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Jueves (2min) por kpoploveever

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Notas del fanfic:

Un one shot que se me ocurrió, no es la gran cosa

Notas del capitulo:

Es un one shot que se me ocurrio, con mi pareja favorita el 2min, ojala les agrade si desean leerlo, gracias

Basado en la canción: "Jueves" de la Oreja de Van Gogh

Y como un pequeño tributo

Si fuera más guapo,

 

O un poco más listo,

 

Si fuera especial,

 

Si fuera de revista,

 

Tendría el valor,

 

De cruzar el vagón,

 

Y preguntarte quien eres.

 

 

El pequeño cuerpo recostado levanta su brazo pesadamente, pone una mano sobre sus ojos al sentir el inesperado pero pobre destello de luz entrar por entre las grises cortinas de la ventana, ve el pequeño calendario en su mesita de noche, jueves, poco a poco, pesadamente abre sus ojos viendo el techo del cuarto, como si fuera algo interesante que hacer, aunque en su mente preferiría mil veces quedarse ahí, simplemente pensando, sin ánimos de salir de la cama y salir a ese mundo blanco y negro, que él llamaba vida.

 

Su nombre, Lee Taemin, que a sus cortos dieciocho ya estaba por su cuenta en ese mundo traicionero, como siempre no escucha nada al despertar, simplemente el silencio, que le indica y recuerda una vez más, que está solo. Desde ya hace un año que después de tomar toda la valentía que podía, por fin se decidió a confesarles algo muy íntimo a sus padres…gran error, era lo que se repetía todas las mañanas, se repetía mil y una veces que de no haber dicho esas simples palabras hace tiempo, probablemente ahora sería despertado por el cálido beso de su madre, o por un sincero abrazo de su hermano, personas a las que tanto amaba, que le dejaron solo hace varias mañanas y anocheceres.

 

Se sentía deprimido, como siempre, ya era algo a lo que estaba acostumbrado, tal vez podría saltarse sus estudios ese día, pero no era algo tan fácil, si no los seguía absolutamente todos los días, su futuro sería un desastre, o eso es lo que él creía, era normal, para ser mayor, su corazón aún era el un niño, uno con miedo, con inocencia, que debe ser guiado, que alguien le tome de la mano y le muestre y acompañe por el camino de su vida…pues esa mano que le ayudaba simplemente lo dejó, solo, la palabra que más odiaba, y razón por la que ahora todos sus días eran grises y oscuros, aunque el sol este mostrando sus rayos y dirigiéndolos hacia su pálido rostro, simplemente no los sentía, un viento helado, común y triste, solitario y de nostalgia era lo que abofeteaba su cara cada vez que atravesaba el umbral de la puerta de su jaula.

 

Estaba totalmente decidido a quedarse ese día en cama, pero algo llegó a su mente, más bien unas palabras, esa voz que ya casi ni recordaba, que le daba ánimos, ya sentía una energía invadirlo, y darle ánimos para poner los pies en el suelo, y emprender ese día gris, en el que quería encontrar esa pequeña luz que le daba esperanzas, esperanzas de una vida a color, una vida más feliz. Levantándose se dirige al pequeño baño del cuarto, se lava la cara, dejando que el apagado brillo de sus ojos al menos respire, su piel pálida y blanca se veía más fresca, y sus pequeños y rosados labios, mojados, dulces, pero formando una boca, que se negaba a hablar, se ve al espejo, y en el fondo, no le gusta lo que ve.

 

Sale del cuarto pequeño, voltea su vista hacia dónde provenía el incesante y triste sonido de las manecillas moviéndose, era ya tarde, si no se apresuraba perdería el tren, el instituto en el que le habían inscrito sus padres antes de que se fueran no quedaba nada cerca, como si quisieran seguir castigándolo sólo…por ser el mismo. Con apuro busca cualquier cosa para ponerse de su armario del cuarto, pero esa imagen vuelve a aparecer en su mente, se detiene por unos segundos, tranquilamente escoge lo que le haga dar una buena impresión, aunque no tenía ya nada, tenía su dignidad.

