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Too young to die por Andhara

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Notas del capitulo:

Este es el momento en el que yo lloro mientras me tirais tomates y lechugas. 

Lo sieeeeeeeentoooooooooooooo :'( lo siento muchoooo 

Siento la tardanza muchisimo, pero se me han juntado responsabilidades, con más responsabilidades, y los examenes (de echo estoy en plenos examenes) y no he podedo escribir nada. Mil mil perdones.

Pero ya estoy aquí, con un capitulo de verdadero reencuentro. Ademas hay un bonus llamado Taro que ay homaaaaa, yo quiero un hombreton asi de guapo.

Como siempre mil gracias a Baal, por animarme y ayudarme a mejorar con sus comentarios.

No os hago esperar más, a leer!

Cancion del titulo: Hey, de The Pixies

-Hola.-Taro entró por la puerta saludando pesadamente con desgana. El pelo castaño le llegaba por el pecho. Llevaba una gorra girada y un gran tatuaje le cubría el brazo.- ¿Hay cena o podemos pedir pizza?-dijo mientras dejaba su bolsa en el suelo.

-Hay cena.-contestó Shino, tajante, escueto. Taro levantó la cabeza sorprendiéndose al encontrárselo parado en medio del salón mirándole fijamente. Un sexto sentido le alertó, pasaba algo.-Ryu ha vuelto a Tokyo.-nunca se lo había contado explícitamente, pero con los años se había convertido en algo sabido y corroborado en miradas silenciosas.

-¿Qué? ¿Le has visto?-dijo Taro con sorpresa.

-Ha estado aquí. Me ha pedido perdón…Y nos hemos besado.-añadió apresurado, consciente de la respuesta que recibiría.

-¡Shin! Fue un capullo contigo. ¿Vas a dejar que se salga con la suya sólo con pedir perdón?-Taro ardía en rabia. Había visto a Shino destrozado por ese gilipollas. No dejaría que le volviera a joder otra vez.

-Tú también fuiste un capullo, te perdone y aquí estás.-dijo Shino lleno de resentimiento.

-¿Qué?-Taro se sintió atizado por la acusación sin contexto.- ¡Tenía 12 años, Shin!-se excusó, pero en el fondo se sintió avergonzado.-¿De verdad pretendes hacer como si nada?

-Cállate. Me estás liando más.

- ¿Entonces para que me lo cuentas?-hizo una pausa mientras sonreía. Estaba acostumbrado a las hostilidades de Shino cuando se sentía atacado.- ¿Ren lo sabe?

-No.

-¿Pero si estaba aquí, no?-Shino enarcó una ceja, insinuando que que Ren estuviera de cuerpo presente no significaba que estuviera consciente. Taro asintió.

-¿Estás bien?-el arrepentimiento por ser poco comprensivo se hizo notorio en su voz.

-Sí, supongo.-contestó Shino suspirando. Taro se acercó a él y le dio un golpecillo en el hombro.

-Ves con cuidado.-sonrió con cariño. Shino asintió y le devolvió el gesto.

---------i

Pisaba “su” casa por primera vez en mucho tiempo. Ahora su madre vivía con otro hombre que había conocido un par de años antes. Un separado como ella con hijos mayores. Ryu sólo lo había visto una vez, pero la verdad era que no tenía mucho interés en él. Al entrar en su casa su madre corrió hacia la entrada.

-¡Ryuga! Que guapo estás. ¿Qué tal el viaje?-su madre le besó la mejilla y le sacudió la ropa.

-Hola, mama.-sonrió ante la caricia.-Estoy bastante cansado, la verdad. ¿Todo bien por aquí?

-Sí, cariño. Tu hermana vino la semana pasada de visita. ¡Su novio le ha pedido matrimonio! Parece que la suerte nos sonríe.-Ryu sentía las palabras vacías, carentes de significado. Contestaba por inercia mientras su mente flotaba ente nubarrones espesos de información no procesada.

-¿Sabes algo de papá?-su madre puso cara de disgusto.

-Lo último que se es que le han ascendido. Me lo dijo tu hermana. Tengo la cena preparada, ¿quieres comer ya?-Ryu asintió y se dirigió a la cocina. En la mesa estaba sentado Teru, el nuevo novio.

-Buenas tardes.-dijo Ryu cordialmente.

-Buenas. ¿Cómo se siente ser ingeniero?

-Igual que ser basurero-contestó Ryu serio pero sin dobles intenciones. El hombre le miró confundido ante su respuesta hosca.

