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Too young to die por Andhara

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Notas del capitulo:

Y aquí está, el últmo capítulo cuando el fic cumple exactamente un año. Y me duele acabarlo así, con la mitad de mis lectores perdidos por el camino.

No puedo hacer más que pedir disculpas.

Canción del titulo: Saturday Night, de Misfits

Grácias por leerme. Alfinal del cpítulo habrá un añadido. No aporta nada a la trama, solo es un poco de terapia psicologica para mi misma.

Aclarar antes de todo que este último capítulo y la mitad del anterior los escrbí hace casi un año, me faltaba la parte de entre medias.

-¿Ryu?- se sorprendió al ver el número de Shino, pero más se sorprendió al escuchar la voz de Taro a través del teléfono. El corazón se le había acelerado y ahora le invadía la decepción.

- Sí, soy yo. ¿Pasa algo, Taro?

Un silencio espeso le llegó por el auricular.

-Yo…Ayer apalizaron a Shino. Ha pasado la noche en el hospital pero…

- ¿¡Que?!- Ryu sintió un agujero negro sorberle el estómago.- ¿Cómo está ahora?¿Puedo ir?- hablaba alterado y no pensaba con claridad. Recordó cuando le pegaron después de la discusión en el bar. A todas luces era algo más grave.

- Cuando me han conseguido localizar y he llegado ya estaba muerto.- la voz deTaro no tembló, pero estaba llena de miedo.

Ryu se quedó de pie, con el teléfono junto al oído. Muerto. Shino no estaba. El vacío les subió por la garganta y no pudo contenerla arcada, vomitando de repente. Taro permaneció en silencio al otro lado del teléfono. Él también sentía nauseas solo de tener en las manos el móvil de su amigo fallecido.

-          Sé que esto es una mierda, pero agradecería que vinieras al hospital. Joder. Taro se echó a llorar.-Necesito ayuda, por favor. Por Shinosuke. Estoy en el hospital Kawakita.

-          Voy para allí.

Ryu no derramó ni una lagrima durante todo el trayecto. Una sensación de irrealidad le invadía. Intentaba forzarse el pensamiento. Shino está muerto, se repetía. Pero algo en su interior le impedía asimilarlo. ¿Cómo Shino, que rebosaba vida la noche anterior podía estar muerto? No fue hasta al entrar a la habitación que la realidad le azotó con la dureza de un yunque.

Taro estaba sentado en un sillón, al lado de la cama, con la cabeza enterrada entre las manos. Tenía el pelo sucio y graso y las rodillas le temblaban. Pero no fue eso lo que realmente aplastó su alma, fue el cuerpo inherente tumbado sobre las sábanas blancas. Tenía la boca entubada, las contusiones eran más que evidentes en la piel pálida. Ryu no supo distinguir los moratones de pasión y de rabia. Ryu habría querido ver a Shino. Observar como su pecho subía y bajaba y sentir el calor de su piel. Ryu lo deseaba de veras, pero aquel chico postrado allí no era más que un desconocido, independientemente de si respiraba o no.

No fue la imagen de Shino lo que más le impactó, fue la imagen de la muerte. ¿Dónde está Shino? Habría querido preguntar, pero después de observar durante unos segundos el cuerpo yermo se preguntó si había existido alguna vez. ¿Acaso existía él mismo?

Una enfermera llegó, con el rostro lleno de piedad y anonimato empezó a retirar los tubos y los aparatos de pitido constante. Una vez fuera a Ryu le pareció vislumbrar por un segundo la sobra del rostro que había amado.

-          Pue…¿puedo despedirme de él?- el cuerpo le temblaba y sintió los ojos inyectarse en lágrimas.

Taro le miró con los ojos hinchados y salió de la sala sin mediar palabra. Ryu se preguntó si sabría todo lo que había sucedido entre ellos, pero luego se dio cuenta de que ya daba absolutamente igual. Ya nada importaba. Con un breve asentimiento la enfermera se retiró y cerró la puerta. Ryu se acercó cauteloso al cascarón vació, con miedo de perturbar el descanso eterno.