 

Se colocó una camiseta manga larga color noche, un abrigo  gris opaco, una bufanda que ocultaba su cuello y un par de botas de invierno, con eso se conformaba, con un cepillo desenreda las hebras de su cabellera castaña, la forzaba a quedar en su lugar, como por quinta o quizás más veces ese mes, se decía que su cabello largo era un fastidio, se miraba una y otra vez su reflejo, a pesar de verse más que bello, para cualquier par de ojos que existan que puedan ver, no le gustaba, se criticaba a sí mismo, cosas tan pequeñas e insignificantes como esa podían hacer pasar su día gris, al color del cielo nocturno, pero ese rayo de luz que quería ver ese día, le animaba a hacer lo que sea, no porque sea algo que necesite pero no quiera, era todo lo contrario, siguió cepillando su cabello sin conformarse, hasta una lágrimas se le salió de la frustración, tiro el cepillo a un lado con molestia, y al ver el reloj nuevamente, calculaba que nada más tenía pocos minutos para salir.

 

Se desesperó, hasta que vió esas piezas al borde de unas repisas, unas tijeras de filo puntiagudo y hechas de frío metal, era algo de lo que tal vez se arrepentiría luego, pero su tristeza en ese momento le obligaba, tomo las tijeras con la mano firmemente, respiro hondo viéndose al espejo, y tomando un mechón y rodeándolo con esas navajas de metal, las cerró cortando las hebras castañas, tomo otro y repitió el proceso, repetidas veces, hasta que mucho de su anteriormente largo pelo quedó esparcido por el helado suelo del baño, al volver a verse al espejo no sabía en qué pensaba, su cabello estaba más corto, pero ahora tenía un corte como de hongo, estaba a punto de golpearse a sí mismo con esas tijeras, pero decidió no darle más importancia.

 

Con velocidad mecánica tomó su bolso del instituto colgándoselo en el cuerpo, no se molestó en revisar si tenía lo necesario, o siquiera de revisar haber puesto dentro el trabajo que debía presentar ese día, pero eso no le importaba, se vió una vez más al espejo y tomando las llaves de su jaula, abre la puerta y la cierra tras de sí, saliendo al exterior, ese mundo que tanto odiaba, vió a todas partes, ni recordaba bien como llegar, a veces el shock de salir así de rápido lo confundía, al ver el mundo gris a su alrededor, triste y depresivo, emprendió el camino.

 

Paso tras paso, recorrió las calles, ningún color le alegraba el día, como si en verdad los viera, cargado de frustración caminaba pesadamente, pero con una máscara de cualquier persona que pase, para cualquiera que lo viera, se veía totalmente normal, pero internamente quería llorar, con todas sus fuerzas se traga el dolor sentimental y se aproxima cada vez más a su destino, desde lejos se escuchaba el ruido de los frenos y de las sirenas de los trenes de la estación.

 

Se queda esperando de pie, viendo y escuchando de fondo, siluetas oscuras, sonidos apagados, sin interés, pero sentía que esa gente que ni conocía, tenía una mejor vida que la que él…aunque él castaño ni sabía por qué llamaba a ese ciclo de todos los días, una vida, para alguien a quien le han roto y dejado a su suerte, fácilmente no podía llamarle a eso una vida. Tan distraído estaba que se sorprendió al ver pasar el tren color plata oxidad frente a él, haciéndose para atrás ante miradas algo extrañadas espera unos segundos hasta que el vehículo se detenga, aquel que desde hace mucho lograba completar el pobre ciclo que llevaba todos los días.

 

Las puertas en frente suyo se abren, dando pasos y con un rostro de poco entusiasmo se adentra al vagón, decorado con varias ventanas a cada lado que dejaban entrar la luz, por lo menos no era un tren subterráneo que le haría ver más oscuridad, la que por cierto detestaba, entra como si nada, otras pocas personas esparcidas y separadas unas de otras ocupan los asientos, ve una parte libre en la que por lo menos podría recostarse y vagar en su mente, pero nota a alguien que está sentado justo en frente de ese lugar, alguien, que por alguna razón, hizo que unos latidos en su olvidado corazón regresaran.