Se hizo un silencio incomodo en la cocina, roto por su madre colocándole el plato sobre la mesa. Ryu comió deprisa y se dirigió a su habitación, huyendo de la situación tensa de tener a un desconocido comiendo en tu mesa. Al entrar la sangre se le heló, como cada vez que volvía a esa habitación inmutable al tiempo. Dejó la bolsa en el suelo y se sentó en la cama.

Había vuelto a Tokyo y todos los cabos sueltos que dejó en su día volvían a él para enredársele entre las piernas, impidiéndole avanzar. Le estrangulaban el cuello y la poca paz vacía que había encontrado en la soledad.

Y de hecho aún no se lo acababa de creer. No podía ser tan fácil. Con Shino nunca lo era. No se creía que solo llegar todo volviera a donde siempre había soñado.  Por un momento había sido tan patéticamente ingenuo que había pensado que podrían irse a vivir juntos, al piso en el centro, o al nuevo apartamento de Shino, donde fuera pero juntos.

Ryu, como muchas otras veces en lo que concernía a Shino, se encontró dividido. Dividido entre el miedo y la sensación de alerta, de que era una trampa, de que toda felicidad llegaba para luego serle arrebatada. Y entre las ganas de darlo todo por aquello que sentía, sin importar el mañana, solo el ahora y el bombeo de su corazón.

Se sintió tremendamente cobarde, congelado por el miedo al amor, como si fuera un adolescente confundido. Pese a todo, si se era sincero a si mismo no sentía mucha diferencia a 5 años atrás. Era como si todos esos años grises hubieran sido un borrón, sin avance ni retroceso. Volvía a Tokyo y la vida acelerada de la capital le pedía decisiones, y se la pedía ya, y él seguía tan mareado como un chaval de 18 años enfrente de la selectividad.

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-Shino, soy yo.-la voz sonó ansiosa a través del auricular. Al susodicho un relampagueo le recorrió el cuerpo al oír como pronunciaba “yo”, como si nunca le hubiera dejado de llamar, como si aún tuvieran 18 años y juntaran sus pieles pegajosas a la salida del bar todos los viernes.

-Hola Ryu. ¿Pasa algo?-demasiado pronto, pensaba Shino. Hacía menos de dos días que se habían dado los teléfonos y Ryu ya le llamaba desesperado. Hizo una mueca. Había soportado cinco años y ahora no era capaz de aguantar 48 horas. Hipócrita, pensó.

-No, no. No pasa nada. Era por si querías quedar. Hacer unas cervezas o algo…-Shino lo sintió dudar.

-¿Esta tarde te va bien?

-Sí, perfecto-titubeó-¿Dónde siempre a las seis?

-Donde siempre.

La línea se cortó y Shino suspiró cansado. ¿Seguía siendo un lugar “donde siempre”? Supuso que si los dos lo entendían era que sí y que además significaba que ninguno de los dos había sido capaz de olvidar aquellos escasos meses intensos.

-¿Era Ryu?-Taro le miraba desconfiado desde el marco de la puerta de la cocina.

-¿Quién es Ryu?- intervino Ren distraído mientras leía un libro en el sillón.

-Un amigo.-contestó tajante, sin dar lugar a discusión ni a risitas por parte de Taro.-Sí era él. Hemos quedado esta tarde.

-¿Puedo ir? Voy saludo y me voy. Quiero verle. Quiero que él me vea a mí. -Taro afilaba los ojos y estos chispeaban amenazantes.

-¿Qué eres? ¿Mi padre?-dijo Shino socarronamente.

-Soy tu amigo.

-Pues más bien pareces mi novio así que calla ya.-Shino se acercó a él y le agarró del cuero cabelludo, zarandeándole la cabeza. Taro sonrió y Shino pudo verle todos los dientes grandes y perfectos.

Taro tenía la boca enorme y cuando sonreía el mundo parecía un poco menos mierdoso. Shino envidiaba su capacidad de ser feliz, o al menos parecerlo, pese a todo. Después de esos años juntos se había dado cuenta de que no había cambiado tanto como pensaba. Seguía siendo aquel chiquillo alegre lleno de dolor. Taro no le había olvidado a él. Taro no había olvidado el centro. Taro no había olvidado los gritos de su madre. Taro no olvidaba. La diferencia era que él lo guardaba bien adentró y lo enquistaba hasta que no pudiera hacerle mal. Había asumido la mochila que llevaba y se había acostumbrado a su peso. Shino renegaba de esta y se quejaba por tenerla que cargar. Le envidiaba tanto.

-Vale, ven. Pero ni se te ocurra montar un pollo, ni amenazarle ni nada parecido. ¡Y te irás pronto!-Taro asintió sonriente y se perdió en la cocina.