Agarró la mano magullada del joven. Tenía las uñas rotas y llenas de mugre. Un escalofrió le recorrió la espalda al sentir un leve calor como el que se queda en un objeto si lo sobas suficiente tiempo. Un calor extraño y perturbador. Ryu recordó cómo le gustaba agarrarle la mano en el pasado, como temiendo que huyera volando de su lado. ¡Qué ironía! Se había marchado de un plumazo y no lo podía retener por mucho que le sujetara la mano. Estúpidamente se preguntó si lo habría logrado al hacerlo antes de que la vida se les escapara fugaz entre los dedos huesudos. Las lágrimas empezaron a correrle pesadas por las mejillas. Le habría gustado besarle una última vez, pero no reconocía esos labios encostrados y desteñidos.

-          ¿Por qué ahora?- le preguntó amargamente. Ahora que todo podía ir bien. Ahora que eran adultos y nada más que ellos importaba de verdad.

Ryu empezó a gimotear, tomando consciencia de que nunca más le vería sonreír, que no le llamaría Asahara, ni Ryu, mi nada. Que no le volvería a besar ni acariciar su rostro cansado. Cansado de la vida, cansado de él mismo. Recordó con dolor el día que Shino le contó su intento de suicidio. “No me importaría morir”, dijo.

-          Pero a mi si me importa.- las lágrimas corrieron a más velocidad y cantidad.

Too Young, too Young to die. Se repitió metódicamente mientras camilleros sin rostro le apartaban del cadáver.

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-Te he pedido que vinieras porque me están haciendo muchas preguntas y yo no entiendo nada.- Taro hablaba mucho más calmado pero con la voz llena de angustia.- Dicen que un entierro sencillo y un nicho costaran 250.000 yens. ¡Yo no tengo ese dinero! Si no lo pago dicen que lo pondrán en un nicho social, sin nombre ni nada y que en 2 años irá a la fosa común. ¡Que cojones me estás contando! El cuerpo de mi amigo aún está caliente hijos de puta. Shin no se merece esta mierda.- añadió entre murmullos.

- Yo lo pagaré.- dijo Ryu sin levantar ni siquiera la mirada del suelo de la sala de espera. Tenía algo de dinero de la herencia de su abuela, muerta unos años atrás. No se le ocurría una mejor forma de gastarlo que en un entierro digno para Shino, como la vida que no había tenido.

Escogieron una caja sencilla e incinerar el cuerpo. Shino no tenía familia, era estúpido dejarlo en un nicho solitario. Ryu exigió que no hubiera ningún símbolo religioso. En ningún lugar. La ceremonia fue corta. Una cantidad considerable de jóvenes y algún que otro adulto funcionario se congregó. Punks vestidos con sus mejores galas y cabellos coloridos acudieron a despedirse.

Ren fue el que habló. Tenía un aspecto demacrado pero sus palabras fueron contundentes.

-          Hoy nos hemos visto obligados a decir adiós a un joven de 22 años. Podría decir un montón de gilipolleces sobre él y su vida, pero que os voy a contar a vosotros. Sois los únicos que conocéis porque estáis aquí y probablemente vuestras razones sean totalmente distintas a las mías. Quiero aprovechar esta ocasión trágica para denunciar algo, para denunciar un crimen.- se apoyó sobre el estrado y sus cadenas tintinearon.- Aparecerá en las noticias: “joven antisistema muere en una pelea” y el país se volcará en juicios injustos y soberbios. Podríamos culpar a los cabronazos que le hicieron esto y arder en la venganza inejecutable. Pero la realidad es que ellos no son más que un brazo ejecutor, el toque de gracia. Es el arma de un sistema mucho más grande y complejo y por lo tanto más temible. Como decía, mañana la ciudad despertará sorprendida. ¡Pero de que nos hemos de sorprender, cuando este sistema del que todos formamos parte le ha empujado al abismo desde el mismo día en que nació! Y es que, amigos míos, hoy denuncio un crimen y pido que nos detengan a todos ahora mismo. Hoy ha sido Shin, puede que mañana sea yo.- Ren levantó un brazo y se bajó la manga, mostrando marcas amoratanadas.- Y como buen hijo de puta egoísta que soy os pido que me salvéis. Que hagáis justicia a todos los niños que en vez de nacer con un pan bajo el brazo trajeron una sentencia de muerte. Yo sé por dónde empezar.

Ren bajó de la tarima sin decir nada más. Ryu sintió en el fondo de su alma que había sido un discurso justo para Shino. Ren había dicho bien alto lo que todos sutilmente conocían.