 

Un chico, de pelo negro algo largo que caía a cada lado de su cabeza, vestido formalmente con camisa blanca, saco negro como su pantalón de vestir, zapatos de vestir bien lustrados y arriba de la corbata negra que colgaba de su cuello, vió su rostro, un rostro que a su vista le era hermoso, con aires masculinos, aunque suene raro, de facciones fuertes, al menos para él, y un par de hermosos ojos oscuros que estaban perdidos leyendo un periódico que sostenía entre sus manos abierto, Taemin estaba congelado viéndole, tanto que recién dejó de soñar cuando el tren emprendió marcha y el repentino sacudón lo envió para atrás, de menos puso sostenerse de un tubo que había en el techo del tren, luego de sonrojarse por esa torpeza camina hasta los asientos que vió antes y se sienta.

 

Pero había recién notado algo, se sonrojó, ese calor en sus mejillas que hace tanto que no sentía, esa calidez en el pecho, justo donde va el corazón, esa sensación a la que renunció a sentir y buscar hace mucho tiempo, regresó, por ese chico, que estaba en frente suyo, simplemente le sacaba suspiros por esa presencia, lástima para él que el chico parecía muy concentrado en lo que leía para regresarle la mirada, aunque de todos modos no sabría qué hacer si concentrara su mirada con la de él.

 

Durante todo el recorrido mantuvo su vista en el rostro de ese hombre, que tanto le gustaba, le quería ya con solo verlo, incluso ni se daba cuenta de cuando cruzaban ese oscuro túnel que tanto odiaba, podría ser eso que llamaban “amor a primera vista”?...imposible, se decía, ese chico ni le había visto, si estaba enamorado solo era por su parte, de todos modos, con solo verlo pensaba, que alguien como él jamás se interesaría en alguien como él, suspiró, estando seguro que este no le regresaría la mirada continuó disfrutando de ver su rostro, contemplándolo, admirándolo, por primera vez después de tanto tiempo, sentía eso a lo que llamaban amor.

 

Pero entonces, sintió un golpe de improvisto, ese par de ojos se elevaron, y conectaron su visión con la suya, Taemin del susto y de la corriente que sintió al sentir la mirada bajó la cabeza, se sonrojó a más no poder, tanto que elevó más su bufanda para que cubriera más su rostro, sentía un inmenso calor, y vergüenza en todo su ser, cierra los ojos, al verle de reojo, el chico ya no le veía, pronto escuchó el anuncio por los parlantes del tren, que no faltaba mucho para llegar.

 

Un gran miedo le entró, y si ese chico solo tomó el tren por hoy?, y si ya no le volvía a ver?, decidido se iba a levantar para peguntarle el nombre de menos, pero algo dentro suyo le gritó, que no hiciera una tontería, que si alguien se acercara a él y le preguntara el nombre después de que le vió raro y conectaron miradas por menos de un segundo era algo normal, no lo era, resignado y triste se volvió a sentar, pronto los frenos del tren se escucharon, se detuvo, al igual que sus esperanzas, ese chico delante suyo dio un bostezo más, uno que a Taemin le llenó las pupilas, y luego de esto se levantó, con el periódico en mano emprende su camino y sale del tren, Taemin trata de no darle importancia, pero luego se arrepiente, se levanta rápido, asustado, sale lo más rápido que puede del vehículo de metal.

 

 

Te sientas en frente,

 

Y no te imaginas,

 

Que llevo por ti,

 

Mi falda más bonita,

 

Y al verte lanzar,

 

Un bostezo al cristal,

 

Se inundan mis pupilas.

 

 

Busca con la mirada, a todas las direcciones una vez que deja el tren, pero el chico ya había desaparecido ente la gran mancha de siluetas de la gente, entristeció, una vez más lo había arruinado, deprimido y con ganas de llorar, con incluso ganas de tomar ese tren y dejar que lo lleve y abandone por dónde sea, porque se sentía muy estúpido por haber dejar pasado la oportunidad, suspira y da unos pasos, pero pisa algo que descansa en el suelo, dándose cuenta por lo irregular de esto, retira el pie y mira lo que esta tirado, una tarjeta, con curiosidad la levanta, le echa un vistazo y la lee, “Choi Min Ho”, y luego de leer ese nombre, una foto al lado, una que mostraba la hermosa cara y el bello rostro de ese hombre que vió hace poco tiempo, no le interesó ver más o leer el resto, con tener su nombre y foto era más que suficiente, para sentirse esperanzado.

