Kim Heechul no era la clase de persona que habla de amor fácilmente. Un par de veces, se sintió cerca de enamorarse de alguien, pero se apartó antes de que esos sentimientos empezaran a molestarle. Sin embargo, detestaba aún más la sensación de soledad, así que jugar con la gente se volvió algo típico para él. Sólo jugar por un rato, besarse y tocarse si podían y luego marcharse sin decir una palabra. Ese tipo de relaciones nunca lo hirieron, ya que duraban tanto como quisiera. Un par de días, un par de semanas... a veces, y en raras ocasiones, un par de meses. Siempre supo cuándo alejarse, porque decidió no darle su corazón a nadie más. O al menos eso es lo que gustaba decirse a sí mismo, antes de que él y Younghun cruzaran sus caminos otra vez.
Algo acerca de ese tipo, cuando lo abordó detrás de las cámaras en ese instante, parecía diferente. Destino, como algunas personas prefieren llamarlo, pero para él se sintió más como una grata coincidencia. Una grata, casi peligrosa coincidencia.
Unos pocos meses pasaron desde ese momento y se volvieron cercanos rápidamente. Eran buenos amigos en la escuela, así que las cosas fluían de forma natural entre ellos. Tal vez algunos silencios incómodos al principio, pero nada más. No habían cambiado tanto de todas maneras. Younghun era el mismo tipo que lo hacía sonreír cuando pequeño y ambos seguían siendo idiotas el uno con el otro, sólo que más viejos, con peso extra sobre sus hombros y cicatrices en sus corazones.
Heechul notó que lo extrañaba cuando no estaba cerca y que seguía pensando en él un poco demasiado, pero por alguna razón no lo asustaba. Esa noche, en lo que a él le gustaba pensar que era una cita, empezó a pensar en el amor. El departamento de Younghun era un lugar agradable y amaba la intimidad entre ambos cada vez que lo visitaba. Se sentía seguro ahí. Su cabeza reposando sobre su hombro, sosteniendo una botella de cerveza vacía y sonriendo ante su cautivador perfume; quería quedarse así para siempre. Y la forma en la que Younghun le sonreía le hizo saber que él se sentía de la misma forma.
—Oye, idiota.
—¿Quieres más cerveza? No creo que debas...
—No es eso... —corrigió Heechul, apoyando aún más su cabeza—. Si te dijera que estoy enamorado, ¿qué dirías?
—”¿Qué? ¿Tú? ¿Enamorado?”—el hombre rio un par de veces antes de completar su frase— Eso es lo que diría. Conociéndote tanto como yo lo hago, suena algo tonto, ¿no es así?
Heechul rio también y dejó la botella de cerveza a un lado del sofá.
—Lo es. “Amor” es una palabra enorme, lo sé.
—Quienquiera que sea, lo compadezco...
—No es tu día de suerte entonces —respondió—. Porque eres tú.
Los labios de Younghun se estremecieron, intentado ocultar una sonrisa más grande. Por años, sólo vio a Heechul en televisión o revistas, recordando los viejos tiempos y deseando verlo de nuevo. Estaba tan confundido sobre cómo reaccionar que no notó los labios de Heechul sobre los suyos y, cuando lo hizo, no supo qué hacer. El idol se detuvo y tomó con sus manos el rostro de Younghun para mirarlo a los ojos.
—¿Qué pasa? ¿No me amas?
—S-Sí, pero...
—Sin peros. Bésame como si lo hicieras —Heechul susurró al sentarse en su regazo. Lo acercó más a él y lo besó, rodeando con los brazos su cuello y cerrando sus ojos mientras su lengua invadía la boca que tanto anhelaba. Younghun estaba tenso al principio, así que dejó que Heechul lo guiara hasta sentirse lo suficientemente seguro para responderle. Eso era tan incómodo para él, pero al mismo tiempo se sentía demasiado bien como para detenerse. Heechul rompió el beso y dirigió sus labios al cuello de su nuevo amante, rozándolo suavemente y haciéndolo temblar.
—¿No estamos yendo muy rápido?
—Creo que hemos estado moviéndonos unos... diez años demasiado lento...
Los dos se sonrieron mutuamente. Younghun acarició el cabello de Heechul y contempló sus ojos por un momento antes de besarlo otra vez. “Te amo”, le dijo, y por primera vez en años Heechul supo que su corazón estaba en buenas manos.