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Ryu observaba su delgada figura al viento, la melena y sus ropas agitadas por el aire. Siempre hacia mucho viento allí. Le gustaba mirarle abstraído. Mirar como Shino contemplaba el mundo con su gesto cansado, como si todo lo que le rodeaba fuera un enorme hastió. Le gustaba mirarle cuando él no miraba, cuando estaba demasiado ocupado maldiciendo la vida que le había tocado vivir.

Shino le miró mientras apagaba el cigarro con el pie y metía las manos en los bolsillos del pantalón, arrugando descuidadamente la americana.

-Ya sería hora de irnos. ¿Nos vamos a casa?- Ryu dio la última calada a su cigarro e inspiró el humo profundamente. “Casa”, pensó. Des de hacia un tiempo el piso de Shino se había vuelto su casa, de los dos. El lugar a donde volver si las cosas salían mal. Le gustaba llamarlo hogar en el aforo interno, aunque evitaba llamarlo así delante de Shino. Para el los hogares eran cosas de los cuentos y las películas de Hollywood. Igual que las bodas, los novios y las madres.  O todo lo relacionado con el amor.

Bajaron de la azotea con las luces anaranjadas alumbrando su vista. El verano estaba a punto de empezar y aprovechaban sus últimos días en esa azotea que los había visto conocerse y besarse por primera vez… y unas cuantas cosas más. Anduvieron por la calle a paso tranquilo, con las pieles calentadas por los últimos rallos de sol. Mientras andaban Shino le agarró la mano y se adelantó aun así sin acelerar el paso. Ryu se sobresaltó. No era la primera vez que se daban la mano pero si la primera a esas horas de la tarde y tan cerca del instituto. Por un momento se preocupó por si alguien les podía ver aunque rápidamente lo olvidó solo por sentir a Shino atado a él, sin peligro de una fuga tan usual en su persona.

De repente un sentimiento se le atragantó en el gaznate. Se le hizo un nudo y el estómago se le lleno de un vacío atronador.  Una culpa repentina le invadió.

-          Shino, te quiero.

-          Yo también te quiero tío.- dijo Shino sin ni siquiera girarse a mirarle. Ryu paró en seco.

-          No Shino. No ese tipo de te quiero. Te quiero de querer pasar el resto de mi vida a tu lado.

Shino había dicho muchos te quieros en su vida y muchos habían estado destinados a él, pero eran te quieros vacíos de significado real. Que valía un te quiero cuando siempre estaba solo. Las palabras le azotaron como un látigo de tres puntas. Se giró y miró a Ryu con sorpresa, estando este mortalmente serio.

-          Ojalá.- Shino contestó y correspondió a su manera. Se acercó a Ryu, le cogió el rostro entre las manos y le besó en los labios para luego apoyar frente con frente.

Ryu cogió aire para besarle y se despertó en medio de una bocanada agónica. Estaba solo en su cama, cubierto de sudor y solo. Terriblemente solo. No había sido un sueño, ni una pesadilla. Había sido un recuerdo sucio y cruel. No del todo exacto por eso y eso aún lo hacía peor. Debería haber pronunciado las palabras. Solo si ese día hubiera sido capaz de decir lo que sentía... Puede que Shino siguiera muerto, pero al menos se habría ido sabiendo cuanto le necesitaba. 

Ryu se recostó al borde de su cama y se pasó las manos por el cabello. Las lágrimas cubrieron su rosto y lloró durante horas. Lloró hasta que al día siguiente despertó sin saber cuándo se había dormido, con los ojos hinchados y el corazón destrozado.

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-          Antes lo tenía de alquiler, per hacían mal negocio aquí ¿sabes? Los eché sutilmente pero fue un error. ¡Vaya si lo fue! Nadie quiere esta puta ratonera de alquiler. No debería decirte esto a ti, pero me sonaste muy convencido cuando me llamaste. Me has alegrado el año chaval.

-          Entonces ahora será para mi ¿no?

-          Todo tuyo. ¿Quieres pasar a verlo?

-          No me hace falta. Aquí tiene lo acordado.- Ryu extendió la mano y el excasero posó en esta las llaves.

-          Mañana te llamo para firmar papeles.- Ryu solo asintió con la cabeza y se giró para introducir la llave en la ranura.