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Ryu estaba sentado en el banco de la estación, fumando como un cosaco por los nervios. El mismo banco donde espero aquella fría noche de invierno. El corazón encabritado le saltaba en el pecho y su mente se anticipaba constantemente, imaginando a Shino llegar. Sus miradas, su ropa, sus palabras…

La decepción le invadió cuando divisó su figura en la lejanía. El pelo naranja ya no existía y el aire primaveral había hecho desaparecer el abrigo de leopardo que ni siquiera sabía si seguía en su posesión. Fue como un mazazo en la consciencia. De repente, no sólo le volvió a asaltar aquella inseguridad de unas noches pasadas, sino que sintió que todo había cambiado, que había cambiado de verdad. Shino ya no era el mismo.

Algo había intuido después de los instantes de demencia, pero ahora lo veía mucho más claro. Shino ya no era un chavalín rebelde y torturado. Era un hombre, torturado también, pero lleno de autoconsciencia. Ryu volvió a sentir aquel abismo entre los dos. Una brecha infranqueable que alejaba sus almas. Fuera como fuera, Shino le llevaba siglos de ventaja y siempre se los llevaría.

Todas estas cosas le habrían chocado mucho más (quizás hasta el punto de volverse a casa) si no fuera por la figura alta que andaba junto a Shino. Ryu tardó unos segundos, pero rápidamente reconoció el rostro infantil de Taro convertido en uno maduro y afilado. Los músculos se le tensaron y su mente encendió una gran luz de alerta. ¿Qué coño hacia allí?

-Hola.-saludó Shino. El saludo fue tirante e incómodo. No se dieron las manos como antaño, ni tampoco se besaron ansiosos como Ryu había querido imaginar. En realidad, ninguno de los dos sabía bien cómo actuar y el terror agarrotaba sus músculos.- Taro se va a la uni ahora y le iba de paso.

-También quería saludar.-Ryu sintió la mirada fría y retadora clavada sobre sus hombro y como las palabras amables sonaban más a amenaza que a saludo. Ryu se sintió pequeño pero no se amedrantó. Comprobó cómo Taro no solo había cambiado de aspecto. Poco quedaba de aquel chico inocente y bobalicón que conoció una vez. Una vez más se sintió encallado y perdido.

-¿Qué tal? ¿Todo bien?-dijo cortés. Shino lanzó una mirada indescifrable a Taro y este dio un pequeño paso hacia atrás.

-Todo bien. Muy bien. –Taro enfatizó las palabras.-Me alegro de haberte visto. Nos vemos.-toda la palabrería le sonó a un ronco: te estoy vigilando. Por un momento se preguntó si no habría pasado algo entre ellos en todo ese tiempo y a eso venía tal recelo.

Taro se fue y al quedarse a solas el silencio se escurrió entre los cuerpos. Después de unos segundos mirando el rostro felino que tanto había extrañado Ryu se olvidó de Taro, de su casa, de la boda de su hermana y hasta de su nombre si no fuera porque le encantaba recordar como Shino lo llamaba entre gemidos roncos. Finalmente, Ryu decidió romper el silencio espeso con palabras sinceras, como lo eran todas desde que había vuelto a Tokyo.

-Tuve miedo de que no recordaras donde era. Ha pasado mucho tiempo.- Ryu, después de tanto tiempo de reclusión, tenía ganas de abrirle el alma a la única persona que había conseguido entrar nunca.

-No si solo cuentas los segundo importantes.-Shino clavó sus ojos en los suyos, con esa mirada profunda y penetrante que ponía cuando quería decir tantas cosas que las palabras se quedaban cortas. Ryu le mantuvo la mirada firmemente, le agarró de la cintura y le atrajo hacia si. Se siguieron mirando a escasos centímetros y Shino alzó una mano hasta su cuello. Fue un agarre fuerte que permaneció como tal durante unos segundos que desearían interminables. Mirando las galaxias escondidas en los ojos que creían perdidos y aun no se habían atrevido a mirar. Sin saber exactamente como ni cuando, se encontraron besándose en medio de la calle. Absortos en un beso lento y lleno de angustia.

Ese. Ese debería haber sido su primer beso después del reencuentro, pensó Ryu. 

Notas finales:

Taraaaaaaa, la cosa se acaba. Queda muy muy poquito. Dos capítulos como mucho yo creo. Y  bueno luego ya se verá el tema de los Onesho/epilogos, pero eso supongo que se dilatara en el tiempo, puede que escriba dos cuando acabe y otro en 4 años, vete a saber.

Enviadme vuestra opinioon, la necesitoooooooo!!

Un beso muy muy fuerte y de nuevo, perdon por la tardanza y gracias por seguir mi humilde historia.

 


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