 

 

Viernes, Taemin se levanta más temprano de lo normal, y a gran diferencia de otras mañanas, de un solo golpe se levanta de la cama, a pesar de que todo lo ve gris aún, tiene consigo una ilusión, que espera que sea más que eso, se alista lo más rápido que puede, se lava, peina y lleva la misma bufanda que el día de ayer, toma su abrigo y bolso con sus llaves y sale rápidamente de su casa, esta vez ya no camina, si no que corre, pasando a varias personas, soportando el frío y viento que golpeaba su cara llega a la estación, faltaban todavía varios minutos para que su tren llegara, pero eso no le importaba, de su bolso saca aquel tesoro que encontró ayer, esa tarjeta con la foto del que le robó el aliento, mira ese rostro y lanza un suspiro al aire.

 

Pasan los segundos, segundos que forman minutos, minutos en los que el castaño permanece sentado en las bancas frente a los rieles, esperando no al vehículo, sino a que ese rostro vuelva a aparecer en algún cuerpo que venga a la estación, cada pocos segundos voltea viendo cada cara de la gente que entra y sale, nada, ese chico no estaba ahí, y para aumentar su decepción, en frente, el tren que esperaba llega, matando sus esperanzas, da un último vistazo, y al ver que es la última persona que falta subir, resignado entra, las puertas se cierran tras de él, y se acaba todo, o eso es lo que cree.

 

Al dirigirse al mismo asiento de la última vez, nota que sentado en frente, no está nadie más, que aquella persona que tanto esperaba, sonrió, tomó asiento en frente de él, admirándolo cada vez que este no se daba cuenta, cada que volteaba el rostro, cada vez que miraba por la ventana pensativo, en conclusión, aprovechaba cada momento y segundo que podía para verlo, esa calidez en su corazón, y esos latidos que no paraban llegaban a su cuerpo, por esa persona, ese chico, Minho.

 

 

Así pasan los días,

 

De lunes a viernes,

 

Como las golondrinas,

 

Del poema de Becker,

 

De estación a estación,

 

En frente tú y yo,

 

Ahí viene el silencio.

 

 

Y así pasan los días, desde lunes a viernes, como las golondrinas, pasando de estación a estación, en frente cada uno del otro, escuchando nada más que el silencio, sin decir nada, mientras el castaño miraba, sentía la presencia, en ese tiempo, por fin no se sentía solo, ese chico le daba una inmensa alegría, una inmensa esperanza más, lo que le daba energías de levantarse todas las mañanas, darle frente al día, y poder llegar a la misma estación, al mismo tren, al mismo vagón, al mismo asiento, en el que siempre estaba en frente, en frente “él y yo”.

 

 

Jueves, Taemin entra al tren, colocando un pie dentro y avanzando hasta entrar al vagón, llevaba puesto una camisa blanca a botones, un pequeño saco negro, pantalón del mismo color, botas para nieve, ya que el invierno ya hacía acto de presencia, el frío era cada vez más fuerte, la gente se congelaba, pero al contrario, el corazón de Taemin estaba cálido, y sus mejillas de un bonito color rosado, su piel había dejado de ser tan pálida, sus labios ansiaban soltar palabras dirigidas a ese chi…perdón, a Minho.

 

Taemin mira y contempla al peli negro, esta vez estaba vestido con pantalón normal color negro, camiseta verde y una chaqueta color negra, como siempre hermoso para los ojos del pequeño castaño, suspira tratando de que nadie lo note, sonriendo un poco se encamina a su asiento, pero su sonrisa se desvanece, pues aquellos asientos estaban ya ocupados por otras personas que le habían quitado su lugar frente a Minho, se le vino a la cabeza la idea de reclamar, pero eso sería ridículo, pensó, se arrepintió, ocultando su tristeza, y viendo que el vagón estaba más lleno que otros días, toma el tubo que va desde el suelo hasta el techo, y se sostiene esperando a que ese frustrante intento de ver a su amor acabe, pasan de estación de estación, la gente sigue en el vagón, pero Taemin sin poder estar en frente de Minho, quien parecía no importarle, de todos modos, tal vez ni lo recordaba, pero a Taemin le estaba claro, que le amaba, y que si nunca podría pasar su vida junto a él, o siquiera hablarle, aprovecharía esta alegría temporal, triste pero cierto, y era mejor que echarse a morir.