Pensó que al entrar al piso un alud de sentimientos le invadiría, pero no fue así. Muchos recuerdos vinieron a él, pero ni un ápice de emoción. Las paredes seguían siendo blanco amarillento y el olor a humedad invadía el espacio. Entró a la habitación y se sentó en el colchón desnudo con un suspiro. Había una pequeña radio olvidada en la mesita. Ryu la encendió, para aplacar el sonido de sus pensamientos.  Como si nadie la hubiera tocado des de que Shino se marchó. Saltó automáticamente la emisora más alternativa de todo Japón. Sonaba una canción de Misfits. Ryu apoyó la cabeza en la pared y murmuró en silencio la letra mientras posaba un cigarrillo entre sus labios.

-          And I can remember when I saw her last. We were running all around and having a blast. But the backseat of the drive-in is so lonely without you. –no solo el coche estaba solitario, el mundo entero lo parecía.-I know when you’re home. I was thinking about you. There was something I forgot to say, I was crying on saturday night. I was out cruising without you. There were playing our song. Criying in saurday night. As the moon becomes the night time, you go viviously, quietly away.- empezó a llorar en silencio de nuevo mientras la canción seguía sonando, murmurando los últimos versos casi imperceptiblemente.- I’m sitting in the bedroom where we used to sit and smoke cigarettes, now i’m watching, watching you die.

-Shino… a veces pienso que no me importaría morir ¿sabes?

FIN .................................................................

Nota del autor:

 

Empecé este fic como un modo de entretenimiento, para sacarme la espinita semieterna de no aportar nada a una comunidad que tanto me había dado y que a la vez, tan llena de basura estaba. Pese a eso, ahora ya casi acabado, me doy cuenta de que tiene en él una gran parte de mí, una gran parte de mi vida y los pensamientos que corren inconexos entre mis neuronas.

Este capítulo lo escribí en un momento bastante duro para mí, con la pérdida de un familiar cercano. No era el primero, ni será el último, pero las circunstancias que rodearon su muerte me atizaron como un gran garrote en el alma. Siempre había asumido que los ancianos tenían que morir, que era su hora, que ni la mejor medicina podía combatir la muerte acechante tras las esquinas. La gente joven se curaba, la gente joven reía ante la enfermedad, la gente joven no moría. Y de repente, alguien se va y puedes recordar perfectamente el último instante en que le viste, sonriente y lleno de vida no tanto tiempo atrás. Y no entiendes nada. Absolutamente nada. Intentas saber, buscar unas causas, buscar un culpable y puede que incluso sea uno mismo que aparto la mirada ante la dirección frenética y caótica que tomaba su vida. Y puede que lo seamos todos.

Muchos meses después, aun mi subconsciente no concibe la idea de que esa persona no está, que ya no vive ni es. Que no es que yo no la vea, como ha pasado durante largas etapas de mi vida. No se ha mudado a otra ciudad. Simplemente ya no existe y aun así no puedo evitar verla en los rostros de otras personas, dándome de bruces contra la realidad justo cuando estoy a punto de levantar la mano para saludar. Me planteo la fragilidad de la vida, la fragilidad del ser. Tantas cosas que se pierden en un solo instante. Tantas cosas maravillosas guardadas en un cascaron tan débil.

Y no entiendes nada y la culpa te consume y las dudas y la incertidumbre y el miedo. Y cuando las luces se apagan no puedes hacer más que preguntarte: ¿Por qué?

Notas finales:

Muchas gracias a todos los que me habeis acompañado durante este año y muchas gracias a los que vendreis. Esta experiencia me ha llenado como no sabeis como.

Muchas gracias a mis niños. A Shino, a Ryu, a Ren, a Taro (que tanto de él he visto reflejado en mi nueva pareja), incluso a Hitoshi, Yuri, Megumi, Azumi y todos los personajes secundarios. Nunca olvidaré a estos dos y a Baal y Lee Haki, que me han llenado de alegria e inspiracion durante el transcurso.

GRACIAS

Espero que os haya gustado el final y que me mandeis muchos comentarios explicandome vuestras opiniones, me encantaria, de verdad. 

Decir también que he empezadó a subir el fic a Wattpad desde el principio, corrigiendo faltas y cosas raras. Igualmente sigo con la idea de escribir algun que otro oneshot sobre estos dos.

Tengo tantas cosas que decir y ahora mismo no se me ocurre nada... Parece mentira que ha pasado un año entero.


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