligera curva de sus labios.

 

Cerró los ojos tratando de saborear esos recuerdos, tratando de volver a verlos. Solo esperaba que Deidara también los recordara.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado :)

Necesito uno de esos pads para apoyar mi muñeca QwQ mi mano me duele u.u

Besos a todos~

Pdta: Si alguien me sugiere un mejor título le doy una galletita :D


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