 

Pasa el tiempo, mirando al chico de cabello negro, quien mira por la ventana recostado en su sitio, esa calidez y latidos vuelven otra vez, solo por verlo se quedaba sin aliento, simplemente era perfecto, si tan solo pudiera acercarse y hablarle, o que sus miradas se volvieran a conectar como hace días, ese corto tiempo en el que se sintió morir, pero que se sintió tan bien, y…

 

 

De pronto me miras,

 

Te miro y suspiras,

 

Yo cierro los ojos,

 

Tú apartas la vista,

 

A penas respiro,

 

Me hago pequeñito,

 

Me pongo a temblar.

 

 

De pronto le mira, esa mirada se posa sobre Taemin otra vez, conectando sus visiones, pero el castaño no retira la vista, sino que suspira, cierra los ojos deseando escapar, los abre y Minho aparta la vista, apenas puede respirar, se siente tan pequeño, tiembla de los nervios, al ver que el chico se levanta de su asiento, y emprende pasos hacia donde él esta.

 

Minho con cara seria se posa en frente de Tae, tomando con una mano el mismo tubo que tomaba el más pequeño, el castaño tiembla, sin saber que decir, pero entonces ocurre, sus labios despiertan, por el sentimiento reprimido, y con palabras temblorosas pronuncia su nombre.

 

-          Min…ho

 

Y Taemin se molesta consigo mismo, se detesta, se vió tan tonto, tan estúpido frente a él, tartamudeó mientras decía su nombre, baja la cabeza como cobarde, se repetía en su mente, que de seguro ahora Minho piensa que es el chico más tonto, y que desearía morir antes que hablar y pasar más tiempo con él, no le sorprendería.

 

Pero de pronto siente, como una mano se posa suavemente debajo de su mentón, con cariño, con ternura, y eleva su rostro para una vez más conectar ambas miradas, todo a su alrededor se detiene, solo ellos se mueven, en su mundo, solo ellos, Minho se acerca más, y dice.

 

-          Yo no te conozco…y ya te echaba de menos

 

Taemin sintió algo muy en su interior, en su corazón, que latía emocionado, con los sentimientos a flor de piel.

 

-          Cada mañana, desde que te vi, rechazo el que me lleven, rechazo ir en auto, y elijo este tren, para verte

 

Su corazón no podría estar más feliz, su alma, todo él, se sentía con alguien, alguien especial, que le amaba, que le quería, que le robó la vista y el corazón desde el primer momento, se miraron con cariño, en ese momento, en el que todo parecía ir en cámara lenta.

 

 

Y ya estamos llegando,

 

Mi vida ha cambiado,

 

Un día especial,

 

Este once de marzo,

 

 

Y ya están llegando, la vida para ambos ha cambiado, un día especial, ese jueves, de once de marzo, Minho toma su mano, el tren llega a un túnel, que apaga las luces.

 

Gritos, un fuerte ruido, de algo explotando, la oscuridad vuelve a hundir los vagones dentro del túnel.

 

Me tomas la mano,

 

Llegamos a un túnel,

 

Que apaga la luz.

 

 

 

Te encuentro la cara, gracias a mis manos,

 

Taemin eleva las manos, encontrando el rostro de Minho, el cual toma con ambas manos, se vuelva valiente, con todo su valor, y se acerca y besa esos labios, siendo correspondido, se separan tranquilos, Minho abre los ojos y mira a Taemin.

 

Me vuelvo valiente y te beso en los labios

 

-          Te quiero

 

Dices que me quieres y yo te regalo

Y ante la inmensa luz cegadora, blanca, que cubre a todos en el vagón, pero solo Taemin y Minho, están fuera de todo, en su propio mundo, en el que se aman, en el que no se escuchan los gritos, la destrucción, el fuego, y la muerte en el tren que se desata fuera, en ese momento.

 

Ambos suspiran, juntan sus frentes, el brillo en los ojos del pequeño vuelven, y Taemin le regala a Minho, el último soplo, de su corazón, de su vida.

 

El último soplo, de mi corazón

 

Te amo.

 

FIN

Notas finales:

Espero que les haya gustado, planeaba dejarlo ahi, a su imaginación de que pasa después

Ojala les haya agradado un poco

Gracias por leer


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